| CAPÍTULO
V: LAS PERIPECIAS DE LA CRISIS ARRIANA No
sólo en África estaba la Iglesia dividida. También en Egipto
y Asia Menor había partidos. Osio, obispo de Córdoba, que había
llevado a cabo una primera labor de investigación en la iglesia de África,
es nuevamente encargado por el emperador para informarse de la situación
de la iglesia en el Oriente. La conclusión será también la
convocación de un concilio. Muchos
obispos orientales miraban con reticencias la palabra "omoousios" por
diferentes motivos: 1°) era más fuerte la tradición en Occidente
(ya Tertuliano la utilizaba) y Egipto (reprensiones a Dionisio); 2°) esta
palabra se usabe en Oriente con un sentido más material (el mismo material
de dos monedas, por ejemplo); 3°) Los gnósticos y Pablo de Samosata
la habían empleado; 4°) En Nicea se habían desatado discusiones
violentas sobre este tema que habían introducido la sombra de la duda.
"Es
extraordinariamente difícil condensar de manera clara y precisa las vicisitudes
de la crisis arriana en el transcurso del período agitado que se extiende
entre 325 y 381. La relaidad histórica tiene una estructura polifónica
y sería necesario poder captar y combinar todos sus distintos aspectos
a la vez" (p. 293).
El Oriente griego tiene una sensibilidad al peligro
sabeliano que el Occidente y Egipto tardarán veinte años en descubrir.
Al subir Atanasio a la sede de Alejandría (8 de junio de 328) la polémica
se enciende por el ardor del obispo alejandrino y su celo, quizá a veces
demasiado vehemente, que hace adoptar posiciones radicales a sus adversarios.
La estructura bipolar de la sociedad (emperador y obispos) complica la
situación. En tres años, Constantino había cambiado su postura
(quizá bajo la influencia de su medio hermana Constancia, viuda de Licinio).
Arrio y los arrianos son llamados del destierro a cambio de unas fórmulas
de fe vagas. Eusebio de Nicomedia recupera su sede. Constantino permanece inclinado
hacia el arrianismo hasta su muerte.
Veremos,
a continuación, las cuatro fases que se pueden distinguir en el desarrollo
de la crisis arriana. 1.
La reacción antinicena en Oriente Para
la mayoría de los obispos de Oriente, y también para la Corte Imperial,
el problema principal no era el arrianismo, sino el sabelianismo, representado
por Marcelo de Ancira. Las cabezas de este partido eran los dos Eusebios (Cesarea
y Nicomedia) que lucharon contra la fórmula nicena, tachada de "sabeliana".
Desde el año 326 al 335 (concilio de Tiro-Jerusalén, en
que se consigue la deposición de Atanasio de su sede de Alejandría),
fueron depuestos una decena de obipos desde Palestina a Tracia (por ejemplo, Marcelo
de Ancira y Eustacio de Antioquía).
Los motivos de las deposiciones,
sin embargo, no eran teológicos, sino políticos y morales. A Eustacio
se le acusó de adulterio (por denuncia de una prostituta) y a Atanasio
de violencia contra los melecianos y de impedir que el trigo saliera de Alejandría
a Constantinopla. La defensa que hizo Roma (año 338-339) de los nicenos
no fue escuchada. 2.
El frente común antisabeliano Durante
veinte años, después de las muertes de Constantino (338), Arrio
(335), Eusebio de Cesarea (340) y Eusebio de Nicomedia (341) la victoria del partido
antisabeliano es completa. Al principio hay un periódo de tolerancia (342-346)
mientras Constante, que estaba inclinado a la fe nicena, es emperador de Occidente.
Pero cuanto es unificado nuevamente el imperio en Constacio II (351), que había
sido emperador de Oriente hasta entonces, las posiciones se endurecen nuevamente.
Los concilios se doblegan a la voluntad del emperador (Arles, 353; Milán,
355) y son depuestos de sus sedes obispos nicenos (Lucifer de Cagliari, Hilario
de Poitiers, el papa Liberio, Osio de Córdoba).
Aparece una nueva
generación de subordinacionistas, especialmente en el Ilírico: Ursacio
de Singiduno y Valente de Mursa. También está Fotino de Sirmio,
sabeliano condenado por los occidentales, en 345.
De 341 (Concilio de
las "Encenias", con motivo de la dedicación de la gran basílica
de Antioquía) a 351 los orientales proponen hasta siete fórmulas
diferentes para sustituir a la nicena. Estas fórmulas no desean seguir
a Arrio y sus promotores se distancian de él. Pero, la realidad es que
se cubre o se tolera el subordinacionismo y se ataca duramente todo lo que sepa
a sabelianismo. 3.
El extremismo anomeo y la victoria del homeismo Hacia
el año 350 Aecio fue promovido al diaconado y provoco un escándalo
en Antioquía. Tenía una herencia syllukianista unida a una sólida
preparación filosófica de tipo aristotélico. Aecio dominaba
la argumentación dialéctica. Identificaba la esencia divina con
la noción de no-engendrado, es decir, con el Padre. El Hijo era totalmente
diferente (anomoioV). Así surgió el anomeísmo.
Basilio
de Ancira, sucesor de Marcelo en el año 335, inició una reacción
en contra del anomeísmo. Fue el cabeza del partido de los homeusianos
que afirmaban la semejanza en todo entre el Padre y el Hijo, y particularmente
en la sustancia (omoiousioV).
De los anteriores se separan los homeos,
subordinacionistas que utilizaban la fórmula vaga de omoioV. Su jefe era
Acacio, discípulo y sucesor de Eusebio de Cesarea.
Constancio en
sus últimos años (357-361) tiene su residencia imperial en Sirmio,
a orillas del Danubio. En esos años se multiplican los concilios buscando
fórmulas nuevas. El emperador vacila. Sucesivos
concilios de Sirmio se inclinan a un lado o a otro (357: subordinacionismo de
Ursacio y Valente; 358: triunfan los homeousianos de Basilio de Ancira, el papa
Liberio firma esta fórmula que puede interpreatarse de modo ortodoxo).
Por fin, después de los concilios de Rimini (para los occidentales) y Selecucia
(para los orientales), en el año de 360, un concilio en Constantinopla
define la fe imperial: el homeísmo de Acacio, al que todos deberán
someterse.
El credo homeista define lo que puede llamarse el arrianismo
histórico según será profesado en adelante por comunidades
o pueblos hostiles a la ortodoxia católica y al símbolo de Nicea.
El
período de gobierno de Juliano el apóstata, introduce una época
de tolerancia en la que vuelven a alzarse los partidos proscritos, tanto ortodoxos
(Atanasio) como radicales (anomeos). La situación es compleja y confusa.
En Antioquía esta vacilación dura ochenta años (330 a 410).
En 362, por ejemplo, había cinco comunidades rivales en esa comunidad:
1) los nicenos fieles a Eustacio; 2) los partidarios de Melecio (obispo homísta
que luego pasa a la ortodoxia); 3) los arrianos de Euozio (sustituto de Melecio);
Teófilo de Indio (homeista enviado por Aecio y Eunimio desde Constantinopla,
para atraerse a Euozio); 4) los partidarios de Apolinar de Laodicea (nicenos,
pero desviados, que tendrán en Antioquía como representante a Vidal,
obispo en 376). Por otra parte, a partir de los años 60´s en Egipto
y 70´s en Asia Menor, aparecen los pneumatómacos, que niegan la consustancialidad
del Espíritu Santo. 4.
De Valente a Teodosio El
reinado de Valentiniano (364-375) en Occidente (mayoritariamente niceno), corresponde
a un período de restablecimiento y estabilización. Era cristiano
y niceno pero más preocupado por los bárbaros que por los asuntos
religiosos, en los que se muestra tolerante. En Oriente, su hermano Valente (364-378),
es un emperador teólogo, como Constancio, y también como él,
arriano homeo (fórmula de Constantinopla de 360). Actúa severamente
contra anomeos, homeusianos y nicenos (Atanasio es expulsado por quinta vez de
Alejandría). Vida
de Atanasio: - 325
nacimiento
- 328
obispo de Alejandría
- 335
a 337 1er. destierro a Tréveris (bajo Constantino)
- 339
a 346 2° destierro en Roma (bajo Constancio)
- 356
a 362 3er. destierro en el desierto de Egipto (bajo Constancio)
- 362
a 363 4° destierro (bajo Juliano)
- 365
a 366 5° destierro )bajo Valente
- 373
fallecimiento
Durante Valente aparece el partido neoortodoxo, que acabará fusionándose
con los nicenos. Nace en el seno de la derecha homeísta (perfecta semejanza
del Padre y el Hijo). Parridarios: Melecio de Antioquía y los tres Capadocios.
Los nicenos habían establecido sus reservas frente a la teología
de Marcelo de Ancira y Fotino de Sirmio. De esta manera, ambos partidos podían
unirse sin problemas.
Tuvo mucha importancia en ese momento el que en Oriente
y Occidente se hablaran distintas lenguas y se fuera creando un vocabulario de
palabras que en cada grupo tenían una acepción teológica
precisa. Por ejemplo, mientras que los orientales (los capadocios, entre otros)
decían "una ousia y tres hipóstasis", los latinos decían
que en la Trinidad había "una substantia y tres personae". Unos
tachaban de arrianos o sabelianos a los otros. San Basilio contribuyó grandemente
a superar las incomprensiones mutuas.
Desde el año 370 al 379 (fecha
de su muerte) Basilio se consagra a esa ardua tarea. En 379 se reune un concilio
en Antioquía, con 153 obispos de Oriente reunidos, que acepta la fe de
Dámaso, el obispo de Roma. Además, Valenta había muerto en
Adrinópiolis (378) y le sucedía en enero de 379 Teodosio, general
de origen español y, como buen occidental, niceno convencido. En 380, por
medio de un edicto, impone a sus súbditos la ortodoxia católica
definida por referencia a la cátedra de Pedro en Roma y a su aliado el
obispo de Alejandría.
En Constantinopla pone a Gregorio de Nacianzo
como patriarca. Teodosio no cesa de apoyar la fe nicena. Dámaso (366-384)
y Ambrosio de Milán (374-397) hacen lo mismo en Occidente. Ambrosio contribuye
a eliminar el último bastión del arrianismo, en la costa del Ilírico.
Al terminar el reinado de Teodosio el mundo romano es católico.
El
problema teológico de la lucha entre arrianos y nicenos no sólo
tuvo influjo sobre los obispos y el clero, también apasionó a las
multitudes. Molineros, caminantes y marineros cantaban un canto compuesto por
Arrio. Gregorio de Nisa comenta como entre los panaderos y en las termas se discute
sobre el engenderado y el no-engenderado. San Ambrosio, por ejemplo, pide ayuda
a la multitud, en Milán, cuando la emperatriz Justiana (madre de Valentiniano
II) pretende entregar una de las basílicas al culto arriano. Home
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