CAPÍTULO VII: LA IGLESIA Y EL IMPERIO

1. Las primeras persecuciones

Tanto Suetonio como Tácito mencionan la primera persecución de Nerón contra los cristianos en el año 64.

Los cristianos (como antes los judíos) eran acusados de mysantrophia, es decir, de odium humani generi. A oposición de los paganos que amaban la philantropia, el humanismo. Acusaban a los cristianos de adorar a un asno, de asesinato ritual y de incesto.

Melitón nos informa que la persecución vuelve con Domiciano (81-96), aunque Vespasiano, durante la destrucción de Jerusalén, mandó buscar a todos los descendientes de David (persecución del mesianismo judío), entre los cuales estaban algunos parientes del Señor (Simeón y Judas).

Durante el gobierno de los Flavios, hubo persecución de cristianos en Roma entre la nobleza (Acilio Glabrión, Flavio Clemente y Flavia Domitila), pero la mayor persecución fue en Asia, pues allí había muchos cristianos ligados estrechamente al judaísmo.

San Juan , en el Apocalipsis (y también otros escritos de la época como la Ascensión de Isaías, el IV libro de Esdras y el IV libro de los oráculos sibilinos) cambia el modo de tratar al Imperio. Pablo buscaba llevar a los crisitanos a obedecer al imperio, contra el peligro de rebelión que propugnaban los judaizantes. Ahora Juan, se expresa del Imperio como la Bestia, de Nerón como el 666 y de Roma como Babilonia.

Las autoridades imperiales perseguían las corrientes misiánicas y milenaristas que prevalecían en Asía, también entre los judeo-cristianos. Perseguían la pertinacia en contra del sometimiento al Emperador.

2. La Iglesia bajo los Antoninos

En tiempo de Nerón no hubo propiamente un institutum neronianum (Tertuliano) o ley persecutoria contra los cristianos. Sin embargo, sí se sentó un precedente para establecer la legislación que perduró durante todo el siglo II, y que puede resumirse en el contenido de la carta de Plinio el Joven, gobernador de Bitiania, a Trajano (98-117), sucesor de Nerva. Esta legislación era tolerante para los cristianos: no se admitían las denuncias anónimas, no se perseguía propiamente a los cristianos. Si embargo, si eran denunciados y no abjuraban (lo cual era lo normal) debía ser condenados por pertinacia.

Por lo tanto, quienes perseguían a los cristianos en el siglo II no eran los emperadores, sino las poblaciones paganas o judías que los denunciaban.

En el siglo III surgirán nuevos problemas y encontraremos actos legislativos emanados por el poder central.

En época de Trajano fue condenado a muerte en Jerusalén Simeón, segundo obispo de Jerusalén e hijo de Cleofás (hermano de José) por pertenecer al linaje de David. También murió mártir San Ignacio de Antioquía.

El reinado de Adriano (117-138) fue muy apacible para los cristianos. A lo largo del siglo II los cristianos van dejando de ser relacionados con los judíos. Celso considera a los cristianos como una herejía judía. Pero Frontón cambia un poco su apreciación: los ve como unos mistagogos orientales que adoraban una cabeza de asno, inmolaban y devoraban un niño en las ceremonias de iniciación y se unían incestuosamente después de un banquete los días de fiesta (Minucio Felix). Al parecer las sectas gnósticas -con las cuales era confundida la Gran Iglesia- sí hacían este tipo de cosas. Luciano, hacia el año de 165, en Atenas, escribe su Vida de Peregrino, un personaje que se convierte en Palestina al cristianismo, es encarcelado y luego espulsado de la comunidad por comer idolotitos. Luciano presenta al cristianismo como un conjunto de personas no criminales pero sí muy ingenuos.

Para muchos paganos el cristianismo es inocente pero está lleno de supersticiones sin fundamento. Sin embargo, bajo el reinado de Marco Aurelio hay un endurecimiento de los intelectuales. Ya no ven al cristianismo como algo sin importancia, sino como un verdadero peligro para la sociedad. Así los presenta Celos en su Discurso verdadero.

Bajo un barniz humanista, la civilización greco-romana escondía un fondo de crueldad. De ahí los martirios de cristianos, arrojados a las fieras en las fiestas paganas (Policarpo, Mártires de Lyon, etc.), durante los reinados de Adriano y Marco Aurelio.

3. Las apologías

La primer apología es la presentada en Atenas a Adriano por Cuadrato. Sólo conservamos de ella un pequeño fragmento. La segunda es la de Arístides también a Adriano.

Luego Justino escribe dos apologías a Antonino Pío (una contra las acusaciones de Frontón). Junto con el Dialogo con Trifón son las obras más interesantes de esta época.

Después, en Asia, dirigidas a los emperadores marco Aurelio y Cómodo, varios autores escriben apologías, o defensas oficiales del cristianismo: Melitón de Sardes, Apolinar de Hierápolis y Milcíades.

Otras apologías fueron las de Teófilo de Antioquía (metido en el judeo-cristianismo de Siria), que escribió su Ad Autolicum, Taciano y la Epístola a Diogneto.

El objetivo de las apologías era defender a los cristianos, pero también presentar el cristianismo como los únicos herederos de la civilización greco-romana. Por eso hacen un llamamiento a la razón y a la moral. Desarrollan el argumento histórico (especialmente Taciano y Teófilo. El Logos se ha manifestado en la persona de Cristo. No rechazan el helenismo, sino que aceptan plenamente el mundo en el que viven y le dan una nueva significación cristiana.

4. Retórica y Filosofía

El helenismo cristiano comienza a florecer en los reinados de Adriano y Marco Aurelio. El siglo II es el siglo del helenismo y de la retórica. Sobre todo, el platonismo recobra su impulso original después del eclecticismo de la nueva Academia.

Melitón es el más artista de los escritores cristianos. Justino es un aticista, se inspira en los autores clásicos (estilo directo, escueto, de una claridad admirable). Hegesipo es el primer historiador de la Iglesia. Todos adornan sus apologías con citas de Homero y de los Trágicos.
Estos autores, no sólo se ven influidos por la forma literarias del helenismo, sino también por el contenido: estoicismo (metáforas, epistemología, moral) y sobre todo el platonismo medio.

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