UNA INVESTIGACIÓN DE MICROHISTORIA FAMILIAR
(por Víctor Cano S.)

       Estamos en el otoño del año 2006. Han pasado casi diez años desde que comenzamos, más en serio, la investigación de la historia de nuestros antepasados. Partida de bautismo de Don Manuel Ignacio de Aldecoa y de la Pressa (Murueta, Orozko, 31-XII-1712). Hacer click para aumentar el tamaño de la imagen. En este tiempo hemos llegado a desvelar mucho de lo que se puede conocer de esos cientos, y aún miles, de hombres y mujeres a los que debemos nuestra existencia, desde el punto de vista humano, y de los cuales no sabíamos absolutamente nada apenas hace diez años. Me parece que es hora de hacer un balance de todo este empeño genealógico. Será una reflexión que, indudablemente, nos servirá personalmente, y que quizá también podrá orientar a otras familias que quieran iniciar la investigación de la historia de sus antepasados. Comenzaré por recordar, aunque sea a grandes rasgos, cómo empezó todo.

       Desde mi adolescencia supe porque mis padres me lo dijeron que siete de mis bisabuelos habían nacido en España y sólo una en México: Paz Domínguez Quintanar (San Juan del Río, Querétaro, 10-IX-1838). Debo reconcer que este dato me dejó inquieto, con ese "gusanito" que se despierta en el investigador, y que le lleva a no parar hasta esclarecer la verdad de algo que le intriga.

       En aquella época, a mis 14 o 15 años de edad, empecé a interesarme por mis antepasados, y pregunté también a mis padres si conocían los nombres de sus bisabuelos. Recuerdo que sólo conseguí saber los nombres de tres de ellos. Mi padre me proporcionó el nombre de una bisabuela suya: el de la madre de su abuela paterna, que se llamaba Santos Escajadillo. Quizá recordaba este nombre por ser bastante inusual. Mi madre, conocía los nombres de dos de sus bisabuelos: Juan Bernardo Domínguez e Ignacia Quintanar, los padres de Paz Domínguez Quintanar, su abuela materna.

       Pasó el tiempo y, de vez en cuando, hacía alguna incursión en la historia de nuestra familia. Pero no tenía ni la madurez necesaria para iniciar una investigación en forma, ni tampoco sabía cómo empezarla. Además, en la juventud me interesaba más el presente y el futuro, y menos el pasado. Por eso, tuvieron que transcurrir bastantes años para que me decidiera, en serio, a intentar desvelar los secretos de nuestra historia familiar.

       Fué en 1988 cuando llegó el momento de comenzar mi investigación genealógica con los escuetos datos que conocía. Sin embargo, tenía que decidir por dónde comenzar. Sabía los nombres de mis cuatro abuelos, de mis ocho bisabuelos, y de tres tatarabuelos. Y como en aquella época vivía en México, D.F., decidí empezar por mis dos tatarabuelos "más mexicanos": Juan Bernardo e Ignacia.

       Por entonces tenía trato frecuente con un amigo sacerdote e historiador miembro de la Academia Mexicana de Historia, don Guillermo Porras Muñóz; y le pedí que me ayudara a descubrir mis raíces mexicanas. En concreto, trabajamos juntos para intentar averiguar qué relación tenía mi tatarabuelo Juan Bernardo Dóminguez y Gálvez militar en México, durante la primera mitad del siglo XIX, con el virrey Bernardo de Gálvez (1746-1796). En la familia, se había trasmitido de generación a generación la idea de que "veníamos" del virrey Bernardo de Gálvez, y daba la casualidad de que don Guillermo había escrito varias monografías sobre este virrey de la Nueva España.

       Mi amigo sacedote descubrió en el Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, que mi tatarabuelo había fallecido en 1841, en San Juan del Río (Qro.), y me aconsejó ir a esa ciudad para tratar de conseguir ahí su partida de defunción. Después supe que el diccionario estaba equivocado, pues Juan Bernardo falleció en 1847. Pero el consejo sería de gran ayuda en el futuro.

       Don Guillermo murió en 1989 y volvió a pasar el tiempo, sin poder dar pasos más concretos en la investigación de la historia familiar. Partida de bautismo de Juan de Aldecoa de Zendegui (Zubiaur, Orozko, 6-I-1636). Hacer click para aumentar el tamaño de la imagen.Además, estuve durante cinco años fuera de la Ciudad de México. Pero al poco tiempo de regresar surgió la necesidad de hacer viajes a Queretaro y, por tanto, de pasar por San Juan del Río. Curiosamente, lo que detonó de nuevo mi interés genealógico fue el hallazgo, a fines de 1997, de una esquela que daba noticia del fallecimiento de mi bisabuela Paz Domínquez, que murió en México, D.F., el 27 de febrero de 1998. Me dí cuenta que en unos meses más se cumplirían 100 años de su muerte. Como digo, esto fue lo que me decidió, en uno de mis viajes a Querétaro, a acercarme a San Juan y, en concreto, a visitar el Archivo Histórico de la ciudad. En esa ocasión conocí a la Srita. Beatriz Coellar, su directora, que me facilitó el acceso a los libros del Registro Civil y también me puso en contacto con el Archivo Parroquial, lo cual fue fundamental para mi investigacion.

       A partir de entonces comencé a investigar en dos líneas: la de mi tatarabuelo Juan Bernardo me llevó fuera de San Juan del Río, a los Archivos de Simancas y de Segovia (en España) y al Archivo de la Defensa Nacional (en México). Los documentos de España los conseguí a través de amigos que viven en ese país. Pero la fuente más importante de su historia es su expediente militar conservado en el Archivo de la Defensa Nacional. Gracias a Dios, pude tener acceso a él, también a través de un buen amigo.

       La otra línea era la de mi tatarabuela Ignacia. Las principales fuentes de investigación estaban en San Juan. Y lo primero que había que encontrar era su partida de bautismo. Pero antes, era conveniente tener las partidas de bautismo de mi abuela Carmen Madaleno (1876) y mi bisabuela Paz Domínguez (1838), que también habían nacido en San Juan. Así que, a partir de 1997, me dispuse a aprovechar todos mis viajes a Querétaro para dedicar tiempo a buscar partidas de bautismo, de matrimonio y de enterramiento en los libros parroquiales de San Juan. Esa investigación fue muy fructífera en datos, ya que los registros contenidos en los libros de San Juan comienzan en 1618.

       Esta investigación me llevó a descubrir dos linajes de mi tatarabuela sobre los cuales había bastante información en el Archivo General de la Nación (México, D.F.): el de los Quintranar y el de los Bocanegra. Alejandro Mayagoitia, profesor de Historia del Derecho de la Universidad Panamericana, fue claramente el medio para introducirme en este trabajo. De esta manera pude obtener un material histórico y genealógico muy valioso.

       A principios de 1998 contaba la suficiente documentación sobre mis dos tatarabuelos nacidos en América (Juan Bernardo nació en La Habana), como para relatar sus historias y las de sus antepasados en un libro. Así fue como, a fines de 1999, pude publicar "De la Luisiana a la Nueva España. La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847)". Con este estudio, quedaba casi completa la historia familiar de Paz Domínguez Quintanar, la más materna de mis bisabuelas. Dejé pasar el año 2000 sin particulares empeños de búsqueda genealógica, y a principios del 2001 pensé que el siguiente bisabuelo a investigar debería ser el esposo de Paz: Cándido Madaleno, del cual ya sabía algunas cosas, por los datos obtenidos en San Juan del Río. Por ejemplo sabía quiénes eran sus padres: José Prudencio Madaleno y Dolores Gastiasoro. Y también sabía que había nacido en las Siete Calles, en el centro de de Bilbao. Pero nada más.

       A través de internet me logré poner en contacto con la Srita. Anabela Barroso, directora del Archivo Eclesiástico de Bizkaia. Le pregunté cómo podría conseguir la partida de bautismo de mi bisabuelo y, con gran sorpresa de mi parte, recibí una rápida contestación con todos los datos de su bautismo. Fue como la punta de un iceberg. A partir de entonces, gacias a la ayuda de la Srita. Barroso, de la página de los mormones y de un genealogista bilbaino al cual acudía cuando no había más remedio, pude obtener un gran número de datos sobre los antepasados de mi bisabuelo Cándido. Además, comencé a acudir a uno de los Centro de Histoira Familiar que los mormones tienen en México, D.F. Desde ahí pedíamos a Salt Lake City los microfilms de las parroquias vascas, y podía sacar directamente los datos que necesitaba, de los libros parroquiales.

       La consecuencia de estos resultados fue la creación de esta página web a mediados del 2001. Si el lector tiene la paciencia necesaria, podrá seguir, mes tras mes, los descubrimientos que hemos ido realizando poco a poco en todas las ramas del árbol familiar (ver la Bitácora). En noviembre de 2003 incorporamos la sección de Linajes Medievales, porque descubrimos una conexión con los Reyes de Castilla, a través de una antepasada de Cándido: doña Alfonsa de Murga, descenciente con bastante probabilidad de don Juan Manuel de Castilla. Y últimamente hemos incorporado otras dos secciones de Linajes novohispanos (familias relacionadas con nuestros antepasados) y de Biografías de antepasados.

       Todavía nos queda muchos misterios que desvelar y mucha historia que revivir sobre nuestros ancestros, que han muerto, pero que realmente viven. En estos años les he tomado especial cariño porque "del conocimiento nace el amor". Me encomiendo a ellos y, a los que estén todavía en su camino hacia la Luz, trato de ayudarles con mi oración.


bisabuelos.com