VIEJOS LINAJES DE LA NUEVA ESPAÑA

       Este escrito es resumen de la investigación que hemos llevado a cabo desde hace algunos años sobre los antepasados novohispanos de nuestra bisabuela Paz Domínguez Quintanar. Por parte de su madre, desciende de varios de los primeros conquistadores. Para comenzar, veamos suscintamente cómo se cruzaron esos viejos linajes de la Nueva España hasta llegar a nuestra bisabuela. Después nos detendremos un poco más en cada uno de los personajes históricos. Ver también: Jaramillos y Andradas en la Nueva España, y la Historia del Capitán Pedro de Arizmendi.

1. Descendiente de viejos linajes novohispanos

       Después de la conquista de México (1521) los conquistadores españoles se dirigen a explorar las costas del Pacífico y Atlántico hacia el norte formando una pinza que dejaba inexploradas las tierras del centro y del norte del país. En estas regiones moraban los temidos indios chichimecas.

       Desde Jilotepec, algunos aventureros se lanzaron a recorrer la Tierra de Chichimecas. Uno de ellos fue Juan Jaramillo el Viejo, esposo de la Malinche, y otro, Hernándo Pérez de Bocanegra. Paz Domínguez Quintanar tuvo antepasados que estaban emparentados con ambos personajes.

       Precisamente por esa relación familiar, Pedro Pérez de Bocanegra y Jaramillo, antepasado de Paz Domínguez y descendiente de varios de los primeros conquistadores —el Bachiller Alonso Pérez, Alonso Pérez el Joven, Diego Gutiérrez de la Cavallería, Diego García Jaramillo y Juan Jaramillo el Mozo—, fue uno de los hombres que a fines del siglo XVI consolidaron la obra que había comenzado la generación anterior para defender el Camino de la Plata —que llevaba desde México al Real y Minas de Zacatecas (fundado en 1546)— de los continuos ataques de los chichimecas.

       Efectivamente, en su árbol genealógico se puede comprobar cómo sus dos abuelos y tres de sus bisabuelos fueron conquistadores y pobladores de la Nueva España en la primera mitad del siglo XVI. Veamos, aunque sea brevemente, algunos detalles biográficos de estos personajes.

       Su abuelo materno, Juan Jaramillo el Mozo, había recibido mercedes para poseer tierras en San Juan del Río (1558). Y su padre, Alonso Pérez de Bocanegra (1556-1620), también adquirió tierras en San Juan del Río y San Miguel el Grande en el último tercio del siglo XVI.

       La madre de Pedro Pérez de Bocanegra era Beatriz de Jaramillo y Andrada. Era hija de Juan de Jaramillo el Mozo y de Ana de Andrada, que era prima de una de las mujeres más ricas de México durante el siglo XVI: Beatriz de Andrada. Doña Beatriz de Andrada estuvo casada con Juan de Jaramillo el Viejo (tío de Juan de Jaramillo el Mozo) y heredó de este conquistador su inmensa fortuna.

       Ana de Andrada, llevaba el apellido "Andrada", quizá por su abuela paterna, pero realmente era también del linaje de los Jaramillo pues su padre (tío de su marido) fue Diego García Jaramillo, que descubrió las minas de Zumpango del Río, en el año de 1534. Estas minas están en el actual Estado de Guerrero, muy cerca de las de Taxco. La madre de Ana se llamaba Cecilia Lucero.

       Pedro Pérez de Bocanegra, además, estaba casado con Elena de Arizmendi Gogorrón, hija del legendario Capitán Pedro de Arizmendi Gogorrón, uno de los fundadores del Real y Minas de San Luis Potosí (1592) y rico terrateniente a principios del siglo XVII.

       Una hija de Pedro Pérez de Bocanegra y Elena Arizmendi, llamada Elvira Pérez de Bocanegra, nació en San Luis pero, siendo aún joven se traslado con su familia a vivir a Querétaro. Su padre le heredó las tierras, que había recibido a su vez de su padre, en San Juan del Río. Era la antigua y extensa Hacienda de San Isidro de Lira, o Hacienda de La Lira. Allí se fue a vivir con sus dos hijos, Margarita y Francisco Pérez de Bocanegra.

       El Capitán de Caballos de Corazas, Francisco Pérez de Bocanegra (1656-1730), fue padre de Juana Pérez de Bocanegra (1713-1783), que casó en 1732 con el Capitán Francisco Xavier Hernández de Quintanar (1707- c.1770) en San Juan del Río. Este matrimonio tuvo muchos hijos, entre ellos a Narciso de Quintanar (1741-1802), que fue padre de María Josefa de Quintanar (1775-1802), la abuela materna de Paz Domínguez Quintanar.

       Los Quintanar de San Juan procedían de Huichiapan (actual Estado de Hidalgo). El primero de ellos en establecerse en ese valle fue Domingo Hernández de Quintanar, originario de Puertollano, Ciudad Real, que pasó a la Nueva España antes de 1625.

       Veamos ahora un poco más detenidamente los matices de esta interesante historia familiar.

2. Jaramillos y Bocanegras en San Juan del Río (siglo XVI)

       Como hemos visto, una de las antepasadas de Paz Domínguez fue Ana de Andrada, prima de doña Beatriz de Andrada (segunda esposa de Juan Jaramillo). Ana estaba casada con un sobrino de Juan Jaramillo que llevaba el mismo nombre de su tío. Por esta razón y para distinguirlos, a uno le llamaron Juan Jaramillo el Viejo y a otro Juan Jaramillo el Mozo. Paz Domínguez de Quintanar era descendiente de Juan Jaramillo el Mozo.

       Juan Jaramillo el Mozo y Ana de Andrada tuvieron dos hijas —Beatriz y Ana— que heredarían de sus padres en 1588, un sitio de ganado cerca de San Juan del Río. Este sitio de ganado lo había recibido su padre en 1558, del virrey don Luis de Velasco, al parecer, gracias al favor de doña Beatriz de Andrada, prima de su mujer.

       Otra de las antepasadas de Paz Domínguez Quintanar fue doña Clara de Bocanegra. Doña Clara tenía cierto parentesco con Hernán Pérez de Bocanegra porque ambas familias procedían la provincia de Córdoba. Venían de los mismos Bocanegra que luego tendrían tantos descendientes en la Nueva España. Doña Clara se casó con Alonso Pérez, y tendrían un hijo llamado Alonso Pérez de Bocanegra —séptimo abuelo de Paz Domínguez Quintanar—, que también tuvo tierras en San Juan del Río en la segunda mitad del siglo XVI.

       Pues bien, una hija de la primera pareja —doña Beatriz Jaramillo y Andrada— se casaría con un hijo de la segunda pareja —Alonso Pérez de Bocanegra—, y tendrían a su hijo mayor —Pedro Pérez de Bocanegra y Jaramillo—, que fue tatarabuelo de Juana Pérez de Bocanegra, a su vez, tatarabuela de Paz Domínguez Quintanar.

       Ana de Andrada, como hemos visto, estaba casada con Juan Jaramillo el Mozo, sobrino del conquistador del mismo nombre. Juan Jaramillo el Mozo había llegado a la Nueva España procedente de Villanueva de Barcarrota (Badajoz), su tierra natal, hacia el año de 1539. Su afán de aventura le llevó a alistarse en la hueste de Vázquez de Coronado, y durante tres años tomó parte en la famosa expedición que se había propuesto encontrar las ciudades fantásticas de Cíbola y Quivira, en los actuales estados de Colorado y Nuevo México. Juan Jaramillo fue uno de los capitanes de Vázquez de Coronado y, además, tuvo la precaución de narrar por escrito los sucesos de esa gran aventura. Su Relación se conserva y es una de las fuentes históricas para conocer los pormenores de aquel portentoso viaje.

       Juan Jaramillo el Mozo, recibió mercedes, tanto por sus servicios al rey, como a través de su matrimonio con doña Ana de Andrada. El virrey don Luis de Velasco, proveyó de corregimientos a don Juan y, el 20 de diciembre de 1558, le concedió una estancia de ganado menor en San Juan del Río.

       Las hijas de Juan y Ana —Beatriz y Ana— heredaron de sus padres esas tierras treinta años más tarde. Una de ellas, Beatriz, casó con Alonso Pérez de Bocanegra que, ya desde el año 1584, también poseía un sitio para ganado en Galindo, que pertenecía a la jurisdicción de San Juan del Río.

       Alonso Pérez de Bocanegra también descendía de conquistadores. Su abuelo —el bachiller Alonso Pérez— había llegado con Pánfilo Narváez a la Nueva España y luego había participado con Hernán Cortés en la toma de Tenochtitlán, en 1521. La hazaña de subir a la gran pirámide de Huitzilopotzli, derrotando a 600 aztecas en una situación de gran peligro, le valió recibir un privilegio de armas que luego usaron sus descendientes. Bernal Díaz del Castillo relata una escena en la que Alonso Pérez consuela a Cortés en Tacuba, después de que los mexicanos habían llevado a sacrificar a sus dos mozos de espuelas al dios de la guerra azteca.

       El abuelo de Alonso Pérez de Bocanegra también se llamaba Alonso Pérez, como su nieto y su hijo mayor. Era bachiller y fue uno de los primeros pobladores de la ciudad de México. En 1524 se le concedió un solar en la actual esquina noroeste de las calles de República del Brasil y Donceles. Desde 1525 hasta 1529 fue el letrado de la ciudad. Formó parte de la primera Real Audiencia, como fiscal de su majestad. Más tarde llegaría a ser alcalde de la ciudad (1551) y encomendero de Acamixtlahuaca (cerca de Taxco) y Tezontepec (al sur de Pachuca).

       El bachiller Alonso Pérez —que era natural de Trigueros, Huelva— había casado con doña Elvira Pérez Farfán. Su hijo mayor fue Alonso Pérez el Mozo. Contemporáneo de Juan Jaramillo el Mozo, también participó en la expedición de Vázquez de Coronado a Cíbola y Quivira. Alonso Pérez el Mozo después casó con doña Clara de Bocanegra. Juan Jaramillo y Alonso Pérez tenían mucho en común. Ambos habían acompañado a Vázquez de Coronado a la expedición de Cíbola. Ambos eran hijos de conquistadores. Y a los dos se les puso el sobrenombre de el Mozo. Con el tiempo, además, llegarían a ser consuegros: Beatriz, hija de Juan, sería la mujer de Alonso, hijo mayor de Alonso Pérez.

       Doña Clara tenía cierto parentesco con don Hernán Pérez de Bocanegra, el conquistador y encomendero de Querétaro, del cual ya hemos hablado. Los Bocanegra procedían de la provincia de Córdoba. Pero lo Bocanegra no le venía a doña Clara por su padre —Diego Gutiérrez de la Caballería—, sino por su madre: doña Isabel Messía de Bocanegra.

       Diego Gutiérrez de la Caballería, procedía de una ilustre familia establecida, al menos desde el siglo XIV, en la ciudad de Almagro, provincia de Ciudad Real.

       El linaje de los Caballería tuvo entre sus vástagos hombres y mujeres que destacaron como militares o letrados. Sin embargo, no parece que se hayan distinguido por su habilidad comercial, aunque es claro que eran descendientes de judíos. Para que no hubiera duda de que su talante caballeresco no congeniaba con los dineros, en su escudo de armas se leía el siguiente lema en letras romanas de oro: «LA CAVALLERÍA ME VALIÓ QUE RIQUEZAS NO».

       Diego Gutiérrez de la Caballería, probablemente llegó a la Nueva España en la comitiva de don Alonso de Estrada, nuevo Capitán General y Gobernador de Nueva España, y sucesor en los cargos que tenía Hernán Cortés. Don Alonso estaba casado con doña Marina Flores de Guevara y Gutiérrez de la Caballería, hermana de Diego. Diego Gutiérrez de la Caballería fue tesorero en la pacificación de Nueva Galicia (Jalisco) —donde falleció—, sin embargo, no tuvo mucha suerte en el repartimento de mercedes reales. Alonso Pérez el Mozo, su yerno, cuando pide se le concedan nuevas mercedes, alega como argumento que «casó pobremente e padesce necesidad».

       Alonso Pérez el Mozo y doña Clara de Bocanegra fueron vecinos de la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVI. Se casaron hacia el año de 1555 pues su hijo mayor, don Alonso Pérez de Bocanegra, recibió el bautismo el 5 de diciembre de 1556 en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de México. Sin embargo, muy pronto participaría, con otros muchos de los primeros pobladores de la Nueva España, en la expansión hacia el norte del país. Él y su mujer Beatriz Jaramillo y Andrada, serían los primeros antepasados de Paz Domínguez Quintanar que tuvieron una relación más directa con San Juan del Río.

       Veamos cómo fue que la familia Pérez de Bocanegra y Jaramillo se trasladó a finales del siglo XVI de la ciudad de México a la de Santiago de Querétaro, y luego a San Juan del Río.

3. Los Pérez de Bocanegra en Querétaro y San Juan (siglo XVII)

       Alonso Pérez de Bocanegra, como sus padres, tuvo la ciudad de México como su residencia habitual casi hasta el final de su vida. Vivía con su familia en la calle del Águila, muy cerca del Convento de la Concepción, donde habían profesado dos tías suyas. Sin embargo, desde muy pronto tuvo que encargarse de las encomiendas que había heredado de su padre y de su abuelo en Acamixtlahuaca y Tezontepec. Además, recibió otras mercedes en la región de San Juan del Río, en la zona de San Miguel el Grande (actual San Miguel de Allende) y al sur de San Luis Potosí. Fue también alcalde de Celaya una temporada (1587-1591) y del Real y Minas de Tlalpuxaque. También fue alcalde ordinario de la ciudad de México (1597). Después, en 1613, fue alcalde de la Santa Hermandad.

       Este rico encomendero, el 6 de diciembre de 1576, a los veinte años de edad recién cumplidos, celebró su matrimonio en México con doña Beatriz Jaramillo y Andrada. Como recordamos doña Beatriz era hija de Juan Jaramillo el Mozo y de Ana de Andrada.

       Alonso Pérez de Bocanegra fue el primero de su linaje en adquirir tierras en la zona de San Juan del Río. En 1584 era el propietario de un sitio en la actual hacienda de Galindo. Además, —como ya hemos comentado— su mujer, Beatriz Jaramillo, había heredado de sus padres tierras también en esa zona, en 1588.

       Como sus intereses iban estando más hacia el norte del país, don Alonso decidió trasladar su residencia a la ciudad de Santiago de Querétaro. A principios del siglo XVII desempeñó en esa ciudad las funciones de juez provincial de la Santa Hermandad. Aunque todos los hijos de Alonso y Beatriz nacieron en México, a partir de entonces, algunos de ellos pasarán a serán vecinos de Querétaro o de San Luis Potosí, en dónde la familia también poseía tierras.

       El hijo primogénito de Alonso fue Pedro Pérez de Bocanegra y Jaramillo, que casó con Elena de Arizmendi y Gogorrón, hija del Capitán Pedro de Arizmendi y Gogorrón y Antonia Rivas Palomino.

       Elena de Arizmendi —sexta abuela de Paz Domínguez Quintanar— debió nacer seguramente en Tlaxcalilla, una población contigua a San Luis Potosí, hacia el año de 1600. Su padre y sus hermanos eran mineros. Pedro de Arizmendi y Gogorrón era uno de los fundadores del Real y Minas de San Luis. Muy pronto fue dueño de varias minas. Una de ellas se llamaba «Cata Gogorrón». Actualmente, hay un valle al sur de San Luis que lleva el nombre de «Gogorrón».

       Pedro de Arizmendi fue un hombre legendario. En varias ocasiones el Tribunal del Santo Oficio lo llamó a cuentas por diversos motivos de lo más variopinto. Le acusaban de que su abuela materna, una tal doña Leonor Tellos, había sido hechicera. Decían también que era descendiente de judíos y de moriscos. En otra ocasión fue denunciado por haberle dado de palos a un sacerdote guardián de uno de los conventos de Tlaxcalilla, pueblo de donde era vecino. Tuvo también pleitos con el Real Fisco y con otros vecinos de la localidad.

       Sus hijos tampoco se quedaron atrás, y heredaron el carácter belicoso de su padre. Sin embargo, llegaron a ser ricos terratenientes de la zona de Celaya y San Miguel el Grande y, además, propietarios de minas en San Luis Potosí.

       Elena de Arizmendi —que era, al parecer, la hermana mayor de la familia— conoció a Pedro Pérez de Bocanegra porque ambas familias tenían tierras entre Querétaro y San Luis Potosí. Se casaron, quizá en San Luis, y al poco tiempo, a principios del siglo XVII, se fueron a vivir a la ciudad de Santiago de Querétaro.

       Algunos de los hijos de Pedro y Elena nacieron en San Luis y otros en Querétaro. Una de sus hijas, Elvira Pérez de Bocanegra (c.1620-1701), —quinta abuela de Paz Domínguez Quintanar—, parece que nació en San Luis entre 1620 y 1624, pues no se encuentra su partida de bautismo en la ciudad de Querétaro entre los años de 1620 y 1630, que es el año en que fallece su padre. En cambio sí están las partidas de varias hermanas suyas: Josefa (1624), Juana (1625) y Teresa (1627).

       No parece que Elvira haya recibido el Sacramento del Matrimonio. Hasta 1668 vivía en Querétaro con una hija llamada Teresa Margarita, ya casada —poco antes de 1661— con José López de Sagasta. Aunque no he podido investigar más fondo los datos biográficos de Elvira, todo parece indicar que los dos hijos que tuvo —Margarita y Francisco Pérez de Bocanegra— fueron naturales, pues ambos llevan el apellido de su madre y en ningún documento de los que he podido consultar —por ejemplo, el testamento de Elvira y el de su hijo, Francisco de Bocanegra—, se menciona el nombre del padre.

       Durante los años de Querétaro, doña Elvira y su hija Teresa, ya casada, sostuvieron un pleito con el Real Fisco. Elvira defendía la propiedad de unas casas que le pertenecían desde 1650 por haberlas recibido en herencia de un sacerdote, el bachiller don Cristóbal Sánchez Cortés, que había fallecido ese año. Esas casas las había adquirido el bachiller por remate, el 31 de diciembre de 1643, a don José de Silva. Estaban en la calle del convento de San Francisco, que llaman del Hospital, enfrente del Real Hospital, colindando por una parte con las casas de los herederos de don Juan Bautista de Montoya y por otra con las casas de don Gonzalo Martín Landero. Doña Elvira las había dejado a su yerno don José López de Sagasta, como dote. Estaban valuadas en dos mil pesos. Los jóvenes esposos, en 1661 querían vender esas propiedades para vivir en otro lugar. Don José actúa como apoderado de doña Elvira pues, ni ella ni su hija Teresa sabían escribir.

       Doña Elvira, en 1666 recibió en herencia de su padre la hacienda de San Isidro de Lira en la jurisdicción de San Juan del Río. Esta hacienda estaba formada por un sitio de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra. Parte de ella la había recibido el abuelo de doña Elvira, Alonso Pérez de Bocanegra como merced, y parte la había comprado la familia a Francisco López, que había recibido mercedes de los virreyes don Antonio de Mendoza (2 de enero de 1548) y don Luis de Velasco (23 de enero de 1560).

       Aunque Teresa Margarita (c.1645-1714) y Francisco (c.1656-1733) nacieron en Querétaro, doña Elvira con sus dos hijos se fue a vivir, a finales del siglo XVII, a San Juan del Río. Antes, en Querétaro, don Francisco había sido capitán de Caballos de Corazas. Ya en San Juan del Río llegaría a ser Alguacil Mayor del Santo Oficio.

       Doña Elvira testó el año de 1699 a favor de sus dos hijos y murió en 1701, en San Juan del Río. Don Francisco de Bocanegra heredó la hacienda de La Lira, que después pasaría a sus descendientes. El dueño de esta hacienda en 1793 sería un nieto suyo: don Raimundo de Quintanar, tío bisabuelo de Paz Domínguez Quintanar.

       Aunque doña Elvira fue muy longeva, parece que su hijo Francisco la superó en número de años vividos.

       Francisco Pérez de Bocanegra nació en Querétaro —tal como él mismo lo afirma en su testamento— hacia 1656. Y murió en San Juan del Río el año de 1733.

       Francisco se casó dos veces pero sólo tuvo un hijo legítimo de su primer matrimonio. Al quedar viudo —quizá influido por el ejemplo de su madre—, tuvo dos hijas naturales con una española de San Juan —que procedía de una familia de Jilotepec— llamada doña Agustina del Castillo. Una de ellas fue Juana Pérez de Bocanegra, la tatarabuela de Paz Domínguez Quintanar. La otra fue Antonia Pérez de Bocanegra.

       Tal parece (dato por comprobar) que los padres de doña Agustina fueron don Antonio del Castillo y doña Nicolasa de Peña. Tuvieron varios hijos entre finales del siglo XVII y principios del XVIII en San Juan del Río. Don Antonio fue uno de los vecinos de San Juan que solicitaron permiso al virrey en 1693 para comenzar la construcción del templo dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe. Allí recibiría el bautismo Paz Domínguez Quintanar un siglo y medio más tarde.

       Juana Pérez de Bocanegra nació en San Juan del Río el 7 de febrero de 1713 y, a los diecinueve años de edad, casó en 1732 con Francisco Xavier Fernández de Quintanar, con el que tuvo ocho hijos: Raimundo, Felipe, Ana, Narciso, Bernabé, Miguel Damián, Josefa y Francisca. Narciso fue bisabuelo de Paz Domínguez Quintanar. Juana falleció en San Juan del Río el 5 de noviembre de 1783.

4. Los Hernández de Quintanar: de Huichiapan a San Juan del Río

       Pero, ¿quiénes eran los Quintanar de San Juan del Río? ¿De dónde procedía esta familia?

       Quintanar es un apellido toponímico que significa lugar de Quintas. Una quinta era una casa de recreo por la que se pagaba una renta de la quinta parte de los frutos que producía la propiedad. Por esta razón todos los antepasados de Paz Domínguez Quintanar anteponían la preposición de o del al apellido Quintanar.

       Para explicar el gran número de Quintanares que hay actualmente en la zona de San Juan del Río (Querétaro) y Huichiapan (actual Estado de Hidalgo), hay que concluir que la familia Quintanar se había establecido allí desde hacía mucho tiempo, al menos desde principios del siglo XVII. Separa a estas dos poblaciones una distancia de sólo cuarenta kilómetros.

       En efecto, el primer Quintanar que llega a la Nueva España es Domingo Hernández de Quintanar, originario de la villa de Puerto Llano, en la provincia de Ciudad Real. Sus padres fueron Alonso Hernández Más Rey y Catalina Hernández La Pastora. Así, con estos extraños apellidos, aparecen en la información matrimonial que da su hijo al casarse en Huichiapan en 1626. En el siglo XVI es frecuente encontrar que los hijos tiene diferente apellido al de los padres. Es posible que el padre de Domingo también llevara el apellido de Quintanar, aunque no quedara registrado en las informaciones matrimoniales de la parroquia de Huichiapan en 1626.

       Aunque los Quintanar, al trasladarse de Huichiapan a San Juan del Río a principios del siglo XVI acabarían por dejar a un lado el Hernández, sin embargo comprobamos cómo en el acta de bautismo de Raimundo de Quintanar (1733), su padre, Francisco Xavier de Quintanar, todavía antepone al Quintanar un Fernández: Francisco Xavier Fernández de Quintanar.

       La primera noticia que tenemos de Domingo es del año de 1625, fecha en que se le concede la dispensa para poder recibir el nombramiento de Familiar del Santo Oficio de Huichiapan, pueblo situado a cuarenta kilómetros al este de San Juan del Río, que actualmente pertenece al estado de Hidalgo, pero que entonces formaba parte de la Alcaldía Mayor de Jilotepec. Domingo Hernández de Quintanar entonces era soltero, y para ocupar ese cargo era necesario estar casado.

       Unos meses más tarde, el 23 de febrero de 1626, Domingo —que llegó a ser Alguacil Mayor de Huichiapan— contraía matrimonio con Catalina García, natural y vecina de Huichiapan, en la estancia de su padre, Ramos García, ya difunto, y de su madre Juana Rodríguez, vecina de Huichiapan. Esta pareja sería el origen de la estirpe de los Quintanar en la Nueva España. Uno de sus descendientes fue Narciso de Quintanar, bisabuelo de Paz Domínguez.

       Domingo y Catalina tuvieron por hijo a otro Domingo Hernández de Quintanar, que casó con Gertrudis de Reyna, y que, a su vez, tendrían por hijo a José Hernández de Quintanar. José, además de las tierras que ya poseía por herencia —el Tianguis, la Matanza, Doxicho, Monguí…—, adquirió hacia 1681 nuevos ranchos y haciendas: Nopala y Camato. Casado con Nicolasa González —hija de Pedro González y de María Villavicencio— tuvo al menos cuatro hijos: José, Tomás, Cayetano y Felipe.

       En el Archivo General de la Nación se encuentra un conjunto de documentos que contienen la información de la defensa de linderos de tierras que hicieron dos de estos hermanos, José y Tomás Hernández de Quintanar, vecinos de Huichiapan, entre 1741 y 1742.

       El primer Quintanar que se instala en San Juan del Río es Felipe Hernández de Quintanar y González, hijo de José y Nicolása. Felipe nació en Huichiapan el 11 de febrero de 1677 y fue bautizado al día siguiente.

       Felipe había llegado a San Juan procedente de Nopala, el rancho de su padre situado a unos doce kilómetros al sudoeste de Huichiapan. Los Gómez de Cervantes, titulares del mayorazgo de La Llave le habían encargado que se ocupara de la administración de su hacienda. Así que, a principios del siglo XVIII, se estableció definitivamente en San Juan.

       Pronto conoció a Andrea Pérez de la Paya, con la que casó el año de 1706, en San Juan del Río. Andrea procedía de una antigua familia sanjuanense. Fue bautizada en San Juan el 3 de diciembre de 1681. Era hija de Bernabé Pérez de la Paya y Francisca Pérez, ambos españoles.

       Felipe y doña Andrea tuvieron al menos dos hijas —Ana María (1710) y María Guadalupe (1713)—, y dos hijos que llegarían a ser como los patriarcas de dos grandes familias de San Juan: Francisco Xavier de Quintanar (1707-ca. 1770) y José Manuel de Quintanar (1717-1797). Ambos hermanos serían, a mediados de siglo, capitanes de las milicias provinciales.

       El primero de los hermanos Quintanar, Francisco Xavier, se casó en 1732 con Juana Pérez de Bocanegra (1713-1783), la hija del capitán don Francisco Pérez de Bocanegra, originario de Querétaro, y de Agustina del Castillo, natural de San Juan y proveniente de una conocida familia de Jilotepec.

       Francisco Xavier sucedió a su padre en la mayordomía del mayorazgo de la Llave. Más adelante, sus hijos Raimundo (1733-1802) y Narciso (1741-1802) llegarían a ser propietarios de varias haciendas en los alrededores de San Juan.

       Narciso de Quintanar y Bocanegra, casó el 9 de julio de 1764 con María Josefa de Soto (1742-1786). María Josefa procedía de antiguos linajes queretanos: los Soto, los Ruiz, los López, los Servín, los Contreras… Todas estos apellidos aparecen entre las familias pobladoras de Querétaro a finales del siglo XVI y principios del XVII.

       Este matrimonio tuvo ocho hijos: Isidro Vicente, Manuela, Catalina, José Luis, María Josefa, José Narciso, María Ignacia y Nepomuceno, que nacieron entre 1765 y 1783. De ellos sólo llegaron a la edad adulta cuatro: Vicente, Manuela, José Luis y María Josefa (1775-1802).

       José Luis de Quintanar y Soto (1772-1837) fue Mariscal de Campo en el Ejército Trigarante y mano derecha de don Agustín de Iturbide en la Guerra de la Independencia de México. A través de él, Juan Bernardo Domínguez y Gálvez —padre de Paz— conoció a María Ignacia de Quintanar, su mujer.

       María Josefa de Quintanar, cuarta hija de Narciso y Josefa, sería la madre de María Ignacia de Quintanar y abuela materna de Paz Domínguez Quintanar.

       Los ocho bisabuelos de María Ignacia de Quintanar fueron novo hispanos. Un resumen de su ascendencia se puede ver en los Viejos linájes en el Bajío Oriental.


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