Textos manchegos de Azorín

       "Juana María ha venido y se ha sentado un momento en la cocina; Juana María es delgada, esbelta; sus ojos son azules; su cara es ovalada, sus labios son rojos. ¿Es manchega Juana María? ¿Es de Argamasilla? ¿Es del Tomelloso? ¿Es de Puerto Lápiche? ¿Es de Herencia? Juana María es manchega castiza. Y cuando una mujer es manchega castiza, como Juana María, tiene el espíritu más fino, más sutil, más discreto, más delicado que una mujer puede tener (…). ¿Cómo, por qué misterio encontráis este espíritu aristocrático bajo las ropas y atavíos del campesino? ¿Cómo, por qué misterio desde un palacio del Renacimiento, donde este espíritu se formaría hace tres siglos, ha llegado, en estos tiempos, a encontrarse en la modesta casilla de un labriego? Lector: yo oigo, sugestionado, las palabras dulces, melódicas, insinuantes, graves, sentenciosas, suavemente socarronas a ratos, de Juana María. Ésta es la mujer española" (Azorín, La ruta de Don Quijote).

       "Las casas de los labradores manchegos son chiquitas, con un corralito delante, blanqueadas con cal, con una parra que en el verano pone el verde presado de su hojarasca sobre la nitidez de las paredes" (Azorín, La ruta de Don Quijote).

       "La casa es de techos bajitos, de puertas chiquitas y de estancias hondas" (Azorín, La ruta de Don Quijote).

       "Hace tres siglos, en Argamasilla comenzó a edificarse una iglesia; un día, la energía de los moradores del pueblo cesó de pronto; la iglesia, ancha, magnífica, permaneció sin terminar; media iglesia quedó cubierta; la otra media quedó en ruinas (…). ¿Qué hay en esta patria del buen Caballero de la Triste Figura que así rompe las voluntades más enhiestas?. Don Rafael pasea por la huerta, solo y callado, pasea por la plaza, entra en el pequeño cuarto del Casino, no lee, tal vea no piensa. Yo -dice él- estoy un poco echado a perder. Y no hay melancolía en sus palabras; hay una indiferencia, una resignación, un abandono…" (Azorín, La ruta de Don Quijote).



bisabuelos.com