CAPÍTULO XIV: EL FINAL DEL SIGLO III

A fines del siglo III, al caer la dinastía de los Severos, se produce un proceso de descomposición de la sociedad romana. Los godos y persas amenazan las fronteras del Imperio. Aparecen autonomismos en Egipto, África y Galia. La Iglesia se alza como la máxima fuerza espiritual del Imperio.

1. De Decio a Aureliano

Después de Alejandro (+235), viene Maximiano (general romano) y la dinastía de los Gordianos. Luego, Felipe el Árabe, que reanuda la política de tolerancia.

Decio es el primero de los emperadores ilirios. Se desata la persecución a principios de 250. Muchos obtienen el libellus. Otros mueren mártires: Fabián, Hipólito. Orígenes es encarcelado y atormentado. Dionisio y Cipriano huyen.

En 251 la persecución se calma y es elegido Cornelio. Muere Decio en Dobrogea contra los godos. Galo le sucede y se reanuda la persecución en 252. Cornelio muere en el exilio (253) al igual que su sucesor Lucio. Emiliano vence a Galio, pero a su vez es vencido por Valeriano (253-260). Comienza un período de distensión para los cristianos.

Macriano, ministro de hacienda de Valeriano, es archisinagogarca de los magos de Egipto (misticismo pagano), y tiene un odio intenso contra los cristianos. Para obtener recursos ante la situación económica gravísima, dirige la persecución contra los obispos y laicos de alto rango cristianos.

Dos edictos: 257 y 258 (obligación de sacrificar, confiscación de bienes a los cristianos de alto rango). Cipriano es apresado en 257 y ejecutado en 258.

En Roma mueren mártires Sixto II con sus diáconos, y en España Fructuoso de Tarragona con sus dos diáconos.

Valeriano muere a manos de Sapor II y le sucede su hijo Galieno que promulga en 262 un edicto de tolerancia para los cristianos. Se reconoce implícitamente la propiedad eclesiástica.
Sus sucesores siguen la política de tolerancia: Claudio (268-270) y Aureliano (270-275).
Aureliano reconoce que hay una autoridad y manda deponer a Pablo de Samosata, obispo de Antioquía, por considerar que la casa en la que vivía pertenecía a aquellos "que estaban en comunión con los obispos de la doctrina cristiana en Roma y en Italia".

2. La Iglesia de Oriente

Conocemos estos datos por Eusebio.

En el siglo III la Iglesia de Oriente está muy extendida: Asia, Capadocia, Palestina, Siria, Egipto.
Alejandría: Dionisio, discípulo de Orígenes, sucede a Heraclas en la Escuela catequética (a.231) y luego en el episcopado (248-264). En sus escritos ataca el epicureísmo (Sobre la naturaleza).
En su Sobre las promesas ataca el milenarismo de Nepote de Arsinoe -basado en el Apocalipsis de San Juan-, provocado quizá por las persecuciones de Decio y Valeriano. Dionisio concluye rechazando la autenticidad joánica del libro.

También compuso las Cartas pascuales. Su objetivo era anunciar la fecha de la Pascua, cada año. Tenemos Cartas pascuales de Atanasio, Pedro de Alejandría y Cirilo de Alejandría.

En su Carta a Fabio describe la persecución en Alejandría el año 248. Tiene más correspondencia con Roma en la que nos ofrece un eco de todos los grandes problemas de la Iglesia de su época. Es la expresión de la colegialidad entre las Iglesias antes de los concilios ecuménicos. Es un hombre con una gran capacidad de mediación entre las Iglesias, como lo serán sus sucesores de Alejandría.

Uno de sus sucesores en el Didascaleo es Teognosto que escribió una Hypoteposeis. Fue seguidor de las doctrinas más atrevidas de Orígenes.

La Iglesia en Palestina. El obispo Teotecno era discípulos de Orígenes. Pánfilo abre una escuela de teología y una biblioteca considerable.

La Iglesia de Siria. Eusebio de Laodicea era originario de Alejandría. Hay un florecimiento del aristotelismo en Tiro y en Antioquía.

La influencia de Orígenes también aparece en Capadocia y Ponto: Firmiliano de Cesarea (a.230).
La generación de obispos discípulos de Orígenes y grandes fundadores de iglesias (Dionisio de Alejandría, Firmiliano de Cesarea, Gregorio de Neocesarea), es sin duda una de las más notables de la historia del cristianismo.

Antioquía aparece también -al igual que Alejandría- como foco de cultura, a fines del siglo III: Doroteo, Malquión, Luciano (de entre sus alumnos saldrán los primeros arrianos). Los antioquenos son más positivos que los alejandrinos. Está más cerca del judaísmo rabínico y no del helenista (como Alejandría), por estar en contacto con el mundo arameo (Siria) de Oriente.
El conocimiento del hebreo da a su exégesis un carácter más científico.

La Antioquía pagana es más literaria (gramática, dialéctica, geometría) que filosófica.

Alejandría: teología especulativa y exégesis alegórica.

Antioquía: sentido de la teología pastoral y de la exégesis científica.

En 260, a la muerte del emperador Valeriano, surge el reino de Palmira. El obispo de Antioquía, Demetriano, es deportado por Sapor. En su lugar el rey de Palmira, Odaenath, y su mujer, Zenobia, apoyan a un miembro de la dinastía de Palmira: Pablo de Samosata, que es elegido obispo de Antioquía y ducenario (ministro de hacienda). Pablo representa la invasión de Antioquía en las usanzas de la Siria oriental.

Por heteordoxia fue condenado por dos sínodos antioquenos (264 y 268). Sin embargo, gracias al apoya de Zenobia (viuda desde 267) se mantuvo en la residencia episcopal.

En 272 Aureliano se apodera de Palmira y Pablo desaparece de la historia.

Eusebio no menciona casi nada de la costa occidental de Asia. Sólo aparece Metodio de Olimpia (Licia). El Banquete de las Diez Vírgenes nos lo muestra como heredero de los grandes asiáticos del siglo II (autor refinado formado en Platón y Homero, milenarista, asceta que exalta la virginidad, es uno de los grandes advesarios de Orígenes).

3. Discusiones teológicas

El final del siglo III es el preámbulo de las controversias doctrinales del siglo IV.

Monarquianismo: Noeto de Esmirna, Epígono (en tiempo del papa Víctor), Cleomene (época de Ceferino y Calixto) y Sabelio (cirenense de la Pentápolis, que llega a Roma en tiempo de Ceferino y es discípulo de Cleomene).

Calixto condena a Sabelio el 217 (a pesar de sus innegables preferencias por el monarquianismo).

Sabelio muere en 257, pero en Cirenaica sus doctrinas cobran fuerza. Dionisio de Alejandría envía cartas a los obispos que apoyan el sabelianismo, en las que expone la distinción entre el Padre y el Hijo, punto que negaban los sabelianos. Los obispos de la Cirenaica recurren a Roma (el papa era Dionisio, sucesor de Sixto). La tradición teológica romana era monarquiana, subrayando la unidad de la sustancia divina.

Hipólito seguía la línea de Justino: subsistencia propia del Logos. Mientras que Calixto había favorecido a Cleomene. Orígenes había sostenido la inferioridad del Logos con respecto al Padre y tuvo que justificarse con el papa Fabián. Dionisio de Alejandría era discípulo de Orígenes.

Dionisio sostenía que el Hijo es creado (poiema) y un producto (geneton). Lo acusaban de decir que el Hijo no es consustancial al Padre (homoousios).

Ante una condenación de su doctrina en un sínodo romano, Dionisio de Alejandría envía una Apología al papa en la que le explica que está plenamente de acuerdo con la doctrina trinitaria de Roma, pero que prefiere utilizar su vocabulario propio (no acepta la palabra homoousios porque dice que no está en la Escritura).

Ambos obispos condenan el monarquianismo y el subordacionismo, pero mantienen las diferencias propias de las escuelas alejandrina y romana.

Otro conflicto es el de Antioquía. Pablo, que era un obispo típicamente oriental, mantiene la práctica de las virgines subintroductae de la iglesia siria arcaica.

Los helenistas de Antioquía (Luciano, Malaquión) le acusan de sostener la doctrina de Artemón que prolongaba en Roma, a mediados del siglo III, el adopcionismo de Teodoto de Bizancio.
Sin embargo, su doctrina más bien se parece a la de Berilio de Bostra: subrayar la unidad de
Dios y la humanidad de Cristo.

Luciano de Antioquía (partidario de Orígenes) condena a Pablo de Samosata por su modalismo, y condena la utilización de la palabra homoousios para designar la unidad de la naturaleza divina. Además, el sínodo de Antioquía afirma que el Verbo asume un cuerpo, tal como lo haría Apolinar de Laodicea, en Antioquía, un siglo más tarde.

4. La organización eclesiástica

Ante el crecimiento grande de la Iglesia a mediados del siglo III, se opta en algunos lugares por multiplicar las jurisdicciones territoriales. Tal es el caso de los tituli romanos, y también el caso de Alejandría.

Para el desarrollo en el campo, se multiplicaron los obispados en África y en la Italia central.
En Asia Menor existe desde principios del siglo III la institución de los choreipiscopoi, obispos de aldea, que eran obispos de rango inferior. Desaparecen a fines del siglo IV. La solución que termina por imponerse es la de multiplicar las "parroquias", de las cuales se encarga un presbítero. Es el régimen que se desarrollará en la Galia.

Además de la preeminencia de los obispos de las metrópolis, sobre toda una provincia (siglo II), en el siglo III aparecen obispos con preeminencia sobre toda una diócesis. Por ejemplo el obispos de Alejandría sobre la diócesis de Egipto, que comprende varias provincias. Antioquía sobre la diócesis de Oriente y Cartago sobre la de África.

En la segunda mitad del siglo III la Iglesia se extiende a las clases dirigentes. Hubo varios gobernadores de provincias, cristianos, y numerosos cristianos en el palacio imperial y en la familia de los emperadores (ver ejemplos concretos en la p. 256).

La participación de los cristianos en las funciones municipales está regulada por algunos cánones del concilio de Elvira. Se prohibía ejercer el cargo de "flamen", que se encargaba de realizar funciones de un sacerdocio civil. Se pedía a los "dumviros" que presidían el gobierno de las ciudades, que no asistieran a las iglesias mientras durara su cargo. Constantino se limitará a reconocer una situación incoherente de la vida romana en la que no se podía permanecer más.

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