2. Las controversias y su teología

XXXXXCfr. Los Arquetipos de la no creencia. Resúmen de un artículo de G. Morra, en Studi Cattolici, sobre la incidencia del escepticismo, maniqueísmo, donatismo y pelagianismo en el mundo postmoderno.Miniatura de "La Ciudad de Dios". Florencia. Bibl. Med. Laurenziana, Fiesol. 14, c. 11.

a) Maniqueísmo: unde malum?

XXXXXEl maniqueísmo nació en Adiabene (más allá del Tigris). En el siglo III hay más de 20 obispados en esa zona. Es la patria de Taciano el Sirio. Hay cristianos en Partia, Media y Bactrania (Crónica de Arbela). Mani o Manés (216-277) está vinculado al sincretismo religioso que caracteriza al período parto. Su padre pertenecía a una secta baptista. Mani también recibe influencias judías, cristianas, gnósticas, budistas, mazdeístas y brahmánicas. Su sistema en el fondo es un gnosticismo dualista de tipo sincretista. Hay miembros "perfectos" e "imperfectos". El maniqueísmo se extiende por China, África del Norte y se prolonga hasta la Edad Media. Hay un monacato maniqueo.

XXXXXYa antes de su conversión, como hemos visto, Agustín quedó profundamente decepcionado del maniqueísmo. Su conversación con Fausto, todavía en África, le convenció de la falsedad e inconsistencia de la doctrina de Manés. En los primeros años de su sacerdocio, continuó su lucha práctica y literaria contra los maniqueos. Los días 28 y 29 de agosto de 392 se libró, en Hipona, una espectacular disputa retórica entre San Agustín y Fortunato de Cartago, maniqueo (cfr. las Acta contra Fortunatum Manichaeum). Ocho años depués (7 y 12-XII-404), también en Hipona (en la catedral), tuvo lugar una discusión pública similar, con Félix. Entre ambas discusiones, de las cuales salió victorioso Agustín, nació una serie de escritos antimaniqueos.

XXXXXLos más importantes escritos contra los maniqueos son:

XXXXX1) Contra epistolam Manichaei quam vocant fundamenti (a principios de su episcopado, es decir, hacia 398) y

XXXXX2) De natura boni (399), que tratan tres temas principalmente

XXXXX1° el origen del mal como carencia de bien en una creación radicalmente buena hecha por un Dios bueno, contra la doctrina de los maniqueos que hablaba de dos reinos igualmente eternos del bien y del mal que luchan entre sí desde entonces;
XXXXX2° la identidad del Dios del Antiguo Testamento con el del Nuevo Testamento y la unidad de ambos Testamentos, contra la tesis maniquea de que el Antiguo Testamento era obra de un Dios malo y el Nuevo Testamento habría sido interpolado;
XXXXX3° por último la mayor credibilidad de la doctrina católica.

b) Donatismo: eclesiología y doctrina de los sacramentos

XXXXXCon el pretexto de la consagración episcopal de Ceciliano de Cartago (311/312), sacerdote que, al parecer, había entregado los libros sagrados a las autoridades romanas durante la persecución de Diocleciano (303 y ss), un grupo de fieles, guiados por Donato, fundaron la "Iglesia de los santos", que rechazaba la validez de los sacramentos administrados por un sacerdote (u obispo) pecador. El cisma se redujo al norte de África, pero en tiempo de San Agustín, eran mayoría. Ver resumen sobre la controversia donatista.

XXXXXAgustín comenzó a combatirlo en 393 y, sólo a partir del año 400, tomó medidas concretas contra esta doctrina. En sus primeras obras trata de atraerse a los donatistas (que tenían tanta popularidad), por las buenas. Por ejemplo, en el Psalmus contra partem Donati (393) contaba la histoira y los errores del donatismo, bajo la forma de un canto popular (ABC con estribillo). En el año 400 se convenció de que los donatistas (especialmente los circumcelliones, su brazo armado) no estaban dispuestos al diálogo, y se decidió por el ataque con la pluma y con medidas de política eclesiástica (participación en numerosos sínodos y búsqueda de la ayuda imperial con medidas coactivas). De entre las obras antidonatistas de esos años (400-418), muchas se han perdido y las conocemos sólo por las Retractationes. Las más importantes son:

XXXXXDe baptismo (400): refuta la tesis fundamental del donatismo sobre la no validez de los sacramentos administrados por un ministro indigno. Explica la diferencia entre validez y eficacia del sacramento. Resume sun teología con las famosas palabras: "Cuando Pedro bautiza, bautiza Cristo; cuando Pablo bautiza, bautiza Cristo; sí, incluso cuando Judas bautiza, bautiza Crsito".

XXXXXDe unitate ecclesiae (400): contra la tesis de los donatistas de la "Iglesia de los santos", San Agustín distingue la Iglesia Santa de la condición pecadora de sus miembros. La Iglesia es una (Chrsitus totus caput et corpus), pero es permixta, es decir, una Iglesia en la que hay buenos y malos, en su fase terrenal. La Iglesia no es selectiva, sino universal. Más tarde desarrollará su eclesiología de la triple communio: communio sanctorum (buenos y malos aquí en la tierra), communio iustorum (los que han muerto en Cristo) y communio predestinatorum (los llamados a la salvación), o Iglesia escatológica.

XXXXXGesta conlationis Carthaginensis anno 411 y Breviculus conlationis cum Donatistis: Marcelino, notario imperial, convocó una conferencia en Cartago, el año 411 (1, 3 y 8 de junio), en la que Agustín fue el portavoz de los 286 obispos católicos, que manifestaron su superioridad contra los argumentos donatistas. El tercer día Agustín utilizó argumentos teológicos contra los 285 obispos donatistas, en lugar de quedarse sólo en lo disciplinar. Honorio emanó un edicto el 30 de enero del 412 ordenando la represión de los donatistas con medidas coercitivas estatales.

c) Pelagianismo: doctrina de la gracia y predestinación

XXXXXCA) PELAGIO. La controversia pelagiana comenzó justo al terminar la donatista, con el Concilio de Cartago del año 411. Duró hasta el final de la vida de Agustín. Pelagio, de origen británico, fue muy popular en los círculos ascéticos romanos (cfr. Jerónimo) ya desde el principio de los años ochenta del siglo IV. Las conversiones en masa aportaban a la Iglesia mucha medianía y negligencia. Pelagio reacciona con optimismo y pretende contribuir a la superación del aburguesamiento y laxismo de muchos cristianos. Destacaba la necesidad de la voluntad humana para el progreso cristiano. Creía firmemente que el hombre es imagen de Dios y puede decidirse libremente por Él, y observar sus mandamientos imitando a Cristo como ejemplo, y alcanzar así la salvación. Sin embargo, no concebía el pecado de Adán como pecado original que se trasmite a todo el género humano, sino como pecado personal de Adán. Decía que la gracia de Dios se recibe por los méritos propios, no en virtud de los sacramentos. Una conclusión que sacaba de esto es que no es necesario bautizar a los niños (costumbre que iba en aumento a medida de que los fieles se percataban más de la necesidad del bautismo para la salvación). Cfr. las Dimensiones de la Gracia.

XXXXXAl principio no se consideró la doctrina de Pelagio como herética. Pero un discipulo suyo, Celestio, que se instaló en Cartago después del saqueo de Roma por los visigodos de Alarico (24 de agosto del 410) comenzó a difundir el pelagianismo, y fue Agustín el primero que advirtió su peligrosidad cristológica y soteriológica. San Agustín, escritor. Milleloquium. Miniatura de Bartolomeo Carusi d'Urbino (siglo XIV). Biblioteca Nacional de París. Ms. lat. 2119, f. 4.Se dió cuenta de que ya San Pablo había señalado el peligro de vaciar de sentido la Cruz de Cristo (1 Cor 1, 17: ne evacuetur crux Christi). Si bastaba con seguir el ejemplo de las virtudes de Cristo, ¿porqué murió Cristo en la Cruz?. De esta manera, Agustín escribió en 412 su primera obra antipelagiana: De peccatorum meritis et de baptismo parvulororum, donde desea subrayar la necesidad de que la gracia de Dios preceda a la voluntad humana para optar por el bien, y donde destaca el carácter irrenunciable del bautismo para participar en la muerte de Cristo en la cruz a fin de superar la culpa original.

XXXXXEstas ideas las completa San Agustín en otras dos obras fundamentales: De spiritu et littera, que trata de las relaciones entre la ley y la gracia, y e natura et gratia, en donde explica cómo la gracia no se opone a la naturaleza, sino que la sana, eleva y engandece. Agustín viene a decir que el pecado original no fue una culpa sólo de Adán, sino que conviertió a la humanidad en una massa damnata, y que se trasmite de generación en generación, por la reproducción, mediante la concupiscencia del hombre. Sin embargo, la voluntad libre del hombre determina la eficacia de la gracia. Aunque, por otro lado, esa voluntad determinada, no exige la gracia, que siempre es gratuita. Dios salva sin méritos, pero nunca condena sin culpa.

XXXXXHay algunos puntos de la teología de la gracia agustiniana que la Iglesia ha corregido. Por ejemplo, no acepta que la gracia de Dios sea irresistible, o que la salvación del hombre dependa totalmente de la providencia de Dios, pues Dios no concede la gracia de modo arbitrario. Tampoco acepta que la trasmisión del pecado original sea mediante la concupiscencia del acto de la procreación. Al principio, el papa Inocencio I confirma, en tres cartas del año 417, la condena que los sínodos de Cartago y Milevi (a los cuales había asistido Agustín) había pronunciado contra la doctrina de Pelagio. El 17-I-417 Inocencio I excomulga a Pelagio y a Celestio. En septiembre de 417 Agustín pronunció el sermon 131 del que se extrajo la céleb frase "Roma locuta, causa finita". Sin embargo es una interpretación errónea del sermon, pues desde marzo de 417 Zózimo había sucedido a Inocencio y Pelagio había logrado (por su habilidad y estilo complaciente) que el nuevo papa lo rehabilitara. Los africanos no acababan de aceptar la posición de Zósimo y consiguieron que el 30 de abril de 418 el emperador promulgara un edicto contra Pelagio y Celestio. Zósimo tuvo que ceder a la presión africana y conderna nuevamente a Pelagio en su Epistula Tractatoria. Ver resúmen sobre el pelagianismo.

XXXXXCB) JULIANO DE ECLANA. La Epistula Tractatoria abrió la segunda fase de la controversia pelagiana. Juliano de Eclana (en Campania, al sur de Italia) y otros 18 obispos se negaron a suscribir la condena a Pelagio. Juliano escribió al nuevo papa, Bonifacio, el 29-XII-418 y el 4-IX-422, pidiendo explicaciones sobre dicha condena. También se dirigió al comes Valerio de Rávena y éste y Bonifacio acudieron a Agustín para conocer su posicionamiento teológico (esto era habitual, por la gran autoridad de que gozaba Agustín). Agustín respondió con dos obras dirigidas al comes Valerio: Contra duas epistolas Pelagianorum y De nuptiis et concupiscentia (en dos libros) (418/19), a través de las cuales conocemos la teología de Juliano. Agustín aclara su pensamiento y se niega a admitir que se le acuse de infravalorar la voluntad libre o la santidad del matrimonio. A su primer libro de De nuptiis Juliano respondió con cuatro libros y Agustín le responde con seis libros de su tratado Contra Iulianum (421/22). Juliano escribio, entonces, otros ocho libros contra el segundo libro de De nuptiis, y Agustín comenzó a refutar esos libros de Juliano en su obra inconclusa (428) Contra secundam Iuliani responsionem opus imperfectum. "En esta fase del debate pelagiano, Agustín aclaró, sobre todo, el concepto de concupiscentia. Afirmaba que la comunión matrimonial y el deleite sexual del acto de procreación son buenos y admisibles por el bien de la institución. Pero por la caída de Adán en el pecado la concupiscentia ya no se inscribe en el orden original orientado a Dios, sino que apunta desordenadamente a lo material. Aunque su culpa se borra en los bautizados por el acto redentor de Cristo, sin embargo ella persiste como inclinación al desorden del mal y propaga con ello la culpa original" (Drobner, p. 439).

XXXXXCC) LOS MONJES DE HADRUMETO Y DE MARSELLA. En esta tercera fase ya no se debate contra Pelagio, sino sobre las cuestiones suscitadas en el debate pelagiano sobre la doctrina de la predestinación. El detonante fue la carta de Agustín al sacerdote romano Sixto (año de 418), en la que expone su pensamiento con tal rigor antipelagiano, que podría dar la impresión de que sólo la inmerecida y no la debida gracia de Dios predetermina la suerte del hombre incluso sin intervención de éste. Los monjes de Hadrumeto (costa oriental de Túnez) se escandalizaron y Agustín les envía su De gratia et libero arbitrio, en el que aclara de nuevo que la gracia de Dios precede a la decisión de la voluntad del hombre, la hace posible y consuma su actuación acompañándola, pero que eso ni impide ni hace superflua la decisión libre del hombre. Algunos monjes de Hadrumeto concluyeron sobre la inutilidad de la corrección fraterna. Entonces Agustín escribió su De correptione et gratia, en el que explica de nuevo su teología sobre la gracia, especialmente lo referente a la eficacia de la gracia antes y después del pecado original. En el estado de justificación, dice Agustín, la gracia actuaba de modo inmediato. Pero en el estado de naturaleza caída, la gracia necesita la ayuda del hombre (adiutorium quo), porque choca con la resistencia del hombre. No terminaron aquí las obeciones contra la doctrina de Agustín. En Marsella, los monjes seguían pensando que Agustín atribuía a la gracia un papel exagerado, en comparación al que asignaba a la decisión y a los méritos del hombre. En 429 Próspero de Aquitania y un tal Hilario, africano, escriben sendas cartas a Agustín informándole de todo ello. Agustín responde con dos cartas dirigidas a los monjes de las Galias: De praedesrinatione sanctorum y De dono perseverantiae. Insiste ahí en que predestinación no es sinónimo de predeterminación, sino de presciencia y de preparación de la gracia (gratae preparatio). Y enfatiza que no hay una decisión previa de Dios sobre la suerte del hombre que excluya la libertad humana. Advierte que tampoco hay que caer en el extremo opuesto (como Pelagio) y esperar todo de las fuerzas y merecimientos humanos. El hombre no puede llegar a la fe y permanecer en ella, sin la inmerecida proveniente y concomitante gracia de Dios. Los monjes de Hadrumeto aceptaron la explicación de Agustín, pero los de las Galias no. Tanto Juan Casiano (Collationes) como San Vicente de Lerins (Obiectiones) lo critican duramente. Por otra parte, también Prospero de Aquitania continúa en la controversia, con la pluman, hasta el Concilio Arausicano II (en Orange, junto a Marsella), año 529 que al fin condenó, lo que a partir del siglo XVI se denominó como "semipelagianismo".

d) Arrianismo

XXXXXLos godos se habían adherido al Arrianismo y su influencia iba siendo cada vez mayor en el mundo romano. Recuérdese el saqueo de Roma por Alarico el año 410. Por otra parte, en el ejército del norte de África iba también habiendo muchos soldados germanos, los cuales eran arrianos en su mayoría. Por eso San Agustín tuvo que deciarse también a entrar en debate con esa herejía, especialmente a partir del año 416 y hasta el final de sus días. Tenía herramientas de sobra para ello: toda la doctrina de los padres capadocios, del Concilio I de Constantinopla (381) y también su propio tratado De Trinitate, que ya había terminado. Además, escribió otras obras importantes: Contra sermonen arianorum (418); Collatio cum Maximino Arianorum episcopo (427/428), escrito al dictado de una discusión y comparable con los antiguos debates donatistas; y Contra Maximianum Arianum (428), para rebatir las afirmaciones difundidas por Máximo tras su regreso a Cartago de que él había triunfado en la discusión pública celebrada en Hipona. En esos tratados, además de exponer su doctrina trinitaria, amplía la doctrina cristológica que ya había expuesto plenamente en el año 411.

e) Leporio: un caso de «prenestorianismo»

XXXXXAunque todavía no había surgido la cuestión nestoriana en su pleno desarrollo durante la vida de San Agustín (el Concilio de Éfeso fue el año 431), hubo un caso de «prenestorianismo». El obispo de Marsella había excomulgado, entre 418 y 428, al sacerdote galo Leporio a causa de una herejía cristológica, y Leporio se dirigió a Agustín buscando ayuda teológica. El sacerdote era piadoso y no comprendía que Cristo, siendo Dios, hubiese nacido de una mujer y padecido en la Cruz. Pensaba que se rebajaba la divinidad. Agustín comprendió que esto le pasaba por no entender que las dos naturalezas de Cristo no son dos personas separadas, sino una (el problema de la communicatio idiomatum). Redactó pues para Leporio un librito titulado Libellus emendationis seu satisfactionis al que acompañó una carta para el obispo, lo que ayudó a la rehabilitación del sacerdote.

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