LA HISTORIA DE JOSÉ IGNACIO DELGADO Y SILIS (1771-1809)

1. Introducción

       El padre de nuestra tatarabuela María Ignacia Quintanar, nacida en San Juan del Río (Querétaro) el 19 de noviembre de 1802, fue don José Ignacio Delgado y Silis,Escudo de San Juan del Río, Querétaro y su madre, doña María Josefa de Quintanar y Soto. Los dos pertenecían a familias destacadas de San Juan, que tenían propiedades en la cabecera y haciendas en esa jurisdicción. De la ascendencia de María Josefa de Quintanar ya hemos tratado ampliamente en otro lugar (ver los capítulos IV y V, y los apéndices también IV y V de mi libro "De la Luisiana a la Nueva España"). Ahora quisieramos hacer un resumen de los datos biográficos y genealógicos que hemos recogido últimamente (2005) sobre el padre de María gnacia: José Ignacio Delgado y Silis (ver también el apellido Delgado).

       En el libro "De la Luisiana a la Nueva España" ya hablamos de él. José Ignacio es uno de esos antepasados de los cuales no se quisiera hablar mucho. De entrada a nadie le agrada saber que uno de sus antepasados era un sacerdote católico. Cuando yo descubrí que, precisamente el sacerdote que bautizó a María Ignacia era José Ignacio Delgado, y que su nombre aparecía claramente en la partida de matrimonio de María Ignacia con el Coronel Juan Domínguez y Gálvez (México, 19 de noviembre de 1821, celebrado justamente al cumplir 19 años maría Ignacia), me llevé un gran disgusto. Eso confirmaba que María Ignacia no solamente era una hija natural, sino también una hija sacrilega (así se les llamaba antiguamente a los hijos de los sacerdotes). Tardé tiempo en reponerme de la impresión. Incluse estuve a punto de dejar la investigación y no publicar nada sobre el nacimiento de María Ignacia. Sin embargo, después de superar ese golpe, comencé a interesarme por la figura de José Ignacio Delgado. Quizá fuera un hombre indigno pero, aún así, era mi antepasado y yo le debía la vida.

       Después me dí cuenta de que no fue un sacedote tan indigno, ya que nunca abandonó su sacerdocio y murío siendo aún bastante jóven (38 años cumplidos), pocos años después del nacimiento de María Ignacia. Todo parece indicar que se trató de una enfermedad infecciosa lo que le llevó a la tumba, pues tuvo tiempo de hacer su testamento en julio de 1809 y murió el 6 de noviembre de ese año, con todos los auxilios espirituales. Es decir, a pesar de sus grandes errores y pecados (a uno de los cuales le debemos la vida muchos descendientes suyos, en la actualidad), podemos presumir que murió arrepentido y goza de la visión de Dios que, en definitiva, es lo verdaderamente importante de la vida de un hombre.

       Todos estos razonaminetos me llevaron a descubrir que José Ignacio había nacido en San Juan del Río el 3 de noviembre de 1771 y había sido bautizado en la parroquia del pueblo dos días después: el 5 de noviembre, vispera del día en que moriría 38 años más tarde. María Josefa de Quintanar, la madre de María Ignacia, era solo cuatro años menor que él (nació en 1775) y, por tanto, amiga de la infancia, pues los dos pertenecían a dos de las familias de mejor posición en la sociedad sanjuanenes: los Quintanar y los Silis. Sus abuelos, don José Narciso de Quintanar y don Pedro de Silis eran grandes personajes, propietarios de haciendas en los alrrededores de San Juan.

       José Ignacio era el tercer hijo del Dr. Manuel Delgado y Rico y de doña María Josefa de Silis y Romero. Esta pareja, los abuelos paternos de María Ignacia de Quintanar, había contraido matrimonio en San Juan del Río el 5 de marzo de 1764. Él era médico aprobado originario de Querétaro y llevaba pocos meses residiendo en San Juan del Río. Provenía de una familia muy bien acomodada de Querétaro. Ella, doña María Josefa, era hija de don Pedro de Silis y Sánchez Grimaldos y de doña María Teresa Gutiérrez de Romero y Díaz de Cuellar, originaria de San Juan.

       Veamos algo sobre los antepasados paternos del Dr. Manuel Delgado y Rico.

2. Genealogía a partir de sus antepasados en Salvatierra, Guanajuato (siglo XVII)

       Quizá las dos familias novihispanas más ilustres, antepasados de José Ignacio Delgado y Silis, fueron los Landa y los Sandi. Hacia 1670, vivían en Salvatierra estas dos familias. Veamos quiénes eran los Landa y los Sandi.

       Don Pedro de Sandi Sandoval, nacido hacia 1635, probablemente en la Ciudad de México, como luego veremos, en 1670, a los 35 años de edad, era Alcalde Ordinario de la Ciudad de Salvatierra. Estaba casado con doña Inés de Arenas Raya y Bonilla. Entre los fundadores de Salvatierra, en 1643, había varios hombres con el apellido Arenas y uno, en concreto, que se llamaba Alonso de Arenas y Raya, que muy probablemente fue el padre de doña Inés. Don Pedro y doña Inés tenían cuatro hijos que, en 1670, eran todos menores de 12 años: Francisca, Miguel, María y Pedro. Don Pedro era hijo de Marcos Sánchez de Vargas y doña María de Sandi. Al parecer, el lustre de su linaje le venía de su madre que era probablemente era nieta del General don Francisco de Sandi, fundador de la Villa de Celaya (1570). Veamos ahora los datos que tenemos de la otra familia: la de los Landa.

       El Capitán don José Jerónimo de Landa y Trincado había nacido en Tudela, Reino de Navarra hacia 1630. Sus padres fueron el Capitán don Juan de Landa y doña María Trincado. Llegó a la Ciudad de México con sus padres y casó en la Catedral con doña Francisca de Arroyo y Lanuza el 5 de septiembre de 1654. El jóven matrimonio se estableció en Salvatierra con sus dos hijos José Miguel y Ana Teresa. Don José Jerónimo fue Alcalde Ordinario de Salvatierra en 1688.

       Los dos hijos mayores de estas dos familias, Francisca de Sandi y José Miguel de Landa, se casaron, en Salvatierra, el 15 de enero de 1684. Francisca había contraido primeras nupcias antes de 1681 con don Alfonso Martín Rubio y habían tenido por hija, en 1683, a María Ana. Al morir su primer esposo, casó con José Miguel. La hija mayor de este matrimonio fue doña Josefa Francisca de Landa y Sandi, que nació en Salvatierra y fue bautizada en la parroquia de San Andrés el 12 de octubre de 1685.

       Doña Josefa Francisca era toda una señora que reunía en sí la sangre de dos familias distinguidas. Es natural, que sus padres buscasen un buen partido para su hija mayor. El elegido fue don Nicolás Delgado. Hasta ahora no conocemos con certeza quién fue su familia y qué importancia tuvo en las poblaciones del Bajío.

       El hijo mayor de don Nicolás Delgado y doña Josefa Francisca de Landa y Sandi nació y fue bautizado en Salvatierra el 17 de octubre de 1710. La suya fue, al menos, la tercera generación de los nacidos en Salvatierra. Don José Francisco Delgado y Landa, muy jovén aún, a los 20 años de edad, contrajo matrimonio en Querétaro con doña Francisca Rico de Rojas, procedente también de una antigua e ilustre familia queretana. La boda se celebró el 14 de junio de 1631. La familia Delgado y Rico vivía en la céntrica calle de San Francisco, en Querétaro, cuando nacío su hijo mayor, Manuel, el 25 de diciembre de 1736.

       Don José Francisco Delgado y Landa estudió Letras y llegó a ser Escribano de Su Majestad. En el Archivo General de la Nación hay un testimonio de una escritura redactada por él:

(N§ 20 DUPLICADO). TESTIMONIO DE LA ESCRITURA QUE EL 7 DE DICIEMBRE DE 1751 ANTE JOSE FRANCISCO DELGADO Y LANDA, ESCRIBANO DE SU MAJESTAD, OTORGO EL SEÑOR DOCTOR DON MIGUEL BERNAL Y ASTETE DE UNA CASA ALTA DEL TRATO DE PANADERIA DE LA CALLE DE VANEGAS, A FAVOR DEL BACHILLER DON JUAN DE DIOS. MEXICO (AGN, Reg. 80021, N° de Gpo. 26, Colegios, Fecha: 1775, Vol. 24, Exp. 18).

       Durante la estancia de la familia Delgado y Rico en la Ciudad de México, seguramente Manuel que tenía entonces unos 15 años estaría a punto de comenzar sus estudios de medicina en la Escuela de Medicina de la capital novohispana, que quizá terminó hacia 1760. Poco más tarde buscaría una colocación, y la providencia lo llevó a San Juan del Río, donde conoció a fines de 1763, a la que sería su futura esposa: doña María Josefa de Silis y Romero, una joven que entonces tenía 21 años de edad. Como ya dijimos, la boda se celebró el 5 de marzo de 1764.

3. Infancia y juventud de José Ignacio Delgado

       La familia Delgado y Silis tuvo tres vástagos. El tercero de ellos fue José Ignacio. Sin embargo, él sólo conoció a su hermana mayor, María Josefa, nacida en 1768, pues la segunda, Gertrudis, murió en 1770, al cumplir un año de edad. La vida de José Ignacio fue muy dura pues, cuando tenía 9 años murió su madre.

       Don Manuel era un hombre piadoso. En 1783, a los dos años de haber fallecido su esposa, fue recibido como hermano fundador en la Archicofradía del Divinísimo Señor Sacramentado. Cinco años más tarde, en 1788, falleció, y fue sepultado en el convento de Santo Domingo, junto a su mujer. María Josefa, tres años mayor, y José Ignacio, quedaron huérfanos. A los cinco años, en 1793, María Josefa se casó, pero murió pocos mese después. De esta manera, José Ignacio quedó sólo.

       Unos años antes, probablemente hacia 1788, quizá al morir su padre, José Ignacio (alentado tal vez por sus familiares más cercanos: entre ellos su tío Luis Vicente Rico de Rojas) decidió entregarse a Dios, e ingresó en el Seminario de México. Un año después, su tío Luis Vicente le consiguió una capellanía con tres mil pesos de renta, que aseguraba el título de ordenación de su sobrino.

4. En el Seminario Conciliar de México

       Efectivamente, en 1789, Miguel de las Casas mandó fundar una capellanía con su albacea Luis Vicente Rico, con el principal de tres mil pesos. Se nombró como patrono al albacea y por capellán a Joseph Ignacio Delgado, que entonces tenía 18 años de edad y estudiaba en el Seminario de México. El documento está firmado en la Ciudad de México y Querétaro (cfr. AGN, Juzgados de testamentos, capellanías y obras pías, Grupo 19, Capellanías, año 1789, vol. 283, exp. 58, fojas 49v-50, reg. 64565). La interpretación que podemos dar a este documento es que Luis Vicente Rico, tío de Ignacio, consiguió para su sobrino esta capellanía que le aseguraba, con una pensión de tres mil pesos, su futuro sustento, pues había quedado huérfano hacía sólo una año. El Dr. D. Manuel Delgado y Rico había fallecido un poco antes: el 4 de octubre de 1788.

       Don Luis Vicente Rico de Rojas probablemente era primo del Dr. Manuel Delgado Rico. En 1753 solicitó una dispensa de parentesco y consanguinidad para poder celebrar su matrimonio con doña Dominga Valenzuela. Eran vecinos de Querétaro (cfr. AGN, Bienes Nacionales, gpo. 14, año 1753, vol. 441, exp. 128 reg. 32626).

       En 1784, don Luis Vicente Rico de Rojas había conseguido ser nombrado patrón de una capellanía de tres mil pesos en la que el capellán propietario era su hijo, don Manuel Leandro de Santa Elena Rico y Valenzuela (cfr. AGN, Juzgados de testamentos, capellanías y obras pías, Grupo 19, Capellanías, año 1784, vol. 282, exp. 62, fojas 62-63, reg. 64465).

       José Ignacio estudió en el Seminario de la Arquidiócesis de México al menos desde el año de 1789. Don Alonso Núñez de Haro y Peralta le confirió las órdenes menores (en la iglesia del convento de Regina Coeli) y mayores (en el oratorio del Palacio Arzobispal): la tonsura y las primeras cuatro órdenes menores, el 21 de septiembre de 1792 por la tarde; el subdiaconado, el 20 de septiembre de 1793 por la mañana; el diaconado, el 20 de septiembre de 1794 por la mañana, y el presbiterado el 20 de febrero de 1796 por la mañana (Cfr. Archivo General de la Curia Metropolitana, Matrícula de órdenes que principia en diez y siete de septiembre de 1790 siendo Arzobispo de esta Metrópoli el Exmo. IImo. Sr. D. Alonso de Haro y Peralta del Consejo de S.M., Virrey, Gobernador y Capitular General que fue de esta Nueva España. En los documentos de esas fechas aparece el nombre de D. Ignacio Delgado y Silis.).

5. Últimos años

       Al menos desde 1798, vemos a José Ignacio como vicario de la parroquia de San Juan del Río.

       El capítulo de su vida referente al nacimiento de nuestra tatarabuela, María Ignacia Quintanar, el 19 de noviembre de 1802, lo hemos tratado ampliamente en el libro "De la Luisiana a la Nueva España" (ver Capítulo 5°, Apartado 6).

       Después de continuar su ministerio sacerdotal en la parroquia de San Juan del Río durante siete años más, José Ignacio probablemente enfermó antes del 3 de julio de 1809, pues ese día hizo su testamento ante José María Camacho, quizá un notario eclesiásatico, viudo de María Dolores Quintanar, que ya había fallecido (tiene su sepultutra el 9 de octubre de 1801), y estaba domiciliado en San Sebastián, en la jurisdicción de San Juan del Río.

       José Ignacio Delgado falleció el 6 de noviembre de 1809 y al día siguiente su cadáver fue sepultado en el campo santo de la parroquia de San Juan del Río. El texto de su partida de enterramiento es el siguiente:

[Al margen izquierdo] El Sr. Br. D. Ignacio Delgado y Silis. Clérigo Presvítero.
En siete de Noviembre de mil ochocientos nueve: sepulté en la Parroquia de este Pueblo de San Juan del Río el cadaber del B. D. Ignacio Delgado Clérigo Presvitero de este Arzobispado originario y vecino de esta Cavezera, Recivio los Stos. Sacramentos de penitencia Sagrado Viatico y Estrema uncion; hizo Testamento ante D. Jose María Camacho, en tres de julio de mil ochocientos nueve, dejo Memoria de quatrocientas Misas y un legado a Maria Josefa hija expuesta al dicho Bachiller de cincuenta pesos anuales cuyo capital de mil pesos se han de reconocer sobre la Hacienda de Santa Rita sitta en esta Cavezera o en otra finca y que si esta falleciese antes de poder disponer de ellos a su voluntad; los reparta la Albacea o los subacredores de esta a los Pobres de este Pueblo, y a falta de estos los repartira el Sr. Cura que en tiempo fuere; y para que conste lo firme.
[Rúbrica] Manuel Antonio de Soto. [Al margen derecho] Cavezera.

       La expresión "hija expuesta al dicho Bachiller", me parece que es un eufemismo que encubre discretamente la verdad: "María Josefa" (su nombre completa era "María Ignacia Josefa Guadalupe") era hija del dicho Bachiller, y no sólo de una niña "expuesta" ó expósita, es decir, entregada a él para que se encargara de su educación pues no se sabía quiénes habían sido sus padres. La realidad es que, era hija suya y, aunque ya se encargaba de ella su tía María Manuela Quintanar (hermana de su madre que, además, fue su madrina de bautismo), José Ignació deseaba dejarle un legado, pues en justicia debía preocuparse por su futuro.

       La Hacienda de Santa Rita había sido propiedad del abuelo de José Ignacio, don Pedro de Silis, y probablemente él la habría heredado de su madre (María Josefa de Si9lis y Romero, hija de don Pedro).

       Además del legado que dejó a su hija "María Josefa", no deja de ser significativo la memoria que dejó de 400 Misas por su alma y la constancia de haber recibido los Sacramentos de Penitencia, Eucaristía y Extrema Unción, lo que indica sus buenas disposiciones de arrepentimiento y confianza en la misericordia de Dios.


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