BREVE BIOGRAFÍA DE CÁNDIDO MADALENO GASTEASORO (1834-1901)

1. Primeros años en el País Vasco

       Una biografía más completa se puede ver en el Apéndice de la Historia de la Hacienda de La Laja. Ver también otros datos. Candido Madaleno Gasteasoro. Foto tomada hacia 1875.

       Cándido Madaleno Gasteasoro (1834-1901) nació en Bilbao, Bizkaia, el mismo día en que recibió las aguas del bautismo, el 4 de septiembre de 1834, en la parroquia de los Santos Juanes, una de las tres parroquias más antiguas de la Villa, y situada en el centro de Bilbao, junto a las Siete Calles. En una de esas Siete Calles vivía la familia Madaleno Gasteasoro. Sabemos que su abuelo Francisco, en 1825 era maestro guarnicionero, es decir, tenía un taller de fabricación de guarniciones (correajes, riendas, etc.) para las caballerías, y vivía en la Calle de la Carnicería Vieja n° 30, en el primer piso (ver en Textos selectos de literatura castellana, "Mi Bochito" y La ciudad castellana medieval).

       Sus padres fueron don José Prudencio de Madaleno y Olabarría y doña María Dolores de Gasteasoro y Alcibar, ambos naturales de Bilbao. Se habían casado también en la parroquia de los Santos Juanes el 23 de junio de 1833. Los padrinos de bautismo fueron su abuelo paterno, don Francisco de Madaleno (nacido en 1773), y doña Modesta de la Concha. El segundo nombre de Cándido —Modesto— se debe a su madrina. Esta es su partida de bautismo:

[Nota al margen izquierdo]: Magdaleno Cándido Modesto
En la Real Yglesia Parroquial de los Señores San Juanes de esta Villa de Bilbao, a cuatro de Septiembre de mil ochocientos treinta y cuatro: Yo Dn. Roque de Urquijo, Beneficiado Teniente Cura rector de ella, bautizé a un niño que nació a las seis y media de esta mañana y le puse por nombre Cándido Modesto, hijo legítimo de Dn. José Prudencio de Magdaleno natural de esta Villa y de Da. María Dolores de Gastiazoro natural y vecinos de esta Villa: Abuelos paternos, Dn. Francisco Magdaleno y Da. Josefa Ramona de Olabarría naturales y vecinos de esta Misma: Maternos, Dn. José Braulio de Gastiazoro natural de Escoriaza y Da. María Josefa de Alcivar natural y vecinos de Bilbao: Padrinos, dho. Abuelo paterno Dn. Francisco Magdaleno y Da. Modesta de la Concha naturales y vecinos de esta, a quieres advertí el parentesco espiritual, y firmé =
[Firmado y rubricado]: Roque de Urquijo

       Cándido fue el hijo primogénito. Luego le siguieron Francisco Lino (1836), José Ruperto (1839), Eladio (1843), Trinidad (1846) y Víctor (1851).

       Los Madaleno, aunque llevaban un apellido castellano, se sentían totalmente vascos pues, efectivamente, tenían un 94% de sangre vascongada. Sus ocho bisabuelos habían nacido en el País Vasco. El 6% de sangre castellana les venía de su tatarabuelo, Antolín Madaleno y Galán, que —procedente de Torrelobatón, Valladolid— había llegado a la Tierra de Ayala (provincia de Araba), hacia 1740.

       No hay más que fijarse en los apellidos de Cándido que siguen al Madaleno, para comprobar su ascendencia vasca: Gasteasoro, Olabarría, Alcibar, Zárate, Arenaza, Aldecoa, Artolázaga, Garbiras (o Montaneda), Gardeazabal, etc. (ver datos sobre los 16 primeros apellidos de Cándido Madaleno). Se podía sentir tan orgulloso como Lope de Zabalarestieta —el personaje de Unamuno— de que por sus venas corría "casi" pura la sangre de Aitor.

2. De Bilbao a una Hacienda mexicana

       Siendo aún muy joven, a los dieciocho años cumplidos, Cándido abandonó el País Vasco, su cuna natal y la tierra de sus antepasados, para trasladarse definitivamente a México. Un día de principios de 1853, se embarcó en una fragata francesa que llevaba el nombre de "Cecilia". Probablemente la abordó en el mismo puerto de Bilbao o quizá en el vecino de Laredo. En aquella fragata Cándido atravesó el Atlántico y llegó al puerto de Veracruz el 5 de marzo de 1853. El día 22 de ese mismo mes le vemos ya en la Ciudad de México solicitando una Carta de Seguridad, un documento en el que constaba que era originario de Vizcaya y residía en México como comerciante.

       Otro documento fechado el 29 de marzo de 1859 —cuando Cándido contaba con veinticuatro años de edad—, nos da a conocer que, en esa fecha, ya aparecía como residente de La Laja, en la jurisdiccón de Tequisquiapan, Querétaro.

       ¿Porqué se trasladó Cándido a México? ¿Quién le animó a esa empresa ultramarina? ¿Qué contactos tenía la familia Madaleno de Bilbao, en México? ¿Quién fue el padrino que le introdujo en México? Lo único que sabemos es que el dueño de La Laja era un bilbaino llamado Rufino Lamana Lecea (nacido en 1799 y casado). Cándido trabajó, al principio, como escribiente en La Laja, y en 1874, terminó de pagar lo que debía a Lamana, de modo que, en esa fecha, quedó como propietario de la Hacienda. Como Lamana había fallecido hacía poco, y había dejado como herederas a las monjas de un convento de Bilbao, Cándido tuvo que hacer gestiones para que el convento reconociera que él era el propietario de La Laja. En 1874 estaba casado, y tenía 40 años de edad.

       Cándido, siendo muy joven, por tanto, comenzó a vivir en el que sería su nuevo país. Un país, por cierto que, después de un periodo liberal, entraba, a partir del 20 de abril de 1853 en un llamado Régimen Aconstitucional Centralista, en el que —como sucedió en el período de 1841 a 1844— Santa Anna, de nuevo, gobierna despóticamente mediante su Partido Militar Santanista. Entre 1854 y 1855 tiene lugar el Plan y la Revolución de Ayutla para derrocar definitivamente a Santa Anna. Luego viene un período de dictadura y, en 1857, la nueva constitución liberal. En los años sucesivos (1858-1862) tiene lugar la Guerra de Reforma entre conservadores y liberales. Cándido, desde su tierna infancia, también había oído hablar mucho en Bilbao de las constantes pugnas entre isabelinos (liberales) y carlistas (conservadores). Pero él, expresamente, había dicho que no era de ninguno de los dos partidos.

       En 1859, Cándido vivía en la Hacienda de La Laja con otros dos españoles: el propietario, que era don Rufino Lamana —de sesenta años y casado—, y don Julián Guereguiz, de cincuenta años y soltero. En el documento que contiene estos datos, conservado en el Archivo Municipal de San Juan del Río (Querétaro), Cándido aparece como de profesión "escribiente". En otros documentos posteriores aparecerá como "propietario" de la Hacienda.

3. Matrimonio con Paz Domínguez Quintanar

       La población más cercana a la Hacienda de La Laja era Tequisquiapan. Pero, entonces, era prácticamente una pequeña aldea. San Juan del Río, en cambio, tenía una solera de más de trescientos años. Por aquella época, el jefe político de la ciudad era el Dr. Manuel Domínguez Quintanar (1830-1910), hijo del general Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847), natural de La Habana, Cuba, y de María Ignacia de Quintanar (1802-1865), natural de San Juan del Río, Querétaro. Es muy probable que el hacendado y el médico-político entablaran, desde entonces, una buena amistad que duraría casi medio siglo.

       Paz Domínguez Quintanar (1838-1898), la hermana menor del Dr. Domínguez, era soltera y cuatro años menor que Cándido. En 1870 o un poco antes, cuando se conocieron, los dos no eran ya unos niños. El padre de Paz había sido hijo de españoles y varios de sus hermanos se habían casado con españoles o hijos de españoles. Por otra parte, desde el punto de vista económico, los dos tenían cierto capital que aportar. Veinticinco años más tarde, en 1895, Paz hace constar en su testamento que cuando se casó con Cándido él aportó a la sociedad familiar 35 mil pesos y ella 5 o 6 mil pesos.

       El 24 de junio de 1870, cuando Cándido tenía treinta y cinco años de edad, celebró su matrimonio con Paz —de treinta y un años— en la Ciudad de México. El Dr. Domínguez vivía en la Capital desde hacía unos años y era profesor de la Faculta de Medicina.

       Cándido dejó su residencia habitual en La Laja y, con Paz, su mujer, se trasladó a una casa de San Juan del Río, situada en la calle de Don Esteban nº 6 (actual calle de 16 de Septiembre nº 8). Allí nacieron sus seis hijas: María (1871), Paz (1873), Luz (1874), Carmen (1876), Conchita (1877) y Mercedes (1880). Cándido, desde 1874, era propietario de La Laja y tenía que seguir de cerca los trabajos la Hacienda.

       Hacia 1883, Cándido y Paz fijaron su residencia en la Ciudad de México, en la Segunda Calle de la Aduana Vieja nº 14 (actual Calle de Cinco de Febrero), a pocos metros de Zócalo de la Ciudad. En esa casa vivirá hasta su fallecimiento.

       Durante esos años, Cándido y su familia viajaban frecuentemente a La Laja y pasaban las temporadas de vacaciones allí. Conservamos una carta que escribe Cándido a Paz, en agosto de 1886, desde La Laja, donde pasaba con sus hijas un periodo de descanso. En ella refleja algo de la vida que llevaban. Al final, le dice a su mujer: "Tendremos Misa mañana, como verás por la del Señor Cura. Nada de llovernos, así que la cosa urge. Esta noche vimos relámpagos muy fuertes. Ojalá que Dios nos socorra con el agua que bien la estamos necesitando".

4. Últimos años

       En septiembre de 1890, a los cincuenta y seis años de edad, Cándido viajó sólo a Bilbao. Desde ahí escribió varias cartas llenas de cariño, a su mujer y a sus hijas que habían quedado en México. Una de de ellas la escribió el 3 de septiembre de 1890, en la víspera de su cumpleaños (ver carta: anverso y reverso).

       A los ocho años de aquel viaje, murió en México su mujer, Paz Domínguez Quintanar, el 27 de febrero de 1898, a los cincuenta y nueve años de edad.

       El 15 de diciembre de 1900, escribe Víctor Madaleno a su hermano Cándido desde La Laja. Víctor le dice que se cuide. Se ve que Cándido estaba mal de salud. Estaba comenzando el siglo XX cuando Cándido —a menos de un mes de la carta de su hermano Víctor— el 9 de enero de 1901, falleció en la Ciudad de México a los sesenta y seis años de edad. Sus restos fueron sepultados el día 11 de enero, en el Pateón Español de la Ciudad de México, junto con los de Paz, su mujer. Esta es su Acta de defunción:

"236 = Doscientos treinta y seis = Madaleno, Cándido. En la Ciudad de México a las cuatro y media de la tarde del día diez de enero de 1901 mil novecientos uno, ante mi, Enrique Vane, Juez del Estado Civil, compció el ciudadano Manuel Prado, de México, soltero, emplearo, vive en la Mariscala número 3 y dijo que ayer a las seis y media de la tarde en la Segunda Calle de la Aduana Vieja número catorce Altos falleció de hipertrofia cardiaca con el curso de enfisema pulmonar el Señor Cándido Madaleno, de Bilbao, España, de sesenta y seis años, agricultor, viudo de Paz Domínguez, hijo de los finados José Prudencio Madaleno y Dolores Gastiasoro. Se dio boleta para el panteón español. Son testigos Francisco Cabrera y Aniceto Meneses…".

       El 3 de febrero, Trinidad, hermana de Cándido, escribe desde Bilbao para dar el pésame a sus sobrinas. Entre otras cosas les dice lo siguiente: "Hoy han recibido Pepita y Eladio (cuñada y hermano, respectivamente de Cándido) carta de Víctor (hermano de Cándido) donde dice que murió tan cristianamente y con gran conformidad. Esto nos sirve de tanto consuelo y más a vosotras que lo habéis presenciado" (Carta desde Bilbao, 3 de febrero de 1901).

       Al morir su mujer, don Cándido había hecho su testamento, el 4 de abril de 1898, en la Notaria del Lic. Manuel Monterrubio y Poza. Dejaba como albaceas a Víctor Madaleno y, "en segundo lugar, a mi amigo don José Maguregui y Landeta, vecino de Tlalmanalco, Estado de México". El tutor de las dos hijas menores (Concepción y Meercedes) es don José Fernando Domec, y el curador, José Maguregui.

       A cada una de las seis hijas le correspondió la cantidad de 22,326.32 y cuatro sextos, como hijuela. El total de la herencia fue 133,957.96 pesos. Cándido tenía acciones: 7 de la Mina "Alianza" (a un peso cada una = 7 pesos), 55 de la Fábrica "Progreso Industrial" (a 70 pesos cada una = 3,850 pesos). En la Cláusula Quinta del testamento se puntualiza lo siguiente:

"Es mi voluntad que a mis hijas que no estén casadas al tiempo de mi muerte se les apliquen en pago de sus legítimas la hacienda de La Laja que poseo en el Distrito de San Juan del Río, Estado de Querétaro, y el rancho de Urechu ubicado en el Distrito de Tolimán y la casa número 14 de la segunda calle del Puente de la Aduana Vieja, con todo el mobiliario que contenga, precisamente por el valor de ciento veintiún mil pesos, la primera de dichas propiedades, por el de dieciocho mil la segunda y por el de treinta mil la tercera (…)".

       La escritura de la división de los bienes de su testamentaría se hizo en la Notaría del Lic. Manuel Monterrubio y Poza, con fecha del 17 de mayo de 1901. En el momento del fallecimiento de don Cándido, de las seis hijas, dos se habían casado: Paz Madaleno, con don Ángel Sela y Luz Madaleno, con don Raymundo de la Mora. Por lo tanto, siguiendo la cláusula quinta de su testamento, quedaron como propietarias de La Laja las cuatro hijas solteras: María, Carmen, Concepción y Mercedes. Se determinó que, para poder pagar las hijuelas de las casadas, se hipotecara la casa de la Aduana Vieja y La Laja. De esta manera, las cuatro solteras podrían pagar en seis años lo que debían a sus hermanas casadas. Lo cierto es que, a fines de 1901, se había vendido la casa de la Aduana Vieja y las hermanas solteras se trasladan a la casa número 11 de la calle de Cocheras. No pasó mucho tiempo desde ese momento hasta la boda de Carmen Madaleno con José Sordo Mijares. Nuestros abuelos se casaron, en la Ciudad de México, el 28 de agosto de 1902, día de San Agustín.


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