DOCUMENTOS DE VÍCTOR CANO RUIZ (1882-1951)

1. Acta de Nacimiento (1882)

       Con un sello del Registro civil de Santoña (Cantabria). Lleva el nº 1273661/96. José María del Val, encargado delegado, certifica (el 1 de enero de 1997) que el acta contiene la reproducción íntegra del asiento correspondiente, obrante en el tomo 7 de la Sección 1ª del Registro civil de Santoña.

       El acta de nacimiento está expedida por el Ministerio de Justicia e interior (Registros civiles). Dice en el ángulo superior derecho que es Certificación gratuita (Ley 25/1986, de 24-12). El nº del Acta es 1370. Pablo Víctor Cano Ruiz.

       «En la villa de Santoña a las cuatro de la tarde del día uno de julio de mil ochocientos ochenta y dos ante D. José Cerecedo Ezquerra Juez municipal de la misma y D. Dámaso Fernández Arroyo Secretario, compareció D. Leandro Cano García natural de Pozuelo termino municipal de Calatrava provincia de Ciudad Real de cuarenta y dos años de edad, profesión Teniente Infantería vecino de Santoña según lo hace constar con cédula personal que exhibe y vuelve a recoger, expedida a su favor con el número mil ciento cincuenta y cinco talonario, haciendo presentación para su inscripción en el Registro Civil de este Juzgado de un niño, y al efecto como padre del mismo declaró que dicho niño nació vivo en la casa del declarante calle de Plaza Mayor número uno el día treinta de junio último del corriente año a las cinco de la mañana. Que es hijo legítimo del declarante Leandro Cano natural de Pozuelo término municipal de Calatrava provincia de Ciudad Real de cuarenta y dos años de edad, profesión Teniente Infantería vecino de Santoña y Dª Manuela Ruiz Escajadillo natural de Ampuero término municipal del mismo provincia de Santander de veinticinco años de edad, y domiciliada en Santoña; que es nieto por línea paterna de Ramón Cano y Cano natural de Pozuelo de Calatrava Provincia de Ciudad Real, labrador y vecino del mismo, y de Dª Juliana García Sánchez natural del citado Pozuelo de Calatrava, ya difuntos, por línea materna de Manuel Ruiz González natural de Ampuero, Provincia de Santander, ya difunto, y de Dª María Santos Escajadillo del Cerro natural del citado Ampuero Provincia de Santander, vecina de Santoña y que al expresado niño se le ha de poner por nombres Pablo Víctor. Todo lo cual presenciaron como testigos Juliano Muñoz Gimenez y Vicente Santa María Saez, naturales de Avellaneda aquel y de Miranda este, término municipal de [nombres ininteligibles] provincia de Avila y Burgos respective de profesión Capitán y Alférez de Infantería, mayores de edad, Estado casados y domiciliados en Santoña. Leída íntegramente la presente ACTA a las personas que deben suscribirla e invitadas a que la leyeran por sí mismas, si lo deseaban, se estampó en ella el sello del Juzgado municipal, y lo firman el Señor Juez el declarante y testigos, de que yo el Secretario certifico» [Firmas de todos] .

2. Documento de Migración (1932)

       Documento: Servicio de Migración. Registro de extranjeros. Nº 36918

Fecha: 20 de febrero de 1932
Víctor Cano Ruiz
Entró en México por Veracruz el 3 de noviembre de 1931
Media filiación del interesado
Constitución física: mediana
Estatura: 1.68. Color: blanco. Pelo: cano. Cejas: pobladas. Ojos: cafés. Nariz: recta. Mentón: ovalado. Bigote: no usa. Barba: rasurada. Señas particulares: ninguna. Lugar y país en que nació: Santander, España. Nacionalidad actual: española. Religión: católic. Raza: blanc. Lugar de residencia: Uruguay 44, México, D.F. Nombre y domicilio en México de personas que puedan dar referencias de interesado: Víctor Ruiz. Uruguay 44, México, D.F.
Se expide la presente en virtud de haber sido admitido en definitiva el 14 de diciembre de 1931.
Otro sello: Domicilio actual del titular: Esquina Fresno y Clavel. Molino «La Esperanza». México, junio 7 de 1938. Firma el encargado de la Sección. Emilio B. Zurita.

3. Carta de Naturalización (1942)

       Documento: Carta de naturalización mexicana, nº 489/42 a favor de Víctor Cano Ruiz, de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores (Jaime Torres Bodet). Expediente 521.2(46)48204

Fecha: 30 de abril de 1942
Señas:
Víctor Cano Ruiz
Nombre del padre: Leandro Cano Gracia
Nombre de la madre: Manuela Ruiz Escajadillo
Lugar de nacimiento: Santoña, Santander, España, 30 de junio de 1882
Estado civil: casado. Profesión u ocupación: industrial
Color: blanco
Ojos: cafés
Barba: no usa.
Pelo: castaño claro
Estatura exacta: 1.73 cm
Sabe leer y escribir: sí sabe
Señas particulares: ninguna
Nombre de la esposa: María Faro de la Vega
Lugar de residencia: México, D.F.
Nombre y edad de sus hijos menores: Araceli de 17 años

4. Documento de identificación nacional (1945)

       Documento: Identificación nacional. Secretaría de Gobernación. Dirección general de población. Número: 8594.

Nombre: Víctor Cano Ruiz
Contenido: posee certificado (carta de naturalización) nº 489, exp. VII-521. 2(46)48204 expedido por la Secretaría de Relaciones Exteriores el 30 de abril de 1942 y se ha naturalizado en esta secretaría como mexicana NATURALIZADA bajo el número 8593 a fojas 144 del tomo 2º del Libro respectivo.
Fecha: 26 de julio de 1945
Firma: Rafael Molina Batancourt
Edad: 63 años
Estado Civil: casado con mexicano por natur.
Profesión: industrial
Ocupación: industrial
Domicilio: Insurgentes 1993, México D.F.

5. "El éxodo de la colonia española bajo la orden del general Francisco Villa" (Torreón, Coahuila, 3 a 7 de abril de 1914)

       En "El Siglo de Torreón", jueves 15 de septiembre de 1932, página 3, Cuarta sección. "El exodo de la colonia española bajo la orden del general Francisco Villa":

       «... Cuando el general Velasco evacuó con su división, un grupo numeroso de españoles embarcó en los trenes en los que esta salió a Viesca, los que quedaron en la ciudad y durante el intervalo de la entrada del ejército constitucionalista, parte de la tarde de ese día y la noche, principiaron a reunirse buscando la forma más adecuada para su protección.
       No había cónsul de España entonces, y el agricultor norteamericano don Isaac N. Ulmer que tenía a su cargo interinamente el consulado americano, tomó el de los intereses hispanos y, aconsejó a éstos, para poder darles una ayuda eficaz, se congregaran en un solo lugar en espera de la actitud que asumiera hacia ellos el general Villa.
       Se gestionó, y obtuvo permiso para que: el sitio de congregación y alojamiento fuese el Banco de La Laguna; para la medianoche ya estaban ahí la mayoría de los que se encontraban en Torreón, algunos prefirieron permanecer en los sitios que se resguardaban; hay que imaginar la tremenda depresión moral en el ánimo de esos hombres trasladándose en la oscura y silenciosa población, algunos con su familia en busca de refugio, después de muchos días de estar escuchando el crepitar de cañones y fusiles en el transcurso de la batalla, los más sin recursos, o muy escasos, y adelante: lo incierto de su situación.
       En el Banco de la Laguna, donde están los departamentos del gerente y el subgerente, se encontraban con sus respectivas familias don Joaquín Serrano, don José de Arribillaga [sic] y don Fernando San José. La familia de don Joaquín la constituía sus sobrinos: doña Juana Serrano y el esposo de ésta, don Ponciano Clavel, recientemente muerto.
       El día 3 hicieron su entrada en los sótanos, acomodados en cuadra de cuartel, más de 300 miembros de la colonia se encontraban alojados. El día 3 hizo su entrada la División del Norte, no registrándose ningún incidente respecto a los refugiados en el Banco de La Laguna; el día 4, el señor Ulmer con el fin de que de una vez por todas se esclareciera la situación de los españoles, fue a entrevistarse con el general Villa, a quien le expresó la forma y el lugar en que se encontraban, y que sus vidas estaban bajo la protección de la bandera de Estados Unidos. Villa trató afablemente a Ulmer y ofreció se resolvería en breve lo que en el caso se hiciese.
       El 5 de abril, se presentó el general Villa en el Banco de La Laguna acompañado de don Felícitos Villarreal, del general Aguirre Benavides, del coronel Trillo y algunas otras personas; penetró a los sótanos y dirigió la palabra a los ahí reunidos, que lo escucharon silenciosos y llenos del consiguiente temor, las palabras de Villa en su lenguaje torpe, acentuado por su tono de enojo, expresaron como había hecho presa en su ánimo las prevenciones en contra de los españoles acumulados por los enemigos de éstos y de que hemos hecho mención; les dijo que los conceptuaba enemigos del pueblo y por ello de la revolución: los expulsaba del país, y que sin motivo ni pretexto, bajo pena de vida, deberían abandonar el territorio nacional dentro de dos días en tren que pondría a su disposición y sin que durante el plazo que faltaba para la salida, pudieran abandonar aquel lugar.
       El señor Felícitos Villarreal se dirigió pidiéndole que ampliase el plazo para la salida, para que pudieran arreglar un tanto sus asuntos y adquirir algunos elementos con qué subsistir en el extranjero, demanda a la que Villa se rehusó atender terminantemente. Al pasar por el departamento donde se hallaba el señor Serrano, se acercó a éste, y le dijo: que ya sabía quien era y podía quedarse en el país si gustaba, don Joaquín señaló al general Villa que si concedía que su sobrino y apoderado se quedaran también, permanecería, si no, marcharía con sus compatriotas. Pueden quedarse, dijo el general de la División del Norte pero no respondo de su vida, el pueblo está muy picado con los españoles y los matarán, a usted no, -agregó- a usted lo conocen como un hombre bueno y no le harán nada.
       Tal y como lo dispuso el general Villa, el 7 de abril estaba dispuesto en la estación el tren que había de conducir a los expulsados que salieran de su refugio del Banco de La Laguna vigilados por oficiales revolucionarios, el convoy lo formaban además de la locomotora: un carro de pasajeros de segunda clase, bastante deteriorado, y carros de mercancías llamados de caja, donde se acomodaron hasta no caber más. Aún faltaban de embarcar más de 200 hispanos se dispuso que el convoy ya listo marchara, y se procedió a la formación de otro, que algunas horas después salió, con los expulsados faltantes.
       En los dos trenes aproximadamente viajaban 500 pasajeros. En el primer tren y en el carro de pasajeros se acomodó a las personas de más significación y representativas de la colonia, siendo los principales: don Joaquín Serrano y don Rafael Arocena, también don Manuel Gutiérrez, don José Cueto, José Arribillaga, don Fernando San José, don Sebastián Domene, don Silvestre Faya, don Enrique y don César Vega, don Juan Dualde, don José Ramón Hurtado, don Bartolo Sauto; comerciantes como don Víctor y don Daniel Ruiz, don Rafael, don José y don Manuel García, don Gaspar y don Fernando Pruneda y otros.
       Durante los dos días transcurridos entre el que se les notificó su expulsión y el de la salida, algunos pudieron enviar recados y arbitrarse algunos recursos de menor o mayor cuantía, pero la gran mayoría, empleados de campo y sin conocimientos carecían hasta de lo más indispensable y pasaron días de grandes privaciones. Los que eran empleados de casas, que pudieron arbitrarse recursos, recibieron ayuda que hizo llevadera su situación; así, don Rafael Arocena comisionó a sus empleados don Fernando Rodríguez y don Joaquín Olazábal para que ministrasen ayuda al personal de su amplio negocio agrícola; don Ponciano Clavel lo hizo con el personal de las haciendas que en el Perímetro de Santa Teresa era arrendatario el señor Serrano.
       El más numeroso grupo de expulsados, ya en Estados Unidos, se procuró trabajo, rudo, trabajo sobre vías de ferrocarril, y otros de esa índole, en cuanto se hicieron de fondos suficientes para cubrir sus pasajes se internaron nuevamente a México por otros puntos de la frontera no controlados por Villa, dirigiéndose a la capital donde obtuvieron ayuda de compatriotas en trabajo como panaderías, casas de empeño, tiendas de abarrotes en la metrópoli... Algunos permanecieron en el Paso, Texas a la expectativa siempre con el vivo deseo de retornar .
       El algodón todo de la cosecha de 1913 fue confiscado por Villa, y exportado a Estados Unidos, ante los tribunales americanos entablaron demanda algunos agricultores de los expulsados y dueños del algodón, pudieron en algunos casos -muy pocos- mostrar con las marcas de paca su propiedad y hacer que se las entregaran , después, agentes de Villa borraron las marcas y nada pudo recuperarse más. Para que el algodón de propiedad de agricultores mexicanos pudiera ser exportado, Villa decretó el impuesto extraordinario por paca... las haciendas puestas en manejo de la Oficina de Bienes Intervenidos, en manos de personas muchas de ellas ajenas al manejo de la agricultura, pudieron aún, en forma pésima terminar los cultivos del año agrícola y la cosecha de 1914 fue también a engrosar los fondos de la División del Norte, para el año 19... no había quien hiciera los trabajos agrícolas» [aquí se hace ilegible la lectura].


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