TEMA 23. Las controversias cristológicas (381 a 451)

—Esquema

a) Visión de conjunto sobre la historia de las controversias de esta época y sobre los acontecimientos alrededor de los Concilios de Éfeso y Calcedonia
b) Las cristologías de las escuelas de Antioquía y Alejandría

San Efréna) Visión de conjunto sobre la historia de las controversias cristológicas de esta época y sobre los acontecimientos alrededor de los Concilios de Éfeso y Calcedonia

—Apolinar de Laodicea y los comienzos de las controversias cristológicas

       Los arrianos negaban un alma humana en Jesús. El Verbo, sólo había asumido el cuerpo, siendo una criatura. Varios obispos y sínodos condenan esta doctrina (Dámaso, 377 y 382; Sínodo de Alejandría, 362), pero, sobre todo, es en el Concilio de Constantinopla I (381) en donde se condenan las afirmaciones de Apolinar (+390), obispo de Laodicea, que, aunque era niceno, apoyado en Platón, afirmaba que en Cristo hay un cuerpo, un alma vegetativa y animal, y el Verbo, en lugar del alma racional. Negaba la naturaleza humana completa de Jesús, apoyándose en Io 1,14 ("y el Verbo se hizo carne"), afirmando sólo una naturaleza divina.

       Gregorio e Nisa en su Antirreticus, condena a Apolinar. Tiene seguidores en Antioquía (Vital) que más tarde caen en el monofisismo.

—El nestorianismo y las luchas nestorianas. El tercer Concilio ecuménico

       Para explicar la unión de naturalezas en Cristo, los alejandrinos resaltaban más la unidad y los antioquenos la distinción.

       En Antioquía, Diodoro de Tarso (+392) y Teodoro de Mopsuestia (su discípulo, +428) —cuyo condiscípulo era el Crisóstomo— afirman que hay dos personas en Cristo, divina y humana. María sería "Cristotokos". Se trataba por el momento de tesis puramente académicas (no eran herejes).

       Nestorio (monje de Antioquía, y obispo de Constantinopla en 428) protege a los arrianos y apoya al presbítero Anastasio (antioqueno) que afirmaba que María no era Madre de Dios.

       S. Cirilo de Alejandría, en 429 envía una carta a los monjes y obispos de Egipto oponiéndose a esta doctrina. El papa Celestino I (422-433) envía una carta a Nestorio (430) pidiendo su rectificación, encargando a Cirilo la gestión, que compuso doce anatematismos para que los firmara Nestorio.

       Teodosio II, a instancias de Nestorio, y con el apoyo de Juan de Antioquía, convoca un Concilio en Éfeso a celebrarse en Pentecostés de 431.

       Cirilo acude con 50 obispos y Nestorio con 16. Asistieron en total 198 obispos. Se demuestra por la Escritura y los Padres la maternidad divina de María y la unión de las dos naturalezas en Cristo. Nestorio es destituido.

       A los cuatro días, Juan de Antioquía llega con sus obispos y reúne un conciliábulo que destituye a Cirilo. Más tarde llegan los legados potificios que se unen a Cirilo y excomulgan a Juan y a los suyos. Pulqueria (hermana mayor del emperador) influye en Teodosio II que envía a Nestorio a Antioquía y pone de obispo de Constantinopla a Maximiliano. En 433 Cirilo se reúne con Juan de Antioquía que acepta un Símbolo ortodoxo. Nestorio es desterrado a Arabia, Libia y al desierto, y sus obras son quemadas. Cirilo muere en 444 y Nestorio en 451. Publico la obra titulada "Bazar".

       Rábulas, obispo de Edesa pone en guardia a sus fieles contra las obras de los padres del nestorianismo (Diodoro y Teodoro), pero su sucesor, Ibas, es favorable a los nestorianos y aprueba los escritos de Teodoro y Diodoro. El emperador Zenón cierra la escuela de Edesa en 489 por nestoriana.

       Los nestorianos se refugian en Persia. Muy proselitistas. En India continúan los "cristianos de Santo Tomás"; en Kurdistan permanecen 100 mil nestorianos; fueron dispersados en 1931 y, luego, en Irák fueron asesinados muchos miles; actualmente viven en Siria y Chipre unos 30 mil, con relativa paz. En total, unos 180 mil se unieron a Roma ("cristianos caldeos"), así como los cristianos de Sto. Tomás (1 millón).

—Las luchas monofisitas: origen y doctrina del monofisismo

       Esta herejía se difunde especialmente entre los alejandrinos. Sostiene la mezcla de las dos naturalezas en Cristo, subsistiendo una sola: la divina. S. Cirilo afirmaba una "mone fisis", pero refiríendose a la unidad en una persona de dos naturalezas. Se afirma la divinización de la naturaleza humana de Cristo. Cristo no sería verdadero hombre, ni habría realmente muerto en la Cruz (ni nos habría redimido, en consecuencia).

       El origen de esta doctrina tiene lugar en Eutiques, archimandrita de Constantinopla (amigo de Cirilo, había asistido al Concilio de Efeso). Flaviano, obispo de Constantinopla, convoca un sínodo (Sínodo endémico, 448) en el que destituye a Eutiques e informa a León I, que le escribe un documento ("Tomus ad Flavianum").

       Teodosio II convoca un Concilio en Efeso (conciliabulo, 449), presidido por Dióscuro (sucesor de Cirilo), que no admitió a los legados del papa. Era despótico. Destituyó a Ibas, Teodoreto y Flaviano (que murió por los malos tratos). León I escribe a Pulcheria, llamando a este Concilio "latrocinio de Efeso" (451). Pulcheria, casada con Marciano, convoca el Concilio de Calcedonia (451), al que asisten 600 Padres (5 occidentales). Pulcheria preside la sesión definitiva el 25-X-451. Se redacta un Símbolo en el que se afirman las dos naturalezas y una persona en Cristo: inconfuse, inmutabiliter, indivise, inseparabiliter.

       Siria y Egipto estaban contra la política centralizada del emperador. Egipto fue el primer país que se separó de la Iglesia (460), quedando dividido en monofisitas (la mayor parte: los coptos) y los melquitas o regalistas, fieles al gobierno. Egipto arrastró a la naciente Iglesia de Abisinia. También la Iglesia de Siria (patriarcado de Antioquía con 200 sedes episcopales) se dividió en monofisitas y melquitas. Las regiones de Mesopotamia y Persia (pertenecientes a Antioquía), en un afán de independencia, se pasaron al nestorianismo.

—Bibliografía: Apuntes.

b) Las cristologías de las escuelas de Antioquía y Alejandría 

       Para contrarrestar la herejía arriana existieron en Oriente dos grandes escuelas y dos direcciones en filosofía y teología: la escuela neoalejandrina, que sigue la tendencia de unificar (confundir) las dos naturalezas de Cristo. La escuela antioquena, que se inclina a distinguir (separar demasiado) las dos naturalezas de Cristo.

—Escuela de Alejandría (platónicos, exégesis místico-alegórica)

       El renacimiento de la reflexión teológica que marca el inicio de la época de oro de la patrística tuvo lugar en Alejandría, y esto por dos razones: 1) en Alejandría, más que en otros sitios, permanecía viva la memoria de los dos grandes maestros del Didaskaleion, Clemente y Orígenes, especialmente el segundo, el cual era estudiado entonces con gran pasión, pues no se había desatado todavía la polémica en torno a la ortodoxia de su doctrina; la herejía de Arrio, que fue la chispa de la reflexión teológica de los siglos IV y V, estalló en Alejandría donde él era presbítero y donde tuvo sus primeros y principales secuaces.

       La escuela neoalejandrina conserva algunos rasgos típicos de la teología de Orígenes, como una cierta predilección por la exégesis alegórica de la Escritura y una viva pasión por la especulación. De otra parte, estaba la misma herejía arriana que, con sus interpretaciones sacadas de pocos textos bíblicos, requería un examen más minucioso y amplio de la Escritura y una ulterior profundización en el misterio trinitario y , más tarde, en el misterio de Cristo.

       El máximo exponente de la escuela neoalejandrina fue Atanasio, el indómito adversario de Arrio y su crítico más tenaz. Otro importante representante fue Dídimo el Ciego, menos notorio que Atanasio, pero superior a él desde el punto de vista especulativo. El último gran alejandrino es Cirilo, principal adversario de Nestorio, de quien desenmascaró sus errores y obtuvo su condena en el Concilio de Éfeso (431). Sobre la cristología de Cirilo: ver el tema 24.

—Escuela de Antioquía (aristotélicos, exégesis histórico-gramatical)

       Antioquía había sido una de las cunas del cristianismo. Fue una ciudad, fuera de Palestina, donde los paganos habían sido evangelizados y donde se formó una comunidad cristiana. Fue en Antioquía donde los creyentes fueron llamado por primera vez "cristianos". Esta ciudad fue también el punto de partida de las misiones de Pablo y de sus campañas apostólicas hacia Asia Menor y Grecia.

       En el siglo IV Antioquía era una de las más importantes y más pobladas ciudades del Imperio. Contaba con cerca de 500 mil habitantes. Y era también la sede de una famosa escuela de retórica a la cabeza de la cual estaba el ilustre Libanio.

       Rigurosamente hablando, nunca existió una "escuela antioquena" como centro de estudios: nunca hubo una institución escolástica unitaria, con un programa orgánico de estudios y patrocinada por el obispo local, como el Didaskaleion de Alejandría. La expresión "Escuela Antioquena" se utiliza para designar a un grupo de exégetas y teólogos, algunos de ellos de gran relieve (Eustacio, Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia, Juan Crisóstomo, Teodoreto), activos en el ambiente antioqueno del siglo IV, los cuales, aunque ejercían su magisterio a título personal, participaban del mismo estilo exegético y teológico.

       Se suele caracterizar a la escuela de Antioquía contraponiéndola a la de Alejandría, de la cual, efectivamente, se distingue en dos puntos fundamentales: uno se refiere a la exégesis y otro a la cristología.

       Mientras la escuela alejandrina privilegia en exégesis el sentido alegórico respecto al literal, la escuela antioquena da prioridad absoluta al sentido literal.

       En cristología, mientras la escuela alejandrina, con su teoría del Logos-Sarx tendía a reducir la integridad ontológica de la humanidad de Cristo, la escuela antioquena, con la doctrina del Logos-Anthropos se preocupaba de valorar plenamente la componente humana de Cristo, junto con la divina, asignando a la naturaleza humana una subsistencia propia (persona), corriendo así el riesgo de comprometer la unión sustancial entre las dos naturalezas.

       Teodoro de Mopsuestia se dio cuenta de este peligro, pero su insistencia respecto a la indivisibilidad de Cristo asegurada por la confluencia de las dos naturalezas de Cristo en un solo prosopon no resultaba satisfactoria para los alejandrinos que, a su vez, se presentaban a los antioquenos como los herederos de los errores de Apolinar. De ahí la polémica entre Nestorio, sostenedor de la cristología antioquena, y Cirilo, garante de la cristología alejandrina. La condena de Nestorio marcó, prácticamente, el fin de la escuela antioquena.

—Bibliografía: Mondin I, 262 y 308-309.

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