De la Luisiana a la Nueva España
La Historia de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847)
(por Víctor Cano Sordo, México, D.F., 1999)

CAPÍTULO I
Los Gálvez de Macharaviaya

       Comencemos nuestro relato situándonos en la Andalucía del siglo XVIII. En la pequeña villa de Macharaviaya, situada a cuarenta kilómetros del mar, en la provincia de Málaga, vivía la familia de don Antonio de Gálvez y doña Ana de Madrid. Aunque eran campesinos, procedían de un noble linaje. Sus cuatro hijos que llegaron a la edad adulta destacaron notablemente en el reinado de Carlos III.

       El abuelo de Juan Bernardo, don Juan José Domínguez y Gálvez, era pariente cercano de ellos. Vivía por aquella misma época con su mujer, doña Francisca de Aguilar, en la villa de Cañete la Real, a unos cuantos kilómetros de Macharaviaya.

       Don Juan tuvo un hijo que llevó su mismo nombre y que llegaría a ser capitán de infantería en el Ejército de América. Casó con doña Gertrudis de Otero, de la cual tuvo por hijo a Juan Bernardo.

       En el tercer capítulo veremos con más detenimiento la historia de los padres de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847), el personaje central de esta historia.

       En este capítulo explicaré, en primer lugar, la relación de Juan Bernardo con sus parientes, los Gálvez de Macharaviaya. Después nos detendremos a echar un vistazo a los antepasados de los virreyes Gálvez, muchos de los cuales también fueron antepasados de Juan Bernardo. Y, por último, trazaremos una semblanza biográfica de don Matías de Gálvez.

1. La villa de Cañete la Real, Málaga (1742)

       El padre de Juan Bernardo, don Juan José Antonio Domínguez y Gálvez, nació en la villa de Cañete la Real el 1º de abril de 1742. Cuatro años más tarde nació en Macharaviaya su primo Bernardo de Gálvez (1746-1786), hijo de Matías y sucesor suyo en el virreinato de la Nueva España.

       A los veinte años de edad don Juan Domínguez -como le llamaremos de ahora en adelante, pues así se hacía llamar en vida- se alistó como soldado del Regimiento de Navarra para participar, junto a su primo Bernardo en la campaña de Portugal (1762), cuando Carlos III llevaba sólo tres años como rey de España.

       Quizá llegaron a conocerse antes por la cercanía de sus respectivos lugares de origen en Málaga, pero indudablemente, desde entonces, hubo una relación estrecha entre los dos primos. Ambos estarían en la toma de Argel (1775) y luego, en 1778, coincidirían en la guerra contra los ingleses a orillas del Mississi-ppi, en la Luisiana española.

       El momento cumbre en la vida militar de los dos malagueños fue la famosa batalla naval de Panzacola (mayo de 1781), por la que España reconquistó el territorio de las dos Floridas. Bernardo de Gálvez alcanzó un prestigio que luego le valdría el título nobiliario del condado de Gálvez. Pero allí estaba también, como teniente del Regimiento de Navarra, don Juan Domínguez.

       Don Juan Domínguez vivió en un momento histórico en que su parentesco con los Gálvez de Macharaviaya tuvo necesariamente que influir en su vida y en la de sus hijos de manera considerable.

       El padre de Juan Bernardo, como hemos dicho, había participado en la batalla de Panzacola, y su familia vivió -a fines del siglo XVIII- una temporada en esa ciudad-fortaleza de la Florida Occidental. Todo ello contribuyó a que la familia Domínguez Otero se sintiese orgullosa de estar emparentada con el famoso héroe andaluz.

       Después del triunfo de Panzacola, don Juan Domínguez celebró su matrimonio, probablemente en La Habana, con doña María Gertrudis de Otero, andaluza como su madre, e hija de don Bernardo de Otero -de origen gallego-, que a la sazón era el contador general del Ejército en la provincia de la Luisiana (1). Al poco tiempo nació su primer hijo, al que llamaron Juan, como su padre, y Bernardo, como su abuelo materno y quizá también por el recién nombrado conde de Gálvez. A su tercer hijo también le pondrían el nombre de Bernardo.

       Ese año de 1783, don Bernardo de Gálvez desempeñaba el cargo de capitán general de las provincias de la Luisiana y las Floridas, y se disponía a recibir en la corte de Carlos III el título nobiliario justamente merecido por las acciones militares en las que se había distinguido durante la recién concluida guerra contra los ingleses. Un año y medio más tarde, al morir su padre Matías, recibiría el gobierno del virreinato de la Nueva España.

       Juan Bernardo Domínguez, por lo tanto, no era descendiente directo de los virreyes Gálvez, como lo aseguraba la tradición familiar a lo largo de varias generaciones. Pero sí tenía un parentesco cercano con ellos. Me ha parecido que esta circunstancia y la estrecha relación del padre de Juan Bernardo con don Bernardo de Gálvez, justifican que los dos primeros capítulos de esta historia estén dedicados a los Gálvez de Macharaviaya, una de las familias más destacadas en la España de Carlos III.

       En este capítulo nos detendremos a conocer la ascendencia de los Gálvez y haremos una breve semblanza de don Matías de Gálvez. El siguiente lo dedicaremos a narrar la interesante historia de don Bernardo de Gálvez, primer conde de Gálvez.

       Comencemos pues trasladándonos a Macharaviaya, pequeño pueblo de la provincia de Málaga, situado entre las colinas, a cuarenta kilómetros al norte del puerto de Málaga.

2. La villa de Macharaviaya, Málaga (1716)

       Durante el reinado de Carlos III (1759-1788), esa pequeña población tuvo la importancia de ser la cuna natal de don José de Gálvez (1720-1787), uno de los principales colaboradores del rey, y ministro de Indias de 1776 a 1787. Esos once años se han llamado la era de Gálvez por el gran influjo que tuvo durante esa época en la vida de España (2). Por sus valiosos servicios a la Corona fue recompensado con el título nobiliario de marqués de la Sonora.

       Don José de Gálvez, tío de Bernardo, era el segundo hijo de una sencilla familia de labriegos, pero de noble origen. Su buena estrella favoreció también a los demás hermanos: Matías, Miguel y Antonio. Todos ocuparían más tarde puestos de relieve en el gobierno de Carlos III.

       Sus padres fueron Antonio de Gálvez y García (1690/91-1728) y Ana de Madrid y Cabrera (nacida en 1699). Celebraron su matrimonio en Macharaviaya el 1º de julio de 1716.

       Los hijos de este matrimonio fueron cinco (3):

1. Matías (1717-1784), padre de Bernardo (4).
2. José (1720-1787), que fue visitador de la Nueva España, ministro de Indias y marques de la Sonora.
3. Antonio (1724), que murió de niño.
4. Andrés Luis (1725), conocido como Miguel, que fue embajador en Prusia, consejero del ministerio de Guerra y Mariana y caballero de la Orden de Carlos III.
5. Antonio Miguel Joaquín, conocido como Antonio. Fue mariscal de campo de los reales ejércitos y comandante de la plaza de Cádiz.

       Como varios de los Gálvez -particularmente José, Matías y Bernardo- llegarían a desempeñar con el tiempo un papel destacado en las decisiones que se tomaban en la América española de finales del siglo XVIII, la gente comenzó a denominar al pueblo de Macharaviaya con el pomposo título de la Madrid Chica.

       Los Gálvez hicieron construir la iglesia parroquial del pueblo, al que además dotaron de diversas obras públicas y de un mercado digno. La familia Gálvez llegó a ser tan poderosa que dio origen a un conocido refrán popular. A la llegada de don Matías de Gálvez a México para tomar posesión del virreinato de la Nueva España, apareció en las calles de la ciudad el siguiente pasquín:

«Quién manda en este mundo?
Josef, el primero,
Matías, el segundo,
y Bernardo, el tercero.
Fiscal …… Virrey
Virrey ……. Ministro
y Ministro …..Rey.
El Padre, aquí,
el Hijo, en La Habana,
y el Espíritu, en España» (5).

       Don José de Gálvez, favoreció a su hermano Matías y a su sobrino Bernardo. Ambos supieron aprovechar bien los favores recibidos. Bernardo, por ejemplo, avanzó rápidamente en la carrera militar, fundamentalmente por sus cualidades guerreras y su valor luchando contra los portugueses, los piratas de Argel, y los indios apaches en el norte de Chihuahua.

       En el siglo XVIII, el nepotismo moderado -es decir, el aprovechar las conexiones familiares para conseguir mejores puestos en la carrera política o militar- era considerado algo legítimo y muchas veces necesario.

       Don Lucas Alamán dice en su Historia de México que

«el ministro Gálvez en el tiempo de su poder, quiso colocar en puestos distinguidos a todos sus parientes, y estos por su capacidad y servicios, hicieron ver que no eran indignos de esta predilección. D. Matías, hermano del ministro, y D. Bernardo hijo del primero, fueron sucesivamente virreyes de Méjico» (6).

       La familia Gálvez había llegado a Macharaviaya hacía casi tres siglos. Los antepasados de Matías habían probado su hidalguía por más de doscientos cincuenta años, pues consta que no habían ejercido «oficio vil, baxo ni mecánico», se habían mantenido con sus propias haciendas, y además eran «cristianos viejos sin mezcla de mala raza» (7).

       Don Antón de Gálvez, por ejemplo, tuvo una notable participación en las guerras que los Reyes Católicos sostuvieron contra los moros y, en 1492, llevaron a la conquista de Granada. Los Reyes le concedieron, entre otros privilegios, el de sepultura en la iglesia parroquial del pueblo a él y a todos sus descendientes, según consta en las pruebas de hidalguía y limpieza de sangre que en diversas ocasiones tuvieron que presentar los miembros de esta distinguida familia.

       Antes de relatar la historia de Matías y Bernardo de Gálvez, que llegarían a ser virreyes de la Nueva España, nos detendremos a conocer quienes fueron sus antepasados según los cuatro apellidos de Matías: Gálvez y García, por su padre, y Madrid y Cabrera, por su madre (8).

       Tenemos muchos datos de estas cuatro varonías (9) porque los hermanos Gálvez tuvieron que probar su hidalguía y limpieza de sangre para acceder a los importantes cargos que desempeñaron en el gobierno de Carlos III.

3. La varonía de Gálvez

       Comencemos por el origen del apellido Gálvez. Los cronistas antiguos, utilizan un estilo castellano, noble y llano, que procuraremos conservar (10).

       Este apellido de Gálvez -dice don Ramón Lazo y Ortega, cronista del rey Carlos III- es tan noble como antiguo en España. Podemos prescindir de la cuestión que tocan algunos autores genealogistas sobre si es, o no, patronímico; derivándolo -los que están por la afirmativa- de Galva o Galvo (nombres ro-manos), o atribuyéndolo -los que llevan la negativa- al solar, o señorío de esta familia, por haber algunos lugares de este nombre en España.

       Los antepasados de Matías y Bernardo acreditan su solar, y apellido con la preposición de por muchos siglos, circunstancia que demuestra no ser, o haber dejado de ser, patronímico.

Ha sido fecunda, y feliz esta familia en hijos ilustres, que hicieron casas en Aragón, Cataluña, y Andalucía, después de la conquista de Teruel, y la famosa batalla de Clavijo (año de 834), a la que asistieron.

       Por los años de 1219 vivía en Teruel don Rodrigo Gómez de Gálvez. De Teruel proce-dían los Gálvez que participaron en la conquista de Córdoba, aunque, siglos atrás -como enseguida veremos- tenían su solar en Vizcaya.

       En Santaella, castillo y villa de la jurisdicción de la ciudad de Córdoba, se establecieron los Gálvez desde su conquista, hecha en 1240 por el santo rey don Fernando, en cuyo asalto se distinguieron los Gálvez, subiendo unos al muro, y entrando otros por un postigo; por cuya acción se denominó desde entonces una rama de esta familia Gálvez del Postigo, y después con sólo Postigo, que conservan hoy. No constan los nombres de los primeros Gálvez establecidos en Santaella, por el extravío de los libros de población.

       Los Gálvez de Santaella tienen -como traen los de Macharaviaya- un escudo de plata partido en pal con un árbol verde, y dos lobos negros andantes, con lenguas roxas, atravesados al tronco, y tres conchas, o veneras azules, puestas en triángulo mayor.

       El linaje de Gálvez de Santaella tenía antiguamente su solar a una legua de Guernica, en Vizcaya. En su tiempo era señor de esta casa don Juan de Gálvez, descendiente de los antiguos condes de aquel señorío, y citado en las crónicas del rey don Juan II (1406-1454), y de don Ortuño IV. Las tres veneras o conchas las añadieron los Gálvez desde la famosa batalla de Clavijo, en que se hallaron los de esta familia el año de 834.

       El uso de los dos lobos (armas propias de los señores de Vizcaya) acredita el noble origen de los Gálvez de aquel señorío, de quienes descienden los de Santaella, dónde vivieron con el lustre correspondiente a su clase, señalándose sus hijos, tanto en las armas, como en letras.

        Excedió a todos don Antón de Gálvez que después de muchos y señalados servicios en la guerra contra los moros del reino de Granada, se distinguió particularmente en la conquista de aquel reino, concluida por la entrega de su capital a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.

        Entre otra mercedes concedieron sus majestades católicas a dicho Antón de Gálvez la de entierro y asiento fijo y privativo para su persona, y descendientes en la iglesia parroquial de su domicilio -que era la ciudad de Santaella-, como lo conservan hoy los Gálvez en la de Macharaviaya, en un banco propio de esta familia.

       Fue dicho don Antón de Gálvez (nacido ca. 1470) padre común de varias ramas que de esta familia que se establecieron en distintos lugares de Andalucía. Casó con doña Luisa Gómez Postigo y, entre otros hijos tuvieron a Alonso de Gálvez (ca. 1500) que, como sus padres, continuó viviendo en la ciudad de Santaella, vecina a Córdoba.

       Don Alonso tuvo dos hijos, uno llamado Juan y otro Pablo. Pablo de Gálvez (ca. 1530) se estableció en Sedella (Málaga). Una de sus sucesoras fue doña María de Gálvez, madre de don Juan Granados y Gálvez, y de fray José Joaquín Granados y Gálvez. Este último fue capellán de don Miguel de Gálvez -hermano de Matías y José- y pertenecía a la orden de Santo Domingo. Escribió en 1778 las Tardes americanas, una historia de la Nueva España desde los toltecas hasta mediados del siglo XVIII (11). En las páginas introductorias hace un resumen de la genealogía ascendente de los Gálvez hasta don Antón de Gálvez, el ilustre caballero que intervino en la conquista de Granada en 1492.

       Don Juan de Gálvez, el otro hijo de Alonso, tuvo un nieto llamado don Diego de Gálvez, nacido en Santaella en el año de 1571. Su padre, llamado también Alonso, había sido heredado por sus servicios militares con unas casas y huertas en las villas malagueñas de Benaque y Macharaviaya. Esta fue la razón por la que don Diego se traslado a vivir a Macharaviaya. Allí recibió el nombramiento de regidor perpetuo de esa villa.

       Un nieto de don Diego, llamado Francisco de Gálvez (1647), se casó con doña Elena García de Carbajal (1652), natural de Benaque. Ambos fueron los abuelos paternos de Matías de Gálvez (1717), es decir, los padres de Antonio de Gálvez (1691) que se casó con doña Ana de Madrid Gallardo y Cabrera (1699).

4. La varonía de García

       Como han sido muchos los ricos-homes, condes, duques, marqueses, y otros grandes señores hijos de la Casa de García, que la han hecho por sí, y han adquirido en la guerra nuevas armas, y blasones, se ven distintos escudos en las ramas de esta familia.

       La abuela paterna de don Matías de Gálvez, doña Elena García de Carbajal, procedía de los García de Segovia. El escudo de esta rama es un escudo en campo azul con una torre de plata de cinco almenas puesta sobre tres gradas, con una puerta de dos hojas, abierta la una, y sobre las almenas una estrella del mismo metal, y dos leones enhiestos de plata, como se ven en el tercer cuartel del escudo.

       Estas armas fueron concedidas a Fernán García, famoso caudillo de los segovianos, por haber entrado en Madrid el día en que se ganó de los moros, por Puerta Cerrada. Esta acción facilitó al conde de Castilla tomar la villa un domingo del año 932. Así lo refiere Diego de Colmenares en su Historia de Segovia, y Diego Fernández de Mendoza, que por ser natural de Madrid hace más fe.

       Desde entonces, Fernán García se llamo Fernán García de la Torre, que fue sepultado en la iglesia de San Juan de los caballeros de Segovia, en capilla propia, en cuyo friso se leía:

«Esta Capilla es del honrado Cavallero Don Fernán García de la Torre, el qual junto con Don Díaz Sanz, ganaron de los Moros Madrid, y establecieron los Nobles Linages de Segovia, e dejaron los Quiñones, y otras muchas cosas en esta Ciudad para memoria».

       El rey Alfonso XI, en el año de 1383, nombró a Rui García para el Ayuntamiento de Segovia y el rey Juan II, en 1417, refrendó el nombramiento en Diego García, otro descendiente de Fernán García.

       Otros García famosos fueron Alonso García, diputado en la corte en 1389, y Gil García, uno de los caballeros veinte y cuatro (12). También fueron de esta rama don Gonzalo García, mayordomo mayor de la reina doña Leonor de Aragón en el año de 1336, y Juan García, confesor de don Alonso de Aragón y su embajador frente al papa el año de 1436.

       En esta rama, el primer antepasado de Matías del que tenemos noticia es don Lope de García, que fue diputado de la nobleza segoviana en la corte de don Juan II el año de 1421. Un hijo suyo, llamado don Pedro García de Segovia se casó con doña Ana de Mahora, que era de la misma rama de los García de Segovia. Don Pedro tuvo un papel destacado en la conquista del reino de Granada y fue heredado por los Reyes Católicos con una casa y tierra en la ciudad de Vélez, Málaga.

       El primero de los García nacido en Vélez fue don Juan García Mahora (1509) hijo de don Pedro y doña Ana.

       Nieto de don Juan García Mahora fue don Juan Aragonés (ca. 1565), que por los servicios prestados en la milicia recibió tierras en Benaque, anejo a Macharaviaya. En 1619 llegó a ser capitular de Macharaviaya.

       Y nieto de Juan García Mahora fue don Juan García González Izquierdo (ca. 1617), que se casó con doña Inés de Carbajal (1619) en el año de 1643 en Macharaviaya. Don Juan fue alcalde de esta villa el año de 1672.

       Hija de este matrimonio fue doña Elena García y Carbajal (1652) que, como hemos visto, fue la abuela paterna de don Matías de Gálvez.

5.La varonía de Madrid

       Esta familia tiene su solar en la imperial y coronada villa de Madrid. Sus armas son un escudo cuartelado: en el primero una vanda roxa en campo de oro; en el segundo un a cruz vana colorada con cabezas volteadas en campo de plata; en el tercero un león de púrpura con la boca abierta, y lengua sacada en campo de plata; y en el cuarto un castillo de su color en campo de oro. Así existen en la capilla de Nuestra Señora de la parroquia de San Salvador propia de esta familia.

       El primero de quien se tiene noticia fue Garcí Vicente de Madrid, alcayde del rey don Alonso X el Sabio, uno de los cuatro establecedores que nombró el rey en 1258 para que partiesen la ciudad de Alicante recién ganada de los moros.

       Don Diego Fernández de Madrid era en 1383 vasallo del rey don Juan I (1379-1390).

       En esta rama, el primer antepasado de Matías de Gálvez del que tenemos noticia cierta es don Alonso Fernández de Madrid (ca. 1435), contador y secretario de don Juan II (1406-1454), armado caballero por su real mano, y padre común de varias ramas de esta familia. Don Alonso casó con doña Catalina Fernández de Ocaña (ca. 1440), también natural de Madrid.

       Hijo de don Alonso y doña Catalina fue don Francisco de Madrid (ca. 1470), que fue secretario de los Reyes Católicos (1474-1506/1516) y caballero de sus Reales Guardias y sirvió en la guerra de la conquista de Granada, dónde recibió casas y tierras. También fue regidor de la villa de Macharaviaya en 1493. Estuvo casado con doña María Sánchez (ca. 1475), también natural de Madrid y descendiente de muchos ilustres hombres de este apellido como fue don Aparicio Sánchez, alcalde de corte del rey Juan I en 1389.

       La familia de don Francisco y doña María se instaló en Vélez (Málaga). Entre sus descendientes más ilustres está don Lázaro de Madrid (ca. 1567), que fue regidor de Benaque el año 1594 y se casó con doña María Gallardo (ca. 1570), hija del capitán Pedro Gallardo, descendiente de los Gallardo de Sevilla, procedentes de la nobilísima casa de los Velasco. Su hijo, don Juan de Madrid Gallardo (ca. 1590) fue alcalde de Macharaviaya en 1644.

       Nieto de Juan fue don Matías de Madrid Gallardo (1665), que también fue alcalde de Macharaviaya. Don Matías casó con doña Catalina de Cabrera y Jurado (1667) y tuvieron por hija a doña Ana de Madrid, madre de don Matías de Gálvez.

6.La varonía de Cabrera

       La ilustre rama de esta familia que se estableció en Córdoba, desde su conquista (1240), tiene por armas dos cabras negras gritadas de oro en campo de plata, como se ven en el cuarto lugar del escudo.

       La denominación de Cabrera, según nuestros historiadores, tuvo principio en el conde don Sancho, señor del lugar de Cabrera, en la Galicia antigua (13), e hijo de don Ramiro III (959-985) (14), rey de León.

       El conde don Sancho, por lo tanto, provenía de la más antigua realeza peninsular. Entroncaba con los duques de Cantabria y las antiguas dinastías Íñiga y Jimena de los condados pirenáicos. Además estaba emparentado con los condes de Castilla y los reyes de Navarra (15).

        Los descendientes del conde Sancho -que casó con doña María Froyla (ca. 985), hija de Don Bermudo, señor de la casa de Traba y Trastámara- en el año de 1106 formaban parte de las huestes del poderoso conde gallego Pedro Ansúrez. Los Cabrera participaron en la conquista de Balaguer, que desde entonces se convirtió en la capital del condado de Urgel. Un biznieto del conde Sancho de Cabrera llegó a ser, hacia el año de 1115, el primer vizconde de Ager, población situada al noroeste de Balaguer, en la actual provincia de Lérida. También estaban encargados del gobierno del condado de Urgel, pues los condes de Urgel, Armengol VI (1102-1154) y Armengol VII, pasaron gran parte de su vida en León, como grandes vasallos de Alfonso VII de León y Castilla (1111-1157) y Fernando II de León (1157-1188). Durante sus largas estancias en la corte de León dejaban el gobierno del Condado de Urgel a los Cabrera.

       El primer Cabrera del que tenemos noticia, descendiente del conde Sancho, es don Girado de Cabrera (ca. 1145), tercer vizconde de Ager y gobernador de Urgel. Don Girardo se casó con doña Eoilo de Castro (ca. 1150) que formaba parte de una de las más poderosas familias de Castilla. El primer hijo de este matrimonio fue don Ponce de Cabrera, que acabaría por ser, en 1236, el primer conde de Urgel de la dinastía de los Cabrera, al haber muerto Armengol VIII sin descendencia masculina. El condado de Urgel lo conservó la familia Cabrera por tres generaciones, hasta que Pedro III lo incorporó a la corona de Aragón.

       El segundo hijo fue don Rui Giralte (ca. 1180), de quien descienden los Cabrera de Córdoba y, por esta varonía, los Gálvez de Macharaviaya. Don Rui casó con doña María Eoilo de Castro (ca. 1185) y tuvieron por hijo a don Rui Giralte de Cabrera (ca. 1210), caballero valeroso y uno de los que participaron en la toma de Córdoba (1236), dónde fue heredado. Don Rui casó con Doña Leonor González de Lara (ca. 1215), hija del conde don Gonzalo Nuñez de Lara. La casa de Lara era entonces, junto con la de Castro, la más poderosa familia de Castilla.

Entre los más ilustres descendientes de esta familia, y antepasados de don Matías de Gálvez, están don Fernando Rui de Castro y Cabrera (ca. 1250) -que se crió en el palacio del rey don Alfonso X el Sabio (1252-1284)-, don Pedro Ponce de Cabrera (ca. 1310) -caballero de la vanda, armado por mano del rey Alfonso XI (1312-1350)-, don Pedro de Cabrera (ca. 1335) -veinte y cuatro de Córdoba y caballero del hábito de Santiago-, don Hernán Díaz de Cabrera (ca. 1365) -del mismo hábito de Santiago y veinte y cuatro de Córdoba, y embajador del rey don Juan I (1379-1390) al rey de Granada-, don Pedro Cabrera (ca. 1440), también de hábito de Santiago. Todos ellos casados con mujeres pertenecientes a las familias de más noble linaje de Andalucía como los Fernández de Córdoba, Benegas, Aguayo, Sotomayor, etc.

       Al parecer, el primero de los Cabrera que se estableció en la zona de Málaga fue don Fernando Antonio de Cabrera (ca. 1595), capitán de las Guardias Viejas de Castilla. Un hijo suyo fue don Francisco Antonio de Cabrera (ca. 1625) que fue caballero jurado en Vélez Málaga y casó en Macharaviaya a 29 de octubre de 1653 con doña Juana Gómez Jurado (ca. 1630).

       De este matrimonio nació la abuela materna de Matías de Gálvez, doña Catalina de Cabrera y Jurado (1667). Doña Catalina se casó con don Matías de Madrid Gallardo (1665), y tuvieron como hija a doña Ana de Madrid Cabrera y Jurado (1699), mujer de don Antonio de Gálvez (1691), padre de Matías de Gálvez (1717-1784).

7. Don Matías de Gálvez (1717-1784)

       Ahora que conocemos, aunque sea a grandes rasgos, el origen de los Gálvez de Macharaviaya, veamos con más detenimiento quién fue el mayor de ellos, don Matías de Gálvez.

       Al comenzar la segunda mitad del siglo XVIII la estrella de los Gálvez estaba en todo su apogeo. Don José de Gálvez era ministro del Consejo de Indias de Carlos III, y muy pronto aparecería en escena su hermano mayor, Matías, primero como capitán general de Guatemala y luego como 48º virrey de la Nueva España.

       El hijo mayor de Antonio de Gálvez y Ana de Madrid nació en Macharaviaya el 24 de julio de 1717 (16).

       Habiendo fallecido su padre, como Matías era el mayor de la familia, se tenía que ocupar en allegar recursos para el sostenimiento de su madre y hermanos, en tanto que José, Miguel y Antonio le ayudaban al terminar las clases que les daba el cura párroco del pueblo (17).

       Matías se casó el 20 de octubre de 1745 (18), a los veintiocho años de edad, con su parienta Josefa de Madrid y Ortega (1724-1750), que murió muy joven, cinco años más tarde, a los veintiséis años de edad.

        Matías y Josefa tuvieron dos hijos: Bernardo (1746-1786) y José (1748-1756). El hijo menor murió siendo un niño de ocho años.

       A la muerte de Josefa, Matías contrajo segundas nupcias con Ana de Zayas y Fernández de Córdoba, su parienta en doble grado de consanguinidad. De este matrimonio no hubo descendencia (19).

       Mientras Matías llevaba una vida sencilla y de trabajo en Macharaviaya, a José, su hermano, le sonreía la estrella de la fortuna. En una visita pastoral, el obispo de Málaga observa la inteligencia superdotada del joven y se lo lleva a estudiar al seminario diocesano. Pero José no tiene vocación eclesiástica y acaba dejando el seminario para seguir la carrera de abogado, en la que descuella entre sus compañeros.

       Al poco tiempo, sus méritos diplomáticos en la Embajada Francesa le valen una recomendación del embajador ante el conde de Aranda y consigue ser nombrado alcalde de corte. Al poco tiempo Carlos III lo designa visitador general de la Nueva España. A su regreso le encomienda nuevos y más altos cargos.

       La influencia de José en la corte de Carlos III fue enorme. Gracias a ella, toda su familia fue ingresando en el servicio real. Matías llegó a ser a ser virrey de la Nueva España, Miguel, mariscal de campo de los reales ejércitos y Antonio, embajador ante el zar de Rusia.

       Matías, que al parecer ya había comenzado su carrera militar como cadete (20), pasa rápidamente por todos los grados hasta obtener el de teniente general de los reales ejércitos y virrey de la Nueva España.

        En 1775 era ya capitán de artilleros milicianos provinciales y administrador general de su majestad Carlos III de la Real Renta de Tanacas en las islas de Gran Canaria. Más tarde fue gobernador del castillo de Paso Alto en la isla de Tenerife, y luego teniente del rey, coronel y comandante de las islas Canarias (21).

       No mucho tiempo después pasa a América y es nombrado presidente y capitán general del reino de Guatemala.

       Como veremos más adelante al estudiar la vida de su hijo Bernardo, a partir de 1779 España se encontraba en guerra contra Inglaterra en la zona del Mar Caribe. La acción más señalada de Matías durante este período fue la victoria contra los asentamientos británicos de la Mosquitía. Reconquistó la plaza y los cas-tillos de Omoa y San Juan de Nicaragua, que habían tomado los ingleses y, en marzo de 1782, les batió en la isla de Roatán, río Tinto y demás puntos que usurpaban en las costas de América del Centro, tomándoles todos los fuertes, hasta dejar libre el golfo de Honduras.

       Por estas acciones de guerra, el rey Carlos III lo promovió al gobierno y capitanía general del reino de la Nueva España, con la presidencia de su Real Audiencia.

       Don Matías recibió el bastón de San Cristóbal, como 48º virrey de la Nueva España, el 28 de abril de 1783, y al día siguiente es recibido solemnemente en la ciudad de México.

       Entre las acciones más señaladas de su gobierno se cuentan el impulso que dio a la Academia de Bellas Artes, para la cual obtuvo una renta de trece mil pesos anuales.

       Envió también gran acopio de libros y docu-mentos a España con el objeto de que se formara la historia de la Nueva España.

       Concedió privilegio a Manuel Valdés para publicar la Gaceta, mediante un documento aprobado por el rey el 4 de febrero de 1785.

       Instituyó un derecho llamado de cuartilla sobre abasto de carnes para las obras del desagüe.

       Además, llevó a cabo la obra de los empedrados de las principales calles de la ciudad de México y mejoró el castillo del bosque de Chapultepec (22).

       Fue un virrey justo y generoso. Se ocupó principalmente de los más necesitados. El 3 de junio de 1784, pocos meses antes de su muer-te, quiso que se publicara un Decreto en favor de los indios (23). Vale la pena transcribir al menos los primeros párrafos del documento:

«Don Matías Gálvez, Teniente General de los Reales Ejércitos de S:M: Virrey, Gobernador y Capitán General del Reino de Nueva España, Presidente de su Real Audiencia, Superintendente General de Real hacienda y Ramo del Tabaco, Juez Conservador de éste. Presidente de su Junta, y Subdelegado General de Correos en el mismo Reino, etcétera.- La conservación y cuidado de los miserables indios, dignos siempre de protección de los señores Reyes Católicos, ha sido uno de los principales puntos a que he aplicado mis desvelos y primera atención desde que me posesioné del mando del Reino.
Ellos deben ser privilegiados y mirados con consideración por las Leyes, Reales Cédulas y Órdenes y por otros muchos justos motivos que les asisten y califican acreedores de toda protección y favor; pero, a pesar de esto, se ven en distintas Provincias de este Virreinato sufriendo así en uno como en otro sexo casi mísera esclavitud, crueles castigos, excesivas fatigas, y convenciones injustas con ofensa de sus derechos, transgresión de las Leyes, y usurpación de la pública Potestad.
Deseando yo proveer de remedio a tantos males, mantener a los infelices Indios su libertad, redimirlos de vejaciones, y reglar sus trabajos, igualmente que cooperar al fomento de la Agricultura en que estriba la subsistencia de todo el público, y tiene recíproca dependencia con la conservación de los Naturales, evitar en éstos la desidia que les inspira su falta de educación y el pernicioso ejemplo de sus padres, contenerlos en el justo yugo de la subordinación que deben guardar, y facilitarles suaves estímulos a la constante aplicación: He resuelto a pedimento del señor Fiscal Don Ramón de Posada, y con voto consultivo de esta Real Audiencia de 23 de diciembre del año próximo pasado de 1783, se observen en los territorios de mi mando las providencias y reglas siguientes...»

       A continuación se transcriben diecinueve medidas en favor de los indios.
En su testamento -firmado el 4 de octubre de 1784- pide que se digan quinientas Misas por su alma en la iglesia donde se le entierre, con la pitanza de ocho reales por cada una. También ordena que al día siguiente de su fallecimiento se celebre una Misa con vigilia, sin música ni túmulos extraordinarios, en todas las comunidades de la ciudad, inclusive en las congregaciones de San Felipe Neri y de religiosas, pagándose lo que sea costumbre. Deja quince mil pesos a su hijo Bernardo, que es su heredero universal (24).

       El 20 de octubre de 1784 entregó su gobierno a la Audiencia debido a su mal estado de salud.

       Murió el 3 de noviembre del mismo año a las ocho cuarenta y cinco de la noche. Fue enterrado en la iglesia del Colegio Apostólico de San Fernando. Bernardo no pudo estar presente durante la muerte de su padre, pues recibió la noticia de su fallecimiento en Puerto Rico, cuando regresaba de España para tomar posesión del gobierno y capitanía general de Cuba.

Notas del Capítulo I

(1) Cfr. el Capítulo III de este libro y el Apéndice II.

(2) Cfr. D. RAMOS, La política americana de Carlos III y Carlos IV, en AA.VV., Historia General de España y América, vol. XI-2, Rialp, Madrid 1989, p. 17-29.

(3) H. I. PRIESTLY, José de Gálvez. Visitor General of New Spain (1765-1771), vol. XLV, University of California Press, Berkeley 1916 (Biblioteca de Hacienda), p. 3-14.

(4) Nos detendremos más adelante para exponer con mayor detalle algunos datos de su vida.

(5) Se puede ver un ejemplar de este pasquín en el Archivo del Palacio del conde de Revillagigedo en Madrid.

(6) ALAMÁN, vol. I, p. 55.

(7) Cfr. Archivo Histórico Nacional en Madrid, Orden de Carlos III, exp. nº 60, que contiene las pruebas de Miguel de Gálvez (1779), tío de Bernardo. Cfr. también el cuaderno nº 13 del exp. nº 1009, de la Orden de Calatrava, que contiene las pruebas de hidalguía de Miguel -hijo de Bernardo- (1997) en las villas de Santa Ella, Benaque y Macharaviaya, donde habían vivido sus antecesores.

(8) Cfr. el Apéndice I, en el que se recoge con más con detalle los datos sobre los antepasados de Matías de Gálvez por sus cuatro abuelos.

(9) Se llama varonía a la ascendencia genealógica de varón en varón.

(10) Todos los datos que se exponen a continuación los he tomado de las copias de los expedientes que don Guillermo Porras pudo consultar en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Orden de Carlos III, exp. nº 60, pruebas de Miguel de Gálvez en 1779. Este Miguel era hermano de Matías. Por lo tanto, los cuatro apellidos son los de Matías. Don Ramón Lazo y Ortega certifica que las ochenta y nueve pruebas exhibidas por el señor don Miguel de Gálvez, dan plena fe de la filiación de las cuatro varonías de GÁLVEZ, GARCÍA, MADRID y CABRERA, y de su conexión con cincuenta y seis casas.

(11) La primera edición de esta obra se realizó en la imprenta matritense de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, calle de la Palma, año de 1778. Está dedicada a don José de Gálvez. El Centro de Estudios Condumex hizo una edición facsimilar en 1983. Fray José Joaquín Granados y Gálvez, en las primeras páginas de su escrito alaba, con el lenguaje florido de su tiempo, el «frondoso Árbol de los Gálvez, tan gloriosamente dilatado por la gran Selva del mundo como lo gritan las Togas, las Vengalas, Bonetes, Capillas y Empleos honoríficos en los Tribunales más serios y respetables de la España (…), y lo dicen Valladolid en su Cancillería, Málaga en su Iglesia, Sevilla en sus Reales Asistencias, la Inquisición en sus Ministros: siendo de éstos ahora hasta veinte y cuatro los que cuenta en el número de los Sabios zeladores de la Fé, y en la esclarecida Religión de Santo Domingo el Rmo. P. Fr. Cristóbal de Gálvez, Asistente al Solio, Maestro del Sacro Palacio, y dignísimo General de toda la Orden». Otro Gálvez famoso de aquella época fue el brigadier de la Real Armada, gobernador, capitán general e intendente de Yucatán, don Lucas de Gálvez, asesinado en 1792.

(12) Los «caballeros veinte y cuatro» era una institución venerable en Córdoba, Sevilla y otras ciudades más pequeñas (como Úbeda). Se trataba de los veinticuatro nobles principales de la ciudad. Recibían la distinción por herencia.

(13) El lugar de Cabrera seguramente correspondería a la región que se encuentra al sudoeste de la actual provincia de León, muy cerca ya de la provincia gallega de Orense. Allí se localiza la sierra de Cabrera y el río Cabrera, en las montañas de León, al sur de Ponferrada. Cfr. The Times-Rialp Atlas of the World, Comprehensive Edition, Madrid 1993.

(14) Ramiro III, nacido en el año 959, era hijo de Sancho I de León y Teresa de Ansúrez, de la poderosa familia de los Ansúrez de Galicia. Era nieto de Ramiro II de León. Estaba emparentado con los condes de Castilla. A los cinco años de edad era Rey de León. Su tía Elvira Ramírez fue la regente durante su minoría de edad. Muere en mayo o junio del año 985 de muerte natural. Dejaba un pequeño hijo al que la reina madre, Teresa de Ansúrez, y su influyente familia, apoyada por los condes de Monzón y Saldaña, intentaron sostener en el trono sin conseguirlo. Le sucederá Vermudo II, primo suyo. Ese pequeño era el conde Sancho, señor de Cabrera y cabeza de esta ilustre familia. Cfr. P.C. GONZALEZ MÍNGUEZ, Consolidación del Reino de León (929-978), y B. CAUNEDO DEL POTRO, La ofensiva de Almanzor, en AA.VV., Historia general de España y América, vol. III, Rialp, Madrid 1988, p. 163-198.

(15) Para un estudio más detallado se pueden consultar el vol. III (El fallido intento de un estado hispánico musulmán: 711-1085) de la Historia General de España y América de la editorial Rialp, Madrid 1988, y el vol. IV (Fundamentos de la civilización europea) de la Historia Universal de la editorial Eunsa, Pamplona 1984.

(16) Y fue bautizado el 29 de julio (cfr. AM, Libro 2º, f. 26).

(17) Un resumen muy completo de la vida de Matías y Bernardo de Gálvez se puede ver en G. PORRAS MUÑÓZ, Bernardo de Gálvez, en Miscelánea americanista, vol. III, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1952.

(18) Cfr. AM, Libro de Matrimonios 2º, f. 49.

(19) Cfr. Archivo General de Notarías (México D.F.), Protocolos de Mariano Zepeda (1782 a 1791), f. 35-47.

(20) Cfr. este dato en el Archivo Histórico Nacional, Madrid, Orden de Carlos III, exp. nº 165, pruebas de Antonio de Gálvez en 1783, en donde se encuentran las reales cédulas por las que el rey se sirve hacer la merced de título de Castilla, con la denominación de conde de Gálvez, al teniente general de los reales ejércitos don Bernardo de Gálvez.

(21) Cfr. testamento otorgado en Santa Cruz, isla de Tenerife, a 18 de marzo de 1775, en Archivo Histórico Nacional de Madrid. Orden de Carlos III. Pruebas de Bernardo de Gálvez, 1777, exp. 49, f. 29 v. a 34.

(22) Cfr. Los Gobernantes de México, Galería de Biografías y retratos de los Virreyes, Emperadores, Presidentes y otros Gobernantes que ha tenido México desde d. Hernando Cortés hasta el C. Benito Juárez, vol. I, imprenta de Aguilar e hijos, Primera de Santo Domingo 5 y Primera del Relox 3, México 1881, p. 449.

(23) Cfr. ARRANGOIZ, p. 211-214.

(24) Cfr. Archivo General de Notarías (México D.F.), Protocolos de Mariano Zepeda (1782 a 1791), f. 35-47.

Ilustraciones del Capítulo I

-Padres, abuelos y bisabuelos de Juan Bernardo Domínguez y Gálvez (1783-1847).

-Cédula dada en El Pardo, el año de 1786, por D. José de Gálvez, secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias de S.M. Carlos III.

-Don José de Gálvez, marqués de la Sonora, fue el gran ministro de Carlos III para América. Desplegó una inmensa actividad como visitador en la Nueva España y luego como ministro de Indias (grabado de la época).

-Padres, abuelos y bisabuelos de don Matías de Gálvez (1717-1784).

-Don Matías de Gálvez (óleo sobre tela, pintado por Arreola Juárez en 1966).

-Primer ejemplar de la tercera época de "Gazetas de México", periódico que, en esta etapa, fue editado por Manuel Antonio Valdés, quien mantuvo su publicación hasta 1810.

-Reales Estatutos de la Real Academia de Artes de San Carlos de Nueva España, erigida por el virrey D. Matías de Gálvez el 25 de diciembre de 1783.

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