| De
la Luisiana a la Nueva España La
Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847) (por
Víctor Cano Sordo, México, D.F., 1999) CAPÍTULO
IV Raíces Novohispanas (1531-1793) Los
antepasados de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez no tenían
raíces en la Nueva España. Cuando llegó Juan Bernardo al
puerto de Veracruz en 1813, se encontró con un mundo nuevo para él.
Las tierras del golfo de México en las que había vivido hasta entonces
-Cuba, la Luisana y la Florida Occidental- tenían características
políticas, económicas, sociales y culturales diferentes a las que
encontraba ahora en la Nueva España.
Los antepasados de su mujer,
María Ignacia de Quintanar, en cambio, eran novohispanos y arraigados en
esta tierra desde los tiempos de la conquista (1).
En los capítulos
anteriores hemos conocido la doble ascendencia de Juan Bernardo: la de los Domínguez
y Gálvez, por una parte, y la de los Otero por otra.
En este capítulo
veremos quiénes fueron los antepasados de María Ignacia y cómo
llegaron las distintas ramas de las que procedía, a establecerse en la
región de San Juan del Río. Es decir, buscaremos los orígenes
remotos de algunos de los apellidos de María Ignacia e intentaremos trazar
la trayectoria geográfica novohispana que siguieron sus antepasados hasta
establecerse en San Juan del Río.
Como veremos al final del siguiente
capítulo, los padres de María Ignacia fueron don José Ignacio
Delgado y Silis y doña María Josefa de Quintanar y Soto.
El
origen de los primeros cuatro apellidos de María Ignacia es el siguiente:
1º)
Delgado (ligado con Rico): proceden de Querétaro y se trasladaron a San
Juan del Río a mediados del siglo XVIII.
2º) Quintanar (ligado,
entre otros apellidos, con Pérez de Bocanegra, Gutiérrez de la Caballería,
Jaramillo, Arismendi, Gogorrón y Pérez de la Paya): unas ramas desde
México se trasladaron en el siglo XVI a San Luis, Querétaro, y en
el siglo XVII San Juan del Río; otras ramas (los Quintanar y quizá
los Pérez de la Paya) proceden de Huichiapan (Hidalgo) y se trasladaron
a principios del siglo XVIII a San Juan del Río.
3º) Silis
(ligado con Sánchez Grimaldos, Gutiérrez de Romero y Díaz
de Cuellar): proceden de Querétaro (quizá, más remotamente,
de México y Puebla) y se trasladaron a San Juan del Río a principios
del siglo XVIII (Silis); otras ramas (por ejemplo, Gutiérrez de Romero)
estaban ya en San Juan del Río en el siglo XVII.
4º) Soto (ligado
con Ruiz, Servín, Contreras, Rojas, López): desde Querétaro
-en dónde aparecen ya estos apellidos a fines del siglo XVI- se trasladaron
a San Juan del Río a mediados del siglo XVIII.
De entre las diversas
ramas novohispanas de las que procede María Ignacia, he escogido algunas
de ellas, a partir de las cuales llegaremos a establecer la conexión con
las demás.
Comenzaremos por conocer quiénes eran los Pérez
de Bocanegra, luego veremos el origen de los Hernández de Quintanar y,
por último, nos detendremos en las familias Delgado y Silis, y Soto y Ruiz.
La
fecha de 1531, en el título del capítulo, indica la fecha de la
fundación de San Juan del Río. El año de 1793, es el año
en el que se celebró el centenario del comienzo de la construcción
del templo de los españoles en San Juan dedicada a Nuestra Señora
de Guadalupe. En esta iglesia recibieron las aguas del Bautismo mi abuela Carmen,
mi bisabuela Paz, mi tatarabuela María Ignacia y muchos antepasados suyos.
Además,
1793 es la fecha en la que don Pedro Martínez de Salazar y Pacheco, subdelegado
de la jurisdicción de San Juan del Río, redacta un informe, dirigido
al conde de Revillagigedo, sobre la situación política, económica
y social de San Juan. El siguiente capítulo lo comenzaremos analizando
los datos de ese informe, que menciona a los abuelos de María Ignacia.
Por último, 1793 es el año en que muere Josefa, la hermana mayor de
Ignacio Delgado. El padre de María Ignacia queda huerfano y sin hermanos
vivos.
1.
Fundación de San Juan del Río (1531) Los
conquistadores españoles llegaron por primera vez a San Juan del Río
en 1531. En ese lugar se había establecido un grupo de otomíes hacia
el sur, en las márgenes del río que atraviesa la población.
Su jefe era un tal Mexici, llamado así porque procedía de la
región mexica de Jilotepec. Los otomíes de esa zona se defendían
de los continuos ataques chichimecas, tribu que poblaba todo el norte del país
(2).
El virrey, don Antonio de Mendoza, había fortalecido la posición
de los españoles radicados en la frontera con la provincia chichimeca mediante
concesiones de encomiendas y tierras a los principales conquistadores.
Uno
de los primeros y más grandes de estos defensores fronterizos fue don Hernán
Pérez de Bocanegra y Córdoba (3), encomendero de Acámbaro
y Apaseo.
Vale la pena conocer un poco de la vida de este conquistador, tanto
por el papel destacado que jugó en la región de San Juan del Río,
durante la primera mitad del siglo XVI, como por el parentesco que hay entre él
y los antepasados de María Ignacia de Quintanar.
Don Hernando Pérez
de Bocanegra, nacido en Córdoba, había llegado en el año
de 1526 a la Nueva España con don Luis Ponce de León, pariente suyo.
En 1527 recibió el nombramiento de alguacil mayor de la ciudad de México.
En 1537 y 1543 desempeñó el cargo de alcalde de la ciudad. Durante
la expedición guerrera del virrey Mendoza a las tierras de Mixtón
(Nueva Galicia), don Hernando había actuado como capitán general
de la Nueva España.
Desde el año de 1529, Pérez de
Bocanegra se había aliado a uno de los jefes otomíes de la zona
que está alrededor de Querétaro. Se llamaba Conín. Don Hernán
había conseguido que fuese bautizado por un fraile que él mismo
trajo de Acámbaro. Conín se bautizó con el nombre de Hernando,
para agradecer así a su amigo el gran favor que le había hecho.
Tomó el apellido de Tapia, por Andrés Tapia, que fue su padrino,
hombre muy conocido en toda la comarca.
Por el día en que está
fechado un escrito de don Nicolás de San Luis Montañez (10 de julio
de 1529) -también otomí, descendiente de los reyes de Jilotepec,
ya bautizado y luego nombrado capitán- sabemos que tanto don Hernando de
Tapia (Conín), como el mismo Montañez, ya en esa época andaban
conquistando tierras en la región de San Juan del Río y Querétaro,
con la ayuda de Hernán Pérez de Bocanegra y el Supremo Gobierno
de Nuño de Guzmán (4).
En diciembre de 1529 Hernándo
Pérez de Bocanegra había seguido a Nuño de Guzmán
en la conquista de los teules chichimecas, pero el segundo mes posterior a la
Pascua de 1530 se había separado de él en Omitlán.
El
24 de junio de 1531, el capitán Nicolás de San Luis Montañez
llegó al lugar dónde habitaban los otomíes de Mexici. Le
acompañaban veinticinco mil trescientos veintinueve soldados. Era el día
de San Juan Bautista, y en su honor pusieron el nombre de San Juan a aquella población.
Ese mismo día se celebró una Misa en acción de gracias.
Se trazaron las calles y, después de trazadas y estar todos reunidos -según
cuentan las crónicas- gritaron a viva voz: «¡Pueblo de San
Juan del Río, en nombre de Dios Nuestro Señor, del cielo y de la
tierra, quedas fundado!».
Uno de los fundadores de San Juan del Río
fue otro Bocanegra: el capitán don Miguel Bocanegra. El día de la
fundación llevaba un estandarte de la Purísima en la procesión
que se organizó para celebrar el acontecimiento histórico.
Antes
de terminar el año de 1542 se habían concedido a Hernán Pérez
de Bocanegra tierras para instalar molinos y una posada en Apaseo, núcleo
de la colonización en la demarcación misma de las tribus chichimecas.
A partir de esa fecha Pérez de Bocanegra siguió siendo un bastión
en la provincia de los chichimecas (5).
Don Hernán Pérez
de Bocanegra, que murió hacia 1568, se había casado con doña
Beatriz Pacheco y había tenido siete hijos. Los descendientes de este valeroso
conquistador permanecieron en las encomiendas heredadas de su antepasado.
Otro
conquistador y encomendero de la zona comprendida entre Jilotepec y Querétaro,
también relacionado con los ancestros de María Ignacia de Quintanar,
fue don Juan Jaramillo, el Viejo. Este colaborador cercano de Cortés en
la conquista de México, además de casarse con doña Marina
-La Malinche-, recibió muchas mercedes por sus servicios prestados. Al
morir doña Marina, Juan Jaramillo casó en segundas nupcias con doña
Beatriz de Andrada, que al quedar viuda se convirtió -según se decía-
en la mujer más rica de México. Heredó de su marido la gran
encomienda de Jilotepec, que abarcaba tierras desde Jilotepec hasta Querétaro.
En el año de 1578 el virrey don Martín Enríquez Almansa
dividió la encomienda en dos alcaldías mayores: Jilotepec y Querétaro.
La nueva Alcaldía Mayor de Querétaro estaba compuesta por dos pueblos,
ambos cabeceras de doctrina, San Juan del Río y Querétaro.
Doña
Beatriz de Andrada, al enviudar de Jaramillo, casó en segundas nupcias
con don Francisco de Velasco, hermanastro del virrey, del cual no tuvo descendencia.
Por este motivo dejó parte de sus propiedades a miembros de su familia.
Uno de ellos fue don Lucas de Lara al que cedió el mayorazgo de La Llave,
que había fundado ella en 1585. Otra de sus parientes agraciadas con su
favor fue su prima doña Ana de Andrada que, como veremos, fue antepasada
de María Ignacia de Quintanar.
Tanto don Hernán Pérez
de Bocanegra como don Juan Jaramillo tuvieron una gran importancia en la fundación
y consolidación de San Juan del Río. Pues bien, ambos conquistadores
están emparentados con algunos antepasados de María Ignacia de
Quintar que, ya en el siglo XVI, poseyeron tierras en San Juan.
Como hemos
visto, una de sus antepasadas fue precisamente doña Ana de Andrada, pri-ma
de doña Beatriz (segunda esposa de Juan Jaramillo). Doña Ana estaba
casada con un sobrino de don Juan Jaramillo que llevaba el mismo nombre de su
tío. Por esta razón y para distinguirlos, a uno le llamaron Juan
Jaramillo el Viejo y a otro Juan Jaramillo el Mozo. María Ignacia de Quintanar
era descendiente de Juan Jaramillo el Mozo.
Don Juan Jaramillo el Mozo
y doña Ana de Andrada tuvieron dos hijas -Beatriz y Ana- que heredarían
de sus padres en 1588, un sitio de ganado cerca de San Juan del Río. Más
adelante veremos cómo este sitio de ganado lo había recibido su
padre en 1558, del virrey don Luis de Velasco, al parecer, gracias al favor de
doña Beatriz de Andrada, prima de su mujer.
Otra de las antepasadas
de María Ignacia de Quintanar fue doña Clara de Bocanegra. Doña
Clara tenía cierto parentesco con don Hernán Pérez de Bocanegra
porque ambas familias procedían la provincia de Córdoba. Venían
de los mismos Bocanegra que luego tendrían tantos descendientes en la Nueva
España. Doña Clara se casó con don Alonso Pérez, y
tendrían un hijo llamado don Alonso Pérez de Bocanegra -sexto abuelo
de María Ignacia de Quintanar-, que también tuvo tierras en San
Juan del Río en la segunda mitad del siglo XVI.
Una hija de la primera
pareja -doña Bea-triz Jaramillo y Andrada- se casaría con un hijo
de la segunda pareja -don Alonso Pérez de Bocanegra-, y tendrían
a su hijo mayor -Pedro Pérez de Bocanegra y Jaramillo-, que fue tatarabuelo
de doña Juana Pérez de Bocanegra, bisabuela de María Ignacia
de Quintanar (6).
2.
Jaramillos y Bocanegras en San Juan del Río (siglo XVI) Doña
Ana de Andrada, como hemos visto, estaba casada con don Juan Jaramillo el Mozo,
sobrino del conquistador del mismo nombre. Don Juan Jaramillo el Mozo había
llegado a la Nueva España procedente de Badajoz, su tierra natal, hacia
el año de 1539. Su afán de aventura le llevó a alistarse
en la hueste de Vázquez de Coronado, y durante tres años tomó
parte en la famosa expedición que se había propuesto encontrar las
ciudades fantásticas de Cíbola y Quivira, en los actuales estados
de Colorado y Nuevo México. Don Juan fue uno de los capitanes de Vázquez
de Coronado y, además, tuvo la precaución de narrar por escrito
los sucesos de esa gran aventura. Su Relación se conserva y es una de las
fuentes históricas para conocer los pormenores de aquel portentoso viaje.
Don
Juan Jaramillo el Mozo, recibió mercedes, tanto por sus servicios al rey,
como a través de su matrimonio con doña Ana de Andrada. El virrey
don Luis de Velasco, proveyó de corregimientos a don Juan y, el 20 de diciembre
de 1558, le concedió una estancia de ganado menor en San Juan del Río.
Las
hijas de don Juan y doña Ana -Beatriz y Ana- heredaron de sus padres esas
tierras treinta años más tarde. Una de ellas, Beatriz, casó
con don Alonso Pérez de Bocanegra que, ya desde el año 1584, también
poseía un sitio para ganado en Galindo, que pertenecía a la jurisdicción
de San Juan del Río (7).
Don Alonso Pérez de Bocanegra también
descendía de conquistadores. Su abuelo -el bachiller Alonso Pérez-
había llegado con Pánfilo Narváez a la Nueva España
y luego había participado con Hernán Cortés en la toma de
Tenochtitlán, en 1521. La hazaña de subir a la gran pirámide
de Huitzilopotzli, derrotando a 600 aztecas en una situación de gran peligro,
le valió recibir un privilegio de armas que luego usaron sus descendientes
(8).
Bernal Díaz del Castillo relata una escena en la que Alonso
Pérez consuela a Cortés en Tacuba, después de que los mexicanos
habían llevado a sacrificar a sus dos mozos de espuelas al dios de la guerra
azteca (9).
El abuelo de Alonso Pérez de Bocanegra también
se llamaba Alonso Pérez, como su nieto y su hijo mayor. Era bachiller y
fue uno de los primeros pobladores de la ciudad de México. En 1524 se le
concedió un solar en la actual esquina noroeste de las calles de República
del Brasil y Donceles. Desde 1525 hasta 1529 fue el letrado de la ciudad. Formó
parte de la primera Real Audiencia, como fiscal de su majestad. Más tarde
llegaría a ser alcalde de la ciudad (1551) y encomendero de Acamixtlahuaca
(cerca de Taxco) y Tezontepec (al sur de Pachuca).
El bachiller Alonso
Pérez -que era natural de Trigueros, Huelva- había casado con doña
Elvira Pérez Farfán. Su hijo mayor fue don Alonso Pérez el
Mozo. Contemporáneo de Juan Jaramillo el Mozo, también participó
en la expedición de Vázquez de Coronado a Cíbola y Quiviria.
Don Alonso Pérez el Mozo después casó con doña Clara
de Bocanegra. Juan Jaramillo y Alonso Pérez tenían mucho en común.
Ambos habían acompañado a Vázquez de Coronado a la expedición
de Cíbola. Ambos eran hijos de conquistadores. Y a los dos se les puso
el sobrenombre de el Mozo. Con el tiempo, además, llegarían a ser
consuegros: Beatriz, hija de Juan, sería la mujer de Alonso, hijo mayor
de Alonso Pérez.
Doña Clara tenía cierto parentesco con
don Hernán Pérez de Bocanegra, el conquistador y encomendero de
Querétaro, del cual ya hemos hablado. Los Bocanegra procedían de
la provincia de Córdoba. Pero lo Bocanegra no le venía a doña
Clara por su padre -don Diego Gutiérrez de la Caballería-, sino
por su madre: doña Isabel Mexía de Bocanegra.
Don Diego Gutiérrez
de la Caballería, procedía de una ilustre familia establecida, al
menos desde el siglo XIV, en la ciudad de Almagro, provincia de Ciudad Real.
El linaje de los Caballería tuvo entre sus vástagos hombres
y mujeres que destacaron como militares o letrados. Sin embargo, no parece que
se hayan distinguido por su habilidad comercial, aunque algunos historiadores
afirmaban que eran descendientes de judíos. Para que no hubiera duda de
que su talante caballeresco no congeniaba con los dineros, en su escudo de armas
se leía el siguiente lema en letras romanas de oro: «LA CAVALLERÍA
ME VALIÓ QUE RIQUEZAS NO».
Don Diego, que también llegó
en los primeros años de la conquista de la Nueva España, aunque
era tesorero en la pacificación de Nueva Galicia (Jalisco) -donde falleció-,
no tuvo mucha suerte en el repartimento de mercedes reales. Don Alonso Pérez
el Mozo, su yerno, cuando pide se le concedan nuevas mercedes, alega como argumento
que «casó pobremente e padesce necesidad» (10).
Don
Alonso Pérez el Mozo y doña Clara de Bocanegra fueron vecinos de
la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVI. Se casaron hacia
el año de 1555 pues su hijo mayor, don Alonso Pérez de Bocanegra,
recibió el bautismo el 5 de diciembre de 1556 en la parroquia del Sagrario
de la catedral de México. Sin embargo, muy pronto participaría,
con otros muchos de los primeros pobladores de la Nueva España, en la expansión
hacia el norte del país. Él y su mujer Beatriz Jaramillo y Andrada,
serían los primeros antepasados de María Ignacia de Quintanar que
tuvieron una relación más directa con San Juan del Río.
Veamos
cómo fue que la familia Pérez de Bocanegra y Jaramillo se trasladó
a finales del siglo XVI de la ciudad de México a la de San-tiago de Querétaro,
y luego a San Juan del Río.
3.
Los Pérez de Bocanegra en Querétaro y San Juan (siglo XVII) Don
Alonso Pérez de Bocanegra, como sus padres, tuvo la ciudad de México
como su residencia habitual casi hasta el final de su vida. Vivía con su
familia en la calle del Águila. Sin embargo, desde muy pronto tuvo que
encargarse de las encomiendas que había heredado de su padre y de su abuelo
en Acamixtlahuaca y Tezontepec. Además, recibió otras mercedes en
la región de San Juan del Río, en la zona de San Miguel el Grande
(actual San Miguel de Allende) y al sur de San Luis Potosí. Fue también
alcalde de Celaya una temporada (1587-1591) y del Real y Minas de Tlalpuxaque.
También fue alcalde ordinario de la ciudad de México (1597). Después,
en 1613, fue alcalde de la Santa Hermandad.
Este rico encomendero, el 6
de diciembre de 1576, a los veinte años de edad recién cumplidos,
celebró su matrimonio en México con doña Beatriz Jaramillo
y Andrada. Como recordamos doña Beatriz era hija de don Juan Jaramillo
el Mozo y de doña Ana de Andrada.
Don Alonso Pérez de Bocanegra
fue el primero de su linaje en adquirir tierras en la zona de San Juan del Río.
En 1584 era el propietario de un sitio en la actual hacienda de Galindo. Además,
-como ya hemos comentado- su mujer, doña Beatriz Jaramillo, había
heredado de sus padres tierras también en esa zona, en 1588.
Como
sus intereses iban estando más hacia el norte del país, don Alonso
decidió trasladar su residencia a la ciudad de Santiago de Querétaro.
A principios del siglo XVII desempeñó en esa ciudad las funciones
de juez provincial de la Santa Hermandad. Aunque todos los hijos de don Alonso
y doña Beatriz nacieron en México, a partir de entonces, algunos
de ellos pasarán a serán vecinos de Querétaro o de San Luis
Potosí, en dónde la familia también poseía tierras.
El
hijo primogénito de don Alonso fue don Pedro Pérez de Bocanegra
y Jaramillo, que casó con doña Elena de Arizmendi y Gogorrón,
hija de don Pedro de Arizmendi y Gogorrón y doña Antonia Rivas Palomino.
Doña Elena de Arizmendi -quinta abuela de María Ignacia de Quintanar-
debió nacer seguramente en Tlaxcalilla, una población contigua a
San Luis Potosí, hacia el año de 1600. Su padre y sus hermanos eran
mineros. Don Pedro de Arizmendi y Gogorrón era uno de los fundadores del
Real y Minas de San Luis. Muy pronto fue dueño de varias minas. Una de
ellas se llamaba «Cata Gogorrón». Actualmente, hay un valle
al sur de San Luis que lleva el nombre de «Gogorrón».
Don
Pedro de Arizmendi fue un hombre legendario. En varias ocasiones el Tribunal del
Santo Oficio lo llamó a cuentas por diversos motivos de lo más variopinto.
Le acusaban de que su abuela materna, una tal doña Leonor Tellos, había
sido hechicera. Decían también que era descendiente de judíos
y de moriscos. En otra ocasión fue denunciado por haberle dado de palos
a un sacerdote guardián de uno de los conventos de Tlaxcalilla, pueblo
de donde era vecino. Tuvo también pleitos con el Real Fisco y con otros
vecinos de la localidad.
Sus hijos tampoco se quedaron atrás, y
heredaron el carácter belicoso de su padre. Sin embargo, llegaron a ser
ricos terratenientes de la zona de Celaya y San Miguel el Grande y, además,
propietarios de minas en San Luis Potosí.
Doña Elena de Arizmendi
-que era, al parecer, la hermana mayor de la familia- conoció a don Pedro
Pérez de Bocanegra porque ambas familias tenían tierras entre Querétaro
y San Luis Potosí. Se casaron, quizá en San Luis, y al poco tiempo,
a principios del siglo XVII, se fueron a vivir a la ciudad de Santiago de Querétaro.
Algunos
de los hijos de don Pedro y doña Elena nacieron en San Luis y otros en
Querétaro. Una de sus hijas, doña Elvira Pérez de Bocanegra
(ca. 1620-1701), -cuarta abuela de María Ignacia de Quintanar-, parece
que nació en San Luis entre 1620 y 1624, pues no se encuentra su partida
de bautismo en la ciudad de Querétaro entre los años de 1620 y 1630,
que es el año en que fallece su padre. En cambio sí están
las partidas de varias hermanas suyas: Josefa (1624), Juana (1625) y Teresa (1627).
No parece que doña Elvira haya recibido el Sacramento del Matrimonio.
Hasta 1668 vivía en Querétaro con una hija llamada Teresa Margarita,
ya casada -poco antes de 1661- con don José López de Sagasta. Aunque
no he podido investigar más fondo los datos biográficos de doña
Elvira, todo parece indicar que los dos hijos que tuvo -doña Margarita
y don Francisco Pérez de Bocanegra- fueron naturales, pues ambos llevan
el apellido de su madre y en ningún documento de los que he podido consultar
-por ejemplo, el testamento de doña Elvira y el de su hijo, don Francisco
de Bocanegra-, se menciona el nombre del padre.
Durante los años
de Querétaro, doña Elvira y su hija Teresa, ya casada, sostuvieron
un pleito con el Real Fisco. Doña Elvira defendía la propiedad de
unas casas que le pertenecían desde 1650 por haberlas recibido en herencia
de un sacerdote, el bachiller don Cristóbal Sánchez Cortés,
que había fallecido ese año (11). Esas casas las había adquirido
el bachiller por remate, el 31 de diciembre de 1643, a don José de Silva.
Estaban en la calle del convento de San Francisco, que llaman del Hospital, enfrente
del Real Hospital, colindando por una parte con las casas de los herederos de
don Juan Bautista de Montoya y por otra con las casas de don Gonzalo Martín
Landero. Doña Elvira las había dejado a su yerno don José
López de Sagasta, como dote. Estaban valuadas en dos mil pesos. Los jóvenes
esposos, en 1661 querían vender esas propiedades para vivir en otro lugar.
Don José actúa como apoderado de doña Elvira pues, ni ella
ni su hija Teresa sabían escribir (12).
Doña Elvira, en
1666 recibió en herencia de su padre la hacienda de San Isidro de Lira
en la jurisdicción de San Juan del Río. Esta hacienda estaba formada
por un sitio de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra. Parte de ella
la había recibido el abuelo de doña Elvira, don Alonso Pérez
de Bocanegra como merced, y parte la había comprado la familia a Francisco
López, que había recibido mercedes de los virreyes don Antonio de
Mendoza (2 de enero de 1548) y don Luis de Velasco (23 de enero de 1560) (13).
Aunque
Teresa Margarita (ca. 1645 -1714) y Francisco (ca. 1656-1733) nacieron en Querétaro,
doña Elena con sus dos hijos se fue a vivir, a finales del siglo XVII,
a San Juan del Río. Antes, en Querétaro, don Francisco había
sido capitán de Caballos de Corazas. Ya en San Juan del Río llegaría
a ser alguacil mayor del Santo Oficio.
Doña Elvira testó
el año de 1699 a favor de sus dos hijos y murió en 1701, en San
Juan del Río. Don Francisco de Bocanegra heredó la hacienda de La
Lira, que después pasaría a sus descendientes. El dueño de
esta hacienda en 1793 sería un nieto suyo: don Raimundo de Quintanar, tío
abuelo de María Ignacia.
Aunque doña Elvira fue muy longeva,
parece que su hijo Francisco la superó en número de años
vividos.
Don Francisco Pérez de Bocanegra nació en Querétaro
-tal como él mismo lo afirma en su testamento- hacia 1656. Y murió
en San Juan del Río el año de 1733.
Don Francisco se casó
dos veces pero sólo tuvo un hijo legítimo de su primer matrimonio.
Al quedar viudo -quizá influido por el ejemplo de su madre-, tuvo dos hijas
naturales con una española de San Juan -que procedía de una familia
de Jilotepec- llamada doña Agustina del Castillo. Una de ellas fue doña
Juana Pérez de Bocanegra, la bisabuela de María Ignacia de Quintanar.
La otra fue doña Antonia Pérez de Bocanegra (14).
Tal parece
que los padres de doña Agustina fueron don Antonio del Castillo y doña
Nicolasa de Peña (15). Tuvieron varios hijos entre finales del siglo XVII
y principios del XVIII en San Juan del Río. Don Antonio fue uno de los
vecinos de San Juan que solicitaron permiso al virrey en 1693 para comenzar la
construcción del templo dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe.
Allí recibiría el bautismo María Ignacia un siglo más
tarde.
Doña Juana Pérez de Bocanegra nació en San Juan
del Río el 7 de febrero de 1713 y, a los diecinueve años de edad,
casó en 1732 con don Francisco Xavier Fernández de Quintanar, con
el que tuvo ocho hijos: Raimundo, Felipe, Ana, Narciso, Bernabé, Miguel
Damián, Josefa y Francisca. Narciso fue el abuelo materno de María
Ignacia. De ellos trataremos en el siguiente capítulo. Doña Juana
falleció en San Juan del Río el 5 de noviembre de 1783.
Después
de conocer cómo los antepasados de doña Juana Pérez de Bocanegra
llegaron desde la ciudad de México -en el siglo XVI- a Querétaro
y a San Juan -en el siglo XVII-, nos interesa detenernos ahora, a describir qué
aspecto tenía el pueblo de San Juan del Río a principios del siglo
XVII, cuando doña Juana Pérez de Bocanegra vivía con su
padre en la hacienda de La Lira y estaba a punto de casarse con don Francisco
Xavier Fernández de Quintanar.
4.
San Juan del Río (1730) Actualmente,
San Juan del Río es una gran ciudad en la que se han establecido, en los
últimos años, industrias y empresas de todo tipo. Tiene la apariencia
de una ciudad moderna. Sin embargo, el centro de San Juan aún conserva
la solera de una población con historia. El trazado irregular de sus calles,
sus iglesias, las fachadas de muchas de sus casas, sus plazuelas
, todos
estos elementos nos ayudan a evocar la vida del San Juan de hace casi tres siglos.
Como
sucede en todas las poblaciones de la época virreinal, lo primero que nos
llama la atención son las iglesias (16).
En el lugar que actualmente
ocupa el actual templo del Sagrado Corazón se construyó la primera
iglesia de San Juan del Río. Se le llamó San Juan Bautista de los
españoles y luego parroquia de los Naturales. El templo actual -del Sagrado
Corazón- se comenzó a construir en 1710 y se terminó en 1731.
Des-de entonces fue la iglesia que utilizaban los indios de la población.
En
1693 se comenzó a construir la nueva iglesia parroquial de los españoles,
que se terminó en 1726 y fue dedicada en 1729 a Nuestra Señora de
Guadalupe. La imagen del altar mayor se atribuye al genial pintor oaxaqueño
Miguel Cabrera. En esta iglesia recibieron el Sacramento del Bautismo y del Matrimonio
muchos de los personajes de esta historia.
Aunque Fray Felipe Galindo
Chávez fundó el convento de Santo Domingo en 1690 -ocupado en la
actualidad por la Presidencia Municipal-, la iglesia de este convento, llamada
del Santo Cristo de los Predicadores, no se terminó de construir sino hasta
el año de 1734. En esta iglesia también recibieron sepultura cristiana
algunos de los antepasados de María Ignacia.
El templo del Calvario,
o iglesia de la Santa Veracruz, se encontraba en el antiguo barrio de los indios
y fuera de la población. Existía ya en el último tercio del
siglo XVI. Allí mismo se construyó a principios del siglo XVIII
la actual capilla del Calvario. Las procesiones en Semana Santa salían
de la iglesia parroquial (Nuestra Señora de Guadalupe), recorrían
la calle de la Santa Veracruz y terminaban en la capilla del Calvario.
Durante
la etapa virreinal se fundaron en San Juan del Río algunas instituciones
que vale la pena conocer, aunque sea a grandes rasgos.
Como eran frecuentes
las epidemias y enfermedades infecciosas, se fundó un hospital de la Orden
de San Juan de Dios en 1672, cerca de las márgenes del río.
Las
hermanas terciarias de San Francisco se encargaron de la fundación del
Beaterio, para la educación de las niñas (1670). Fray Antonio Margil
de Jesús, al pasar por San Juan del Río, hizo que se construyera
otro nuevo Beaterio, más apropiado (1688). La iglesia del Beaterio, hasta
hace algunos años poseía una pequeña imagen de la Divina
Infantita, bellísima y muy venerada por los devotos de Nuestra Señora
en la ciudad (17). El año 1850 se reedificó el Beaterio.
Desde
el siglo XVII había obrajes en San Juan del Río, donde se fabricaban
telas (jerga, lana, algodón y, sobre todo, manta). Estaban situados en
la «calle del Obraje», actual calle de Morelos, por donde se sale
hacia Tequisquiapan.
La primera estadística de San Juan del Río
es de 1746. Según este documento la cabecera contaba entonces con 593 familias
de otomíes y 250 de españoles, mestizos y mulatos.
Una de
las familias de españoles que vivían en la cabecera era la del capitán
Francisco Xavier Fernández de Quintanar y su esposa doña Juana Pérez
de Bocanegra, que tenían entonces treinta y nueve, y treinta y tres años
de edad, respectivamente. Vivían con los seis hijos que habían nacido
por entonces: Raimundo (trece años de edad), Felipe (once años),
Ana (siete años), Narciso (cinco años) -abuelo de María Ignacia-,
Bernabé (tres años) y Miguel Da-mián (un año de edad).
Más tarde nacerían las dos hijas menores: Josefa (ca. 1750) y Francisca
Xaviera (1755).
Más adelante, dedicamos un apartado a tratar sobre
esta familia. Pero antes, conviene que volvamos nuevamente a los primeros años
del siglo XVIII para conocer a dos familias de antepasados de María Ignacia,
que pertenecen a una generación anterior a la de la familia de don Francisco
Xavier de Quintanar.
La primera es la de don Felipe de Quintanar -padre
de don Francisco Xavier-, que era tatarabuelo de María Ignacia por parte
de su madre.
La segunda -contemporánea a la anterior- es la de
don Manuel Asensio Gutiérrez de Romero, tatarabuelo de Ignacia por parte
de su padre, don Ignacio Delgado y Silis.
5.
Los Hernández de Quintanar: de Huichiapan a San Juan María
Ignacia de Quintanar nació en San Juan del Río el 19 de noviembre
de 1802. Ese mismo día, diecinueve años después, contrajo
matrimonio con don Juan Domínguez, entonces teniente coronel del Ejército
Trigarante y comandante del Batallón de la Unión. En la partida
de matrimonio, celebrado en la capilla del Rosario del convento de Santo Domingo,
en la ciudad de México, se mencionan los nombres de los padres de ambos.
Los padres de don Juan Domínguez eran don Juan Domínguez y doña
María Gertrudis Otero. Los padres de María Ignacia eran don Ignacio
Delgado y doña María Josefa Quintanar. Aunque en el texto de la
partida de matrimonio María Ignacia aparece con el apellido de su padre
(María Ignacia Delgado), en el margen izquierdo, sin embargo, aparece con
el de su madre (María Ignacia Quintanar). En el próximo capítulo
veremos los motivos de todo esto. Por ahora, lo que nos interesa saber es que
la madre de María Ignacia se llamaba María Josefa Quintanar. María
Josefa, como veremos, era hija de don Narciso de Quintanar y doña María
Josefa de Soto.
Pero, ¿quiénes eran los Quintanar de San
Juan del Río? ¿De dónde procedía esta familia?
Quintanar
es un apellido toponímico que significa lugar de Quintas. Una quinta era
una casa de recreo por la que se pagaba una renta de la quinta parte de los frutos
que producía la propiedad (18). Por esta razón todos los antepasados
de María Ignacia anteponían la preposición de o del al apellido.
Actualmente hay tres ciudades españolas con el nombre de Quintanar. La
mayor es Quintanar de la Orden, al sudeste de la provincia de Toledo. Como veremos
este es el origen más probable de los Quintanar de la Nueva España.
También está Quintanar de la Sierra al sudeste de la provincia de
Burgos y, por último, Quintanar del Rey, al sudeste de la provincia de
Cuenca (19). Las tres son villas castellanas (20).
Tanto en el Archivo
Parroquial de San Juan del Río como en el Archivo Histórico Municipal
aparecen muchas personas con el apellido Quintanar (21).
Para explicar
el gran número de Quintanares, hay que concluir que la familia Quintanar
se había establecido en la zona de San Juan del Río y Huichiapan
desde hacía mucho tiempo, al menos desde principios del siglo XVII.
En
efecto, el primer Quintanar que llega a la Nueva España es don Domingo
Hernández de Quintanar, originario de la villa de Puerto Llano, en la provincia
de Ciudad Real. Sus padres fueron don Alonso Hernández Más Rey y
doña Catalina Hernández La Pastora. Así, con estos extraños
apellidos, aparecen en la información matrimonial que da su hijo al casarse
en Huichiapan en 1626. En el siglo XVI es frecuente encontrar que los hijos tiene
diferente apellido al de los padres. Es posible que el padre de don Domingo también
llevara el apellido de Quintanar, aunque no quedara registrado en las informaciones
matrimoniales de la parroquia de Huichiapan en 1626.
Aunque los Quintanar,
al trasladarse de Huichiapan a San Juan del Río a principios del siglo
XVI acabarían por dejar a un lado el Hernández, sin embargo comprobamos
cómo en el acta de bautismo de Raimundo de Quintanar (1733), su padre,
Francisco Xavier de Quintanar, todavía antepone al Quintanar un Fernández:
Francisco Xavier Fernández de Quintanar.
La primera noticia que
tenemos de don Domingo es del año de 1625, fecha en que se le concede la
dispensa para poder recibir el nombramiento de familiar del Santo Oficio de Huichiapan,
pueblo situado a cuarenta kilómetros al este de San Juan del Río,
que actualmente pertenece al estado de Hidalgo, pero que en-tonces formaba parte
de la Alcaldía Mayor de Jilotepec. Domingo Hernández de Quintanar
entonces era soltero, y para ocupar ese cargo era necesario estar casado (22).
Unos meses más tarde, el 23 de febrero de 1626, don Domingo -que llegó
a ser alguacil mayor de Huichiapan- contraía matrimonio con doña
Catalina García, natural y vecina de Huichiapan, en la estancia de su padre,
don Ramos García, ya difunto, y de su madre doña Juana Rodríguez,
vecina de Huichiapan. Esta pareja sería el origen de la estirpe de los
Quintanar en la Nueva España. Uno de sus descendientes fue Narciso de
Quintanar, abuelo de María Ignacia (23).
Don Domingo y doña
Catalina tuvieron por hijo a otro Domingo Hernández de Quintanar, que casó
con doña Gertrudis de Reyna (24), y que, a su vez, tendrían por
hijo a don José Hernández de Quintanar. Don José, además
de las tierras que ya poseía por herencia -el Tianguis, la Matanza, Doxicho,
Monguí
-, adquirió hacia 1681 nuevos ranchos y haciendas:
Nopala y Camato. Casado con doña Nicolasa González -hija de don
Pedro González y de doña María Villavicencio- tuvo al menos
cuatro hijos: José, Tomás, Cayetano y Felipe.
En el Archivo
General de la Nación se encuentra un conjunto de documentos que contienen
la información de la defensa de linderos de tierras que hicieron dos de
estos hermanos, José y Tomás Hernández de Quintanar, vecinos
de Huichiapan, entre 1741 y 1742 (25).
El primer Quintanar que se instala
en San Juan del Río es don Felipe Hernández de Quintanar y González,
hijo de don José y doña Nicolása. Don Felipe nació
en Huichiapan el 11 de febrero de 1677 y fue bautizado al día siguiente
(26).
Don Felipe había llegado a San Juan procedente de Nopala,
el rancho de su padre situado a unos doce kilómetros al sudoeste de Huichiapan.
Los Gómez de Cervantes, titulares del mayorazgo de La Llave le habían
encargado que se ocupara de la administración de su hacienda. Así
que, a principios del siglo XVIII, se estableció definitivamente en San
Juan.
Pronto conoció a doña Andrea Pérez de la Paya,
con la que casó el año de 1706, en San Juan del Río. Doña
Andrea procedía de una antigua familia sanjuanense. Fue bautizada en San
Juan el 3 de diciembre de 1681. Era hija de don Bernabé Pérez de
la Paya y doña Francisca Pérez, ambos españoles.
Don
Felipe y doña Andrea tuvieron al menos dos hijas -Ana María (1710)
y María Guadalupe (1713)-, y dos hijos que llegarían a ser como
los patriarcas de dos grandes familias de San Juan: Francisco Xavier de Quintanar
(1707-ca. 1770) y José Manuel de Quintanar (1717-1797). Ambos hermanos
serían, a mediados de siglo, capitanes de las milicias provinciales.
El
primero de los hermanos Quintanar, Francisco Xavier, se casó en 1732 con
doña Juana Pérez de Bocanegra (1713-1783), la hija del capitán
don Francisco Pérez de Bocanegra, originario de Querétaro, y de
doña Agustina del Castillo, natural de San Juan y proveniente de una conocida
familia de Jilotepec.
Don Francisco Xavier sucedió a su padre en
la mayordomía del mayorazgo de la Llave. Más adelante, sus hijos
Raimundo (1733-1802) y Narciso (1741-1802) llegarían a ser propietarios
de varias haciendas en los alrededores de San Juan.
El segundo de los hermanos
Quintanar, don José Manuel, se casó dos veces. La primera con doña
María Margarita Moreno y la segunda con doña María Dolores
Rodríguez. Tuvo una numerosa descendencia27. Juan Bernardo Domínguez
y María Ignacia de Quintanar tuvieron mucha relación especialmente
con los hijos y nietos de la segunda esposa de don José Manuel.
6.
Los Gutiérrez de Romero y Díaz de Cuellar A
principios del siglo XVIII había en San Juan del Río otra familia
también con numerosa descendencia: los Gutiérrez de Romero.
Don
Manuel Asensio Gutiérrez de Romero, al parecer casó dos veces (28).
La primera, con doña Agustina Sanabria. De este enlace nacieron antes de
1707: Pedro, Asensio, Salvador y Ana de Jesús.
En segundas nupcias,
don Manuel Asensio casó con doña Gertrudis Díaz de Cuellar
y tuvieron nueve hijos: Diego (ca. 1710), Vicenta (1712), José Joaquín
(1715), Antonio Francisco (1716), María Nicolasa (1718), Eugenia (ca. 1719),
Teresa (1721), Antonio Dionisio (1722) y Julián (1726).
Teresa,
la séptima hija de don Manuel Asensio y doña Gertrudis, sería
la abuela materna de Ignacio Delgado y Silis, padre de María Ignacia de
Quintanar.
Hacia 1735 llegó a San Juan del Río, procedente
de Querétaro, don Pedro Joseph de Silis. Don Pedro se casó con doña
Teresa Gutiérrez de Romero y fundó la familia Silis y Romero, dueños
de varias haciendas de la localidad.
Don Pedro Joseph de Silis y Sánchez
Grimaldos era contemporáneo de tres hombres que tuvieron una notable importancia
en San Juan del Río durante la segunda mitad del siglo XVIII: los dos hermanos
Quintanar -hijos de don Felipe-, don Francisco Xavier y don José Manuel
-de los que ya hemos hablado-, y don Cristóbal Santiago de Soto, que procedía
de Querétaro y vivía en San Juan desde aproximadamente 1750.
Veamos las familias que formaron, a mediados del siglo XVIII, estos cuatro
personajes: Don Francisco Xavier de Quintanar, don José Manuel de Quintanar,
don Santiago de Soto y don Pedro de Silis. Los tres señalados con letra
cursiva fueron antepasados de María Ignacia.
7.
La familia de don Francisco Xavier de Quintanar y doña Juana Pérez
de Bocanegra El
capitán Francisco Xavier de Quintanar nació en San Juan del Río
y fue bautizado el 12 de diciembre de 1707. A los 25 años de edad se casó
con doña Juana Pérez de Bocanegra, que en 1732 - año en que
se casaron- tenía 19 años de edad. Doña Juana había
nacido también en San Juan del Río, y el día 7 de febrero
de 1713 había recibido el Sacramento del Bautismo.
Don Francisco
Xavier y doña Juana vivían en la hacienda de la Llave. Don Francisco
Xavier era capitán de las milicias provinciales. En la hacienda de la Llave
nacerían sus ocho hijos: Raimundo (1733-1802), Felipe (1735-1781), Ana
María (1739-1772), Narciso (1741-1802), Bernabé (1743-1786), Miguel
Damián (1745), Josefa (ca. 1750) y María Francisca Xaviera (1755).
Durante
una temporada, en 1762, Don Francisco Xavier fue administrador de la hacienda
de El Soquital, en Atotonilco el grande (Tulancingo), pero luego volvió
a ocuparse de la administración de la hacienda de La Llave.
Los
dos hijos de don Francisco Xavier que más destacaron en la vida política
y social de San Juan fueron Raimundo y Narciso. Raimundo fue bautizado en San
Juan del Río el 9 de septiembre de 1733 (29). Narciso nació en la
hacienda de la Llave y recibió el Sacramento del Bautismo el 6 de noviembre
de 1741 (30). Era, por lo tanto, ocho años menor que su hermano Raimundo.
Felipe
Miguel, era clérigo presbítero del obispado de Michoacán,
pero domiciliado en el arzobispado de México y residente en San Juan del
Río al menos desde 1761, dónde falleció en 1781.
Ana
María casó con don Domingo de Ocio (en 1758), Josefa, con don Cayetano
Ábrego (en 1785) y Francisca Xaviera con Manuel García González
(en 1772).
José Bernabé, el quinto hijo, fue padrino de
bautismo de María Josefa de Quintanar, la madre de María Ignacia.
Nació en 1743 y falleció en el año de 1786. Casó dos
veces. La primera con María Josefa Martínez Hidalgo y la segunda
con Rafaela García Manzo (en 1778).
De los tres últimos hijos
del capitán Francisco Xavier de Quintanar y de doña Juana de Bocanegra
-Miguel Damián, Josefa y Francisca Xaviera-, tenemos pocos datos.
Los
hijos de don Francisco Xavier y doña Juana tuvieron mucha relación
con sus primos, los hijos de don José Manuel de Quintanar.
Don José
Manuel de Quintanar (1717-1799), también -como su hermano- fue capitán
de las milicias provinciales. Era más de diez años menor que Francisco
Xavier. Don José Manuel tuvo una larga vida. Se casó dos veces.
La primera con doña Margarita Moreno y la segunda con doña Dolores
Rodríguez. Del primer matrimonio tuvo tres hijos: Mariana (1741), José
Florentino (1742-1806) y Rafael Gavino (1745). Del segundo matrimonio tuvo siete
hijos: María Guadalupe (1754-1773), Rosa María (+ 1805), José
Antonio (1756-1772), Ana María (1758), José Felipe (1760), Andrés
(1760) y María Andrea (1763).
8.
La familia de don Cristóbal Santiago de Soto y doña Dolores Ruiz
Servín Además
de estas dos familias, a mediados del siglo XVIII aparece en San Juan del Río
don Cristóbal Santiago de Soto (ca. 1710-1785) y su esposa doña
Dolores Ruiz Servín (ca. 1718 - 1802). Ambos, originarios de Querétaro,
fueron bisabuelos de María Ignacia de Quintanar (padres de su abuela materna,
María Josefa Soto y Ruiz).
Don Santiago, como le llamaban habitualmente,
fue alguacil mayor de San Juan del Río. De sus antecedentes familiares
sabemos poco. Eran de Querétaro, y es muy probable que procediera de la
familia Soto que se había establecido en esa ciudad al menos desde finales
del siglo XVI.
Doña María Dolores también procedía
de antiguas familias queretanas (31). Sus padres fueron don Miguel Ruiz (hijo
de don Agustín Ruiz y doña Juana López), originario de San
Juan de la Vega y vecino de Querétaro, y doña Teresa Servín
(hija de don Antonio Servín y doña María de Rojas), nacida
en Querétaro. Don Miguel y doña Teresa se casaron en Querétaro
el 28 de febrero de 1715. Doña María Dolores Ruiz tuvo un hermano
religioso de San Francisco en la ciudad de Querétaro. También tuvo
un hijo sacerdote llamado Francisco Antonio que llegaría a ser vicario
parroquial de San Juan y que fue padrino de bautismo de Consuelo Domínguez
Quintanar, la segunda hija de Juan Bernardo y María Ignacia.
Don
Santiago y doña Dolores se casaron en la hacienda de la Barranca, Jerécuaro,
hacia el año de 1742. Esta hacienda está situada en la parte más
septentrional del Municipio de Jerécuaro, en el actual estado de Guanajuato,
ya casi en los límites con el estado de Querétaro, a unos cuarenta
kilómetros al suroeste de Querétaro y a unos cincuenta kilómetros
al noroeste de San Juan.
El matrimonio Soto y Ruiz tuvo nueve hijos: María
Josefa (1742), Ignacia Rosalía (ca. 1743), José Miguel (1744), Javier
Mariano (1747), María del Carmen (1752), Mariana (ca. 1753), Francisco
Antonio (1755), Ana María (1758-1789) y María Guadalupe (1760).
María
Josefa de Soto, la esposa de Narciso y abuela materna de María Ignacia
de Quintanar, nació en la hacienda de la Barranca y fue bautizada el 10
de septiembre de 1742.
9.
La familia de don Pedro de Silis y doña Teresa Gutiérrez de Romero Otra
de las familias de los antepasados de María Ignacia de Quintanar que nos
interesa conocer es la de don Pedro de Silis y Sánchez Grimaldos (+1776)
y doña Teresa Gutiérrez de Romero (1721).
Doña Teresa
Gutiérrez de Romero pertenecía a la antigua familia sanjuanense
de los Gutiérrez de Romero y Díaz de Cuellar, como ya hemos visto.
Don Pedro nació en Querétaro porque probablemente sus padres
se casaron en esa ciudad. La familia de su madre -los Sanchez Grimaldos- se había
establecido en Querétaro al menos desde la segunda mitad del siglo XVII
(32). En cambio, la familia de su padre -los Silis- no eran de Querétaro.
En
1766, cuando se casó su hija María Josefa de Silis, don Pedro era
alguacil mayor titulado del Excelentísimo Juzgado de San Juan del Río.
Aunque don Pedro tuvo relación con algunos Silis que venían de la
villa de Malagón en Andalucía, parece que sus padres procedían
de una antigua familia novohispana establecida en las ciudades de México
y Puebla desde el siglo XVII. Es posible que los Silis de la Nueva España
fuesen de la misma estirpe que los Silis de Andalucía.
Veamos algunos
datos que aparecen en el Archivo General de la Nación acerca de miembros
de la familia Silis en los siglos XVII y XVIII.
En 1617 el bachiller don
Pedro Fernández de Silis, presbítero natural de Puebla, hizo una
información de su genealogía para aspirar al cargo de notario del
Santo Oficio en Puebla (33).
Otro sacerdote, don Francisco de Silis, fue
nombrado catedrático de Vísperas de Teología en la Real y
Pontificia Universidad de México el 8 de agosto de 1657 por la muerte del
anterior catedrático, don Marcos de Oportu. Ocho años más
tarde, el 5 de noviembre de 1664, siendo canónigo lectoral y catedrático
en propiedad de Vísperas de Teología, recibió el nombramiento
de canciller de la Universidad de México, por sus méritos y conocidas
letras (34).
El 30 de septiembre de 1710, en la ciudad de México,
doña María Ramírez de Silis, doncella, hizo su testamento
ante el escribano real don Antonio de Anaya. Dispuso que se fundara una capellanía
de mil pesos de la cual pudieran ser capellanes propietarios los descendientes
de sus dos sobrinos, don Francisco (albacea de doña María) y don
Isidro Tello de Silis, que eran vecinos del Real y Minas de Pachuca (35). Algunas
de las condiciones que debían reunir los capellanes eran ser pobres, virtuosos
y naturales de la ciudad de México. Tenían la obligación
de celebrar cincuenta Misas al año. En caso de faltar, quedaría
como patrono la Congregación de la Purísima, fundada en el Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús.
El
9 de diciembre de 1711, su apoderado, don Juan Cano, dispuso, siguiendo la voluntad
de doña María, que quedasen como patronos de dicha capellanía
los referidos don Francisco y don Isidro. Se nombró capellán interino
a don Miguel de Santander Castañeda, y como capellán propietario,
para que pudiera ordenarse próximamente de presbítero, a don Joseph
de Silis (36).
En los legajos del Archivo General de la Nación aparece
también un Juan de Silis, alabardero, en 1733, y una Ana María de
Silis -solicitando licencia de matrimonio con Luis Francisco Martínez del
Águila- en 1749.
Se ve que la familia Silis era muy religiosa, por
el notable número de sacerdotes que aparecen con este apellido en los archivos
históricos de la época virreinal. El mismo don Pedro de Silis -bisabuelo
de María Ignacia- tuvo un hijo sacerdote, Manuel, para el cual fundo en
la ciudad de México una capellanía dotada con tres mil pesos el
25 de mayo de 1765 (37). Para ello vendió unas casas que poseía
en San Juan del Río. Se nombró él mismo como patrono de la
capellanía, o en su falta a su mujer, doña Teresa Eufrosina Gutiérrez
de Romero, o a sus hijos por este orden: Vicente Antonio, Manuel Miguel, José
Casimiro y Ramón Silis y Gutiérrez de Romero. En caso de faltar
ellos, dejaba por patronos a sus nietos y descendientes legítimos o, en
su falta, a los priores de la Orden de Predicadores del convento de San Juan del
Río.
Fue nombrado como primer capellán su hijo, Manuel Joseph
de Silis y Gutiérrez de Romero, que aún no había tomado estado
eclesiástico pero que, al parecer, era previsible que lo hiciera pues tenía
entonces veinte años de edad y seguramente estaría en el seminario
de México a punto de recibir las órdenes sagradas, para lo cual
necesitaba un título de ordenación, el más frecuente de los
cuales era ser propietario de una capellanía. El titular de la capellanía
que fundó don Pedro de Silis tenía la obligación de celebrar
dieciséis Misas al año en días señalados: los viernes
de Cuaresma, en las cuatro Témporas, en las pascuas de Navidad y Resurrección,
etc.
Don Pedro y doña Teresa se casaron en San Juan del Río
hacia 1737 y tuvieron once hijos: Magdalena (1738-1777), Vicente Antonio (ca.
1739-1798), María Gertrudis (1740), Ra-món (ca. 1741-1805), María
Josefa (1742- ca. 1743), Manuel (1744-1786), Nicolás (1746), Eugenia Isabel
(1749) y Mariano (ca. 1750). En el documento por el que se fundó la capellanía
para Manuel José, también aparecen un Manuel Miguel y un José Casimiro.
Don Vicente Antonio de Silis era, junto con Raimundo y Narciso de
Quintanar, uno de los tenientes particulares que había en San Juan del
Río en 1793. Además era propietario de la hacienda de la Hache.
Estaba casado con doña María Josefa de Arana.
Don Ramón
era soltero y propietario de la hacienda de Santa Rita. Su sobrino, Ignacio Delgado
y Silis, heredaría parte de esta hacienda.
Don Manuel José
era clérigo presbítero domiciliado en el arzobispado de México
y capellán del Colegio de Educandas que tenía su sede en el Beaterio
de San Juan del Río.
Don Nicolás y doña Magdalena
eran solteros.
Doña Josefa de Silis, que nació el 9 de febrero
de 1742, fue la esposa de don Manuel Delgado, médico de Querétaro
e hijo de José Delgado y María Francisca Rico. Don Manuel y doña
Josefa fueron los padres de José Ignacio Delgado y Silis, que fue el padre
de María Ignacia de Quintanar. Pero de esta familia hablaremos en el próximo
capítulo.
Notas (1)
El presente capítulo, el siguiente, y también los Apéndices
III, IV, V y VI están fundamentados en la hipótesis que me parece
más probable sobre la filiación de María Ignacia de Quintanar,
y que se explica en el apartado El nacimiento de María Ignacia de Quintanar
(1802), del Capítulo V. (2) Para todo este apartado cfr. AYALA, p. 27
a 29 y J. VELÁZQUEZ QUINTANAR, Municipio de San Juan del Río,
Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro 1997, p. 27-34.
Muchos de los datos que mencionan estos autores están tomados de una relación
que se localiza en el AGN, en la Sección de Historia y Geografía,
tomo número 72. También hay una copia en el Archivo Histórico
Municipal de San Juan del Río: cfr. AH, Compendio histórico,
político, topográfico, hidráulico, económico e instructivo
que manifiesta el estado de la Jurisdicción de San Juan del Río
de la Provincia de México por fines de diciembre del año de 1793,
hecho por don Pedro Martínez de Salazar y Pacheco, dedicado al Excmo. Sr.
Conde de Revilla Gigedo, p. 10, nº. 14. (3) Cfr. PH. W. POWELL, La
Guerra chichimeca, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1977,
p. 20-21. (4) Cfr. AYALA, p. 28. (5) Cfr. PH. W. POWELL, La Guerra chichimeca,
ob. cit. p. 237, notas 5 y 6, menciona que Pérez de Bocanegra pacificó
a los otomíes alrededor de Querétaro, probablemente a partir de
1529-30 y recibió un buen número de concesiones virreinales y de
tierras en esa zona (cfr. AGN, Mercedes, vol. 1, f. 208, 209, 210 y 212-213,
en julio de 1542). (6) Cfr. el Apéndice IV, al final del libro, para
ver con más detalle la historia de todos estos antepasados de María
Ignacia de Quintanar. (7) J. VELÁZQUEZ QUINTANAR, Municipio de San
Juan del Río, Gobierno del Estado de Querétaro, Querétaro
1997, p. 81. (8) Cfr. copia del privilegio de armas en el Apéndice VIII. (9)
Cfr. BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de
la Nueva España, Fernández Editores, México 1961, p.
372. (10) Cfr. FRANCISCO A. DE ICAZA, Diccionario autobiográfico
de conquistadores y pobladores de Nueva España, vol. I, Imprenta de
«el adelantado de Segovia», Madrid 1923, p. 134. (11) Don Cristóbal
Pérez de Bocanegra -tío de doña Elvira- se casó con
doña Antonia Sánchez Cortés y Aguilar, y en 1630 tuvieron
una hija llamada Luisa. Doña Antonia pudo ser hermana del sacerdote que
dejó su herencia a doña Elvira. (12) Cfr. AGN, Tierras,
vol. 3452, exp. 3, f. 205-322. (13) Cfr. AGN, Tierras, vol. 2712, exp.
19. 14 Sin embargo, en su testamento, don Francisco sólo menciona a
su hijo Nicolás y a su hija Juana. No hace referencia a Antonia que, según
el Dr. Nieto Cortadellas -gran investigador cubano del linaje de los Bocanegra
en la Nueva España- fue también hija natural de don Francisco y
doña Agustina. (15) Se casaron en San Juan del Río el 18 de marzo
de 1696 (cfr. ÍNDICES). (16) Se puede consultar para este apartado los
Apuntes geográficos y estadísticos de la ciudad y parroquia de San
Juan del Río, publicados por el Ilmo. y Rmo. Sr. Obispo diocesano Dr. D.
Rafael S. Camacho, como un recuerdo de la visita pastoral hecha en noviembre de
1893, Imprenta de la Escuela de Artes, Calle Nueva nº 10, Querétaro
1894, p. 7. (17) Mi abuela Carmen todavía conservaba muy arraigada la
devoción a la Divina Infantita, es decir, a la Virgen niña. San
Pío X tenía también especial devoción a esta advocación
mariana. (18) Cfr. Diccionario de la Real Academia Española de la
Lengua, voz Quinta. (19) Cfr. The Times-Rialp Atlas of the World,
Comprehensive Edition, Madrid 1993. (20) El 28 de diciembre de 1772 fue sepultado
en el campo santo de la parroquia de San Juan del Río Francisco Antonio
Quintanar, de veinticuatro años de edad, natural de San Martín en
Valle de Toranzo, Santander, España. Era hijo de Manuel Díaz Quintanar
y Josefa Bustamante. Cfr. AJ, e-27, f. 37. (21) Por ejemplo, en el Archivo
Municipal hay una acta de defunción fechada 7 de junio de 1871 y perteneciente
a José Madaleno Quintanar y Quintanar, labrador, muerto a los treinta años
de edad, hijo de José María Quintanar de ochenta años y de
Dominga Quintanar de cincuenta años, y que presentan como testigo a Basilio
Quintanar. Todos eran vecinos del barrio de San Marcos, y vivían en una
casa sin señal (cfr. AH, Libro 1º de Defunciones del año 1871,
f. 131, partida 526). Esta familia Quintanar, no parece tener relación
cercana con los descendientes de Narciso o Raimundo. Otro ejemplo es el de un
Guadalupe Quintanar que participó en las luchas primeras por la independencia,
y que tampoco parece no parece haber sido pariente próximo de María
Ignacia. Fue enviado el 30 de mayo de 1815 por el sargento de dragones Isidro
García -que iba con cien infantes de caballería-, desde Amealco
con dos dragones para perseguir a Policarpo, uno de los cabecillas más
encarnizados de la rebelión que luego fue fusilado y colgado para escarmiento
de los insurgentes. (22) Cfr. más datos en el Apéndice V. (23)
Cfr. AGN, Inquisición, vol. 353, exp. 12, f. 146-151 y vol. 1227,
exp. 19, f. 144 v. (24) Su partida de matrimonio no está en los libros
de la parroquia de San Mateo de Huichiapan. Quizá se casó en otro
de los pueblos vecinos: San Juan del Río o Jilotepec. (25) Cfr. AGN,
Tierras, vol. 2102, exp. 1, 152 fojas. (26) Conocemos datos sobre los
antepasados de estos dos hermanos porque en 1779 Narciso presentó un escrito
de limpieza de sangre para poder aspirar al cargo de alguacil del Santo Oficio.
Cfr. AGN, Inquisición, vol. 1227, exp. 19, f. 141-282 y G. FERNÁNDEZ
DE RECAS, Aspirantes americanos al cargo del Santo Oficio, de. Porrúa,
México 1956, p. 206. (27) Cfr. Apéndice VI. (28) Habría
que confirmar la filiación de cada uno de los Gutiérrez de Romero
con un estudio más detenido y exhaustivo de los libros parroquiales en
San Juan del Río. Era una familia muy extendida a principios del siglo
XVIII y, como faltan las partidas de matrimonio de esos años, no es fácil
determinar -en algunos casos- qué hijos tuvo cada matrimonio. Además,
en aquella época los hijos no llevaban siempre el apellido paterno, como
es el caso de Don Diego de Cuellar que era hijo de don Manuel Asensio Gutiérrez
de Romero y doña Gertrudis Díaz de Cuellar. (29) Cfr. AJ, b-1,
f. 131. (30) Cfr. G. FERNÁNDEZ DE RECAS, Aspirantes americanos al
cargo del Santo Oficio, ed. Porrúa, México 1956, p. 206. (31)
En las actas bautismales de la Parroquia de Santiago de Querétaro de los
años 1593 a 1635 aparecen muchas veces los apellidos Soto, Ruiz, López,
Servín y Roxas. (32) Cfr. Apéndice III. (33) Cfr. AGN, Inquisición,
vol. 313, exp. 2, f. 62. (34) Cfr. AGN, Reales cédulas duplicadas,
vol. 17, exp. 229, f. 341 v. y vol. 24, exp. 14, f. 19 a 20. (35) Juana María
de Silis Fernández, hija de Isydro Tello de Silis y de María Fernández
de Lara, fue bautizada en la parroquia de la Asunción (Mineral del Monte,
Hidalgo), el 15 de marzo de 1702 (cfr. ÍNDICES). (36) Cfr. AGN, Capellanías,
Libro Becerro nº 10, vol. 275, exp. 29, f. 55 v. a 57 v. (37) Fue
aprobada el 23 de agosto de 1765. Cfr. AGN, Capellanías, Libro
Becerro nº 15, vol. 280, exp. 143, f. 162-163. Ilustraciones -
Padres, abuelos y bisabuelos de María Ignacia de Quintanar (1802-1865). -
Plano de San Juan del Río, pueblo fortificado, en 1592. - Padres, abuelos
y bisabuelos de don Pedro Pérez de Bocanegra (ca. 1595 - ca. 1630). -
Escudo de Armas concedido al bachiller Alonso Pérez por el rey, don Carlos
I de España, en Valladolid, el 17 de febrero de 1537. - Documento en
el que aparece la firma de Alonso Pérez de Bocanegra (1584), que pide licencia
para un sitio y un herido de Molino en Galindo (San Juan del Río). -
Plano del sitio que poseía en 1584 don Alonso Pérez de Bocanegra
en Galindo (San Juan del Río). En el ángulo superior izquierdo se
localiza la estancia de Alonso Pérez. - Documento y plano, fechados
el 20 de noviembre de 1584, por el que don Alonso Pérez de Bocanegra solicita
al virrey don Pedro Moya de Contreras, arzobispo de México, que se le haga
merced de cuatro caballerías de tierra para hacer sementeras en el valle
de San Juan. En el plano se puede ver la estancia de don Alonso (cfr. también
el plano de Galindo, en la p. 80), heredada de su abuelo, el capitán Juan
Jaramillo el Mozo. Esas tierras las heredaría a su vez don Francisco Pérez
de Bocanegra, bisnieto de don Alonso, y tatarabuelo de María Ignacia de
Quintanar, con el nombre de hacienda de San Isidro de Lira, o hacienda de La Lira. -
Antepasados próximos de doña Juana Pérez de Bocanegra. -
Templo de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en San Juan del
Río. En este templo recibieron las aguas del Bautismo María Ignacia
de Quintanar, algunas de sus hijas y muchos de sus antepasados. - Primera foja
del documento que contiene la dispensa (por ser soltero) concedida a don Domingo
Hernández de Quintanar, para poder recibir el nombramiento de familiar
del Santo Oficio en el «lugar y valle de Guichiapa» (1625). - Firma
de don Domingo Hernández de Quintanar (1625). - Antepasados de don Felipe
Hernández de Quintanar (nacido en 1677). - Padres y abuelos de don Narciso
de Quintanar y Bocanegra. - Antepasados de doña María Josefa
de Soto y Ruíz. - Antepasados de doña María Josefa de
Silis y Gutiérrez de Romero.
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