El genio de San Agustín (B.Mondin)

XXXXXSan Agustín es el máximo exponente de la teología y filosofía cristiana de la Iglesia latina durante el primer milenio. No hay áerea de la filosofía o de la teología en que su pensamiento no haya dejado una huella profunda, no solamente a través de toda la edad media, sino también en la moderna.San Agustín. Miniatura. Libro de oraciones. Anónimo. Alemania (primera mitad del siglo XV). British Library de Londres Pero su influjo se extiende, además, a todo el mundo de la cultura: la cultura cristiana del medioevo y algunos rasgos de la sociedad moderna, tienen como fundamento el pensamiento de San Agustín.

XXXXXTodos están de acuerdo en la excepcional grandeza de los méritos de Agustín. Historiadores, filósofos, hombres de la política y de la Iglesia, pensadores cristianos y opuestos al cristianismo, son unánimes en reconocer que Agustín es uno de los más grandes genios especulativos de todos los tiempos, el máximo teólogo del periódo patrístico, el teórico de la respublica christiana medieval, una de las fuentes más estimulantes y más fecundas de la cultura moderna. Veamos lo que dice de él el católico tomista M. D. Chenu:

XXXXX"Para todos. Agustín no es cualquier maestro, sino el maestro de la cultura cristiana. Él nos ha proporcionado los esquemas y los métodos, el contenido y los ideales y, de antemano, nos señala también las cuestiones problemáticas. La civilización latina medieval y gran parte de la cristiandad, ha nacido de Agustín, del retórico convertido que ignoraba las ciencias, del gramático que hace exégesis alegórica, del dialéctico que, no sin sutileza, encuentra en sus ejercicios una fuente admirable para la formación del espíritu. Finalmente, y sobre todo, él fija en el vértice de esta cultura la posición de la teología, sapientia que utiliza las siete artes y la misma filosofía como esclavas (ancillae), pero que a su vez, constituye dentro de la fe y bajo su luz, una ciencia, un intellectus fidei, equipado con todos los recursos de la razón y abierto a toda la curiosidad de la inteligencia" (M. D. Chenu, Introduction à l'étude de St. Thomas d'Aquin, Paris 1950, p. 50).

XXXXXPor otro lado, Karl Jaspers, afirma que Agustín ha sabido extraer del árbol de su fe cristiana frutos de exquisita racionalidad siendo el creador del máximo modelo para los filósofos cristianos de todos los tiempos, un modelo que puede resistir la confrontación con cualquier otro sistema filosófico:

XXXXX"Las formas de pensamiento de los antiguos filósofos son asimiladas por Agustín en el pensamiento del creyente de cara a la revelación. En una época en que la filosofía perdía su fuerza originaria de pensamiento, acabando en meras repeticiones idénticas, Agustín, haciendo de la fe cristiana el fundamento de su filosofar, saca de ella nuevas posibilidades que ofrece al mundo. Habiendo dado nueva vida al mejor pensamiento pagano, sabe conducir con autonomía el pensamiento cristiano a su nivel más alto. Ningún filósofo pagano de su tiempo y de los siglos siguientes puede acercarse mínimamente a San Agustín. El pensamiento cristiano latino precedente (Tertuliano, Lactancio) no había conseguido todavía la extensión y profundidad de un mundo filosófico totalmente propio. Lo que viene después de Agustín se nutre de su pensamiento. Agustín creó la filosofía cristiana en su forma latina insuperable" (K. Jaspers, I grandi filosofi, Milano, pp. 477-478).

XXXXXSon innumerables los papas que ya desde Inocencio I, contemporáneo de San Agustín, han exaltado los méritos indudables de su obra y la grandeza inconmensurable de su herencia. Aquí nos limitamos a referir algunas de las declaraciones pontificias más recientes. Pío XI ha afirmado que Agustín es "sin duda alguna el más grande entre los doctores de la Iglesia", y un hombre al cual, "casi ninguno o ciertamente poquísimos, se pueden comparar de cuantos han florecido desde el inicio del género humano". Pablo VI ha afirmado que "además de brillar en grado eminente como Padre de la Iglesia, se puede decir que todo el pensamiento de la antiguedad confluye en su obra, y de ella se derivan corrientes de pensamiento que abarcan toda la tradición de los siglos sucesivos". Juan Pablo II ha declarado que Agustín "fue un modelo fúlgido de pastor, un defensor intrépido de la fe ortodoxa ó, como él decía, de la virginidad de la fe, un constructor genial de aquella filosofía que por la armonía de la fe se puede llamar muy bien cristiana, un promotor maravilloso de la perfección espiritual y religiosa". Cfr. la Carta Apostólica de Juan Pablo II en el XVI centenario de la conversión de San Agustín (1987) (en italiano), y un comentario de Agostino Trapé (también en italiano). Benedicto XVI decía, en una homilía pronunciada en 1979: "Reconozco que yo mismo, en los años tempraneros de mi vida y a la hora de tomar las decisiones fundamentales, me sentí acompañado muy de cerca por ese hombre" (J. Ratzinger, De la mano de Cristo. Homilías sobre la Virgen y algunos Santos, Eunsa, Pamplona 1997, pp. 93-98 ).

XXXXXLa obra de Agustín, siendo grandiosa y altamente fecunda, no se puede definir como una construcción perfecta, sin lagunas, sin defectos. No obstante una profunda coherencia interna que la unifica desde el principio al fin, como ha mostrado el mismo Agustín en sus Retractationes, su obra no es el resultado de un proyecto unitario diseñado desde el principio, sino más bien fruto de muchas circunstancias que han obligado al autor a considerar la Verdad universal desde diferentes puntos de vista particular y, de esta manera, a resaltar uno u otro aspecto de la Verdad.

XXXXXLa obra de Agustín es compleja. Recoge todos los órdenes de verdad: metafísica, ética, religiosa, teológica, histórica, política, social, eclesiológica, escatológica, cosmológica y antropológica. Ofrece escenarios que se repiten como un tema musical, pero en diversos tonos, mientras, en ocasiones, se contraponen como un discurso dialéctico. Esta carácterística de su pensamiento ha permitido a sus discípulos absolutizar alguna parte de us enseñanza y crear así direcciones teológicas, filosóficas o políticas antitéticas. Tal es el caso de los voluntaristas, intelectualistas, liberales, intolerantes, luteranos, católicos, puritanos, anglicanos, espiritualistas o existencialistas.

XXXXXComo han demostrado abundantemente las investigaciones de los historiadores Agustín, con el inmenso potencial intelectual y cultural de su obra, ha contribuido en modo determinante a la creación, al desarrollo y a la conformación de la civilización medieval, con todas las prodigiosas realizaciones que ha sabido producir en los siglos XII y XIII y, en parte, también en la civilización moderna. De la paternidad agustiniana descienden, por otra parte, no sólo los aspectos positivos, sino también —según algunos estudiosos— algunos aspectos negativos de la civilización medieval y moderna. Con la división del mundo en dos Ciudades y de la sociedad en dos Estamentos y con su ansia casi visceral por la Verdad (posición en sí misma válida, pero también bastante peligrosa), para algunos, Agustín es en una gran medida responsable de tantas aberraciones y de terribles conflictos. En particular, la voluntad de Agustín de seguir, perseguir, servir la Verdad —revelada por Dios y definida por la Iglesia— a toda costa y a cualquier precio —estupendo ideal de vida si se propone a cada uno, podía convertirse —como de hecho ocurrió— en algo altamente riesgoso si es impuesto a la sociedad. De hecho, históricamente, eso dió lugar a todo tipo de violencias. Esta gran voluntad de conseguir la verdad, dice Karl Jaspers, "ha creado el campo de pensamiento en el que pudieron trabajar Gregorio Magno, Anselmo, Tomás. Pero fue una voluntad que se corrompió, pues desencadenó en el mundo humano luchas más violentas, despiadadas y malvadas de cuantas se habían dado hasta entonces, porque herida en si misma, llegó a un fanático autoensalzamiento y porque extendió sus conquistas al mundo externo y desencadenó las cruzadas, haciendo todo esto con la convicción de estar en posesión de la única verdad, de la revelación auténtica del Dios único" (K. Jaspers, o.c., p. 468).

XXXXXEstas palabras de Karl Jaspers, y la interpretación que hace de ellas Battista Mondin, merecen una explicación. San Agustín fue un hombre de su época. No se le puede juzgar con los parámetros mentales de un hombre del siglo XX ó XXI. Es verdad que, en la "Ciudad de Dios" y en todo su pensamiento afirma la certeza de su fe y reconoce que la Iglesia tiene la plenitud de la verdad (como, por otra parte, también Juan Pablo II lo ha reconocido recientemente: cfr. Dominus Iesus). Pero esto no significa que haya fomentado la intolerancia religiosa. Por ejemplo, su intervención en la cuestión de los donatistas, fue siempre prudente y tratando de agotar por todos los medios la vá pacífica. Si al final no tuvo más remedio que pedir una intervención de la autoridad civil, fue por el bien de la socidad africana que se veía amenazada de los "circumceliones" que eran unos bárbaros fanáticos que asolaban los caminos y destruían la propiedad privada. Atribuir las cruzadas al pensamiento de Agustín es ir muy lejos. Por otra parte, habría que analizar más detenidamente la moralidad de las cruzadas, situándonos en aquella época y en todas las circunstnacias histórico políticas que estaban en juego: hacer valer el derecho de visitar los Santos Lugares, peligro del avance musulmán sobre Europa, factores de orden económico, y también, desde luego, la valoración de los aspectos religiosos, tal como se vivían en la sociedad medieval.

XXXXXBibliografía: Resumen de B. Mondin, Storia della Teologia, vol. 1, Edizioni Studio Domenicano, Bologna 1996, p. 374-377.

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