TEMA 16. El arrianismo

Esquema

a) Arrio y el arrianismo
b) Visión de conjunto y breve histoira de la crisis arriana del siglo IV
c) El Concilio de Nicea
d) Las varias posiciones entre los partidarios y adversarios de Nicea: anhomeos, homeos, homeousianos, homousianos
e) Las diferentes fases de la lucha contra el arrianismo

San Atanasio y San Cirilo de Alejandríaa) Arrio y el arrianismo

       Las herejías en los siglos IV y V son más importantes y más amplias que antes. Afectan principalmente a la Iglesia oriental. Interviene el poder estatal, que convoca los Concilios. Es el periodo áureo de la patrística.

       Las herejías principales son:

  • herejías trinitarias (arrianismo y macedonianismo),
  • herejías cristológicas (arrianismo, apolinarismo, nestorianismo, monofisismo),
  • controversias antropológicas (pelagianismo en Occidente)
  • disputas menores: donatistas.

La cuestión arriana

       Hasta Nicea, no había sido definida la relación del Padre con el Hijo. Algunos tendían al subordinacionismo (p. ej., en Antioquía, Luciano de Samosata).

       Arrio —que nace en Libia, en la antigua provincia de la Cirenaica, hacia el año 256— defendió abiertamente el subordinacionismo (el Verbo no es eterno, sino creado —Filón decía que Dios no se puede poner en contacto con la materia— y creador de lo demás). Sólo sería "Dios" en un sentido moral. En 315 escribe "El banquete" y propaga su doctrina.

       Arrio era un sacerdote cristiano que regía una de las más importantes iglesias de Alejandría. En 318 comienza a difundir sus ideas sobre la Trinidad. Fue condenado por un sínodo en Alejandría, absuelto por un Concilio en Nicomedia, en donde su obispo —Eusebio— lo tenía refugiado, y condenado y enviado al exilio por el Concilio de Nicea (325) convocado por el papa Silvestre y con la asistencia de 318 obispos. Constantino lo mandó llamar a Constantinopla y, durante una marcha triunfal, murió en 336.

       En el Sínodo de Alejandría (318), se habían reunido cien obispos egipcios con Alejandro, sucesor de Pedro el mártir, y excomulgan a Arrio y a sus secuaces. Lo comunican al Papa S. Silvestre. Arrio abandona Alejandría. Los melecianos le siguen. Se refugia con Eusebio de Nicomedia. Se divide el pueblo de Oriente. Constantino envía a Osio a Alejandría como mediador. No lo consigue.

       El Sínodo de Antioquía, presidido por Osio, condena a Arrio y a tres obispos (entre ellos a Eusebio de Cesarea).

b) Visión de conjunto y breve historia de la crisis arriana del siglo IV

       Esta herejía ha perdurado hasta el presente, por intentar explicar de una manera fácil el misterio de la Santísima Trinidad.

       Arrio no acepta la conciliación entre la unidad de naturaleza y la trinidad de Personas en Dios, ni entre lo finito y lo infinito. La Iglesia había condenado a Sabelio por no aceptar la distinción de personas. Arrio acepta la distinción, pero niega la unidad de naturaleza entre el Padre y el Hijo. El Hijo es una creatura finita para él.

       El Padre concibió la creación, pero como lo infinito no puede ponerse en contacto con lo finito, se la encargó al Hijo como Arquitecto del mundo (ideas de Filón). El Hijo no es eterno, fue creado de la nada por el Padre, que no fue Padre siempre; el Hijo no es inmutable, no es infinito.

       El Hijo padeció bajo el aspecto de Jesucristo y el Padre lo elevó a la categoría de Dios nominal. Cristo es un hombre en el cual el alma humana ha sido remplazada por el Hijo de Dios.

       Tampoco el Espíritu Santo tiene unidad de naturaleza con el Padre, ni con el Hijo.

       Esta doctrina se apoya en algunas citas de la Escritura: Prov 8,22: "Yavé me dió el ser en el principio de sus caminos", Col 1,30: "Es el Primogénito de toda creatura", Phil 2, 8-11: "Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgo el nombre que está sobre todo nombre", Mt 28,18: "se me ha dado todo poder"... Arrio era un buen dialéctico.

       Como no atacó las instituciones (sacramentos, jerarquía), sus discípulos se mezclaban con los fieles ortodoxos. Gozaba de una gran popularidad.

       Discípulos de Arrio:

  • acacianos,
  • eudoxianos,
  • eusebianos,
  • aerianos,
  • eunomianos,
  • ursacianos,
  • semiarrianos: "homoiousios" = "de la misma naturaleza".

       El Credo de Nicea utilizó la palabra "homoousios" = "que no tiene más que una misma sustancia con".

       Los emperadores Constantino y Valente defendieron a los arrianos. Los grandes santos (San Atanasio, San Antonio, los Capadocios) combatieron a los arrianos. Los nuevos emperadores Valentiniano, Graciano y Teodosió lograron extirpar el arrianismo del imperio. Los arrianos se refugiaron entre los bárbaros que abrazaron la fe cristiana según esta herejía (borgoñones, visigodos, ostrogodos, vándalos). El Concilio I de Constantinopla (381) se pronuncia definitivamente por la exclusión de los arrianos de la Iglesia.

       El arrianismo se extingue como secta el siglo VII. Resurge en el siglo XVI, en las ideas de Miguel Servet (+1553) en Ginebra, Okin y Bucero (+1551) en Inglaterra. El socinismo (Fausto y Bartolomé Socino) es la versión moderna del arrianismo.

Bibliografía: Masson, 50-55.

c) El Concilio de Nicea

       Constantino convoca el Concilio de Nicea, al que asisten 300 obispos (siete de occidente, y los presbíteros Víctor y Vicente, en representación del papa). Preside Osio de Córdoba. Ahí estaban: S. Atanasio (diácono y secretario de Alejandro), Eustasio de Antioquía, Marcelo de Ancira y Arrio en persona.

       Eusebio de Nicomedia hace una propuesta arriana que es rechazada. Eusebio de Cesarea una intermedia que también es rechazada. La teología occidental es aprobada. Se redacta el Símbolo el 19 de junio del año 325: el Hijo es consustancial ("homoousios") al Padre, Deum de Deo, Lumen de Lumine, genitum non factum... Se condena explicitamente el arrianismo. Sólo dos obispos de Libia y Arrio no aceptaron el Símbolo, y son excomulgados y desterrados por Constantino. Son exilados también Eusebio de Nicomedia y Teógnide de Nicea que no quisieron romper lanzas con los arrianos. Se quemaron libros. Otros temas que trató el Concilio fueron: la fecha de la Pascua, la elección de obispos, el celibato, la constitución de patriarcados.

d) Las varias posiciones entre los partidarios y adversarios de Nicea: anhomeos, homeos, homeousianos, homousianos

       Para la controversia arriana hay que distinguir básicamente cuatro corrientes doctrinales: los anomeos, los homousianos, los homoiusianos y los homoianos, nombrados siguiendo la secuencia cronológica de su entrada en escena. Después del año 360 se suman los apolinaristas y los neumatómacos.

Los anomeos (arrianos, neoarrianos, eunomianos)

       Los anomeos afirmaban que el Hijo de Dios difiere por completo del Padre (anomoioV ). Según San Atanasio, Arrio afirmaba que el Hijo es "ajeno y distinto en todo a la esencia a la peculiaridad del Padre". Los defensores de esta doctrina son los arrianos en sentido original.

       Después de Nicea, hacia 355, Aecio (diácono antioquieno) y Eunomio (su secretarioi) volvieron al arrianismo original, anomeo. Un sínodo de Constantinopla del año 360 condenó a Aecio al mismo tiempo que consagró obispo a Eunomio. A esta doctrina se la denominó neoarrianismo. Añadía al arrianismo original dos puntos: sostenía que la esencia divina se puede alcanzar por el conocimiento humano y afirmaba el solapamiento entre el concepto y la realidad, de modo que cosas designadas con términos diferentes (Padre, Hijo) son también diversas en cuanto a su naturaleza.

       La política de Teodosio acabó con esta herejía.

Los homoousianos (nicenos)

       Son los que se atenían, sin fisuras, al Símbolo niceno. Entre ellos destacaron Atanasio, Osio de Córdoba, Marcelo de Anciera, Lucífero de Cágliari, Eusebio de Vercelli, los tres grandes capadocios, Fotino de Sirmio y Apolinar de Laodicea.

       El término omoousioV había sido condenado en el Antioquía por Pablo de Samosata (268), porque se decía que olía a sabelianismo. Esto no lo conocían los padres del Concilio de Nicea. En 358 Basilio de Ancira hizo público este hecho y puso en aprieto a los nicenos.

       Hasta el sínodo de Alejandría (362) y luego con los padres capadocios, no se había delimitado bien los conceptos de ousia como "esencia" y upostasiV como "substancia". Antes, estos dos términos se usaban indistintamente para señalar la misma realidad, con demasiada frecuencia. Por eso fueron condenados Marcelo de Ancira y Fotino de Sirmo por "sabelianos".

Los homoiusianos (eusebianos, semiarrianos)

       Se agrupa bajo este epígrafe a todos aquellos que desde los tres Eusebios (de Cesarea, de Emesa y de Nicomedia, de ahí que se les llamara también "eusebianos") buscaban una vía media entre el arrianismo y el nicenismo, también sin conocer o utilizar ya el término omoiousioV. Este término aparece por primera ves en la segunda fórmula de Sirmio (357) donde se prohibe su uso y el de omoousioV. Fue Basilio de Ancira el que impuso, en el sínodo de Ancira (258), la fórmula omoioV kat ousian. Él entendía por ousia una sustancia individual, de modo que él afirmaba en la divinidad tres upostaseiV y tres ousiai.

       La ousia del Hijo es semejante a la del Padre, en cuanto que también ella es divina. Esta fórmula tuvo días de esplendor en Oriente, pero escasos porque el emperador se decantó por los homoianos a partir del año 359. La doctrina homoiousiana adquirió más importancia al unirse con la homoousiana. Hilario de Poitiers la llevó consigo a Occidente al volver del destierro e interpretó en homoousios en este sentido. En Oriente, por mediación de Basilio el Grande y Melecio de Antioquía, una parte del partido semiarriano se pasó a la ortodoxia.

Los partidarios del "homoios katà pánta"

       El término "homoiano" es de origen moderno y se ha formado teniendo en cuenta la fórmula dogmática sostenida por ellos y según la cual el Hijo es omoios kata taV grafaV al Padre. El autor de la fórmula fue Acacio de Cesarea, sucesor de Eusebio y promotor de Melecio de Antioquía. Propuso esta fórmula como la fórmula de unidad más amplia y menos vinculante. Constancio la aceptó e hizo que se decretara en Nike presionando sobre el doble sínodo de Rímini y Seleucia, y se las arregló para que la confirmara un sínodo de Constantinopla (360).

       Se abandonó pocos años después, pues se trataba de una fórmula impuesta por la fuerza con medios puramente políticos y no ofrecía una solución teológica satisfactoria.

       A partir de los años 360/362 comenzó una nueva fase de las controversias y de evoluciones teológicas que se dirimieron también en la literatura cristiana: el neoarrianismo en torno a Eunomio, el apolinarismo y la lucha contra ellos encabezada sobre todo por Basilio el Grande de Cesarea, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa.

—Bibliografía: Drobner, 242-248.

e) Las diferentes fases de la lucha contra el arrianismo

       Desde el Concilio de Nicea (325) hasta el Concilio de Constantinopla I (381) la Iglesia se vio dividida en dos bandos principales: los obispos nicenos y los arrianos. El primer concilio contrapuso a Arrio el "homoousios" y solventó así la lucha de más de medio siglo sobre la recepción de ese término. El segundo fijó de modo definitivo, bajo la dirección del emperador Teodosio, la obligatoriedad universal del Símbolo Niceno.

       Este período se suele dividir en dos fases:

       —La primera fase abarca desde el Concilio de Nicea (a. 325) hasta el Sínodo de Alejandría (a. 362). Entre los años 325 y 381 hubo algunos sínodos que tomaron decisiones importantes: Antioquía (341), Sárdica (343), Sirmio (351 y 357), Ancira (358), Rímini/Seleucia (359) y Alejandría (362).

       —La segunda fase abarca desde el Sínodo de Alejandría (a. 362) hasta el Concilio de Constantinopla I (a. 381). La muerte del emperador Constancio (361) y la indiferencia radical del nuevo emperador Juliano el "Apóstata", respecto de los asuntos intereclesiales hicieron posible el Concilio de Alejandría (362), el último en la disputa arriana antes del Concilio de Constantinopla (381) y pionero para el futuro. Con su Tomus ad Antiochenos este sínodo abrió por primera vez la vía de mediación teológica que San Basilio y sus partidarios siguieron desarrollando hasta el Concilio de Constantinopla para la solución ortodoxa.

Bibliografía: Drobner, 234-240.

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