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CAPÍTULO
IV: ÉFESO, EDESA, ROMA (70-140) El
período que va del 70 al 140 constituye para el cristianismo una etapa
de búsqueda. Pululan las sectas gnósticas. Se perfila el primer
enfrentamiento con el Imperio Romano. 1.
El cristianismo en Asia Menor Según
Eusebio y los escritos apócrifos, los Apóstoles se distribuyeron
la tierra en áreas geográficas: Santiago y Tomás el área
de Mesopotamia, Juan y Felipe el área de Asia, y Pedro el área de
Fenicia, el Ponto, Acaya y Roma.
Asia Menor es la zona con más vitalidad.
Papías de Hierápolis, discípulo de Juan y compañero
de Policarpo, predica en Frigia. Dice en un escrito suyo que Felipe vivió
en Hierápolis, pues había oído hablar de las hijas del apóstol
Felipe. Frigia, a fines del período que estamos estudiando, será
el origen del montanismo. Se nota un entusiasmo apocalíptico, característico
del ambiente asiático. Han sobrevivido las esperanzas del mesianismo terrestre,
sin degenerar en gnosticismo. Es una región de gran número de mártires.
La
Frigia occidental y el litoral asiático aparecen como la región
de Juan. Ireneo recuerda las enseñanzas de Juan en Éfeso. Juan era
de los que pretendían renunciar lo menos posible al judaísmo auténtico.
Juan está más bien en la línea de Apolo. Por eso en Asia
se desarrolla una especie original de judeo-cristianismo en el que persisten las
esperanzas milenaristas. Parecen evidentes las influencias esenias. Celebran la
Pascua el mismo día que los judíos. Ignacio de Antioquía,
en sus cartas, señala los peligros de los excesos en el judeo-cristianismo.
En
Éfeso termina Juan su vida. En época de Ignacio la ciudad está
limpia de herejías. Destesta a los nicolaítas, herejía gnóstica
judeo-cristiana que rechazaba absolutamente el Antiguo Testamento. En Pérgamo
y Tiatira hay nicolaitas.
Las cartas de Ignacio centran su argumento en
dos puntos: 1) la vigilancia respecto a los judaizantes y 2) la unidad en torno
al obispo. 2.
La misión palestinense Después
del año 70 los cristianos retirados a Pella vuelven a Jerusalén
y allí se suceden 15 generaciones de obispos de vieja estirpe judía.
Es una supervivencia de la Iglesia presidida por Santiago el Justo. Bar Koseba
los persigue como a malos judíos.
Los primeros misioneros de la
evangelización en Egipto probablemente fueron helenistas de Palestina.
La Epístola a los Hebreos es casi ciertamente egipcia y presenta varios
puntos de contacto con el discurso de Esteban. En Egipto, el obispo era simplemente
el jefe de la comunidad de los presbíteros, uno de ellos y elegido por
ellos. Tal es el tipo judeo-cristiano del presbiterado, cuyo colegio es presidido
por el obispo: la misma organización que hemos hallado en Jerusalén.
En Asia Menor esta organización se combinaba con el tipo helenista: el
del obispo al que están subordinados los diáconos.
También
parte de Palestina la misión a Osroene.
Tomás fue el apóstol
de los partos (Edesa). En Edesa era venerado su cuerpo en el siglo IV.
También
en Adiabene, más allá del Tigris, hay una misión judeo-cristiana
unida a la misión judía que se llevó a cabo durante el siglo
I con motivo de la conversión de los reyes de Adiabene al judaísmo.
De esta región vendrá Taciano (el asirio) a fines del siglo II.
Es
probable que Batolomé se encargara de la evangelización en Arabia
y de allí se evangelizara la India a mediados del siglo II. 3.
La misión de Pedro Pedro
predica en el litoral de Fenicia y Siria. El judeo-cristianismo antioqueno tiene
influencia petrina. Allí aparecen dos grupos: los presbíteros, representando
la tendencia colegial, y los diáconos en torno al obispo. Ignacio insiste
en la unión de estos dos grupos en torno al obispo.
El Ponto, Bitinia,
Capadocia y Galacia tienen cierta relación con Pedro. A estas regiones
va dirigida su Primera Epístola. En el siglo II había fuertes lazos
entre Corinto y el Ponto. Corinto contaba con comunidades petrinas. Celebraban
la Pascua como los romanos y no como los asiáticos. Las mujeres tenían
especial importancia en la vida de la Iglesia (diaconisas, catequesis, bautismos,
exorcismos, etc.). Grecia (Macedonia, Tesalia y Atenas) fue el gran campo apostólico
de Pablo. A principios del siglo II Cuadrato escribe su apología dirigida
al emperador Adriano (quizá a su paso por Atenas en el año 124).
Cuadrato conocía a personas que habían sido curadas por Cristo.
En Grecia escribe Lucas sus dos escritos neotestamentarios. En Corinto se siente
el influjo de Pablo y también de Pedro (cfr. Carta de Clemente Romano a
los de Corinto en el año 100).
En Roma, después de Pedro,
Lino y Cleto, toma las riendas de la Iglesia Clemente hacia el año 88.
En ésa época había en la Iglesia de Roma presbíteros
o "epíscopos", y también diáconos (estructura semejante
a la Iglesia de Antioquía). Clemente había conocido a los Apóstoles
Pedro y Pablo. Trasmite en su Epístola palabras de Cristo que se conocían
por tradición oral. Era de ambiente judeo-cristiano.
Hermas conoció
a Clemente pues éste le pidió que escribiera el Pastor. Hermas vivió
hasta el Papa Pío I (año 140). En época de Hermas había
profetas (él mismo lo era), lo cual supone un estado arcaico de la comunidad.
Hermas es hostil a los diáconos (influencia judeo-cristiana) y favorable
a la espiritualidad esenia y a la angelología (influencia judeo-cristiana).
En
las dos primeras décadas del siglo II fueron obispos de Roma Evaristo y
Alejandro. Bajo este último escribe Ignacio a los romanos (115). Bajo Sixto
(115-125) tiene lugar una controversia sobre la fecha de la Pascua. En esa época
se escribió la homilía romana titulada Segunda Epístola de
Clemente. Telesforo (125-136) siguió a Sixto. Ya desde el año
120 se veneran los restos de Pedro en el Vaticano. Home
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