Judeo-cristanismo

Las comunidades judeo-cristinanas. Semejanzas de las primitivas comunidades cristianas con las comunidades judías (Fliché-Martin)

El cristianismo se difunde más hacia occidente que hacia oriente: porque Palestina formaba parte del Imperio romano, porque la separaba de Persia un desierto, por los mayores contactos del judaísmo con el helenismo.

Como el judaísmo, se organiza como religión de ciudad. Cada ciudad es presidida por un obispo. En las zonas rurales: los "coriepiscopi". Hay obispados, exarcados, primacías y patriarcado ordenados jerárquicamente
En las primitivas comunidades cristianas dispersas por el Imperio romano, sobreviven las particularidades étnicas: sirios de Marsella, asiáticos de Lyon, egipcios de Roma. Hasta el siglo II, las religiones conservan su carácter nacional. Están los cultos a Isis (Egipto); Mitra (Persia): culto extendido entre los soldados y excluía a las mujeres; la Gran Madre (Frigia): romanizada en la "Magna Mater Deum", las baales sirias, etc. Los "Quindecimviris sacris faciundis" ordenaban administrativamente lo referente a las religiones.

En el Imperio se procura volver a las tradiciones religiosas romanas primitivas. Sin embargo, hay periodos de sincretismo y de tolerancia para las religiones orientales. Otras veces se persiguen. Ninguna de las religiones orientales se organiza como iglesia salvo quizá el pitagorismo y el judaísmo. En el bajo imperio el politeísmo da paso a un monoteísmo: culto al sol.

El judaísmo tiene un estatuto privilegiado: es tolerado aún a costa de que los judíos no adoren al Emperador.

La escuela filosófica más importante durante el Imperio es el estoicismo: niega la trascendencia y la esperanza de una vida ultraterrena, afirma la sumisión al destino, y a la ley universal, enseña una ética avanzada. Otras escuelas filosóficas de relieve son las de Filón, el neopitagorismo y el neoplatonismo.

El cristianismo judío

La propagación del cristianismo se realiza paulatinamente, sin saltos, sin prisas, sin planes preestablecidos por los hombres. En los primeros años conservan del judaísmo todo lo que no es incompatible con la fe cristiana. Los Apóstoles colaboran dócilmente a la acción del Espíritu Santo. En los primeros años hay suficiente paz, unida a una persecución, pero no a muerte. La Iglesia echa raíces.

A los cristianos se les denomina "discípulos", como en tiempo de Jesús; luego "hermanos" ("comunidad") y "santos" ("iglesia"). Se reunían en el Cenáculo, luego en el Templo (en el Pórtico de Salomón).

Los saduceos son los principales enemigos de la Iglesia naciente. Prohiben predicar a los Apóstoles el nombre de Jesús. Los arresta y azotan. Los discípulos no se dejan intimidar. La Iglesia crece.

Los helenistas, que ya eran muchos, se quejan de que no se atienden a sus viudas. Los Apóstoles deciden dejar este ministerio a los diáconos. Los siete primeros tienen todos nombres griegos, quizá todos helenistas. Nicolás de Antioquía era, incluso, prosélito (pagano circunciso). Felipe y Esteban predican el Evangelio y hacen milagros, bajo la guía de los Apóstoles. San Esteban. Helenista alejandrino, audazmente predica temas candentes que, hasta ahora, los Apóstoles iban tocando poco a poco, con prudencia, en su predicación: la futura destrucción del Templo, la provisionalidad de la Ley...

La conversión de Cornelio, centurión de la cohors italica de Cesarea. El Espíritu Santo pone fin a la cuestión de lo puro y lo impuro ("Nosotros preferimos morir antes que transgredir la ley de nuestros padres", 2 Mac 7,2). Se debe admitir a la Iglesia a los paganos no circuncisos. Pedro en Jerusalén cuenta lo ocurrido y todos glorifican a Dios. Sin embargo, en la Iglesia judía, el caso de Cornelio queda como una excepción. No así fuera de Judea, en Antioquía, en donde la Iglesia se había extendido admirablemente.

Los helenistas de Judea van a Fenicia, Chipre y Antioquía. En Antioquía, algunos predican sólo a hebreos. Otros, los cirenaicos y chipriotas, predican también a gentiles que se convierten en gran número. Los Apóstoles envían a Bernabé, chipriota, para que coordine el apostolado. Ahí los discípulos comenzaron a llamarse cristianos y serán claramente distinguidos de los judíos.

Hasta el año 40 Jerusalén había sido el centro de la Iglesia universal. A partir de entonces lo será Antioquía. Luego, Roma.

Bajo Claudio hay hambre en Judea. Los antioquenos envían ayuda los ancianos (primera vez que aparecen mencionados los presbíteros) de Jerusalén.

El año 37 muere Tiberio. Le sucede Cayo y luego Claudio. El año 41, Claudio, reconstruye el reino de Herodes nombrando rey a Agripa (hijo de Aristóbulo -muerto por su padre Herodes en año 7- y Berenice). Movido por un gran celo por la Ley, reanuda la persecución contra los cristianos, mata a Santiago el Mayor y captura a Pedro. La narración nos revela detalles de la vida de los cristianos en Jerusalén: estaban reunidos en gran número en casa de María, la madre de Marcos; rezaban y consiguieron la liberación de Pedro por un milagro. Pedro envía recado a Santiago, que aparece como cabeza de la Iglesia de Jerusalén. Pedro se "marcha a otro lugar", muy posiblemente a Roma. La persecución acaba con la muerte de Agripa (a. 44).

El año 58 Pablo menciona los millares de judíos que habían abrazado la fe, siempre, sin embargo, una minoría oprimida.

Los fieles, hasta el año 70, pertenecen, sobre todo, a las clases media y baja. En Pentecostés ya había tres mil. La fe se centra en la divinidad de Jesús. Además, creen en otras verdades que no aceptan los judíos. Practican ceremonias judías (circuncisión, purificaciones, etc.) y propiamente cristianas (oración, bautismo, "fractio panis", etc.). Hay algunos judeo-cristianos que son judaizantes.

Por principio, los judíos despreciaban a los gentiles (confundían lo nacional con lo religioso). Aunque, había "prosélitos" "de la puerta (timoratos que vivían la ley mosaica) y "de la justicia" (que además practicaban la circuncisión), no entendían un mesianismo universal.

La extensión del cristianismo y el modo de hacerse el proselitismo entre los cristianos, es algo sin precedentes en la historia de las religiones, porque no arraiga -como sucede en otras religiones- más que en pocos del pueblo en que tuvo su origen (judíos), y, en cambio, se extiende entre otros pueblos prodigiosamente.

Desde hacía tiempo Pablo va haciendo una colecta para los fieles de Jerusalén, que pasan necesidad y son la primicia del Evangelio.

En la iglesia de Jerusalén hay paz desde la persecución de Agripa (a. 42) hasta la muerte del Santiago (a. 62). Esta paz se debe a la administración romana que asumió el poder y al respeto de los cristianos de Judea por la Ley. Habían creído "miles de judíos, y todos celadores de la Ley" (Act 21,20). Los Apóstoles y la mayoría de los cristianos de Jerusalén aprecian la obra de Pablo, pero hay algunos que no: son los que provocan los disturbios en Antioquía, Galacia, Corinto ("seguidores de Cristo").

Todos los Apóstoles estaban, en esos años, en misión (1 Cor 9,5) y respetaban mutuamente los campos de apostolado. Pablo tiene una gran solicitud por la unión con la Iglesia de Jerusalén. Prueba de ello es la colecta y la veneración que sentía por los santos de esa iglesia.

Pablo y Bernabé llegan a Jerusalén (a. 49) después de su primer viaje contando las conversiones entre gentiles. Se decide enviar una carta a esos cristianos prohibiéndoles sólo comer carnes sangrantes y sacrificadas a los ídolos, y la fornicación [es decir, prohiben lo que no era compatible, de ningún modo, con la fe, según las enseñanzas de Cristo]. En esa ocasión los judíos, en venganza, pretenden apresar a Pablo.

Fin de la comunidad judeo-cristiana

En 42 (persecución de Agripa) Santiago queda haciendo cabeza en Jerusalén. En el Concilio del año 49 pronuncia un discurso junto al de Pedro. Es una de las columnas de la Iglesia junto a Pedro y Juan. En 57 Pablo se presenta a Santiago en Jerusalén.

Colabora en la conversión de los "millaras de judíos que han creído y todos son observantes y celosos de la Ley" (Act 21,20).

Santiago, como Pablo, se hace todo para todos, para ganar a todos a Cristo. En su caso lo que había que hacer es seguir practicando con todo celo la Ley de Moisés. Respetaba la libertad de los gentiles convertidos a la fe, pero también utilizaba la libertad para seguir practicando los preceptos de la Ley que amaba.

La Carta de Santiago, escrita al final de su vida, no menciona para nada los preceptos legales. Se ve claro que no estaba de acuerdo con los judaizantes.
Hanan el joven, sumo sacerdote, aprovecho el interregno entre Festo y Albino (procuradores romanos) e hizo lapidar a Santiago hacia el año 62.

En el a. 64 comienzan los disturbios anti-romanos en Judea, que concluyen con la destrucción del Templo (70). El año 64 Gesio Foro es elegido procurador de Judea. Su despótica ambición hace desencadenar en el año 66 una rebelión incubada desde largo tiempo atrás, que se reprime violentamente (20 mil muertos en Cesarea).

En primavera del año 70 los judíos se levantan en masa, y Tito, por orden de su padre Vespasiano (emperador) arrasa en septiembre Jerusalén (destruye el templo y pasa a cuchillo a sus habitantes). Decenas de miles de judíos fueron muertos, deportados y esclavizados. Los cristianos huyeron a Pela.

Antes del asedio los cristianos, dirigidos por Simeón, abandonaron la ciudad. Van a Pela, ciudad de Perea (Eusebio). A Santiago (+62), que había quedado haciendo cabeza en Jerusalén después de la marcha de Pedro "a otro lugar", le sucede en Pela Simeón, hijo de Cleofás, que era tío de Cristo.

A partir del año 70 la literatura rabínica se hace mucho más hostil contra el cristianismo.

En la iglesia de Jerusalén, a donde vuelven pronto algunos de los exilados en Pela, se tiene muy en cuenta el parentesco de los familiares de Jesús.

Vespasiano y Dominciano persiguen a los parientes del Señor, que viven hasta la época de Trajano (nietos de Judas, hermano del Señor). San Simeón muere martir el 107 (a los 120 años, crucificado). Del 107 al 128 se cuentan 13 obispos de Jerusalén, todos pertenecientes a la circuncisión.

Durante la rebelión de Bar Kochba (132-135) los judíos se adueñan de Judea temporalmente y persiguen duramente a los cristianos. Los pocos cristianos que quedan en Jerusalén en el año 130, perecen bajo el terrible asedio. La comunidad judeo-cristiana de Jerusalén desaparece. Todavía en tiempos de San Justino (150) había un grupo de judeo-cristianos que vivían la ley, pero no la imponían a los demás. También quedaba un grupo de cristianos judaizantes, repudiados por todos.

Los obispos de Jerusalén (Helia Capitolina) después de la destrucción de Adriano (130), serán de origen helénico, pues Adriano prohibe la presencia de judíos en la ciudad.

Los cristianos judaizantes (nazarenos y ebionitas) no tuvieron más remedio que mantenerse alejados de ella (en la Transjordania, en Nazareth, en Alepo). Los hijos de Judas, hermano del Señor, presidieron algunas de estas Iglesias. Todavía en el siglo III había en estas Iglesias judeo-cristianas, personas de la familia del Señor, tenidas en gran estima.

Judaizantes (Fliché-Martin)

La Comunidad cristiana de Jerusalen desde el año 62 al 130

A partir de la muerte de Santiago el Menor (a. 62), según Hegesipo, comieza a dividirse la comunidad judeo-cristiana en dos grupos:

  • los nazarenos (nombre con que se habían dedesignado hasta entonces a los judeo-cristianos);
  • y los ebionitas (pobres), opuestos a Simeón y dirigidos por su rival llamado Thebutis.

A Santiago el Menor (+62) le sucede Simeón, hijo de Cleofás, que era tío de Cristo. El año 64 Gesio Foro es elegido procurador de Judea. El año 66, su despótica ambición hace desencadenar una rebelión incubada desde largo tiempo atrás. En primavera del 70 Vespasiano asedia Jerusalén, que es tomada en septiembre por su hijo Tito. Antes del asedio los cristianos, dirigidos por Simeón, abandonaron la ciudad. Van a Pela, ciudad de Perea (Eusebio).

Comunidades judeo-cristianas después del año 130

En tiempos de San Justino (150) había un grupo de judeo-cristianos que vivian la ley, pero no la imponían a los demás (los nazarenos). También quedaba un grupo de cristianos judaizantes, repudiados por todos (los ebionitas). Los ebionitas acabaron en convertirse en una auténtica secta y aparecen a finales del siglo II como separados de la gran Iglesia. Estos dos grupos permanecen mezclados hasta el siglo IV o V, aunque cada vez con mayor predominio de los poco moderados (los ebiointas).

Los cristianos judaizantes (nazarenos y ebionitas) no tuvieron más remedio que mantenerse alejados de Jerusalén (en la Transjordania, en Nazareth, en Alepo). Los hijos de Judas, hermano del Señor, presidieron algunas de estas Iglesias. Todavía en el siglo III había en estas Iglesias judeo-cristianas, personas de la familia del Señor, tenidas en gran estima.

Su número fue disminuyendo. En el siglo IV aparecen todavía como grupo distinto del resto de los cristianos. Muchos Padres de la Iglesia hablan de ellos en términos poco favorables. El final del judeo-cristianismo es oscuro.
Los judeo-cristianos tenían su propio Evangelio, llamado Evangelio de los hebreos, parecido al de Mateo, pero con algunas variantes.

Doctrina de los Judaizantes

Hay tres grupos principales:

a) Los nazarenos (del hebreo "nazar"=separado) es una secta de judío-cristianos moderados que, después del año 62, se distinguían por su fidelidad a las observancias de la antigua ley mosaica, sin pretender imponerlas al resto de las Iglesias. Reconocían que Jesús era el hijo de Dios, y rechazaban las adiciones que los fariseos y doctores habían hecho a la pura ley mosaica.

b) Los ebionitas (de la palabra hebrea que significa "pobres") son herejes del siglo I (aparecen claramente después del año 62). Sólo aceptaban, del Nuevo Testamento, parte del Evangelio de Mateo (Evangelio de los hebreos). Consideraban a S. Pablo como apóstata. Pretenden imponer la ley mosaica a los demás cristianos. Niegan la divinidad de Cristo. Niegan su concepción virginal. c) Los elcesaitas aparecen en el siglo II en los territorios próximos a Palestina. Su fundador es un judío apóstata llamado Elcásai, que vivió en tiempos de Trajano. Admiten sólo una parte del Antiguo y Nuevo Testamentos. Obligaban a sus discípulos a casarse. No guardaban la ley mosaica aunquie sí la circuncisión y algunas ceremonias judías. Admitían adorar a ídolos y abjurar de la fe, si se hacía externamente y no con el corazón.

Bibliografía: Fliché I-8 y I-14, .

Fin del judaísmo (Bihlmeyer)

a) Conflicto de Antioquía

San Pablo llama la atención a San Pedro por "judaizar", es decir, por no decidirse a vencer los respetos humanos y a dejar a un lado las costumbres judías que no era necesario vivir, pues quedaban superadas por la Nueva Ley de libertad inaugurada por Cristo. Los judíos venidos de Jerusalén, quieren imponerse a la mayoría gentil de Antioquía. Pablo reprende públicamente a S. Pedro por un intento de judaizar.

b) Concilio de Jerusalen (49)

En este primer Concilio de la Iglesia se determinó abolir definitivamente la Ley Antigua, de modo que, los paganos recién convertidos pudiesen vivir tranquilos sin cumplir los preceptos legales (por ejemplo, la circuncisión) y judiciales del judaísmo. Sólo se pidió abstenerse de la fornicación y de tomar alimentos con sangre. Pablo y Bernabé llegan a Jerusalén después de su primer viaje contando las conversiones entre gentiles. Se decide enviar una carta a esos cristianos prohibiéndoles sólo comer carnes sangrantes y sacrificadas a los ídolos, y la fornicación [es decir, prohiben lo que no era compatible, de ningún modo, con la fe, según las enseñanzas de Cristo]. En esa ocasión los judios, en venganza, pretenden apresar a Pablo.

c) Destrucción de Jerusalén y fin de la comunidad judeo-cristiana (años 64 a 150)

A Santiago (+62) le sucede en Pela Simeón, hijo de Cleofás, que era tío de Cristo. Año 64: Gesio Foro es elegido procurador de Judea. Año 66: su despótica ambición hace desencadenar una rebelión incubada desde largo tiempo atrás. En el año 66 se habían reprimido algunos disturbios violentamente. Los judíos se levantan en masa, y Tito, por orden de su padre Vespasiano (emperador) arrasa Jerusalén (destruye el templo y pasa a cuchillo a sus habitantes). En primavera del 70 Vespasiano asedia Jerusalén, que es tomada en septiembre por su hijo Tito. Decenas de miles de judíos fueron muertos, deportados y esclavizados. Los cristianos huyeron a Pela. En 370 aproximadamente, Juliano reconstruye el templo que es derruido por un terremoto (Wohl). Antes del asedio los cristianos, dirigidos por Simeón, abandonaron la ciudad. Van a Pela, ciudad de Perea (Eusebio).

A partir del año 70 la literatura rabínica se hace mucho más hostil contra el cristianismo. En la iglesia de Jerusalén, a donde vuelven pronto algunos de los exilados en Pela, se tiene muy en cuenta el parentesco de los familiares de Jesús. Vespasiano y Dominciano persiguen a los parientes del Señor, que viven hasta la época de Trajano (nietos de Judas, hermano del Señor). San Simeón muere mártir el 107 (a los 120 años, crucificado). Del 107 al 128 se cuentan 13 obispos de Jerusalen, todos pertenecientes a la circuncisión.

Durante la rebelión de Bar Kochba (132-135) los judíos se adueñan de Judea temporalmente y persiguen duramente a los cristianos. Los pocos cristianos que quedan en Jerusalén en el año 130, perecen bajo el terrible asedio. La comunidad judeo-cristiana de Jerusalen desaparece. Todavía en tiempos de San Justino (150) había un grupo de judeo-cristianos que vivían la ley, pero no la imponían a los demás. También quedaba un grupo de cristianos judaizantes, repudiados por todos. Los obispos de Jerusalen (Helia Capitolina) después de la destrucción de Adriano (130), serán de origen helénico, pues Adriano prohibe la por esencia de judíos en la ciudad. Los cristianos judaizantes (nazarenos y ebionitas) no tuvieron más remedio que mantenerse alejados de ella (en la Transjordania, en Nazareth, en Alepo). Los hijos de Judas, hermano del Señor, presidieron algunas de estas Iglesias. Todavía en el siglo III había en estas Iglesias judeo-cristianas, personas de la familia del Señor, tenidas en gran estima. Los judeo-cristianos tenían su propio Evangelio, llamado Evangelio de los hebreos, parecido al de Mateo, pero con algunas variantes. A partir de la muerte de Santiago el Menor (a. 62), según Hegesipo, comienza a dividirse la comunidad judeo-cristiana en dos grupos: los nazarenos (nombre con que se habían designado hasta entonces a los judeo-cristianos) y los ebionitas (pobres), opuestos a Simeón y dirigidos por su rival llamado Thebutis. Estos últimos acabaron en convertirse en una auténtica secta y aparecen a finales del siglo II como separados de la gran Iglesia. Su número fue disminuyendo. En el siglo IV aparecen todavía como grupo distinto. Muchos Padres de la Iglesia hablan de ellos en términos poco favorables. El final del judeo-cristianismo es oscuro.

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