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CAPÍTULO
I: LA IGLESIA PRIMITIVA (33-70) Los
documentos de los primeros siglos (Hechos de los Apóstoles, Cartas de San
Pablo, Escritores latinos, Eusebio
) deben utilizarse con prudencia: su datación
suele ser difícil, su autenticidad discutida y su interpretación
ambigua.
A falta de documentos, los primeros siglos nos brinda una herencia
literaria de una impresionante variedad (manuscritos del mar Muerto, los descubrimientos
de Nag Hammadi, los escritos judeo-cristianos, etc.). Estos textos pueden utilizarse
para la historia, situándolos con precisión en su contexto. Así
se logra presentar una imagen más viva y real de los primeros siglos.
La
Iglesia judeo-cristiana (anterior al año 70) aparece velada en los documentos
oficiales y, sin embargo, tuvo una gran riqueza que conviene conocer. 1.
Pentecostés La
historicidad de Pentecostés, hecho sucedido el último día
de la fiesta de las Semanas en Jerusalén, es en sí de una historicidad
indiscutible. También el fenómeno de la glosolalia aparece como
verosímil, como lo encontramos en otros momentos de la vida de la comunidad
primera. El discurso de Pedro tiene un esquema kerigmático arcaico. Pedro
anuncia la Resurrección de Jesús. Las pruebas que presenta Pedro
son tres: 1) el propio testimonio de los apóstoles; 2) los milagros que
hacen en nombre de Jesús, 3) el cumplimiento de las profecías. Pedro
hace un llamamiento a la conversión. 2.
Sectas judías Entre
las sectas judías están los saduceos, que son más hostiles
a las innovaciones religiosas. Los sumos sacerdotes forman un grupo distinto y
pertenecen a la casa de Sethu desde el año 6 d. C. Se muestran especialmente
celosos de su influencia sobre el pueblo. Los dos grupos son hostiles al cristianismo
primitivo. Ponen presos a los apóstoles en dos ocasiones y luego son puestos
en libertad porque no todos los miembros del Sanedrín pensaban de la misma
manera (p. ej. Gamaliel, fariseo, defiende a los apóstoles). Los fariseos
defienden un mesianismo al que son contrarios los saduceos y especialmente los
sumos sacerdotes.
Antes de la Pascua del año 41, la casa de Anás
-favorecida por Herodes Agripa- es la causante de la muerte de Santiago y de la
prisión de Pedro. La fecha del año 43 (un año antes de la
muerte de Agripa) para el martirio de Santiago es absolutamente segura.
Los
fariseos eran favorables a los hebreos y hostiles a los helenistas (por su desinterés
respecto a la independencia judía, del Templo y de la estructura legal
de Israel).
Los cristianos convertidos en Jerusalén eran, por lo
general, fariseos convertidos y hebreos fieles al culto del Templo y observantes
de la usanza mosaica. El jefe de los hebreos es Santiago, el «hermano del
Señor», a quien hay que distinguir de los dos apóstoles de
ese nombre. Este partido -con el que tuvo diferencias Pablo- desapareció
después del año 70. La influencia dominante en las primeras décadas
de la Iglesia, corre a cargo de este partido. En algunos documentos apócrifos,
Santiago el Justo aparece con cierta preeminencia, incluso frente a Juan y Pedro.
Es el receptor de la gnosis de Cristo crucificado (cfr. Hipotiposis de Clemente).
En fuentes ebionitas es presentado como el personaje más importante de
la Iglesia. Hegesipo (judío convertido) decía que no bebía
vino ni bebida embriagante alguna, no se rasuraba y pasaba el día en el
Templo intercediendo por el pueblo. En torno a él se agrupan un cierto
número de parientes del Señor (los «desposynoi»). Los
helenistas se quejan del afán monopolizador de este grupo.
En el
Nuevo Testamento se encuentran ecos del judaísmo rabínico y de una
literatura targúmica. Los esenios, o comunidad sadocita, subrayan la
esperanza escatológica. Era un grupo reducido y selecto. Tenía gran
influencia en la comunidad judía. Es probable que algunos esenios se hayan
convertido al cristianismo. Algunos especialistas hacen notar el fuerte sabor
sadicita que tienen los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles.
Los esenios eran afines a los helenistas. 3.
La vida de la comunidad Los
primeros cristianos de Jerusalén aparecen como judíos especialmente
piadosos. Sin embargo los cristianos se consideran a sí mismos como la
«ekklesía», el nuevo Pueblo de Dios. Los cristianos se reúnen
a «partir el pan en sus casas» (por ejemplo, la de María, madre
de Marcos, o la de Lidia en Filipos
). Estas reuniones eran diarias (Hch
2, 46). Algunas eran nocturnas: instrucciones, fracción del pan, comida,
oraciones, cantos de alabanza. Había una asamblea en la noche del sábado
al domingo.
Otro aspecto de la comunidad primitiva es la comunidad de bienes
por parte de los hermanos, que no era obligatoria. Esta práctica existía
entre los sadocitas.
Los apóstoles designan a Siete helenistas para
servir a la mesa y también para predicar y bautizar. Les confieren los
poderes mediante una ordenación. Los hebreos tenían ya presbíteros
o ancianos. Santiago el Justo era uno de ellos. Tienen la misma función,
entre los hebreos, que los Siete entre los helenistas. Los Siete son los presbíteros
entre los helenistas.
Santiago el Justo es quien está al frente
del colegio de presbíteros y de la comunidad de Jerusalén. Los apóstoles
lo designan como obispo, como heredero de los poderes apostólicos. Home
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