De la Luisiana a la Nueva España
La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847)
(por Víctor Cano Sordo, México, D.F., 1999)

CAPÍTULO III
La Luisiana (1786-1813)

Unos días antes de la muerte del virrey don Bernardo de Gálvez en la Nueva España, don Juan Domínguez ingresaba al Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana con el grado de capitán. Era el 22 de noviembre de 1786.

Como he mencionado en el preámbulo de esta obra, hasta enero del presente año (1999), descubrí que Juan Bernardo no era hijo del conde de Gálvez -como lo habíamos supuesto por la constante tradición familiar-, sino de este oficial español del Regimiento de la Luisiana.

En este capítulo nos centraremos en la figura de don Juan Domínguez. Seguiremos la trayectoria de su vida desde Andalucía -su país natal- a Nueva Orleans, y luego a Panzacola, la plaza fuerte en la que se estableció con su familia a fines del siglo XVIII. El último apartado lo dedicaremos a narrar los primeros años de la vida de su hijo Juan Bernardo Domínguez y Gálvez, cuándo era cadete en el Regimiento de la Luisiana.

1. El capitán don Juan Domínguez

Don Juan Domínguez nació en la villa de Cañete la Real, actualmente provincia de Málaga, el 1º de abril de 1742 (1). Sus padres fueron don Juan José Domínguez y Gálvez -que era vecino de Cañete en 1782- y doña Francisca de Aguilar. El 4 de abril fue bautizado en la parroquia de San Sebastián con los nombres de Juan José Antonio y Teodosio.

El abuelo paterno de Juan Bernardo se firmaba Juan Domínguez y Gálvez. Este dato lo supe muy recientemente, al recibir el expediente de la información del matrimonio entre Juan Domínguez y María Gertrudis Otero que se conserva en el Archivo General Militar de Segovia. Es la comprobación de que la relación con los Gálvez de Macharaviaya está tres o cuatro generaciones por encima de Juan Bernardo. Quizá la madre del abuelo paterno de Juan Bernardo fuera una de las Gálvez de Macharaviaya (pudo ser, por ejemplo, hermana de don Antonio de Gálvez, abuelo paterno de Bernardo de Gálvez) (2).

Don Juan José Domínguez y Gálvez, pudo haber nacido en Macharaviaya y luego haberse establecido en Cañete la Real, lugar de nacimiento de su mujer, doña Francisca de Aguilar. Allí nacería Juan Domínguez en 1742. No tenemos ningún documento por el que podamos comprobar que el padre de Juan Bernardo utilizó el apellido compuesto Domínguez Gálvez, como lo había hecho su padre y como más tarde lo haría su hijo.
A los veinte años de edad, don Juan Domínguez se alista en el Regimiento de Navarra para participar en la campaña de Portugal (1762), una de las primeras acciones guerreras del reinado de Carlos III. Su calidad noble le permite formar parte de la oficialidad del ejército, y en 1775 -siendo ya subteniente- le vemos en la toma de Orán (Argelia). Tanto en Portugal como en Argelia lucha junto a Bernardo de Gálvez.

En 1778 se decide a pasar a América con un batallón del Regimiento de Navarra. Estando en la Coruña, a punto de zarpar para el Nuevo Mundo, el 23 de octubre de 1778 recibe el nombramiento -hecho por Carlos III- de teniente para la tercera compañía del segundo batallón del Regimiento de Infantería de Navarra.

Llega a La Habana y pronto estalla la guerra contra los ingleses, en la que participa activamente. Probablemente el suceso que dio más lustre a su carrera militar fue la toma de Panzacola (1781). Allí estuvo don Juan Domínguez, entre los oficiales que se cubrieron de gloria en la gran hazaña de Bernardo de Gálvez.

Al terminar la guerra, forma parte de la guarnición de Nueva Orleans. Allí conoce pronto a María Gertrudis de Otero, hija de don Bernardo de Otero que a la sazón era el contador general del Ejército en la provincia de la Luisiana.

Don Bernardo de Otero había nacido en Porto Novo, Galicia, y después se había esta-blecido en el Real Arsenal de la villa de Puerto Real, en la bahía de Cádiz. Era un hombre de la administración pública. En esa villa contrae matrimonio hacia 1757 con doña Antonia Roso, de probable origen italiano. Y el 21 de agosto de 1759 nace su hija María Gertrudis.
La familia Otero pasa a América y don Bernardo recibe el nombramiento de tesorero del Ejército en la provincia de la Luisiana, en el momento en que don Bernardo de Gálvez sostiene la guerra contra los ingleses. Por su acertada gestión, Carlos III crea un nuevo empleo y, el 3 de junio de 1781, le nombra contador general del Ejército en la Provincia de la Luisiana.

A mediados de 1782, el entonces teniente don Juan Domínguez, decide contraer matrimonio y, desde Nueva Orleans, hace todas las gestiones pertinentes para solicitar el permiso real (3). Los documentos que se conservan dan a indicar que la esposa de don Bernardo ya había fallecido.

Sin embargo, el matrimonio, al parecer, no se llevó a cabo en Nueva Orleans, pues no aparece registrado en los archivos de la catedral (4).

Probablemente don Bernardo de Otero y don Juan Domínguez tuvieron que trasladarse a La Habana con motivo de los sucesos de Guarico (5). A principios de 1783, Bernardo de Gálvez estaba en la isla de Santo Domingo completamente aislado hasta el mes de marzo. A principios de ese mes recibió la ayuda de unos pobres refuerzos desde la Habana.

Es probable que el matrimonio entre don Juan y doña Gertrudis se haya realizado en La Habana en esos primeros meses del año (6). No sabemos qué destinos recibió don Juan durante el año de 1783 y si don Bernardo de Otero permaneció en La Habana o hizo viajes a Guarico para ayudar a Bernardo de Gálvez en la obtención de recursos económicos para su campaña militar. Lo cierto es que doña Gertrudis permaneció en La Habana y allí nace su primer hijo el 13 de diciembre de 1783. Al niño lo bautizan con los nombres de sus abuelos: Juan y Bernardo.

En una fecha imprecisa, antes de noviembre de 1786, don Juan se traslada con su fami-lia quizá primero a Nueva Orleans y luego a Panzacola, capital de la Florida Occidental. Del Regimiento de Navarra es transferido al Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana con el grado de capitán. A sus cuarenta y cuatro años de edad se pone al frente de una compañía de ese Regimiento. Al poco tiempo, ya en Panzacola, nacen su segundo y su tercer hijos: Desiderio y Bernardo.

Pero veamos directamente una de las fuentes de la que he podido sacar muchos de estos datos. En el Archivo General de Simancas (Valladolid) se pueden consultar las hojas de servicio de los militares que servían en el Ejército de América durante el siglo XVIII.
Diez años después de ingresar en el Regi-miento de Infantería Fijo de la Luisiana, el barón de Carondelet, gobernador de la Luisiana, firma una hoja de servicio de don Juan Domínguez, con fecha de 30 de junio de 1797. Los datos que contiene ese documento son los siguientes:

Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana

  • Capitán Dn. Juan Domínguez
  • Edad: 54 años
  • País: Andalucía
  • Calidad: Noble
  • Salud: Robusta

- Servicios:

En el Regimiento de Infantería de Navarra
(24 años, 9 meses y 17 días)

  • 5-II-1762: Soldado (20 días);
  • 4-III-1762: Sargento segundo (2 años, 1 mes y 15 días);
  • 9-IV-1764: Sargento primero (9 años, 11 meses y 25 días);
  • 4-IV-1774: Subteniente (4 años, 5 meses y 8 días);
  • 12-IX-1778: Subteniente de granaderos (16 días);
  • 29-IX-1778: Teniente (8 años, 1 mes, 23 días).

En el Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana

  • 22-XI-1786: Capitán (10 años, 7 meses y 9 días)

- Campañas y acciones de Guerra:

  • Campaña de Portugal (1762);
  • Guarnición en Orán (1 año y 7 meses);
  • Guarnición en el Navío de la Real Armada San Juan Nepomuceno, el que padeció desarbolo a la expedición de Panzacola, y sitio y rendición de dicha Plaza en mayo de 1781.

- Informe del Inspector:

  • Valor: conocido
  • Bueno para su empleo
  • Aplicación: buena
  • Capacidad: buena
  • Conducta: buena
  • Estado: casado

El Barón de Carondelet

Para comprender mejor, en su contexto histórico, cada uno de estos escuetos datos, vale la pena que antes nos detengamos -aunque sea brevemente- a tratar dos puntos importantes: la situación política y social de la Luisiana y las Floridas a finales del siglo XVIII, y la organización del Ejército de América en esa misma época. Comencemos por el segundo.

2. El Ejército de América

Como es sabido, sólo ya avanzado el siglo XVIII hubo un verdadero ejército en la América española. Durante el siglo XVI y XVII se sucedieron diversos tipos de organización militar: la hueste de los primeros conquistadores, el servicio defensivo prestado por los encomenderos, las fortalezas regentadas por estos, las plazas fuertes o presidios de la corona y, por último, el ejército regular y las milicias, que gozaron de una máxima importancia en el siglo XVIII (7).

Alejandro O'Reilly, enviado en 1763 a Cuba por Carlos III como inspector general de milicias, implantó una serie de medidas para sanear el ejército a mediados del siglo XVIII. Entre otras estaba la expulsión de los soldados casados y la eliminación de los inválidos. Una de las cosas que puso en práctica fue la de sustituir con cierta frecuencia a los soldados veteranos que militaban en los regimientos fijos de América. Uno de los sistemas para conseguir esto último fue el reclutamiento o la apertura de banderas en los regimientos de la Península, por ejemplo en Pamplona para ir a Luisiana y Florida.

En el Ejército Americano del siglo XVIII había tres tipos de oficiales (8):

1º) Los oficiales del Ejército de Dotación. Este ejército era, por antonomasia, el Ejército Regular Americano; sus oficiales pertenecían a unidades regulares, es decir, al Ejercito Real; si eran peninsulares provenían de la elite social española; si eran criollos, pertenecían a la nobleza americana o a la oligarquía más acaudalada; el Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana era una unidad del Ejército de Dotación.

2º) Los oficiales de las Milicias, que propiamente no eran militares, no podían optar por una plaza en el Ejército Regular. No recibían sueldo y no tenían mando sobre los soldados de la tropa regular. No habían estudiado las materias castrenses, ni tenían escalafón, ni se regían por las leyes militares. No tenían obligaciones de guarnición ni acuartelamiento. Usaban uniforme una docena de días al año. Formaban estas milicias las clases criollas.

3º) Los oficiales del Ejército de Refuerzo. Las unidades de este ejército eran enviadas desde España como refuerzo a los puntos más débiles del sistema defensivo americano y en general a aquellas plazas que se temían iban a ser atacadas. Sus oficiales eran casi todos peninsulares y pertenecían a la nobleza de segunda fila que tanto abundaba en la España del siglo XVIII. Los oficiales se escogían entre los caballeros hidalgos o los que vivían noblemente. Las unidades se destinaban temporalmente a Indias, pero era frecuente que sus oficiales entraran a formar parte de las unidades de Dotación porque el sueldo era más elevado y el prestigio social -por el hecho de ser militar- más alto que en la Península. Los batallones del Regimiento de Navarra destinados a La Habana en 1778 eran unidades del Ejército de Refuerzo.

Hacia el final del siglo XVIII había unos 16.000 soldados en el Ejército de América distribuidos en 120 unidades. De ellas, 69 unidades y 12.000 soldados eran de Infantería.

Esta Arma tenía una serie de características, entre las que se destacaba cierto aire de superioridad. También existía la Artillería y la Caballería. Los dragones eran los soldados de caballería que podían trasladarse con rapidez allá donde hicieran falta. De las 120 unidades del Ejército de Dotación, dieciocho eran escuadrones de dragones, con unos 3.000 soldados (9).

Los regimientos solían estar formados por dos o tres batallones. En cada batallón había una compañía de granaderos y ocho de fusileros. Los capitanes con más antigüedad estaban al frente de la compañía de granaderos.

En cada regimiento había una Plana Mayor formada por un coronel, un sargento mayor, un ayudante mayor y un ayudante segundo. Además había cirujano, capellán, armero y tambor mayor.

Cada batallón podía tener también su Plana Mayor formada por un coronel o teniente coronel y un ayudante.

En cada compañía había un capitán, un teniente, un subteniente, dos sargentos y dos cadetes.

Desde 1740 aproximadamente y hasta 1810, en cada unidad el ayudante mayor - a las órdenes del sargento mayor- tenía la obligación, cada año, de hacer las «hojas de servicios» de todos los militares del regimiento o batallón. Esta regla no se cumplía con puntualidad. Sin embargo, a pesar de que muchas hojas de servicio se han perdido, se conservan una buena cantidad de ellas en los archivos.

En estas hojas se anotaban datos sobre la unidad, el individuo en cuanto tal, datos sobre su vida militar y las calificaciones que le otorgaban sus superiores. A partir de 1780 se ela-boran en un impreso igual para todas las unidades del Ejército de América.

3. La Luisiana y las Floridas a fines del siglo XVIII

En la Luisiana había un Regimiento Fijo de Infantería que se encargaba de defender los intereses de España en esa zona a partir del Tratado de París de 1763, al final de la Guerra de los Siete años. Llegó a contar con 1.300 hombres, más algún piquete de artillería y dragones (10).

Como ya vimos en el capítulo dedicado a Bernardo de Gálvez, la Luisiana comenzó a ser colonizada por los franceses desde el siglo XVII. En 1763, por Paz de París, fue cedida a España para compensar las pérdidas territoriales sufridas por Carlos III al tener que entregar las dos Floridas a los ingleses.

Francia, y luego España, se habían reservado el dominio sobre la orilla occidental del Mississippi. Pero en la margen oriental del río habían quedado algunas fortificaciones inglesas, que luego fueron recuperadas por Bernardo de Gálvez en la guerra de 1779 a 1783. Por la Paz de Versalles (1783) estas posesiones volverían a los ingleses a cambio de las dos Floridas, que pasaron nuevamente al dominio español (11).

De los gobernadores que hubo en Luisiana durante el período español, uno de los más destacados fue Alejandro de O'Reilly y McDowel (1725-1794). Estuvo sólo un año como gobernador (1769-1770), pero en ese corto espacio de tiempo pacificó la colonia y puso las bases del orden y de la prosperidad de la colonia. O'Reilly participó en la campaña de Argel (1774-75), en la que también estuvie-ron presentes los jóvenes oficiales Bernardo de Gálvez y Juan Domínguez (12).

Durante el gobierno de Bernardo de Gálvez (1777-1785) hubo una fuerte inmigración a Luisiana de canarios (unos dos mil quinientos) y malagueños (un centenar). Los malagueños fundaron la población de Nueva Iberia. Los canarios se asentaron en las aldeas de Galveztown, Valenzuela, Barataria y San Bernardo (13). A pesar de los intentos de difundir la lengua española, salvo en las gestiones oficiales, se utilizaba casi exclusivamente el francés.

Después de 1783 los ingleses conservaron los fuertes que habían perdido en la guerra, pero la Luisiana y las dos Floridas volvieron a España.

A partir de 1785 la Luisiana y las dos Floridas habían pasado a depender de la Capitanía General de Cuba. Había tres Gobernaciones: la de la Luisiana, con sede en Nueva Orleans, la de la Florida Occidental, con sede en Pan-zacola (y que comprendía las fortificaciones de Mobile, Panzacola y San Marcos Apalache) y la de la Florida Oriental, con sede en San Agustín (14).

En San Agustín estaban destinados destacamentos del Regimiento de Cuba, pero en Panzacola y San Marcos de Apalache, más cercanos a Nueva Orleans, había tropas del Regimiento de Luisiana. Por eso la familia del capitán Domínguez, en algún momento entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, se trasladó desde La Habana a Nueva Orleans, y luego a la plaza de Panzacola. El segundo y el tercer hijo, nacerían en Panzacola. Además, Juan Bernardo, participaría en la reconquista del fuerte de San Marcos de Apalache en junio de 1800.

Cuando en 1786 don Juan Domínguez estrenaba su reciente nombramiento de capitán en el Regimiento Fijo de Luisiana, el gobernador era Esteban Rodríguez Miró (1744-1795). Este militar, estuvo presente, como Bernardo de Gálvez, en Nueva España (1767), Argel (1774-75) y Luisiana (1778-1782). El mismo Gálvez lo propondrá como gobernador de la Luisiana y estará al frente de la colonia desde 1785 a 1791(15).

Durante su gestión tuvo lugar el primer gran incendio de Nueva Orleans (1788). Ese mismo año fallecía en España Carlos III y le sucedía su hijo Carlos IV. En 1789 el obispo auxiliar Cirilo de Barcelona -fraile capuchino llegado a Nueva Orleans en 1772- proscribe la Inquisición en Luisiana (16).

La hoja de servicios del capitán don Juan Domínguez está firmada por el barón de Carondelet. ¿Quién era este personaje?

Francisco Luis Héctor, barón de Carondelet (1748-1807) fue gobernador de la Luisiana desde 1791 hasta agosto de 1797. Tiene fama de haber sido el mejor alcalde de Nueva Orleans, pues la ciudad -que contaba con diez mil almas- alcanzó, bajo su administración y la de su sucesor, su edad de oro. Es la época en la que Juan Bernardo era cadete en el Regimiento de la Luisiana.

Durante su gobierno tuvo lugar la ejecución de Luis XVI (enero de 1793). Carondelet tuvo que luchar contra las fuerzas disgregadoras de los jacobinos franceses que incitaban a la población de Luisiana a luchar por su independencia (17).

Durante esos años, la Luisiana y las dos Floridas continuaban, de manera alarmante para los intereses españoles, la tradición de un intenso comercio con los Estados Unidos de América. Además, durante los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX hubo una fuerte inmigración de europeos.

La ruptura de relaciones de España con Francia a raíz de la muerte de Luis XVI, y luego la Paz de Basilea (22 de julio de 1795), afectaron a las provincias de ultramar. En ese momento España tuvo que ceder la parte española de la isla de Santo Domingo a los franceses.

Otro hecho importante durante este período fue la creación de la diócesis de Luisiana con sede en Nueva Orleans (1793) y la llegada a Nueva Orleans del primer obispo titular católico de la colonia, don Luis de Peñalver y Cárdenas (1795). Hasta entonces Luisiana dependía del arzobispado de La Habana. La religión y la moral de los católicos de Luisiana se hallaban sumidas en un nivel muy bajo. De los doce mil fieles de la diócesis no había más que cuatrocientos que cumpliesen el precepto de la comunión anual, ni más una cuarta parte de la población que asistiese a la celebración del Sacrificio de la Misa. La mayoría de los casados vivían en concubinato y la práctica del ayuno en viernes y Cuaresma era totalmente desconocida (18).

En 1794 tuvo lugar el segundo gran incendio de Nueva Orleans y la inauguración de la catedral de esa ciudad.

Los últimos gobernadores de la Luisiana española fueron don Manuel Gayoso de Lemos (1797-1799), Sebastián Calvo de la Puerta O'Farrill, marqués de Casa Calvo (1799-1801) y Juan Manuel Salcedo.

La presencia de España en Luisiana duró aproximadamente cuarenta años hasta que, en virtud del Tratado de San Ildefonso (1800) pasa de nuevo la colonia a Francia. España devolvió la Luisiana Occidental a Francia, para evitar el continuo déficit que la colonia causaba a la economía de los Borbones, y también para eludir la posibilidad de que España tuviera que defender con las armas el control del territorio frente a las pretensiones de los americanos. Las dos Floridas continuarían siendo españolas unos pocos años más.

Como el tratado no fue notificado oficialmente a los habitantes de la colonia hasta tres años más tarde, no se haría efectiva su devolución a Francia sino hasta el 30 de noviembre de 1803. Veinte días más tarde, el 20 de diciembre de 1803, se celebró la ceremonia de su transferencia a los Estados Unidos, que la había adquirido comprándola por quince millones de dólares.

Aquel año crítico, según las memorias de Godoy , se entregó la Luisiana a Napoleón, como devolución de un territorio que se había recibido por compensación de una pérdida. Hecho doloroso cuyo efecto se agravó cuando, días después, Bonaparte vendió la inmensa provincia a los Estados Unidos por una cantidad irrisoria, ante las dificultades para poder defenderla en situación de guerra con Inglaterra. Desde entonces se convirtió en el Territorio de la Luisiana.

En 1812 la Luisiana comenzó a formar parte de la Unión Americana, como el Estado número 18º.

Las tropas españolas, por lo tanto, no salieron de la Luisiana hasta el 30 de noviembre de 1803, fecha en la que Francia tomó el control del territorio. Sin embargo, el marqués de Casa Calvo -con un grupo importante de soldados- permaneció en Luisiana hasta febrero de 1806 (20).

Pero ¿qué sucedía mientras tanto en la Florida Occidental?

Desde 1783, fecha en que Inglaterra había reconocido la independencia de los Estados Unidos, la joven nación presionaba fuertemente sobre la frontera norte de la Florida Occidental. Hubo asaltos continuos de los americanos sobre los fuertes españoles de Baton Rouge (1811 y 1812), Mobile (1810 y 1813), Panzacola (1814 y 1818) y San Marcos de Apalache (1800 y 1818), hasta que en 1819 se produce la cesión del territorio de las dos Floridas a los Estados Unidos (21).

Ahora que tenemos una idea general del Ejército de América y de la situación política y social de Luisiana y las Floridas a fines del siglo XVIII, podemos detenernos a profundizar un poco más en los datos que contiene la hoja de servicios del capitán don Juan Domínguez en 1797.

4. El Regimiento de Infantería de Navarra (1762-1786)

Lo primero que se menciona es su edad: cincuenta y cuatro años. Realmente, el 30 de junio de 1997, fecha en la que se escribió esa hoja de servicios, don Juan había cumplido los cincuenta y cinco años, pues nació el 1º de abril de 1742. Era, por lo tanto, cuatro años mayor que don Bernardo de Gálvez.

Su país es Andalucía. También es el país de los Gálvez. Andalucía y Castilla son las dos regiones de donde proceden los porcentajes más altos de oficiales. En Andalucía había, durante esos años un gran desarrollo demográfico y muchos andaluces, de origen noble pero con pocos recursos económicos, se unían al ejército de su majestad. Muchos también emigraban a América. La villa de Cañete la Real, formaba parte de los reinos y arzobispado de Sevilla. Actualmente está situada en la provincia de Málaga, a sesenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Málaga, casi en los límites con la provincia de Sevilla. Estaba muy cerca de Macharaviaya, cuna de don Bernardo de Gálvez.

Su calidad de noble significa que había presentado pruebas de hidalguía y limpieza de sangre. En el caso de los oficiales medios (capitanes y tenientes) se trata de la media y baja nobleza que tanto abundaba en España en esa época. Quizá especialmente en Andalucía. Los altos cargos (brigadier, coronel, teniente coronel) estaban reservados para los militares de la alta nobleza (Títulos o Ilustres).

En el origen social o «calidad» de los militares se presentan más de veinte escalones: Título, Ilustre, Noble, Hidalgo, Distinguida, Hijo de militar, Conocida, Buena, Decente, Ordinaria, Limpia, Mediana, soldado de fortuna, Humilde, etc.

La calidad de noble la tenían todos aquellos militares que teóricamente presentaran título de nobleza. En el Ejército de América, en la práctica, se incluía en esta calidad a los criollos de familias distinguidas y a los hijos de militares.

En 1808 la oficialidad del ejercito español legalmente debía pertenecer a la nobleza, en la que quedaban incluidos los hidalgos, aunque una tercera parte de ellos no pasara de la suboficialidad. En las provincias de ultramar, esta ley se iba relajando poco a poco, de modo que cada vez había más oficiales que no po-dían probar su hidalguía y limpieza de sangre.

Don Bernardo de Otero decide dar su con-sentimiento para que su hija se case con don Juan Domínguez, «en consideración a la igualdad que se toca en el enunciado don Juan José Antonio Teodocio Domínguez para conservar los honores de las familias y preservarlas de enlazes que puedan desluzirlas» (22). Ambas familias eran nobles y no había obstáculos para que pudiera realizarse el matrimonio de Juan y María Gertrudis.
Su salud era robusta. Es la máxima calificación que se podía tener. Las otras eran: buena, mediana o quebrantada.

Don Juan Domínguez había servido 24 años, 9 meses y 17 días en el Regimiento de Infantería de Navarra. Comenzó, siendo soldado, el 15 de febrero de 1762. Por su calidad noble fue ascendido a los veinte días a sargento segundo, el 4 de marzo de 1762. Aquel año participó -como Bernardo de Gálvez- en la campaña de Portugal.

El 9 de abril de 1764 es ascendido a sargento primero. Es el mando militar que está más en contacto directo con la tropa. Vive en el cuartel y manda los pelotones de soldados en cualquier ocasión. Los sargentos no solían ser promovidos al grado superior a menos que tuvieran calidad de noble o se distinguieran por su buena conducta y amor al servicio.
Nueve años después, en 1774, promovido al grado de subteniente. Siendo subteniente, en 1775 (23), participa en la guerra de Argel. Durante un año y siete meses está destinado a la guarnición de Orán (ciudad portuaria de Argelia). Recordamos que también Bernardo de Gálvez había estado en Argel y había sufrido serias heridas en el combate.

Por fin, el 29 de septiembre de 1778 es ascendido al grado de teniente. En ese año dos batallones del Regimiento de Navarra se embarcan en el puerto de El Ferrol (Galicia) con destino a Buenos Aires (24). Eran un total de 1,188 soldados. Sin embargo, sabemos que en 1780 el Regimiento de Navarra estaba en La Habana (25). Si fue o no antes a Argentina, no lo sabemos. Lo cierto es que, su presencia en la zona del Caribe, en guerra con los ingleses, era muy necesaria y por eso, los dos batallones del Regimiento de Navarra intervinieron en la guerra contra los ingleses que se estaba librando en las costas de la Luisiana.

En mayo de 1781, a las órdenes de Bernardo de Gálvez, forma parte de la guarnición del navío de la Real Armada San Juan Nepomuceno (26), que padeció desarbolo, es decir, fue atacado por un huracán que afectó seriamente a las velas del navío. Después participó en el sitio y rendición de Panzacola.

Como recordamos, después de haber conquistado los puestos ingleses del Mississippi, Bernardo de Gálvez había planeado el ataque a las dos plazas que dominaban, en el golfo de México, la Florida Occidental: Mobila y Panzacola. El capitán general de La Habana, Diego José Navarro, estimaba que no podían conquistarse esas plazas con menos de siete mil hombres. Gálvez sólo pedía cuatro mil. Pero Navarro se oponía a los planes de Gálvez y le enviaba auxilios mezquinos e insuficientes.

Gálvez se decidió a atacar Mobila con solo 754 soldados de Nueva Orleans. El día 14 de marzo de 1780 tomaba posesión el ejército español del fuerte Charlotte, con más de 200 prisioneros (27). El capitán Bouligny -más tarde coronel del Regimiento Fijo de la Luisiana- tuvo un destacado papel en esta acción de guerra.

Faltaba por vencer a los ingleses en Panzacola, la plaza más fuerte y mejor resguardada de toda la comarca, y que era el verdadero objetivo de todas las campañas de Gálvez. El resguardo de Panzacola sumaba 2.500 hombres. Al mando de esta guarnición estaba el mariscal de campo Juan Campbell.

La falta de convencimiento del capitán general de La Habana y el fortalecimiento inesperado de la guarnición de Panzacola (habían llegado a Panzacola once navíos ingleses a la plaza), obligaron a Gálvez a presentarse en La Habana para tratar de convencer a Navarro y a Navia de que la conquista de Panzacola no era algo imposible.
Conseguido su objetivo, el 16 de octubre de 1780, salió de La Habana una escuadra compuesta por siete navíos de guerra, cinco fragatas, un paquebote, un bergantín, un carguero armado y 49 transportes, que en total llevaban 164 oficiales y 3.829 soldados (28).

Bernardo de Gálvez, una vez más, tendría que luchar contra las fuerzas de la naturaleza. Un huracán que duró ochenta horas azotó la escuadra que comandaba José Solano desde el navío San Juan Nepomuceno. En este barco iba el teniente don Juan Domínguez. El San Juan Nepomuceno padeció desarbolo y tuvo que ser abandonado en la sonda de la Tortuga. José Solano -y quizá también Juan Domínguez- siguieron su viaje en la fragata La Rosalía de vuelta a La Habana.

A fines de febrero de 1781 Gálvez vuelve a intentar el ataque a Panzacola y zarpa de La Habana en el San Ramón con una nueva escuadra. A principios de marzo llegan a la isla de Santa Rosa, a la entrada de la bahía de Panzacola. Sin embargo, el comandante de la escuadra, José Calbo de Irazabal, encargado de la seguridad de la escuadra, decidió suspender la maniobra de ataque a Panzacola.

Entonces Gálvez sacrificó la prudencia por la acción. Para dar ejemplo, a bordo de su bergantín particular, el Galvezton, entraría en la bahía, y quien tuviera honor y valor lo seguiría. El comandante Calbo lo tildó de impertinente, audaz y mal educado; de traidor al rey y a la patria.

Vale la pena copiar un párrafo de la descripción que hace de la escena don Guillermo Porras:

«Sin detenerse para aplacar a Calbo Irazabal, Gálvez se embarcó en su bergantín, siendo saludado por quince cañonazos, y mandó izar una insignia de contralmirante para que la flota y el enemigo se percataran de su presencia a bordo. Inmediatamente después se desplegaron todas las velas. El momento fue de gran tensión. El Galveston empezó a navegar con viento favorable, cruzó la barra y avanzó audaz e insignificante. Del fortín de Barrancas Coloradas estalló el fuego de pronto, errando la puntería de sus veintiocho cañones de pesado calibre. Tras el bergantín pasaban ilesos cuatro bateles de la Luisiana sobre los cuales Gálvez ejercía el mando exclusivo. El momento fue álgido has-ta que anclaron al amparo de la batería es-pañola del cabo de Sigüenza. Los aplausos del ejército se confundieron con los estallidos inútiles que seguían dirigiendo los ingleses. En un arranque de casticismo, el Galveston saludó al enemigo con quince salvas» (29).

Ante la insistencia de la oficialidad -entre la cual estaba el teniente don Juan Domínguez- el comandante Calbo de Irazabal decidió ceder, y la tarde del día siguiente -es decir, el 22 de marzo- entró toda la flota española a Panzacola bajo el fuego inglés, que no causó más que leves daños a algunos barcos.

Al poco tiempo llegaron refuerzos de La Habana. Al frente de ellos iba el mariscal de campo Juan Manuel de Cagigal. Con estas fuerzas la tropa de Gálvez pasaba de 7.000 hombres. Juan Campbell no tuvo más remedio que firmar las capitulaciones el 9 de abril de 1781. Al día siguiente se verificó la entrega formal de Fort George y empezó el embarco de tropas hacia La Habana. El total de prisioneros ascendió a 1.500. España había perdido tan sólo 74 vidas y contaba con 198 heridos.

Nos hemos detenido en la descripción de la batalla de Panzacola porque la hoja de servicios de Juan Domínguez menciona que estuvo de «guarnición en el Navío de la Real Armada San Juan Nepomuceno, el que padeció desarbolo a la expedición de Panzacola, y sitio y rendición de dicha Plaza en mayo de 1781».

En su hoja de servicios se indica también que su valor, aplicación, capacidad y conducta son buenos. Y, por último se afirma que era casado. Por lo tanto, la madre de Juan Bernardo, doña María Gertrudis de Otero, todavía vivía en 1797.

De los primeros destinos y acciones de guerra de don Juan Domínguez no tenemos muchos datos. En cambio, de su vida en el Regimiento de Luisiana podemos averiguar más cosas.

5. El Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana (1786-1797)

En el Archivo General de Simancas, hay una «Lista por antigüedad de los señores oficiales, sargentos primeros y cadetes del expresado Regimiento [Regimiento de Infantería de la Luisiana]» firmada el 30 de junio de 1797 por Francisco Bouligny y Joseph Leblanc (30).

Estudiando este documento podemos hacernos una idea bastante completa de cómo estaba organizado el Regimiento de la Luisiana.

Había una Plana Mayor formada al principio por doce oficiales, incluyendo a los tres jefes con alto mando. En el documento se señala que seis de estos oficiales deben pasar a integrar los puestos vacantes en las compañías de los tres batallones del regimiento. De modo que la Plana Mayor quedase reducida a tres jefes y tres ayudantes. El puesto de sargento mayor estaba vacante. El anterior había sido destinado a Puerto Rico.

Los tres militares con mayor mando eran el coronel don Francisco Bouligny, el teniente coronel don Carlos Howard y el comandante don Maximiliano St. Maxent.

En el regimiento además había cuatro militares como agregados. Entre ellos hay un teniente coronel, un capitán (con apellidos franceses) y dos subten ientes. Estos últimos pasarían también a remplazar los cargos vacantes en las compañías.

El regimiento estaba formado por tres batallones. En cada batallón había una compañía de granaderos y ocho compañías de fusileros. Algunas compañías las mandaban oficiales con mayor grado. Por ejemplo, las de granaderos las mandaban un coronel y dos tenientes coroneles. Había un teniente coronel que mandaba una compañía de fusileros.
Entre los oficiales que mandaban compa-ñías están tres tenientes coroneles franceses y trece capitanes, entre los cuales sólo cinco tienen apellidos castellanos y el resto francés. Entre los capitanes estaban, por ejemplo, don Pedro Fabrot, don Jacobo Dubrevil, don Carlos de Villemont, don Celestino St. Maxent, y don Juan Domínguez, que ocupa el número 6º en antigüedad y aparece mandando la 2ª Com-pañía de Fusileros del 3er. Batallón del Re-gimiento.

En el regimiento había veintiún tenientes. Por orden de antigüedad los tenientes ascendían a capitanes. Como faltaban capitanes para mandar compañías, en el documento se sugieren los nombres de nueve tenientes para ser promovidos a capitanes. Había además veinticinco subtenientes. De estos, trece se señalan para ser ascendidos a tenientes y ocupar los cargos vacantes en las compañías. Había veinticuatro sargentos primeros. Dos sargentos se promueven a subtenientes.

Había también veinticinco cadetes, uno de los cuales era Juan Bernardo Domínguez, que estaba asignado a la compañía que mandaba su padre, es decir a la 2ª Compañía de Fusileros del 3er. Batallón del Regimiento.

6. De La Habana a la Escuela de Cadetes

Como hemos visto, el Regimiento de Infantería de Navarra había llegado a La Habana, centro militar de la zona caribeña, entre 1778 y 1780. Al poco tiempo -quizá después de la batalla de Panzacola- don Juan Domínguez conoce en Nueva Orleans a doña María Gertrudis de Otero y Roso, y decide casarse con ella. En 1780 don Juan tendría ya treinta y ocho años de edad y había sido ascendido hacia dos años al grado de teniente, lo cual le ofrecía más fácilmente la posibilidad de vivir fuera del cuartel, con su familia.

Don Bernardo de Otero, padre de María Gertrudis, tenía una distinguida posición en la sociedad de Nueva Orleans, y por tanto puede dejar a su hija una dote respetable: seis mil pesos en total, que era lo que correspondía a casi cuatro años del sueldo que tenía como contador general del Ejército en la Luisiana. La Carta de Dote es uno de los documentos más interesantes del expediente de Don Juan Domínguez en el Archivo Militar de Segovia. De una manera pormenorizada se da cuenta de las características de cada uno de los siete esclavos y de los diversos objetos que se entregan a don Juan como dote para ayuda de soportar las cargas matrimoniales (31).

Probablemente a causa de los sucesos de Guarico, don Bernardo de Otero y don Juan Domínguez deben trasladarse a La Habana. Allí debió celebrarse el matrimonio de don Juan y doña Gertrudis. Él tenía cuarenta y un años de edad y ella iba a cumplir veinticuatro años en agosto de 1783.

El 13 de diciembre de 1783 nace en La Habana su primer hijo varón (32).

No pasó mucho tiempo desde ese día hasta que la familia regresó a Nueva Orleans, o directamente a Panzacola, con motivo del ingreso de don Juan en el Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana el 22 de noviembre de 1786. Juan Bernardo estaba a punto de cumplir tres años.

En Panzacola nacieron Desiderio y Bernardo. Los dos hermanos menores de Juan Bernardo volverían a La Habana a principios del siglo XIX y ambos tuvieron descendencia (33). Desiderio fue segundo ayudante del Regimiento de Infantería de la plaza de La Habana, y Bernardo fue capitán de infantería y ad-ministrador de la Casa de Dementes en La Habana.

Llama la atención que don Juan y doña María Gertrudis hayan puesto el nombre de Bernardo a dos de sus hijos. Era el nombre de su abuelo materno, pero también puede indicar el gran aprecio que tenían por su pariente cercano, el Conde de Gálvez. Además en la plaza dónde vivían, todo les recordaba a este gran militar.

Panzacola sería, de hecho, la tierra materna de Juan Bernardo. Allí vivió su infancia y parte de su juventud. Allí aprendió el oficio militar junto a su padre en el Regimiento de Infantería.
El primer dato cierto que tenemos de la vi-da militar de Juan Bernardo es que «comenzó su carrera el 13 de diciembre de 1795 en la clase de cadete del Regimiento Fijo de la Luisiana» (34). En esa fecha cumplió doce años de edad.

En el Archivo de Simancas, aparece también su hoja de servicios (35). Está firmada -como la de su padre- por el barón de Carondelet, gobernador de la Luisiana, con fecha de 30 de junio de 1797.

Veamos que datos contiene.

Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana

  • Cadete Dn. Juan Bernardo Domínguez
  • Edad: 13 años
  • País: la Havana
  • Calidad: hijo de Capitán
  • Salud: Robusta

- Servicios
13-XII-1795: Cadete
(1 año, 6 meses, 18 días)

- Informe del Inspector:

  • Bueno para seguir
  • Valor: se le supone su mérito
  • Aplicación: regular
  • Capacidad: regular
  • Conducta: buena
  • Estado: soltero

El Barón de Carondelet

Juan Bernardo aparece como «cadete». ¿En qué consistía este grado militar?

A lo largo del siglo XVIII, el principal modo de llegar a la oficialidad era ser cadete. En América los cadetes se formaban en las academias militares o en las escuelas de cadetes de regimientos y batallones del Ejército de América (36).

Para poder ingresar en una de esas escuelas era necesario tener una elevada posición social y económica. Los cadetes que estudiaban en esas escuelas eran los futuros oficiales del ejército.

En el Artículo nº 123 del Reglamento para la Guarnición de La Habana de 1753 se especifica que «no se admitirán cadetes no siendo hijos de oficiales, o personas de que se tenga conocimiento evidente que sean bien nacidos». El 29 de noviembre de 1760 una Real Orden completa los requisitos necesarios para poder ser admitido como cadete de la siguiente forma: «Exclusivamente se permitirá sentar plaza de cadetes en las unidades de América a los hijos de oficiales, hijos de ministros de las Reales Audiencias, hijos de oficiales reales, y a aquellos naturales de América que hagan constar limpieza de sangre, por papeles e instrumentos fidedignos de ambas líneas» (37).

Durante el siglo XVIII había algunas academias militares en América, como la fundada en La Habana. En esa ciudad el número de militares era superior a otras partes de América. Por eso, en mayo de 1764, se fundó la «Compañía de Cadetes Nobles». En esta Academia se inscribían los hijos de la oligarquía peninsular y criolla. Ahí aprendían matemáticas, ejercicios, bailes, florete y picadero.

Sin embargo, la mayoría de los cadetes se formaba en las «Escuelas Prácticas de Cadetes» que existían en los regimientos y batallones del Ejército de América. Cada cadete desarrollaba funciones de subalterno, pegado a su capitán y al teniente. De esta manera aprendía el arte militar y otras ciencias que le proporcionaban una cultura general notable. El capitán otorgaba cada seis meses las calificaciones por las cuales se establecía un orden de ascenso cuando hubiera una vacante de subteniente, incorporándose así al escalafón. La misión de los cadetes era generalmente la de abanderados. Existían dos cadetes por cada compañía.

Un gran porcentaje de los cadetes eran hijos de militares que continuaban la carrera de sus padres. Muchas veces servían en la misma compañía de la que el padre era capitán. Para ellos existía una dispensa de menor de edad (quince años como mínimo, cuando para el resto de los cadetes la edad mínima estaba a los dieciocho). Era, sin embargo, muy corriente que se permitiese entrar en la clase de cadetes a mozos aún más jóvenes, generalmente por concesión a los méritos del padre, que era quien lo presentaba. Hasta los quince años no les correspondía legalmente ni sueldo ni contabilización de años de servicio.

En el Archivo de Simancas se conserva una «Relación de los Cadetes que tiene dicho Regimiento con expresión de número que expresa la antigüedad, años de servicio, asuntos en que han sido examinados, notas que explican las calidades de cada uno y el número que distingue la preferencia que merecen en sus ascensos» firmada el 31 de diciembre de 1796 por el coronel Bouligny (38).

En el Regimiento de Infantería de Luisiana había veinticinco cadetes. Juan Bernardo, en junio de 1797 ocupa el sitio 17º. Estaba asignado a la 2ª Compañía de Fusileros del 3er. Batallón, es decir, a la compañía que mandaba su padre. Esto era lo habitual: poner al cadete en la misma compañía de su padre, sobre todo al principio, cuando era muy joven, como en el caso de Juan Bernardo que ingresó en la academia con doce años de edad. En 1797, Cirilo Lessasier, un cadete con menor antigüedad que Juan Bernardo, también estaba asig-nado a esa compañía, mandada por el capitán Juan Domínguez.

Entre los cadetes había sólo seis con apellidos españoles. Los demás tenían apellidos franceses. En junio de 1797, de los veinticinco cadetes, cinco de ellos fueron promovidos a subtenientes. Los cuatro que siguen en el escalafón son promovidos a «Banderas», es decir, a abanderados de los batallones. Parece que había dos «Banderas» por cada batallón: tres las llevaban sargentos primeros y tres los cadetes.

En las notas que explican la aplicación, talento, crianza, conducta y amor al servicio, con fecha 31 de diciembre de 1796, se dice, por ejemplo, que un cadete «no se ha presentado a la Academia». Esta denominación -«Academia»- indica la seriedad con que se veía la enseñanza en la Escuela Cadetes del Regimiento de Luisiana.

De otro cadete se dice que «se ignoran sus circunstancias por hallarse destacado con su padre en Apalache». De Juan Bernardo se dice que «es aplicado, tiene talento, crianza, conducta y amor al servicio». Además se le califica con el nº 21. Por su antigüedad era el último de los cadetes inscritos -en diciembre de 1796- pues sólo llevaba un año de servicio; mientras que otros llevaban hasta cuatro años. Con ese mismo número se le califica al distinguir la preferencia que merece en sus ascensos.

Entre sus compañeros cadetes estaban Luis Bouligny (probable hijo del coronel del Regimiento), Pedro Duberges (que en junio de 1797 ya forma parte de la Plana Mayor como subteniente de granaderos del 3er. Batallón) y Francisco Dubrevil (que era el cadete inmediatamente superior en antigüedad a Juan Bernardo: llevaba un año y nueve meses de servicio).

En el documento se especifica que «las materias de que han sido examinados son el 16 en antigüedad del 1er. y 2º tomo de Ordenanza, el modo de armar y desarmar un fusil, y el nombre de cada pieza, el 18 en el 1er. tomo, hasta la obligación del sargento, y el 21 en Idem., hasta la obligación del capitán».

En su primera hoja de servicios ya en la Nueva España, fechada el 31 de diciembre de 1819, aparecen más datos sobre la vida militar de Juan Bernardo en el Regimiento de la Luisiana. Sabemos, por ejemplo, que permaneció en la graduación de cadete durante siete años, nueve meses y cuatro días. Es decir, el 22 de abril de 1803 fue ascendido al grado de subteniente. Pocos meses después, el territorio de la Luisiana dejaría de pertenecer a España.

Siendo cadete todavía participó en el año de 1800, en la reconquista del fuerte de San Marcos de Apalache, en la Florida Occidental, que había caído en manos de los americanos.

Durante cinco años, cuatro meses y un día desempeña el cargo de subteniente. El 22 de enero de 1807 es promovido a subteniente de granaderos.

No podemos precisar el momento en que la familia Domínguez Otero se trasladó de Nueva Orleans a Panzacola, o si desde el principio vivieron en Panzacola. Tampoco sabemos cuánto tiempo estuvieron en Panzacola, después de 1803, al abandonar la Luisiana el Regimiento en el que estaban don Juan Domínguez y su hijo. Al menos en algún momento entre 1811 y 1819 -o quizá antes- se tuvieron que trasladar a La Habana, pues en el año de 1819 el territorio de las Floridas pasó definitivamente a los Estados Unidos.

El 23 de agosto de 1808 Juan Bernardo fue ascendido al grado de teniente. Cinco años más tarde, fue «trasladado a la Nueva España» y «combatió contra los insurgentes» (39). A principios de octubre de 1813 ya estaba en el puerto de Veracruz. Desde entonces México -todavía la Nueva España- sería su nueva patria.

Notas

(1) Los datos biográficos de don Juan Domínguez los he tomado de su hoja de servicios del año 1797, que se conserva en el Archivo General de Simancas (cfr. AGS, G M, Legajo 7292 C 10, número 26.) y del expediente que contiene la información de su matrimonio con doña María Gertrudis de Otero, y que se conserva en el Archivo General Militar de Segovia, Sección 1ª, Legajo D-1054 (consta de treinta folios).
(2) Cfr. Apéndice I.
(3) Cfr. Apéndice II.
(4) Recientemente escribí a la catedral para pedir una copia de la partida de matrimonio y en dos semanas recibí la contestación: no habían encontrado el registro de ese matrimonio en el libro de matrimonios entre los años de 1772 y 1783.
(5) Cfr. Capítulo II.
(6) He solicitado a un sacerdote de La Habana, desde hace varios meses, la partida de matrimonio de don Juan y doña Gertrudis y la de bautismo de Juan Bernardo, pero aún no he recibido respuesta.
(7) Para todo este apartado puede consultarse J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficiales y soldados en el Ejército de América, Escuela de Estudios Hispano Americanos de Sevilla, C.S.I.C., Sevilla 1983. Cfr. especialmente las p. 45 a 52 sobre la evolución de la institución militar en Indias.
(8) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficiales…o.c., p. 78-81.
(9) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficiales…o.c., p. 64-66.
(10) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Las Floridas y la Luisiana, en AA.VV., Historia General de España y América, vol. XI-2, Rialp, Madrid 1989, p. 621.
(11) Cfr. CARMEN MARTÍNEZ, La política exterior española en relación con América. Los problemas militares en la segunda mitad del siglo XVIII, en AA.VV., Historia General de España y América, vol. XI-2, Rialp, Madrid 1989, p. 78-79.
(12) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, Españoles en Nueva Orleans y Luisiana, Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación, Madrid 1979, p. 25.
(13) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 126.
(14) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Las Floridas y la Luisiana, o.c., p. 613-625.
(15) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 44.
(16) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 214.
(17) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 51.
(18) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 53.
(19) Cfr. D. RAMOS, La política americana de Carlos III y Carlos IV, en AA.VV., Historia General de España y América, vol. XI-2, Rialp, Madrid 1989, p. 36.
(20) Cfr. J. MONTERO DE PEDRO, o.c., p. 63.
(21) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Las Floridas y la Luisiana, en AA.VV., Historia General de España y América, vol. XI-2, Rialp, Madrid 1989, p. 620.
(22) Cfr. la certificación del consentimiento de Don Bernardo de Otero para el matrimonio de su hija en el expediente del Archivo General Militar de Segovia, Sección 1ª, Legajo D-1054.
(23) Aunque en su hoja de servicios no se menciona la fecha, lo más probable es que fuera en 1775, cuando se produjo la ofensiva de los Ejércitos Reales contra la plaza de Argel.
(24) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficialeso.c., p. 58.
(25) Cfr. J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficiales…o.c., Apéndice I, p. 1. Cfr. también las Hojas de servicios en el Archivo General de Indias, Sección «Sto. Domingo», Legajo 2097.
(26) Curiosamente este navío después sería el que conduciría a Bernardo de Gálvez y a su familia, el 16 de julio de 1783, a la corte, en dónde recibiría poco después el título de conde de Gálvez. ¿Formaría parte don Juan Domínguez de la guarnición del San Juan Nepomuceno en aquella ocasión?
(27) Cfr. G. PORRAS MUÑÓZ, Bernardo de Gálvez, en Miscelánea americanista, vol. III, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1952, p. 19.
(28) Para la conquista de Panzacola cfr. G. PORRAS MUÑÓZ, Bernardo de Gálvez, o.c., p. 21-26.
(29) G. PORRAS MUÑÓZ, Bernardo de Gálvez, o.c., p. 23.
(30) Cfr. AGS, G M, Legajo 7292 C 10.
(31) Cfr. el texto del documento en el Apéndice II de este libro.
(36) Para todo este apartado puede consultarse J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficialeso.c., p. 75, 125-140 y 239-248.
(37) Esta orden y la anterior están en el Archivo General de Indias de Sevilla, Santo Domingo, 2110 y 1093 respectivamente. Citado por J. MARCHENA FERNÁNDEZ, Oficialeso.c., p. 129.
(38) Cfr. AGS, G M, Legajo 7292 C 10.
(39) PORRÚA, voz Domínguez y Gálvez, Juan Bernardo, vol. I, p. 663 y 664.

Ilustraciones

- Carta fechada en la Villa de Cañete la Real el 22 de abril de 1782, por la que D. Juan Domínguez y Gálvez concede licencia a su hijo D. Juan Domínguez, teniente del Regimiento de Infantería de Navarra, para contraer matrimonio.
- Carta fechada en Nueva Orleans el 7 de diciembre de 1782, por la que D. Bernardo de Otero, contador general del Ejército y Real Hacienda de la Provincia de la Luisiana, concede licencia a su hija Dª. María Gertrudis de Otero, para contraer matrimonio.
- Hoja de servicios D. Juan Bernardo Domínguez, cadete del Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana, fechada a fines de junio de 1797.
- Carta dirigida a S.M. el Rey D. Carlos III, por la que D. Juan Domínguez, teniente del Regimiento de Navarra, suplica se le conceda la licencia para contraer matrimonio con Dª. María Gertrudis de Otero. El documento está fechado en Nueva Orleans, el 7 de diciembre de 1782.
- Hoja de servicios de D. Juan Domínguez, capitán del Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana, fechada a fines de junio de 1797.
- Grabado de la época en el que se representa el ataque llevado a cabo por los españoles sobre Panzacola (1781) en la campaña emprendida para recuperar la Florida occidental. El desembarco se produjo en la isla de Santa Rosa. Entre la isla y la costa aparecen los buques españoles, que entraron en la bahía, en el momento de bombardear el fuerte que defendían los ingleses. En la parte superior derecha se representa el desembarco español, con la batería instalada ya en tierra, al amparo de la tropa española que avanza sobre el fuerte San Jorge. También se representa el momento en que el baluarte de la media luna vuela como consecuencia de haber sido alcanzado por un proyectil español. Este grabado se vendió en Madrid en la librería de Miguel Escribano, de la calle carretas, para dar cuenta de la victoria obtenida.
- Segunda hoja de las "notas que explican la aplicación, talento, crianza, conducta y amor al Servicio" de los cadetes del Regimiento de Infantería Fijo de la Luisiana. Juan Bernardo Domínguez era el más joven de todos. Documento fechado en Nueva Orleans el 31 de diciembre de 1796.

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