F) Enchiridion y De Doctrina Christiana

XXXXXEstos dos pequeños escritos tardíos de Agustín se hicieron muy populares y tuvieron gran repercusión. Y son muy útiles todavía hoy porque compendian de forma escueta toda la teología madura de Agustín. El Enchiridion, "el manualito sobre fe, esperaza y caridad", nació igual que otras muchas obras de San Agustín como respuesta a una petición de información mencionada por Agustín tanto en el prólogo del libro como en Retractationes (II 63). Un amigo llamado San Agustín. Pinturicchio. Pintura al fresco. Pinacoteca Vannucci, Perugia.Lorenzo, del que tan sólo sabemos que era hermano de Dulcicio, al que Agustín respondió también un poco más tarde (De octo Dulcitii quaestionibus), pidió a Agustín en el 421 un opúsculo sobre cómo había que adorar rectamente a Dios. Dado que con esa petición Lorenzo "exige abarcar con la mano lo que armarios enteros no pueden contener" (I 6), Agustín respondió, imitando a Pablo, con los fundamentos del cristianismo: fe, esperanza y caridad. Pero el librito no expone con igual amplitud estos tres temas sino que siguiendo el Credo, pero con una estructura abierta trata a fe (III 9 hasta XXX 113) y, ya al final, abla de la esperanza (XXX 114-116) y del amor (XXXI 117 - XXXII 121) como principios de la conducta cristiana. Encontramos aquí en forma muy escueta la teología de la creación (III 9), la doctrina sobre el mal (III 10 - VII 2) y la soteriología (VIII 23 - XXXII 133) incluida la doctrina de la gracia (XV 56), la cristología (X 33 - XIII 41), la teología del bautismo (XIII 42 -XIV 49), la doctrina de la justificación (XIV 50-53), la escatología (XIV 54-55, XXIII 84-93, XXIX 109-113), la pneumatología (XV 56), la eclesiología (XV 57 - XVI 63), la teología de la penitencia (XVII 64 - XXIII 83) y la doctrina de la predestinación (XXIV 94 - XXVII 102).

XXXXXDe doctrina christiana consta de dos partes de las que la segunda nació trenta años depués de la primera. La primera parte hasta III 25,35 vió la luz en el año 397; el resto, en el 426/27. Agustín interrumpió para ello la redacción de Retractationes: "Al caer en la cuenta de que no había completado los libros De doctrina christiana, opté por completarlos en lugar de dejarlos así y de pasar a revisar los otros. Así pués, completé el libro tercero, que estaba escrito hasta el pasaje en el que se cita del evangelio el testimonio de la mujer que "metió la levadura en tres medidas de harina hasta que todo fermentó". Añadí aún un último libro y completé esa obra con cuatro libros; los tres primeros de ellos ayudan a comprender las Escrituras; el cuarto dice cómo hay que exponer lo que se ha conocido" (retr II 4,1). En los tres primeros libros se habla, por tanto, de una hermenéutica básica de la Sagrada Escritura: (I) las verdades dogmáticas que hay que conocer en la Biblia: Dios, la Trinidad, encarnación y redención, Iglesia y escatología; (II) las tres verdades ético-morales: fe, amor, esperanza (III); los principios básicos de la exégesis. Para la exposición adecuada de lo conocido según estas reglas en el estudio de la Biblia se requiere (IV): la retórica y la literatura profana al servicio de la sabiduría auténtica, la divina, contenida en la Biblia; y la preparación concienzuda del predicador no sólo en lo tocante a las palabras del sermón, sino con la oración y con su propia ejemplar para santificación de los oyentes. Tres temas concretos de la obra merecen una acentuación expresa porque representan aquí con singular claridad los theologumena centrales de Agustín:

      • XXX La doctrina del frui y uti (I 4,4; 22,20; 31,34s.), que tiene un papel importante también en las grandes obras como De trinitate y De civitate Dei: el Dios trino solo como el esencial y eternamente Bueno es la res que uno solo puede disfrutar mientras que todas las cosas restantes están destinadas al uso del hombre a fin de conseguir disfrutar de Dios (cf. también De diversis quaestionibus octoginta tribus 30).
      • XXX La teoría de los signos (signa) (II 1,1-4,5). Hay que distinguir radicalmente entre cosas (res) y signos (signa) en cuanto que los signos son cosas que, por encima de su propia existencia, remiten a otras realidades. Tales signos pueden nacer de forma natural, como el fuego y el humo, o en virtud de una convención, como las palabras o la escritura. Este último tipo de signos requiere una inteligencia y una intención designadora, igual que la comprensión de una señal requiere siempre una inteligencia. Los signos naturales como parte del mundo creado son referencias al Creador. Además, Dios quiere darse a conocer a través de signos instituidos de modo consciente, a saber: sus palabras y sacramentos, cuya intención declarativa debe comprender el hombre.
      • XXX El comentario de las reglas de Ticonio (III 30,42-37,56): un seglar donatista llamado Ticonio (h.330-390) había escrito un Liber Regularum con siete reglas básicas algunas de ellas eclesiológicas de la exégesis bíblica que San Agustín critica aquí, un por una; pero las acepta en lo básico y alaba y recomienda también en otros pasajes.

     

    Volver al Esquema General