TEMA 9. Símbolos, "Regulae fidei" y formación del canon bíblico

Esquema

a) El origen de los primeros símbolos
b) La aparición de las primeras regulae fidei
c) La formación del canon neotestamentario
d) El canon muratoriano
e) Importancia y significado de estos testimonios

Fragmento muratorianoa) El origen de los primeros símbolos

       El Credo o Regula fidei de la Iglesia, considerado desde un punto de vista global, coincide con la Sagrada Escritura: toda la Palabra de Dios contenida en la Escrirtura pertenece al Credo de la Iglesia. Sin embargo, por exigencias catequéticas y bajo la presión de las primeras herejías la Iglesia advirtió la necesidad de resumir en fórmulas breves la Regula fidei, la Regla de fe.

       Se suele afirmar que fue en el Concilio de Nicea (año 325) cuando, por primera vez, se presentó el conjunto de la verdad fundamental de la fe cristiana bajo la forma de un símbolo elevado a la categoría de Regla de fe. Sin embargo, el símbolo niceno, representa solamente el término de un largo desarrollo, en el cual los primeros inicios se pueden rastrear en las confesiones cristológicas de fe de San Pablo (y que en inglés se han denominado precredal elements).

       El núcleo cristológico inicial fue sucesivamente ampliado con la premisa relativa a Dios Padre y creador, y con el añadido referente al Espíritu Santo y a la Iglesia.

       La Primera redacción de la Regula fidei (formula antiquior) es la de la Iglesia romana. Hipólito la trasmitió fielmente en su Traditio apostolica y Tertuliano en su De praescriptione haereticorum. Esta fórmula omite los siguientes incisos: creatorem coeli et terrae; conceptus; passus et murtuus; descendit ad inferos; omnipotentis; catholicam; sanctorum communionem; vitam aeternam. Pero contiene todas las verdades fundamentales sobre Dios, la Trinidad, Cristo, el Espíritu Santo y la Iglesia.

       La fórmula era usada principalmente como profesión de fe en el bautismo. Otras fórmulas análogas a la romana circulaban en Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Cartago, Lyon y en otros lugares.

Bibliografía: Mondin I, 112-113.

b) La aparición de las regulae fidei

       A través de testimonios de Ignacio, Ireneo, Hipólito, Justino y Tertuliano sabemos que en los primeros años del cristianismo (siglo I) no había fórmulas fijas en la liturgia y disciplina eclesiástica para manifestar la profesión de fe, pero muy pronto se elaboraron para precisar el contenido de la fe. Así surgieron los primeros Símbolos (symbolum = es la parte que necesita otra con qué unirse, creando así reconocimiento mutuo y unidad; p. ej., la mitad de una sortija, un bastón o una placa).

En Occidente (Símbolo de los Apóstoles)

  • s. II: en Roma se recoge la formula de Mt 28,19 en el rito del Bautismo y se formula la triple pregunta: ¿Crees en Dios Padre, todopoderoso?, ¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios?, ¿Crees en el Espíritu Santo?, a la que se responde con un triple "credo".
  • s. III: el esquema primitivo trinitario se enriquece con un contenido cristológico histórico salvífico (positivismo de la historia cristiana: recoge el hecho de Cristo encarnado) y se explica y amplía la confesión de fe en el Espíritu Santo como confesión en la actualidad y en el futuro de lo cristiano. El texto sigue siendo griego.
  • s. IV: el texto se traduce al latín de forma corrida y nace la leyenda de su origen apostólico.
  • s. V: la leyenda se amplía: cada artículo habría sido compuesto por cada uno de los doce Apóstoles. El Símbolo apostólico se difunde por todo el occidente, con ligeras variante en cada nación, gracias a la preeminencia alcanzada por la Iglesia romana.
  • s. IX: Carlomagno, acepta una variante francesa que luego es aceptada también por Roma y se convierte así en texto unitario.
  • s. XV: en el Concilio de Florencia los occidentales se asombran de que en Oriente no se conocía el Símbolo apostólico.

En Oriente

  • s.II-III: se utilizan distintas fórmulas bautismales de profesión de fe, pero todas basadas en el esquema trinitario. Se desarrolla más el aspecto cósmico metafísico (Cristo preexistente), relacionando cristología y creación: lo singular de la historia y lo permanente y comprensible de la creación.
  • s.IV-V: aparecen los grandes Símbolos de las Iglesias orientales (Cesarea, Jerusalén, Antioquía) como el Símbolo Niceno, Niceno-Constantinopolitano, etc.

El Símbolo de los Apóstoles

       Aparece, tal como ahora lo conocemos, en Arles, durante el siglo VI. Aunque no parece que su origen se deba a que los Apóstoles hayan compuesto cada uno de sus doce artículos, sin embargo, hay que decir que todos sus elementos doctrinales ya se encuentran en los escritos apostólicos de finales del siglo I. El desarrollo de su contenido corre paralelo al progreso de la liturgia bautismal.

—En Occidente aparecen, originalmente, tres formas distintas

  • Formas cristológicas (antes del año 100);
  • Formas trinitarias (durante el siglo II; p. ej., en S. Justino, año 150);
  • Formas combinadas (cristológico-trinitarias): a partir de finales del siglo II (p. ej. en la "Traditio Hipoliti").

a) La fórmula cristológica

       La más primitiva es la de Act 8,37 (bautismo del Etíope: "Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios").

       Más tarde se añade la palabra "Salvador" y surge el acróstico ICTYS (pez): "Iesus Christus Dei Filius, Salvator" (en griego). S. Pablo presenta el mensaje del Evangelio centrado en el Hijo de Dios (Rom 1,3; 1 Cor 15,3). S. Ignacio de Antioquía, hacia el año 100 (Trall. 9) hace lo mismo.

b) La fórmula trinitaria

       Surge desde los tiempos apostólicos, para el rito bautismal ("en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo). Así, S. Justino (año 150).

c) La fórmula combinada

       Hacia el año 200, en Roma, surge una forma de Credo con 8 o 9 cláusulas (Traditio Hipoliti). Este Símbolo Romano era conocido por Tertuliano. Probablemente fue compuesto hacia la mitad del siglo II. Es el arquetipo de todos los Credos occidentales, en donde se da más importancia al nacimiento de Jesús de la Virgen María. En Oriente se resalta más el nacimiento eterno del Hijo (Símbolos de Jerusalén y de Cesaréa, utilizados desde antes del de Nicea).

       En Oriente, antes del Símbolo niceno-constantinopolitano, había dos Credos principales: el de Jerusalen y el de Cesaréa. S. Cirilo nos dá una versión, del Símbolo de Jerusalén.

Bibliografía: Simonetti, p. 42 y ss., y Ratzinger, Introd. al cristianismo, p. 59 y ss, Quasten, Patrología, I, pp. 32 a 38. 

c) La formación del canon neotestamentario

       La vida y predicación de Cristo se trasmite oralmente en los primeros años de la historia de la Iglesia. Pronto comienzan a escribirse relatos como la llamada fuente Q y otros escritos secundarios.

       Ante la difusión de las herejías (p. ej. Marción hacia la mitad del siglo II), en Roma y Asia Menor se fue perfilando el Canon de Libros inspirados (Ireneo, Canon Muratoriano) reconocidos por su apostolicidad, antigüedad, uso en la liturgia y ortodoxia en la doctrina.

       La definición del Canon de las Sagradas Escrituras fue un evento de capital importancia para la Historia de la Iglesia y para el futuro desarrollo de la teología.

       A fines del primer siglo y al inicio del segundo de la era cristiana se multiplicaban los escritos apócrifos. Todos pretendían trasmitir la Palabra revelada, la Revelación originaria, recibida de los Apóstoles o directamente del Espíritu Santo. De esta manera, circulaban innumerables evangelios, además de aquellos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que eran los evangelios de Pedro, Felipe, Bartolomé, Bernabé, etc. Además, había confusión sobre la necesidad de aceptar los libros del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Marción, los excluía a todos ellos y también muchos del Nuevo Testamento.

       Por otra parte, el cauce de la Tradición aparecía demasiado largo y contaminado. Se llegó así a la determinación del Canon (es decir, de la regla de fe o credo), que llegó a ser el criterio inderogable para un ulterior desarrollo de la Tradición y el punto de referencia seguro tanto para la catequesis como para la teología.

       La definición del Canon no fue obra de un Concilio, ni ecuménico ni local, sino el resultado de una progresiva convergencia de consensos en relación al uso de los textos sagrados en las asambleas litúrgicas. La lex orandi llega a ser progresivamente también lex credendi.

       En la Primera Carta de Clemente a los Corintios afirma la verdad de las Escrituras y su origen divino, pero no presenta ningún elenco de libros inspirados. La adquisición del Antiguo Testamento como libros sagrados de la comunidad cristiana fue llevada a cabo por los apologistas en su polémica contra los judíos.

       No ocurrió lo mismo con el Nuevo Testamento. Antes de Marción (año 140) no se podía hablar de "Nuevo Testamento". Es precisamente con ocasión de la herejía de Marción cuando Ireneo propone, como defensa, responder con los cuatro Evangelios. El lucha por una enseñanza de los Apóstoles que incluya los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, los dichos del Señor y las Cartas apostólicas de San Pablo.

       Poco tiempo después de Clemente de Alejandría (fines del siglo II) se incluye el Apocalipsis de San Juan y muestra reverencia por el Pastor de Hermas.

       Hacia el año 200 después de Cristo el Canon muratoriano propone una lista cerrada que excluye a Hermas. Esta lista se convierte en el Nuevo Testamento.

Libros del Nuevo Testamento

  • San Mateo escribe su evangelio en arameo, pero sólo conservamos la versión griega, escrita posteriormente.
  • San Marcos y San Lucas escriben sus evangelios antes del año 70. También los Hechos de los apóstoles son anteriores a esta fecha.
  • El evangelio de San Juan es el "evangelio espiritual".
  • Las Cartas paulinas:
    • 50-51: I y II a los Tesalonicenses (Corinto),
    • 55-57: Galatas (Efeso),
    • 55-57: I Corintios (Efeso),
    • 57: II Corintios (Macedonia),
    • 57-58: Romanos (Corinto),
    • 61-63: Filemón, Filipenses, Colosenses, Efesios (Roma),
    • 63-67: 1 y 2 Timoteo, Tito (Roma).
  • Las Cartas Católicas: Santiago, Judas, Pedro (2), Juan (3).
  • El Apocalipsis.

Bibliografía: Simonetti, c.1, Mondin I, 111-112.

d) El canon muratoriano

       La lista más conocida de los Libros del Nuevo Testamento es la recogida en el "fragmento muratoriano", llamado así por su descubridor (Muratori, 1740). Es de fines del siglo II (el más antiguo canon) y consta de 85 líneas. Señala el origen de los cuatro Evangelios haciendo una referencia expresa a San Juan, como autor del cuarto Evangelio.

Bibliografía: Mondin I, 111-112.

e) Importancia y significado de estos testimonios

       El estudio de la prehistoria y de la historia del símbolo de la fe y del canon neotestamentario ha demostrado que las Regulae fidei son fruto espontaneo de la vida de la Iglesia en la variedad de sus manifestaciones. Son una respuesta a necesidades que se hicieron sentir en las diferentes esferas de la vida, en particular, una respuesta a las manipulaciones de la fe cristiana llevadas a cabo por los gnósticos. En la variedad de formas expresivas con las que se revistieron, esas Reglas de fe revelaron la misma flexibilidad y capacidad de adaptación que tiene la vida.

       Desde hace tiempo los investigadores han renunciado a la pretensión de encontrar una forma original única que pudiera considerarse la Urform o Grundtypus de todas las fórmulas sucesivas. Por otra parte, sin embargo, cada una de esas fórmulas han pretendido ser una auténtica Regula fidei objetiva, que se "cree" y no se "crea", que se "acepta" y no se "inventa". Solamente así podían ser verdaderamente símbolo, es decir, signo de reconocimiento entre cristianos (tessera hospitalitatis, según Tertuliano).

Bibliografía: Mondin I, 113.

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