3. Profesor de Retórica en Roma y en Milán

XXXXXEl año de 383, Agustín estaba en Roma, recomendado por sus amigos maniqueos, aunque ya desconfiaba de ellos, después de la entrevista que tuvo con Fausto, en Cartago. Había salido de África con la esperanza de encontrarse en un ambiente más culto y entre alumnos más refinados. Aunque, efectivamente, encontró alumnos más respetuosos del profesor, los discípulos que tuvo acabaron decepcionándole, porque a la hora de pagar, Anónimo italiano del siglo XV. Miniatura. Representa a San Agustín dispuntando con el maniqueo Fausto (Ms Urb. Lat. 83, fol. 2, lett. F).disfrutaban estafando a los profesores.

XXXXXEn el otoño de 384, Símaco, prefecto de la ciudad de Roma, gracias a las influencias de sus amigos maniqueos, le ofreció el puesto de rethor en la corte imperial de Milán. Su oficio consistiría en pronunciar panegíricos y discursos en la corte y en dar clases de retórica.

XXXXXEn Milán, como era catecúmeno, acudía a oír a Ambrosio, obispo de la ciudad, no tanto por interés en la doctrina catolica, sino por curiosidad, pues le habían dicho que era un gran orador. Ambrosio logra convencerle, y suscitar su admiración, pues interpretaba los textos de la Sagrada Escritura en un sentido espiritual y platonizante. Así logró comprender mejor los textos del Antiguo Testamento, que antes no entendía.

XXXXXPor otra parte, su madre llega a Milán en la primavera de 385. Deseosa de que Agustín rehiciera su vida, intenta casarlo con una milanesa que en ese momento tenía 10 años de edad (12 años era la edad mínima para poder contraer matrimonio). Agustín acepta pensar en esa boda y depide a su compañera sentimental, que parte a África, dejándole a su hijo, Adeodato. Esto le cuesta especialemente y su crisis se recrudece.

XXXXXA principios de 386, lee la tradución de los neoplatónicos de Mario Victorino, rethor romano de gran fama que había conseguido tener una estatua suya en el Foro, y que se había convertido al cristianismo, con asombro de todos, en 355. El relato de esta conversión, que le hizo Simplicio presbítero milanés que sería el sucesor de Ambrosio, impresionó vivamente a Agustín.

XXXXXSan Agustín, había dejado definitivamente a los maniqueos, con gran alegría de su madre, pero pasaba por un período de duda metódica, de modo parecido a la filosofía que tenían los académicos por esa época. Como fruto de los sermones de Ambrosio, y después de leer las obras de los neopolatónicos, había llegado a admitir un Dios espiritual y bueno. Por otra parte, esta especie de conversión racional, le había llevado a comprender problema del mal, como una carencia del bien.

XXXXXEs entonces cuando, para relacionar sus descubrimientos con la figura de Cristo (que siempre estaba presente en su horizonte espiritual) se mete a leer las cartas de San Pablo. Un amigo suyo, Ponticiano, le cuenta con detalle la historia de Antonio y sus monjes de la Tebaida, en Egipto. Y Agustín se desespera preguntándose cómo él no puede ser como esos hombres sencillos decididos a creer en Jesucristo y dar su vida por él. Así es como llega el 1° de agosto del año 386 y tiene lugar la escena del jardín: Tolle, lege, escucha cantar a unos niños. Toma la Carta de San Pablo a los Romanos en el capítulo 13, versículo 13 y lee esas palabras que le cambian interiormente y a través de las cuales llega la gracia de la conversión: "Comportémonos con el decoro propio de quien vive en pleno día, nada de orgías y borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de contiendas y envidias. Al contrario, revestíos de Jesucristo el Señor , y no fomentéis las desordenadas apetencias de la humana naturaleza".

XXXXXCfr. Resumen esquemático de la vida de San Agustín. Ver el resumen de una Homilía del Card. Ratzinger y "La agonía espiritual de Agustín", de Capánaga.

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