De la Luisiana a la Nueva España
La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847)
(por Víctor Cano Sordo, México, D.F., 1999)

CAPÍTULO VII
Del Imperio a la República (1822-1827)

Al poco tiempo de haber sido ascendido al grado de coronel, Juan Bernardo recibe el mando del 6º Regimiento de Infantería. A fines de 1822 ese regimiento es destinado a formar parte de la guarnición de Jalapa. En Jalapa, el coronel Domínguez se enfrenta con Santa Anna y, en las turbulencias de los años veintes, sus ideas políticas van madurando. Participa activamente en los cambios que iba experimentando la nueva sociedad.

Interviene en los sucesos que tuvieron lugar en torno a la caída de don Agustín de Iturbide. Más tarde recibe la importante misión de fundar el Colegio Militar de Perote y de ser su primer director. Luego se traslada a la ciudad de México e interviene en distintos organismos del ejército. Al final de este período, en 1827, volverá a tomar el mando del 4º Batallón Permanente.

En este capítulo nos detendremos a conocer con más detalle todos estos sucesos de la vida de Juan Bernardo. Si la etapa de sus primeros años en la Nueva España se puede calificar como una época de búsqueda y de idealismo. La que ahora veremos, se puede decir que fue una etapa de encuentro con la difícil realidad política y social que estaba viviendo México al comienzo de su independencia.

1. Coronel en el 6º Regimiento de Infantería (1822)

Los años que siguieron a 1821 fueron especialmente intensos para los militares. Ellos fueron los protagonistas principales de la Independencia de México y ahora tenían la responsabilidad de guiar los destinos de la joven nación.

Aunque todos los que participaron en la Independencia estaban a favor de los ideales de libertad, no todos tenían las mismas ideas políticas. Junto a un Iturbide, procedente del ejército realista, criollo, monárquico y hombre religioso, estaba un Vicente Guerrero, insurgente, mestizo, republicano y masón.

Entre los mismos masones -que tenían un gran prestigio social en esos momentos de principios de siglo- había también divisiones: unos eran liberales yorkinos, partidarios de una república federal y otros conservadores escoceses, partidarios de un poder central fuerte.

Sin embargo, estos grupos no eran tan nítidos a principios de los años veintes. Había liberales con planteamientos ideológicos heredados del regalismo borbónico, es decir, partidarios de una intervención mayor del Estado en los ámbitos militar y religioso, por ejemplo. Había liberales con ideas monárquicas, o defensores de la República que, al mismo tiempo, eran «hombres de bien», es decir, personas que defendían lo ya poseído: muchas de las tradiciones, costumbres e instituciones de la Nueva España.

En este marco de múltiples opciones políticas y sociales nos moveremos. Sólo así se pueden comprender los primeros balbuceos del México independiente.

Una de las primeras cosas que hizo Iturbide, como hemos visto, fue reformar el ejército. El 7 de noviembre de 1821, mandó que los cuerpos de infantería del ejército se refundiesen en regimientos de dos batallones. Cada batallón tenía un comandante de la clase de teniente coronel, dos ayudantes, abanderado, capellán, cirujano, armero, un cabo y seis gastadores, con dos pífanos, componiéndose de una compañía de granaderos, otra de cazadores y seis de fusileros, cada una con un capitán, dos tenientes, dos subtenientes, un sargento primero y cuatro segundos, dos tambores, ocho cabos primeros, cuatro segundos y 48 soldados. El regimiento tenía su plana mayor formada por un coronel, un teniente coronel, un tambor mayor y músicos. Su fuerza debía ascender a 2.160 plazas de tropa.

Los batallones del Arma de Infantería -en la cual estaba al principio Juan Bernardo (1)- se uniformaron de color azul, excepto los Granaderos Imperiales, que lo hicieron de encarnado. El uniforme de la Caballería del ejército -en la cual había estado Luis de Quintanar y más tarde también estaría Juan Bernardo- fue encarnado con pantalón gris y capa amarilla (2).

Juan Bernardo Domínguez había recibido el nombramiento de coronel por el mismo Iturbide el 12 de diciembre de 1821. Por lo tanto, cuando se hizo la reforma del ejército -el 7 de noviembre de 1721-, no había sido ascendido aún a coronel. Por eso no figura en la lista de los coroneles nombrados al mando de los distintos batallones. Al entrar en la capital, estaba al frente del 8º Regimiento. Sin embargo, con la reforma del ejército se dio el mando de ese regimiento al general Antonio López de Santa Anna (3).

Estudiando su escalafón, podemos deducir que, aproximadamente en junio de 1822, Juan Bernardo se hizo cargo del 6º Regimiento de Infantería. Don Lucas Alamán refiere en su Historia de Méjico que el 7 de noviembre de 1821 se nombraron los coroneles al frente de los trece regimientos de infantería, salvo los correspondientes a los números 6º, 11º, 12º y 13º. Es decir, no se nombró coronel para el 6º Regimiento de Infantería, al frente del cual estaba Juan Bernardo un año más tarde (4).

El Regimiento nº 6 estaba formado por los siguientes cuerpos en noviembre de 1821: Cazadores de Valladolid, Constancia, Zamora (cuerpo expedicionario que quiso quedarse en México después de la Independencia) y Ligero de Querétaro. Tenía una fuerza de 444 hombres.

En algún momento del año 1822 el 6º Regimiento de Infantería fue destinado a la ciudad de Jalapa. Todo parece indicar que fue precisamente cuando comenzó el movimiento que terminaría con la caída de Iturbide.

2. El Plan de Casa Mata (1823)

A finales de 1822 había descontento en muchos militares y hombres de la política. Iturbide había cometido una serie de desaciertos -entre otros, la disolución del Congreso Constituyente, el 31 de octubre- que suscitaban las críticas, principalmente del partido republicano.

El día 2 de diciembre de 1822, don Antonio López de Santa Anna -como sucedería después en numerosas ocasiones-, por primera vez asume la opinión de la mayoría y se pronuncia, en Veracruz, a favor de la República.

La revolución contra Iturbide se propagó por las poblaciones del Estado. Guadalupe Victoria, que estaba preso en México, se escapó asociándose a Santa Anna en Veracruz.
Iturbide tomó las medidas militares oportunas. Se enviaron destacamentos desde la capital a reforzar las tropas de la zona de Veracruz y Jalapa. Probablemente el 6º Regimiento de Infantería, al mando del cual estaba Juan Bernardo, fue uno de esos refuerzos. Su misión consistía en apoyar la guarnición de Jalapa.

Mientras tanto, la lucha continuaba en Veracruz. Los generales Cortazar y Lobato obtuvieron algunos triunfos contra la revolución en esa zona del país. Sin embargo Santa Anna logró vencer a las tropas imperiales en Plan del Río.

Luego intentó tomar Jalapa, pero la guarnición de la población le hizo frente y le infringió una severa derrota.

En el expediente militar de Juan Bernardo se recoge la siguiente nota:

«Siendo coronel del 6º Regimiento de In-fantería, en la madrugada del 21 de diciembre de 1822, con 170 hombres, en las calles de Jalapa, resistió tres ataques de la división que mandaba en persona el general Santa Anna con una fuerza de 680 hombres y dos piezas de artillería. El coronel Domínguez rechazó los ataques a pecho descubierto concluyendo con perseguirlo y estrecharlo a que se encerrase en la parroquia de San José, dónde se le quitó un cañón con un golpe de mano, y estrechándolo con actividad en su posición, el general Santa Anna, a las nueve de la mañana, abandonó su punto acompañado de unos cuantos oficiales a caballo, y luego rindió las armas entre diez y once de la mañana» (5) .

Por esta acción se concedió a Juan Bernardo una distinción (6).

Vale la pena transcribir el texto en que don Lucas Alamán relata la historia del suceso:

«Mandaba en ella [en Jalapa] el brigadier José María Calderón, por ausencia de Echávarri que había pasado a Puebla a recibir instrucciones y recursos, y la guarnición se componía principalmente del número 6 de infantería con su coronel D. Juan Domínguez. Santa Ana efectuó el asalto el 21 de diciembre al amanecer, entrando en columna cerrada por la calle del Carmen: encontró vi-va resistencia, y habiéndose pasado a los imperiales los granaderos incorporados en el número 8 [es decir, el regimiento que mandaba Santa Anna], tuvo que retirarse abandonando un cañón y dejando muerto al teniente coronel Miranda, que mandaba el ataque. Los republicanos se hicieron entonces fuertes en la Iglesia de San José, y habiendo sido herido gravemente el coronel D. Joaquín Leño, aunque se defendieron valientemente, tuvieron que rendirse. Casi toda la infantería fue muerta o quedó prisionera: Santa Ana huyó con la caballería…»7.

Al parecer, Iturbide dio orden de fusilar con las casacas vueltas al revés a todos los sol-dados que hubieran sido hecho prisioneros en Jalapa. Sin embargo Echávarri -que a la sazón era capitán general del ejército de Veracruz, Puebla y Oaxaca, y tenía el rango de mariscal de campo-, al regresar de Puebla, impidió que se llevara a cabo esa dura medida. Todavía mantenía su fidelidad al Emperador, pero comenzaba a darse cuenta de que no era posible seguir por el camino de la violencia que éste aconsejaba8.

El día 5 de enero Bravo y Guerrero se evadieron de México para unirse a Santa Anna y Victoria. Mientras tanto las tropas de Cortazar, Lobato y Echávarri bajaron a Veracruz para sitiar la ciudad. Echávarri, ante las dificultades del sitio y, al parece, bajo la fuerte influencia de los masones escoceses9, decidió pactar con los sitiados.

El 1º de febrero se firmó el Plan de Casa Mata que suscribieron todos los jefes y un individuo por clase del ejército sitiador. Se partía del principio de que la patria se hallaba en peligro por falta de representación nacional. Se acordó la convocación de un nuevo congreso. El día el 2 de febrero de 1823, el Ayuntamiento de Veracruz se declaró a favor del Plan.

Don Lucas Alamán dice que «Calderón con la tropa que guarnecía y había defendido Jalapa, se adhirió al mismo plan»10. Calderón era general brigadier. El coronel al frente del 6º Regimiento de Infantería era Domínguez.

Alamán nos refiere, además, una noticia pre-ciosa para nuestra historia. Relata que Echávarri puso su cuartel en Jalapa

«y formó una junta de guerra compuesta de los generales y jefes y de un individuo por clase, hasta la de soldado de cada cuerpo del ejército, que tomó el título de "Ejército de Operaciones en la provincia de Veracruz, y restaurador del sistema constitucional": este congreso militar de una naturaleza demo-crática, pues el soldado tenía el mismo voto que el general, y que para que fuese más popular, propuso el coronel Domínguez que se renovasen cada día los representantes de las clases de capitán abajo, se acordó que se reuniese siempre que el caso lo demandase, nombrando un presidente, vicepresidente y dos secretarios, y una diputación permanente de cinco individuos, que formase un consejo, el que con el general en jefe pudiese acordar las providencias ejecutivas que no pudiesen demorarse para ser tratadas en la junta ge-neral. La elección de presidente recayó en el mismo general en jefe Echávarri; la de vice en el brigadier Calderón, y para secretarios fueron nombrados los coroneles Domínguez y Hernández. La diputación permanente o consejo, se compuso de los brigadieres Miñón y Gual, y de los coroneles D. Juan Collados, Iberri y Puyade»11.

En este suceso se trasluce algo de las ideas políticas y sociales de don Juan Domínguez. Coinciden de alguna manera con el pensamiento que expone en su escrito de 1828, Mi voto para Presidente y Vicepresidente de la República12.

Todo parece indicar que, al menos en este momento, además de amante de la libertad y de la independencia del país, se inclinaba más hacia la idea republicana y democrática que a la imperialista y monárquica. En la interven-ción que acabamos de referir, le vemos convencido de la necesidad de suprimir las injustas desigualdades, y partidario de que incluso los soldados tuviesen la debida representación en las decisiones de la Junta.
Parece ser que don Luis de Quintanar pensaba, en algunos aspectos, de distinta manera. Era también amante de la libertad. Consideraba necesario que México fuera un país independiente en el que los criollos tuvieran el peso que les correspondía. Sin embargo, era más bien partidario de conservar la tradición monárquica de la Nueva España y, por lo tanto, era decidido partidario de Iturbide. Lo sería hasta su muerte.

Todas las ciudades de México fueron adhiriéndose al Plan de Casa Mata, incluida Guadalajara. A partir del 20 de octubre de 1822, su capitán general y jefe político era Quintanar, que aunque «fuese de toda la confianza de Iturbide, se vio obligado a ceder por evitar una conmoción popular»13.

El «Ejército libertador» se trasladó a Puebla. Como Iturbide, buscando las causas del levantamiento, acusaba a Echávarri -que era español- de aliarse con los españoles para re-gresar a la situación anterior a 1821, éste general, decidido a cortar por lo sano ese infundio, renunció al mando de la Junta, y en su lugar se nombró al sanjuanense general José Morán, marqués de Vivanco, del cual ya hemos hablado.

Más tarde también Negrete -otro general español muy valioso- se unía a los revolucionarios.

3. Nacimiento de Mercedes Domínguez Quintanar (1823)

Mientras Juan Bernardo estaba ocupado con los grandes cambios que traería consigo el Plan de Casa Mata, María Ignacia daba a luz a Mercedes, su primera hija. No sabemos exactamente cuándo nació pues, aunque fue bautizada el 24 de enero de 1823, no se señala, como era habitual, a los cuántos días de nacida fue bautizada. La partida de bautismo, por otra parte, no se encuentra en el lugar del libro que le correspondería según la fecha, sino al final del libro14 (es, de hecho, la última partida del libro) y dice así:

«En la Parroquia de San Juan del Río en veinticuatro de enero de mil ochocientos veintitrés el B.D. José María García a nombre del Sr. Prebendado Lic. Juan Irivarri V.P., bapticé solemnemente a María de la Merced Vicenta Josefa Ramona Petra Regalada Paz de Jesús, hija legítima de matrimonio del Coronel D. Juan Domínguez y de Dña. Ignacia de Quintanar, el Padre de las Islas de Cuba y la madre de este Pueblo, fueron sus padrinos el Capitán D. Juan de la Cajiga casado con Dña. Gertrudis Buitrón y Dña. Manuela Quintanar, hija legítima de D. Narciso Quintanar y Dña. María Josefa Soto, todos vecinos de esta Cabecera e instruidos en su obligación, y lo firmé».
[Al margen izquierdo se dice que fue sacada certificación en diciembre de 1824].

No sabemos cuál es la razón por la que no se menciona la fecha de su nacimiento, ni tampoco porqué se hizo el registro al final del libro y no en el lugar que le correspondía según la fecha. El motivo pudo haber sido que Mer-cedes haya nacido y sido bautizada en Jalapa -en torno a los sucesos del Plan de Casa Mata-, aunque el registro se haya hecho más tarde en la parroquia de la población que llegaría a ser la residencia habitual de la familia Domínguez Quintanar, es decir, en San Juan del Río.

Es interesante saber que Mercedes recibió, entre otros, los nombres de Petra Regalada y Paz, que también tendría Paz, su hermana, quince años después. El nombre de Paz seguramente se debió a haber sido bautizada precisamente el día de Nuestra Señora de la Paz.

El capitán Juan de la Cajiga, padrino de bautismo de Mercedes, fue primer regidor en el gobierno de 1821 instituido por Iturbide en San Juan del Río. Muy probablemente era hermano de Pedro de la Cajiga, casado con Agustina Quintanar, hija de Andrés de Quintanar15.

La esposa de Pedro de la Cajiga era doña Gertrudis Buitrón. Recordamos que en 1798 don Raimundo Quintanar Bocanegra se había casado en segundas nupcias con María Gertrudis Buitrón16. Al quedar viuda, Gertrudis, contrajo segundas nupcias con don Pedro de la Cajiga.

La madrina del bautismo fue María Manuela de Quintanar, tía y madrina de María Ignacia, y que fue como una madre para ella.

4. Don Luis de Quintanar en Jalisco (1823-1824)

Presionado por los acontecimientos, Iturbide, el 20 de enero de 1823, decidió hacer una convocatoria para la elección de un nuevo Congreso, tal como querían los firmantes del Plan de Casa Mata. El nuevo Congreso debía instalarse el 28 de agosto de aquel año.
Mientras tanto en Puebla, la Junta que había sido presidida por Echávarri y que ahora encabezaba don José Morán, había cambiado notablemente en sus integrantes. No sólo estaban ahí los militares, sino también los políticos que habían formado parte del Congreso disuelto el año anterior y que luego serían los más acérrimos enemigos de Iturbide, como Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria17.

Don Agustín de Iturbide, de acuerdo con la Junta Revolucionaria, decidió adelantar la instalación del Congreso. Pero había varias posibilidades a seguir: 1º) reinstalar el Congreso disuelto, como le aconsejaba su Consejo y la Junta Revolucionaria, 2º) convocar otro nuevo, o 3º) ponerse al frente del ejército, dejando el título de emperador, como le aconsejaban Negrete, Cortazar y el marqués de Vivanco. Iturbide se decidió, el 4 de marzo, por la primera solución.

Convocó una sesión extraordinaria del Congreso Constituyente el 19 de marzo. En esa sesión, el ministro de Justicia, Navarrete, entregó una nota escrita de puño y letra de Iturbide, en la cual abdicaba de la corona y ofrecía salir del país para evitar nuevas inquietudes.

El 26 de marzo el Ejército libertador ocupo la capital y el día 29 se puede decir que se instaló el Congreso en pleno por primera vez. Se resolvió nombrar un Poder Ejecutivo formado por tres individuos que se alternarían mensualmente. Los primeros fueron Negrete, Michelena y José Miguel Domínguez.

Iturbide salió de Tacubaya con toda su familia el 30 de marzo. El 7 de abril el Congreso anuló el Plan de Iguala y decidió el embarque de Iturbide y su familia, con toda la brevedad posible, lo cual se llevó a cabo el 11 de mayo de 1823.

El Congreso decidió eliminar las capitanías generales creadas por Iturbide y en su lugar dejar comandancias militares al frente de las cuales quedaron, entre otros, Morán (México), Echávarri (Puebla), Vitoria (Veracruz), Felipe de la Garza (Monterrey) y Bustamante (Guadalajara).

Don Lucas Alamán describe así la situación política después de la caída de Iturbide:

«Los partidos después del triunfo obtenido sobre Iturbide, habían mudado de composición y se agitaban con más fuerza que nunca. Los republicanos se dividieron entre centralistas y federales: formaban el primero los masones y los antiguos monarquistas, por lo que se daba a esta fracción el nombre de borbonistas y a ella pertenecía el gobierno y el congreso restablecido: a los federalistas se unieron los iturbidistas, por odio a los que habían hecho bajar del trono a Iturbide, y por esta causa vinieron a incorporarse en el partido liberal más exagerado, los que profesaban las opiniones más opuestas a él»18.

Efectivamente, entre los primeros (los centralistas) estaban hombres que pretendían instalar una monarquía en México brindando la corona a algún miembro de la familia Borbón. Por eso les llamaban borbonistas. Pero la mayoría de este partido -que tenía como órgano de expresión el periódico que se llamaba «El Sol»- eran republicanos partidarios del centralismo y miembros, muchos de ellos, de las logias masónicas escocesas.

Las influencias de este partido eran predominantemente europeas; sobre todo francesas y españolas. Al parecer militaban en este partido casi todos los que formaban el Congreso que había disuelto Iturbide el 13 de octubre de 1822. Había también en él hombres como Echávarri, Bravo y Alamán. Incluso, al parecer, el mismo Juan Bernardo Domínguez pudo simpatizar más con este partido que con el contrario por su origen español y su ascendencia noble.

El partido liberal más extremista -como señala Alamán- era el otro (el federalista), formado por iturbidistas, que eran criollos -como Quintanar y Bustamante- y no deseaban que volviera una administración española, pero tampoco querían una república para México, sino una forma de gobierno tradicional. En este partido -que utilizaba como medio de expresión el periódico «El Aguila mejicana»- la mayoría, sin embargo, lo formaban los republicanos federalistas, entre los cuales estaban todos los antiguos insurgentes y otros como Vitoria, Esteva y Ramos Arizpe. Pronto19 integrarían las logias masónicas yorkinas, influidas fuertemente por los Estados Unidos de América.

En las diputaciones provinciales -principalmente en la de Guadalajara, en donde se hallaban los generales Quintanar y Bustamante, considerados entonces como los principales jefes del partido iturbidista20-, la mayoría la formaban los partidarios de Iturbide o del federalismo. Por lo tanto, exigieron la instalación de un nuevo Congreso constituyente. Así se determinó en el Gobierno y se decidió llevarlo a cabo el 31 de octubre de 1823.

Arrangoiz hace notar que

«Con la caída de Iturbide del Trono Imperial, nació en Quintanar y sus amigos, la idea de restituir si no al trono, cuando menos a sus fueros a don Agustín. El centro de acción encaminado a realizar este plan era Guadalajara, siendo sus cabezas principales el General Quintanar y el General Anastasio Bustamante»21.

Para impedir el éxito del brote independentista en Guadalajara, entre mayo y agosto de 1823, el Gobierno Central decidió enviar a Negrete y Bravo a esa ciudad22. Este último tuvo una entrevista con Quintanar en Lagos de Moreno.

Una de las misiones que tuvo Juan Bernar-do en esta época -y que así consta en su expediente- fue la de participar en esta reunión de Lagos de Moreno: «fue uno de los comisionados por el general Bravo para asistir a las conferencias que se tuvieron en la villa de Lagos de Moreno con los comisionados de Guadalajara y Zacatecas»23. Es muy probable que el general Bravo haya escogido a Juan Bernardo para esta misión, teniendo en cuenta su cercana relación familiar con don Luis de Quintanar. Juan Bernardo -que estaba más bien del lado republicano, pero que compartía muchas convicciones con Luis de Quintanar- era un hombre adecuado para servir como mediador en tan espinoso asunto.

Para quitar fuerza al gobierno del estado de Jalisco, el Gobierno Central consiguió que la ciudad de Colima con todo su distrito se separase de la obediencia a Guadalajara. Así fue como nació el que luego sería estado de Colima.

Mientras tanto Victoria y Guerrero habían sido nombrados miembros del Poder Ejecutivo. Este cambio fue decisivo. A partir de en-tonces se olvidó a Iturbide y se ensalzaron los méritos de los antiguos insurgentes: Hidalgo, Morelos, Allende, los hermanos Rayón, etc.
El 11 de octubre de 1823 se dispuso que, de los regimientos de infantería existentes, se formasen doce batallones por orden numérico con nueve compañías de fusileros en cada batallón24. Todo parece indicar que Juan Bernardo, hasta ese momento, seguía al frente del 6º Regimiento, que se habría de transformar en 6º Batallón del Infantería.

Las nuevas elecciones para instalar el Congreso, el 31 de octubre de 1823, recayeron, como era de esperar en los federalistas. Los masones escoceses centralistas perdieron la preponderancia que tenían en el Congreso anterior y los monarquistas quedaron excluidos.

El nuevo Congreso abrió sus sesiones el 7 de noviembre. Estaba dividido en dos partidos: federalistas y centralistas. Enseguida se procedió a redactar el Acta Constitutiva.

En dicha Acta se reconocía a Guadalajara el nombre de «Estado de Jalisco». Aunque Luis de Quintanar ya tenía el mando de la antigua provincia de Nueva Galicia, sólo hasta el 21 de junio de 1823 había sido nombrado, por el Congreso local Primer Gobernador del Estado Libre y Soberano de Jalisco, cargo que ocuparía hasta el 17 de junio de 1824.
La Provincia de Nueva Galicia fue, desde el principio, una de las más adictas a Iturbide. Desde 1823, después del Plan de Casa Mata, la población tomó partido claramente por Iturbide y se comenzaron a distribuir impresos contra el Poder Ejecutivo Central.

El 4 de marzo de 1824, Quintanar, con a-nuencia del Congreso Constituyente local, nombró a su gran amigo, Anastasio Bustamante -originario de Guadalajara- comandante interino de las tropas de línea y de milicia cívica.

Ni Quintanar ni Bustamante favorecían las reuniones clandestinas que comenzaron a organizarse para tomar medidas en contra del Gobierno Central. Entre otras iniciativas, se acordó fortificar las poblaciones de Chapala y San Blas. El general Quintanar acogió bien esta propuesta y, unos días más tarde, orde-naba fortificar el puerto de San Blas poniendo al frente al coronel Eduardo García, pariente cercano de Iturbide. También encargó a

Bustamante hacer un viaje de reconocimiento a la zona de Chapala.
En un principio, el general Quintanar había determinado publicar abiertamente un plan, en el que se mencionaba restauración de Itur-bide -héroe de Iguala- al trono. Sin embargo, aconsejado por personas prudentes, desistió de su empeño y matizó los términos de su proyecto. Las bases de su plan eran, según carta autorizada con su firma, las siguientes:

«La religión Católica Apostólica Romana; la Independencia, que el Altísimo nos concedió por los Héroes de Iguala; la restauración de este [Iturbide] al suelo donde vio la luz y con el lugar que la Nación quiere darle; la deposición de todo mando en lo civil y en lo militar, a todo europeo; y el premio de los buenos y el castigo de los malos»25.

Como ya hemos visto, desde el 31 de octubre de 1823 se había instalado el nuevo Congreso de mayoría federalista. Un diputado jalisciense y varios militares denunciaron ante la Asamblea la conducta sospechosa de Quintanar y Bustamante. El Congreso decidió poner en vigor un decreto, de fecha 26 de abril de 1823, por el cual se declaraban traidores a quienes intentaran hacer volver a Iturbide al país. Además ordenó que se investigara la posición de Quintanar y se tomaran medidas para conjurar la conspiración.
Ya en 1824, el Gobierno del Centro determinó enviar al general José Joaquín de Herrera, para solucionar la difícil situación de Jalisco. La población lo recibió con gran frialdad y no consideró oportuno tomar ninguna medida, por falta clara de cooperación entre los habitantes del Estado.

Entonces, el Poder Ejecutivo decidió enviar a los generales Nicolás Bravo y Celestino Negrete con tropas del ejército para cortar por lo sano el incipiente brote revolucionario. Quin-tanar se vio obligado a dejar el mando del Gobierno Estatal en manos del coronel José M. Castañeda. Él se puso al frente de las fuerzas de línea en el Campamento del Rosario, media legua al sur de la ciudad, con el objeto de detener al general Bravo, que intentaba atacar la ciudad.

Estando el general Bravo al frente de la línea del Rosario, intimó al general Bustamante a que se rindiera. Bustamante, prudentemente y para evitar el derramamiento inútil de sangre aceptó la rendición. Bravo y Negrete ocuparon Guadalajara sin resistencia el 11 de junio de 1824 mediante una especie de convenio con los generales Quintanar y Bustamante26.

Sin embargo, el día 17 de junio a la una de la mañana, el general Bravo -incumpliendo su palabra- por órdenes expresas del Supremo Poder Ejecutivo, aprehendió al general Quintanar -que estaba enfermo de un cóli-co-, al general Bustamante y al secretario de Quintanar, Victoriano Roa27.

El general de brigada José Joaquín Herrera tenía especial interés en sacar a los presos de la ciudad a altas horas de la noche. Una hora más tarde los llevó al vecino pueblo de Santa Anita. Allí recibió órdenes de llevarlos a Colima y luego al puerto de Acapulco con la intención de desterrarlos a América del Sur.

La acción del general Bravo había sido anticonstitucional. Solamente el Congreso del Estado podría haber destituido a Quintanar de su cargo. Pero, para evitar males mayores, finalmente el Congreso local decidió, más tarde, deponerlo y esperar a la promulgación de la nueva Constitución del Estado para nombrar al primer gobernador constitucional de Jalisco, que sería Prisciliano Sánchez.

Después de la campaña de Jalisco, Bravo regresó a México y el Congreso dispuso que el Poder Ejecutivo quedase compuesto por Bravo, Vitoria y Guerrero. Esta situación duró hasta el 4 de octubre de ese mismo año, en que se proclamó y juró solemnemente la pri-mera Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. Así se llamó desde entonces a la nueva República. Vitoria y Bravo prestaron juramen-to como presidente y vicepresidente de la República mexicana.

A comienzos de 1825, estando en prisión Quintanar y Bustamante -ya en México-, el Congreso Constituyente, antes de dar término a sus funciones y para celebrar el juramento de la Constitución, autorizó al recién nombrado primer presidente de la República, don Guadalupe Victoria, que concediera una amnistía. De esta manera Quintanar y Bustamante quedaron libres bajo condición el 17 de enero de 1825, y luego, de manera definitiva, el día 19 cuando el Senado otorgó su beneplácito a la medida presidencial28.

La conspiración de Guadalajara trajo consigo que el Gobierno central tomara medidas drásticas y decretara que se procediera inmediatamente al fusilamiento de Iturbide en caso de que se atreviera a desembarcar en territorio mexicano (decreto del 28 de abril de 1825). Como sabemos, este suceso desgraciadamente tuvo lugar el 19 de julio de 182529.

5. Director del Colegio Militar de Perote (1824)

Al mismo tiempo que don Luis de Quintanar desempeñaba el cargo de gobernador del estado de Jalisco, Juan Bernardo Domínguez recibía una comisión de importancia en su carrera militar al ser designado como primer di-rector del Colegio Militar de Perote.
Por disposición emanada del Ministerio de Guerra y Marina con fecha 11 de octubre de 1823, se estableció que los cadetes de los cuerpos de infantería y caballería del ejército nacional, que hasta entonces venían recibiendo su instrucción en la Escuela de Cadetes -también llamada Colegio Militar de México-, se trasladaran a la Fortaleza de San Carlos de Perote (Veracruz) con algunos oficiales de ingenieros como catedráticos, para instituir en ese lugar un Colegio Militar en el que pudieran formarse oficiales de todas las Armas del ejército30.

El primer director nombrado en propiedad del Colegio Militar fue el coronel de caballería don Juan Domínguez y Gálvez. Después de haber estado un año al frente del 6º Regimiento de Infantería, Juan Bernardo pasaba al Arma de caballería. Estos cambios de Arma eran muy frecuentes.

Recibió el nombramiento el 19 de noviembre de 1823, unas semanas después de que en México se había instalado un nuevo Congreso de mayoría federalista.

Como se trataba de fundar una nueva institución en el ejército nacional, es comprensible que mediara un tiempo desde que Juan Bernardo recibió el nombramiento hasta que tomó posesión de su cargo en Perote. Tendría que hacer diversas gestiones que le impedían estar al frente del Colegio Militar. Mientras tanto lo substituyó en sus funciones el teniente coronel don Diego María de Alcalde.

Quizá, parte del motivo de su retraso en ocupar su nuevo cargo fue que, a los tres meses de recibir el nombramiento de director del Colegio Militar de Perote, el 25 de febrero de 182431, nacía en San Juan su segunda hija, María de la Consolación. Al día siguiente recibió las aguas del Bautismo

«En veinte y seis de febrero de mil ochocientos veinte y quatro, en esta Parroquia de S. Juan del Río, yo José María García V.P. bauticé solemnemente a María de la Consolación Carlota Josefa Nextoria Petra Regalado que dicen tiene un día de nacida, hija de lextmo. Matrimonio del Coronel D. Juan Do-mínguez y de Dª Ignacia Quintanar, vecinos de esta cavecera. Fue su padrino el Pbro. D. Francisco Soto y su madrina Dª Manuela de Quintanar, libre de matrimonio, hija lextma. de D. Narciso de Quintanar y Dª María Josefa de Soto, vecina de esta misma cavecera, quienes están instruidos en su obligación y lo firmé.
[Rúbrica de Br. Ignacio Camacho y Br. José María García]

María Ignacia vuelve a escoger como madrina de bautismo a doña Manuela de Quintanar, su tía materna y madrina de su propio bautismo. El padrino es don Francisco de Soto. Al parecer es el hermano sacerdote de María Josefa de Soto -es decir, tío abuelo de María Ignacia Quintanar-, que en 1824 tendría 69 años de edad. Había sido vicario parroquial de San Juan del Río en la misma época que Ignacio Delgado, a principios del siglo XIX.
Consuelo -como le llamarían más tarde- murió siendo joven y todavía soltera. Está sepultada junto con su padre en el panteón de El Calvario, en San Juan del Río.

El 17 de marzo de 1824 recibió también el nombramiento como comandante de la fortaleza de Perote, y hasta el 15 de abril de 1824 tomaría posesión efectiva de sus cargos en Perote.

El coronel Domínguez permaneció al frente del Colegio Militar poco tiempo. El día 14 de junio de 1824 -dice su expediente- «fue llamado desde México para ser destinado conforme a sus buenos servicios». El 19 de junio «queda en calidad de suelto»32. Y el 23 de julio de 1824 fue sustituido por el coman-dante de Batallón don Tomás de Castro.
No podemos precisar cual fue la causa de este traslado. Pudieron haber influido sus relaciones familiares con Luis de Quintanar que el 11 de junio de 1824 había sido destituido como gobernador de Jalisco y era llevado en prisión primero a Acapulco y luego a la capital. Quizá este hecho le movió a Juan Bernardo a renunciar al cargo que tenía en Perote.

De cualquier manera, el Colegio Militar de Perote tendría poco tiempo de vida. Parece que hubo razones de tipo académico y político que aconsejaron trasladar a los cadetes nuevamente a México.

Efectivamente, el 25 de febrero de 1828 se trasladaron a la capital como agregados al 4º Batallón de Infantería Permanente, para que, después de un examen, pudieran, o incorporarse al ejército, o continuar sus estudios en el nuevo Colegio Militar dependiente de los ingenieros militares. La elección del batallón no fue una casualidad. El coronel Domínguez era precisamente quien tenía el mando de ese batallón cuando se hizo el traslado.

6. En la ciudad de México (1825)

A fines del año 1824 o principios de 1825 Juan Bernardo se traslada a vivir a la ciudad de México.

Desde que, a fines de 1822, había tenido que irse a Jalapa al mando del 6º Regimiento de Infantería, Juan Bernardo y María Ignacia tuvieron que pasar dos años agitados, al ritmo de la cambiante situación política del momen-to (batalla de Jalapa, Plan de Casa Mata, conferencias en Lagos de Moreno, Perote…).

Luis de Quintanar había tenido que dejar Guadalajara, forzado por los que gobernaban en ese momento el país, que no compartían sus ideas políticas.

En enero de 1825 se encontraron nuevamente en México Juan Bernardo, María Ignacia y el general Quintanar.

El 24 de noviembre de 1824, Juan Bernardo había sido nombrado fiscal del Supremo Tribunal de la Guerra, en la ciudad de México. Además, el 25 de enero de 1825 recibió un nuevo encargo: el de ser vocal secretario a la Junta destinada a elaborar la Ordenanza del Ejército. Desde ese momento quedó asignado al Primer Batallón Permanente de Infantería. En su expediente militar, hay una hoja de servicios fechada el 31 de diciembre de 1825 en el que aparece destinado a ese batallón. Sin embargo, no tiene un puesto de mando, pues dedica prácticamente todo su tiempo a sus encargos en el Supremo Tribunal de Guerra -que estaba localizado dónde había estado la Inquisición, en la plaza de Santo Domingo- y en la Junta de Ordenanzas del Ejército.

Es probable que poco después de haber sido liberado de la prisión, Luis de Quintanar haya ocupado por primera vez la presidencia del Supremo Tribunal de Guerra. Ciertamente tenía ese cargo en mayo de 1828. En su expediente militar, escuetamente se recoge el dato de que, desde el 1º de febrero de 1825 hasta el 14 de enero de 1833 estuvo adscrito a la Plana Mayor del Ejército y desempeñó varias comisiones33.

Al poco tiempo de llegar a la capital, el 11 de febrero de 1825, nace Soledad, la tercera hija de Juan Bernardo y María Ignacia. Fue bautizada dos días más tarde en la parroquia del Sagrario Metropolitano de la Catedral de México. El texto de la partida es el siguiente34:

El trece de febrero de mil ochocientos veinte y cinco con licencia del Pbro. D. José Ignacio Díaz Calvillo, Cura interino de esta Santa Iglesia, yo el Licenciado Pedro Fernández bauticé a una niña que nació antier. Púsela por nombre María de la Soledad Josefa Petra Regalado Desideria, hija legítima de legítimo matrimonio de los Sres. Coronel Don Juan Domínguez, natural de La Habana y de Doña Ignacia Quintanar, originaria de San Juan del Río. Fueron sus padrinos el Excmo. Sr. Don Ignacio Esteva, Sec. del Despacho Universal de Hacienda y Doña María de la Merced Acebal de Subreville. Instruidos en su obligación. Firmas: José Ignacio Díaz Calvillo y Pedro Fernández.

Soledad se casaría años más tarde en San Juan del Río -como su hermana Mercedes- con uno de los hijos de don Esteban Díaz y González de la Campa, gran personaje de San Juan del Río, del que ya he comentado que vivía en el nº 7 de la calle que llevaba su nombre (calle de Don Esteban), justamente enfrente de la casa en donde años más viviría mis bisabuelos Paz y Cándido, y en donde nacieron sus seis hijas, entre ellas, mi abuela Carmen.

El esposo de Mercedes se llamaba Rafael y el de Soledad Antonio Díaz Torres. Soledad está enterrada junto a Juan Bernardo, su padre, en el panteón del Calvario. Probablemente murió al poco tiempo de casada. Como veremos más adelante, tuvo varios hijos.

En abril de 1826, Juan Bernardo continuaba en el Primer Batallón Permanente de Infantería. Pero el 24 de julio de ese año fue nombrado por el Sr. Presidente, don Guadalupe Victoria, comandante del 4º Batallón Permanente en la ciudad de México.

Ese batallón, en 1821 era el Regimiento nº 1, formado por los Batallones Provinciales de Celaya y Guanajuato, las Compañías de Santa Rita, Malinalco, Sierra alta, Compañías sueltas de Guanajuato, Seguridad y Fusileros del Comercio de Méjico. En diciembre de 1821 tenía una fuerza de 1.428 hombres y en octubre de 1823 pasó a ser el Batallón nº 435.

El 3 de septiembre de 1826 tomaría el mando efectivo del Batallón. Sin embargo, nuevamente de manera inexplicable, a los tres meses -el 16 de diciembre de 1826- Juan Bernardo utiliza por primera vez un permiso de retiro y abandona el mando del Batallón.

En su hoja de servicios del 31 de diciembre de 1826, hecha en el 4º Batallón, se menciona que, a esa fecha, llevaba en su carrera militar 3 campañas y 24 acciones de guerra36.
Seis meses después, por despacho del Sr. Presidente, Juan Bernardo volvió al servicio, recibiendo nuevamente el nombramiento de coronel del 4º Batallón Permanente. Era el 30 de junio de 1827. El 29 de octubre de ese año tomó el mando efectivo del batallón en la ciudad de México.

Es posible que desde diciembre de 1826 hasta octubre de 1827 haya pasado una temporada de descanso en San Juan del Río con María Ignacia y sus tres hijas.
Pero en octubre del 27 lo vemos de nuevo en México, donde permanecerá hasta el 11 de mayo de 1829. Parece que María Ignacia y sus hijas se quedaron en San Juan pues, como veremos, en mayo de 1828 Juan Bernardo vivía en el cuartel del 4º Batallón.
Durante esa temporada tuvo lugar un suceso curioso, a través del cual podemos conocer muchos rasgos de la personalidad de Juan Bernardo. Pero esto lo veremos en el siguiente capítulo.

Notas

1 En 1840 don Juan Domínguez era coronel de caballería. Cfr. la lista de brigadieres y coroneles en el ejército mexicano de 1840 en A.M. CARREÑO, Jefes del Ejército Mexicano en 1847. Biografía de Generales de División y de Brigada y de Coroneles del Ejército Méxicano por fines del año 1847, Imprenta Fototipia de la Secretaría de Fomento. Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, México 1914.
2 Cfr. ALAMÁN, vol. V, Apéndice 14, p. 577-580.
3 Cfr. ALAMÁN, vol. V, Apéndice 14, p. 580.
4 Cfr. ALAMÁN, vol. V, Apéndice 14, p. 580.
5 Cfr. EXPEDIENTE, f. 17-20.
6 No sabemos qué tanto habrá influido este suceso a enfriar las relaciones entre Juan Bernardo y el general Santa Anna. Como veremos, no parece que Santa Anna le haya demostrado especial afecto a lo largo de su carrera militar.
7 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 397-401.
8 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 401.
9 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 408 y sig. Bravo Ugarte -cfr. vol. III, p. 153- afirma que «el ataque era difícil, y de eso pudieron aprovecharse las logias, en la que acababa de ser recibido Echávarri y a las que obedecía "como un novicio" -al igual que Cortazar y Lobato y la mayor parte de los jefes del ejército sitiador». No sabemos si también Juan Bernardo habrá sido recibido en la masonería escocesa, aunque no lo parece, por sus principios cristianos, como veremos más adelante.
10 ALAMÁN, vol. V, p. 411.
11 ALAMÁN, vol. V, p. 411 a 412.
12 Cfr. texto completo de este escrito en el Apéndice VIII, al final del libro.
13 ALAMÁN, vol. V, p. 413.
14 AJ, b-10, f. 193 v.
15 Agustina Quintanar era hija de Andrés de Quintanar y nieta de don José Manuel de Quintanar (tío de don Narciso de Quintanar). Agustina y Pedro tuvieron un hijo en 1828 (cfr. partida de bautismo de Pedro José de la Cajiga Quintanar, en AJ, b-80, f. 129). A su vez, Mercedes, más tarde, sería madrina de bautismo de una nieta de Andrés de Quintanar llamada Carmen Quintanar Godoy, que nació en 1837 (cfr. partida de bautismo de Francisco de Paula y María Del Carmen Quintanar Godoy, en AJ, b-88, f. 17, año 1837).
16 Cfr. AJ, c-3, f. 156.
17 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 419 y 420.
18 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 440.
19 En concreto, a partir del mes de agosto de 1825, por mediación de Poinsset. Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 474.
20 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 441.
21 ARRANGOIZ, p. 118.
22 Para todo este suceso cfr. ALAMÁN, vol. V., p. 453 a 468, AYALA, p. 117 a 121 y BRAVO UGARTE, vol. III, p. 162 y 163.
23 Cfr. EXPEDIENTE, f. 17-20.
24 Cfr. ALAMÁN, vol. V., Apéndice 14, p. 577-578. El 12 de Mayo de 1824 se llevó a cabo un pequeño cambio: se mandó que los batallones tuvieran ocho compañías, una de granaderos, otra de cazadores y seis de fusileros. El 16 de noviembre de 1833 se dio otra nomenclatura a los cuerpos de infantería.
25 BRAVO UGARTE, vol. III, p. 162 y 163.
26 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 452.
27 Cfr. BRAVO UGARTE, vol. III, p. 163.
28 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 464 a 468.
29 Cfr. ALAMÁN, vol. V, p. 458.
30 Cfr. M. SÁNCHEZ LAMEGO, El Castillo de San Carlos de Perote, Taller autográfico de la Secretaría de la Defensa Nacional, México 1939, 35-37.
31 Cfr. ÍNDICES, Domínguez Quintanar, María de la Consolación.
32 Cfr. EXPEDIENTE, f. 17-20.
33 Cfr. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, expediente del general de división don Luis de Quintanar, nº XI/III/1-163, tomo I (174 fojas), f. 1 v.
34 Cfr. ASM, Libro de Bautismos de 1825, f. 29, partida nº 172.
35 Cfr. ALAMÁN, vol. V, apéndice 14, p. 578.
36 Cfr. EXPEDIENTE, f. 21-22.

Ilustraciones

- Don Luis Quintanar (grabado hecho hacia 1825).
- Juan Bernardo Domínguez y Gálvez con uniforme del Arma de Infantería (grabado hacia 1825 sobre papel).

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